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1HABIENDO muchos tentado á poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas, |
2Como nos lo enseñaron los que desde el principio lo vieron por sus ojos, y fueron ministros de la palabra; |
3Me ha parecido también á mí, después de haber entendido todas las cosas desde el principio con diligencia, escribírtelas por orden, oh muy buen Teófilo, |
4Para que conozcas la verdad de las cosas en las cuales has sido enseñado. |
5HUBO en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la suerte de Abías; y su mujer, de las hijas de Aarón, llamada Elisabet. |
6Y eran ambos justos delante de Dios, andando sin reprensión en todos los mandamientos y estatutos del Señor. |
7Y no tenían hijo, porque Elisabet era estéril, y ambos eran avanzados en días. |
8Y aconteció que ejerciendo Zacarías el sacerdocio delante de Dios por el orden de su vez, |
9Conforme á la costumbre del sacerdocio, salió en suerte á poner el incienso, entrando en el templo del Señor. |
10Y toda la multitud del pueblo estaba fuera orando á la hora del incienso. |
11Y se le apareció el ángel del Señor puesto en pie á la derecha del altar del incienso. |
12Y se turbó Zacarías viéndo le, y cayó temor sobre él. |
13Mas el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te parirá un hijo, y llamarás su nombre Juan. |
14Y tendrás gozo y alegría, y muchos se gozarán de su nacimiento. |
15Porque será grande delante de Dios, y no beberá vino ni sidra; y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el seno de su madre. |
16Y á muchos de los hijos de Israel convertirá al Señor Dios de ellos. |
17Porque él irá delante de él con el espíritu y virtud de Elías, para convertir los corazones de los padres á los hijos, y los rebeldes á la prudencia de los justos, para aparejar al Señor un pueblo apercibido. |
18Y dijo Zacarías al ángel: ¿En qué conoceré esto? porque yo soy viejo, y mi mujer avanzada en días. |
19Y respondiendo el ángel le dijo: Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios; y soy enviado á hablarte, y á darte estas buenas nuevas. |
20Y he aquí estarás mudo y no podrás hablar, hasta el día que esto sea hecho, por cuanto no creíste á mis palabras, las cuales se cumplirán á su tiempo. |
21Y el pueblo estaba esperando á Zacarías, y se maravillaban de que él se detuviese en el templo. |
22Y saliendo, no les podía hablar: y entendieron que había visto visión en el templo: y él les hablaba por señas, y quedó mudo. |
23Y fué, que cumplidos los días de su oficio, se vino á su casa. |
24Y después de aquellos días concibió su mujer Elisabet, y se encubrió por cinco meses, diciendo: |
25Porque el Señor me ha hecho así en los días en que miró para quitar mi afrenta entre los hombres. |
26Y al sexto mes, el ángel Gabriel fué enviado de Dios á una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, |
27A una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David: y el nombre de la virgen era María. |
28Y entrando el ángel á donde estaba, dijo, ¡Salve, muy favorecida! el Señor es contigo: bendita tú entre las mujeres. |
29Mas ella, cuando le vió, se turbó de sus palabras, y pensaba qué salutación fuese ésta. |
30Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia cerca de Dios. |
31Y he aquí, concebirás en tu seno, y parirás un hijo, y llamarás su nombre JESUS. |
32Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo: y le dará el Señor Dios el trono de David su padre: |
33Y reinará en la casa de Jacob por siempre; y de su reino no habrá fin. |
34Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? porque no conozco varón. |
35Y respondiendo el ángel le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la virtud del Altísimo te hará sombra; por lo cual también lo Santo que nacerá, será llamado Hijo de Dios. |
36Y he aquí, Elisabet tu parienta, también ella ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes á ella que es llamada la estéril: |
37Porque ninguna cosa es imposible para Dios. |
38Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase á mí conforme á tu palabra. Y el ángel partió de ella. |
39En aquellos días levantándose María, fué á la montaña con priesa, á una ciudad de Judá; |
40Y entró en casa de Zacarías, y saludó á Elisabet. |
41Y aconteció, que como oyó Elisabet la salutación de María, la criatura saltó en su vientre; y Elisabet fué llena del Espíritu Santo, |
42Y exclamó á gran voz, y dijo. Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre. |
43¿Y de dónde esto á mí, que la madre de mi Señor venga á mí? |
44Porque he aquí, como llegó la voz de tu salutación á mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. |
45Y bienaventurada la que creyó, porque se cumplirán las cosas que le fueron dichas de parte del Señor. |
46Entonces María dijo: engrandece mi alma al Señor; |
47Y mi espíritu se alegró en Dios mi Salvador, |
48Porque ha mirado á la bajeza de su criada; Porque he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones. |
49Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; Y santo es su nombre. |
50Y su misericordia de generación á generación A los que le temen. |
51Hizo valentía con su brazo: Esparció los soberbios del pensamiento de su corazón. |
52Quitó los poderosos de los tronos, Y levantó á los humildes. |
53A los hambrientos hinchió de bienes; Y á los ricos envió vacíos. |
54Recibió á Israel su siervo, Acordandose de la misericordia. |
55Como habló á nuestros padres A Abraham y á su simiente para siempre. |
56Y se quedó María con ella como tres meses: después se volvió á su casa. |
57Y á Elisabet se le cumplió el tiempo de parir, y parió un hijo. |
58Y oyeron los vecinos y los parientes que Dios había hecho con ella grande misericordia, y se alegraron con ella. |
59Y aconteció, que al octavo día vinieron para circuncidar al niño; y le llamaban del nombre de su padre, Zacarías. |
60Y respondiendo su madre, dijo: No; sino Juan será llamado. |
61Y le dijeron: ¿Por qué? nadie hay en tu parentela que se llame de este nombre. |
62Y hablaron por señas á su padre, cómo le quería llamar. |
63Y demandando la tablilla, escribió, diciendo: Juan es su nombre. Y todos se maravillaron. |
64Y luego fué abierta su boca y su lengua, y habló bendiciendo á Dios. |
65Y fué un temor sobre todos los vecinos de ellos; y en todas las montañas de Judea fueron divulgadas todas estas cosas. |
66Y todos los que las oían, las conservaban en su corazón, diciendo: ¿Quién será este niño? Y la mano del Señor estaba con él. |
67Y Zacarías su padre fué lleno de Espíritu Santo, y profetizó, diciendo: |
68Bendito el Señor Dios de Israel, Que ha visitado y hecho redención á su pueblo, |
69Y nos alzó un cuerno de salvación En la casa de David su siervo, |
70Como habló por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio: |
71Salvación de nuestros enemigos, y de mano de todos los que nos aborrecieron; |
72Para hacer misericordia con nuestros padres, Y acordándose de su santo pacto; |
73Del juramento que juró á Abraham nuestro padre, Que nos había de dar, |
74Que sin temor librados de nuestros enemigos, Le serviríamos |
75En santidad y en justicia delante de él, todos los días nuestros. |
76Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado; Porque irás ante la faz del Señor, para aparejar sus caminos; |
77Dando conocimiento de salud á su pueblo, Para remisión de sus pecados, |
78Por las entrañas de misericordia de nuestro Dios, Con que nos visitó de lo alto el Oriente, |
79Para dar luz á los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte; Para encaminar nuestros pies por camino de paz. |
80Y el niño crecía, y se fortalecía en espíritu: y estuvo en los desiertos hasta el día que se mostró á Israel. |
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1Y ACONTECIO en aquellos días que salió edicto de parte de Augusto César, que toda la tierra fuese empadronada. |
2Este empadronamiento primero fué hecho siendo Cirenio gobernador de la Siria. |
3E iban todos para ser empadronados, cada uno á su ciudad. |
4Y subió José de Galilea, de la ciudad de Nazaret, á Judea, á la ciudad de David, que se llama Bethlehem, por cuanto era de la casa y familia de David; |
5Para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta. |
6Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días en que ella había de parir. |
7Y parió á su hijo primogénito, y le envolvió en pañales, y acostóle en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón. |
8Y había pastores en la misma tierra, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su ganado. |
9Y he aquí el ángel del Señor vino sobre ellos, y la claridad de Dios los cercó de resplandor; y tuvieron gran temor. |
10Mas el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: |
11Que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. |
12Y esto os será por señal: hallaréis al niño envuelto en pañales, echado en un pesebre. |
13Y repentinamente fué con el ángel una multitud de los ejércitos celestiales, que alababan á Dios, y decían: |
14Gloria en las alturas á Dios, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres. |
15Y aconteció que como los ángeles se fueron de ellos al cielo, los pastores dijeron los unos á los otros: Pasemos pues hasta Bethlehem, y veamos esto que ha sucedido, que el Señor nos ha manifestado. |
16Y vinieron apriesa, y hallaron á María, y á José, y al niño acostado en el pesebre. |
17Y viéndolo, hicieron notorio lo que les había sido dicho del niño. |
18Y todos los que oyeron, se maravillaron de lo que los pastores les decían. |
19Mas María guardaba todas estas cosas, confiriéndolas en su corazón. |
20Y se volvieron los pastores glorificando y alabando á Dios de todas las cosas que habían oído y visto, como les había sido dicho. |
21Y pasados los ocho días para circuncidar al niño, llamaron su nombre JESUS; el cual le fué puesto por el ángel antes que él fuese concebido en el vientre. |
22Y como se cumplieron los días de la purificación de ella, conforme á la ley de Moisés, le trajeron á Jerusalem para presentarle al Señor, |
23(Como está escrito en la ley del Señor: Todo varón que abriere la matriz, será llamado santo al Señor), |
24Y para dar la ofrenda, conforme á lo que está dicho en la ley del Señor: un par de tórtolas, ó dos palominos. |
25Y he aquí, había un hombre en Jerusalem, llamado Simeón, y este hombre, justo y pío, esperaba la consolación de Israel: y el Espíritu Santo era sobre él. |
26Y había recibido respuesta del Espíritu Santo, que no vería la muerte antes que viese al Cristo del Señor. |
27Y vino por Espíritu al templo. Y cuando metieron al niño Jesús sus padres en el templo, para hacer por él conforme á la costumbre de la ley. |
28Entonces él le tomó en sus brazos, y bendijo á Dios, y dijo: |
29Ahora despides, Señor, á tu siervo, Conforme á tu palabra, en paz; |
30Porque han visto mis ojos tu salvación, |
31La cual has aparejado en presencia de todos los pueblos; |
32Luz para ser revelada á los Gentiles, Y la gloria de tu pueblo Israel. |
33Y José y su madre estaban maravillados de las cosas que se decían de él. |
34Y los bendijo Simeón, y dijo á su madre María: He aquí, éste es puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel; y para señal á la que será contradicho; |
35Y una espada traspasará tu alma de ti misma, para que sean manifestados los pensamientos de muchos corazones. |
36Estaba también allí Ana, profetisa, hija de Phanuel, de la tribu de Aser; la cual había venido en grande edad, y había vivido con su marido siete años desde su virginidad; |
37Y era viuda de hasta ochenta y cuatro años, que no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones. |
38Y ésta, sobreviniendo en la misma hora, juntamente confesaba al Señor, y hablaba de él á todos los que esperaban la redención en Jerusalem. |
39Mas como cumplieron todas las cosas según la ley del Señor, se volvieron á Galilea, á su ciudad de Nazaret. |
40Y el niño crecía, y fortalecíase, y se henchía de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él. |
41E iban sus padres todos los años á Jerusalem en la fiesta de la Pascua. |
42Y cuando fué de doce años, subieron ellos á Jerusalem conforme á la costumbre del día de la fiesta. |
43Y acabados los días, volviendo ellos, se quedó el niño Jesús en Jerusalem, sin saberlo José y su madre. |
44Y pensando que estaba en la compañía, anduvieron camino de un día; y le buscaban entre los parientes y entre los conocidos: |
45Mas como no le hallasen, volvieron á Jerusalem buscándole. |
46Y aconteció, que tres días después le hallaron en el templo, sentado en medio de los doctores, oyéndoles y preguntándoles. |
47Y todos los que le oían, se pasmaban de su entendimiento y de sus respuestas. |
48Y cuando le vieron, se maravillaron; y díjole su madre: Hijo, ¿por qué nos has hecho así? He aquí, tu padre y yo te hemos buscado con dolor. |
49Entonces él les dice: ¿Qué hay? ¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me conviene estar? |
50Mas ellos no entendieron las palabras que les habló. |
51Y descendió con ellos, y vino á Nazaret, y estaba sujeto á ellos. Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón. |
52Y Jesús crecía en sabiduría, y en edad, y en gracia para con Dios y los hombres. |
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1Y EN el año quince del imperio de Tiberio César, siendo gobernador de Judea Poncio Pilato, y Herodes tetrarca de Galilea, y su hermano Felipe tetrarca de Iturea y de la provincia de Traconite, y Lisanias tetrarca de Abilinia, |
2Siendo sumos sacerdotes Anás y Caifás, vino palabra del Señor sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. |
3Y él vino por toda la tierra al rededor del Jordán predicando el bautismo del arrepentimiento para la remisión de pecados; |
4Como está escrito en el libro de las palabras del profeta Isaías que dice: Voz del que clama en el desierto: Aparejad el camino del Señor, Haced derechas sus sendas. |
5Todo valle se henchirá, Y bajaráse todo monte y collado; Y los caminos torcidos serán enderezados, Y los caminos ásperos allanados; |
6Y verá toda carne la salvación de Dios. |
7Y decía á las gentes que salían para ser bautizadas de él: ¡Oh generación de víboras, quién os enseñó á huir de la ira que vendrá? |
8Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento, y no comencéis á decir en vosotros mismos: Tenemos á Abraham por padre: porque os digo que puede Dios, aun de estas piedras, levantar hijos á Abraham. |
9Y ya también el hacha está puesta á la raíz de los árboles: todo árbol pues que no hace buen fruto, es cortado, y echado en el fuego. |
10Y las gentes le preguntaban, diciendo: ¿Pues qué haremos? |
11Y respondiendo, les dijo: El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene; y el que tiene qué comer, haga lo mismo. |
12Y vinieron también publicanos para ser bautizados, y le dijeron: Maestro, ¿qué haremos? |
13Y él les dijo: No exijáis más de lo que os está ordenado. |
14Y le preguntaron también los soldados, diciendo: Y nosotros, ¿qué haremos? Y les dice: No hagáis extorsión á nadie, ni calumniéis; y contentaos con vuestras pagas. |
15Y estando el pueblo esperando, y pensando todos de Juan en sus corazones, si él fuese el Cristo, |
16Respondió Juan, diciendo á todos: Yo, á la verdad, os bautizo en agua; mas viene quien es más poderoso que yo, de quien no soy digno de desatar la correa de sus zapatos: él os bautizará en Espíritu Santo y fuego; |
17Cuyo bieldo está en su mano, y limpiará su era, y juntará el trigo en su alfolí, y la paja quemará en fuego que nunca se apagará. |
18Y amonestando, otras muchas cosas también anunciaba al pueblo. |
19Entonces Herodes el tetrarca, siendo reprendido por él á causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano, y de todas las maldades que había hecho Herodes, |
20Añadió también esto sobre todo, que encerró á Juan en la cárcel. |
21Y aconteció que, como todo el pueblo se bautizaba, también Jesús fué bautizado; y orando, el cielo se abrió, |
22Y descendió el Espíritu Santo sobre él en forma corporal, como paloma, y fué hecha una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado, en ti me he complacido. |
23Y el mismo Jesús comenzaba á ser como de treinta años, hijo de José, como se creía; que fué hijo de Elí, |
24Que fué de Mathat, que fué de Leví, que fué Melchî, que fué de Janna, que fué de José, |
25Que fué de Mattathías, que fué de Amós, que fué de Nahum, que fué de Esli, |
26Que fué de Naggai, que fué de Maat, que fué de Matthathías, que fué de Semei, que fué de José, que fué de Judá, |
27Que fué de Joanna, que fué de Rhesa, que fué de Zorobabel, que fué de Salathiel, |
28Que fué de Neri, que fué de Melchî, que fué de Abdi, que fué de Cosam, que fué de Elmodam, que fué de Er, |
29Que fué de Josué, que fué de Eliezer, que fué de Joreim, que fué de Mathat, |
30Que fué de Leví, que fué de Simeón, que fué de Judá, que fué de José, que fué de Jonán, que fué de Eliachîm, |
31Que fué de Melea, que fué de Mainán, que fué de Mattatha, que fué de Nathán, |
32Que fué de David, que fué de Jessé, que fué de Obed, que fué de Booz, que fué de Salmón, que fué de Naassón, |
33Que fué de Aminadab, que fué de Aram, que fué de Esrom, que fué de Phares, |
34Que fué de Judá, que fué de Jacob, que fué de Isaac, que fué de Abraham, que fué de Thara, que fué de Nachôr, |
35Que fué de Saruch, que fué de Ragau, que fué de Phalec, que fué de Heber, |
36Que fué de Sala, que fué de Cainán, Arphaxad, que fué de Sem, que fué de Noé, que fué de Lamech, |
37Que fué de Mathusala, que fué de Enoch, que fué de Jared, que fué de Maleleel, |
38Que fué de Cainán, que fué de Enós, que fué de Seth, que fué de Adam, que fué de Dios. |
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1Y JESUS, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fué llevado por el Espíritu al desierto |
2Por cuarenta días, y era tentado del diablo. Y no comió cosa en aquellos días: los cuales pasados, tuvo hambre. |
3Entonces el diablo le dijo: Si eres Hijo de Dios, di á esta piedra que se haga pan. |
4Y Jesús respondiéndole, dijo: Escrito está: Que no con pan solo vivirá el hombre, mas con toda palabra de Dios. |
5Y le llevó el diablo á un alto monte, y le mostró en un momento de tiempo todos los reinos de la tierra. |
6Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque á mí es entregada, y á quien quiero la doy: |
7Pues si tú adorares delante de mí, serán todos tuyos. |
8Y respondiendo Jesús, le dijo: Vete de mí, Satanás, porque escrito está: A tu Señor Dios adorarás, y á él solo servirás. |
9Y le llevó á Jerusalem, y púsole sobre las almenas del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate de aquí abajo: |
10Porque escrito está: Que á sus ángeles mandará de ti, que te guarden; |
11Y En las manos te llevarán, Porque no dañes tu pie en piedra. |
12Y respondiendo Jesús, le dijo: Dicho está: No tentarás al Señor tu Dios. |
13Y acabada toda tentación, el diablo se fué de él por un tiempo. |
14Y Jesús volvió en virtud del Espíritu á Galilea, y salió la fama de él por toda la tierra de alrededor, |
15Y enseñaba en las sinagogas de ellos, y era glorificado de todos. |
16Y vino á Nazaret, donde había sido criado; y entró, conforme á su costumbre, el día del sábado en la sinagoga, y se levantó á leer. |
17Y fuéle dado el libro del profeta Isaías; y como abrió el libro, halló el lugar donde estaba escrito: |
18El Espíritu del Señor es sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas á los pobres: Me ha enviado para sanar á los quebrantados de corazón; Para pregonar á los cautivos libertad, Y á los ciegos vista; Para poner en libertad á los quebrantados: |
19Para predicar el año agradable del Señor. |
20Y rollando el libro, lo dió al ministro, y sentóse: y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. |
21Y comenzó á decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura en vuestros oídos. |
22Y todos le daban testimonio, y estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de su boca, y decían: ¿No es éste el hijo de José? |
23Y les dijo: Sin duda me diréis este refrán: Médico, cúrate á ti mismo: de tantas cosas que hemos oído haber sido hechas en Capernaum, haz también aquí en tu tierra. |
24Y dijo: De cierto os digo, que ningún profeta es acepto en su tierra. |
25Mas en verdad os digo, que muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando el cielo fué cerrado por tres años y seis meses, que hubo una grande hambre en toda la tierra; |
26Pero á ninguna de ellas fué enviado Elías, sino á Sarepta de Sidón, á una mujer viuda. |
27Y muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Eliseo; mas ninguno de ellos fué limpio, sino Naamán el Siro. |
28Entonces todos en la sinagoga fueron llenos de ira, oyendo estas cosas; |
29Y levantándose, le echaron fuera de la ciudad, y le llevaron hasta la cumbre del monte sobre el cual la ciudad de ellos estaba edificada, para despeñarle. |
30Mas él, pasando por medio de ellos, se fué. |
31Y descendió á Capernaum, ciudad de Galilea. Y los enseñaba en los sábados. |
32Y se maravillaban de su doctrina, porque su palabra era con potestad. |
33Y estaba en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu de un demonio inmundo, el cual exclamó á gran voz, |
34Diciendo: Déjanos, ¿qué tenemos contigo Jesús Nazareno? ¿has venido á destruirnos? Yo te conozco quién eres, el Santo de Dios. |
35Y Jesús le increpó, diciendo: Enmudece, y sal de él. Entonces el demonio, derribándole en medio, salió de él, y no le hizo daño alguno. |
36Y hubo espanto en todos, y hablaban unos á otros, diciendo: ¿Qué palabra es ésta, que con autoridad y potencia manda á los espíritus inmundos, y salen? |
37Y la fama de él se divulgaba de todas partes por todos los lugares de la comarca. |
38Y levantándose Jesús de la sinagoga, entró en casa de Simón: y la suegra de Simón estaba con una grande fiebre; y le rogaron por ella. |
39E inclinándose hacia ella, riñó á la fiebre; y la fiebre la dejó; y ella levantándose luego, les servía. |
40Y poniéndose el sol, todos los que tenían enfermos de diversas enfermedades, los traían á él; y él poniendo las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba. |
41Y salían también demonios de muchos, dando voces, y diciendo: Tú eres el Hijo de Dios. Mas riñéndolos no les dejaba hablar; porque sabían que él era el Cristo. |
42Y siendo ya de día salió, y se fué á un lugar desierto: y las gentes le buscaban, y vinieron hasta él; y le detenían para que no se apartase de ellos. |
43Mas él les dijo: Que también á otras ciudades es necesario que anuncie el evangelio del reino de Dios; porque para esto soy enviado. |
44Y predicaba en las sinagogas de Galilea. |
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1Y ACONTECIO, que estando él junto al lago de Genezaret, las gentes se agolpaban sobre él para oir la palabra de Dios. |
2Y vió dos barcos que estaban cerca de la orilla del lago: y los pescadores, habiendo descendido de ellos, lavaban sus redes. |
3Y entrado en uno de estos barcos, el cual era de Simón, le rogó que lo desviase de tierra un poco; y sentándose, enseñaba desde el barco á las gentes. |
4Y como cesó de hablar, dijo á Simón: Tira á alta mar, y echad vuestras redes para pescar. |
5Y respondiendo Simón, le dijo: Maestro, habiendo trabajado toda la noche, nada hemos tomado; mas en tu palabra echaré la red. |
6Y habiéndolo hecho, encerraron gran multitud de pescado, que su red se rompía. |
7E hicieron señas á los compañeros que estaban en el otro barco, que viniesen á ayudarles; y vinieron, y llenaron ambos barcos, de tal manera que se anegaban. |
8Lo cual viendo Simón Pedro, se derribó de rodillas á Jesús, diciendo: Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador. |
9Porque temor le había rodeado, y á todos los que estaban con él, de la presa de los peces que habían tomado; |
10Y asimismo á Jacobo y á Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Y Jesús dijo á Simón: No temas: desde ahora pescarás hombres. |
11Y como llegaron á tierra los barcos, dejándolo todo, le siguieron. |
12Y aconteció que estando en una ciudad, he aquí un hombre lleno de lepra, el cual viendo á Jesús, postrándose sobre el rostro, le rogó, diciendo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. |
13Entonces, extendiendo la mano, le tocó diciendo: Quiero: sé limpio. Y luego la lepra se fué de él. |
14Y él le mandó que no lo dijese á nadie: Mas ve, díjole, muéstrate al sacerdote, y ofrece por tu limpieza, como mandó Moisés, para testimonio á ellos. |
15Empero tanto más se extendía su fama: y se juntaban muchas gentes á oir y ser sanadas de sus enfermedades. |
16Mas él se apartaba á los desiertos, y oraba. |
27Y aconteció un día, que él estaba enseñando, y los Fariseos y doctores de la ley estaban sentados, los cuales habían venido de todas las aldeas de Galilea, y de Judea y Jerusalem: y la virtud del Señor estaba allí para sanarlos. |
18Y he aquí unos hombres, que traían sobre un lecho un hombre que estaba paralítico; y buscaban meterle, y ponerle delante de él. |
19Y no hallando por donde meterle á causa de la multitud, subieron encima de la casa, y por el tejado le bajaron con el lecho en medio, delante de Jesús; |
20El cual, viendo la fe de ellos, le dice: Hombre, tus pecados te son perdonados. |
21Entonces los escribas y los Fariseos comenzaron á pensar, diciendo: ¿Quién es éste que habla blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios? |
22Jesús entonces, conociendo los pensamientos de ellos, respondiendo les dijo: ¿Qué pensáis en vuestros corazones? |
23¿Qué es más fácil, decir: Tus pecados te son perdonados, ó decir: Levántate y anda? |
24Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra de perdonar pecados, (dice al paralítico): A ti digo, levántate, toma tu lecho, y vete á tu casa. |
25Y luego, levantándose en presencia de ellos, y tomando aquel en que estaba echado, se fué á su casa, glorificando á Dios. |
26Y tomó espanto á todos, y glorificaban á Dios; y fueron llenos del temor, diciendo: Hemos visto maravillas hoy. |
27Y después de estas cosas salió, y vió á un publicano llamado Leví, sentado al banco de los públicos tributos, y le dijo: Sígueme. |
28Y dejadas todas las cosas, levantándose, le siguió. |
29E hizo Leví gran banquete en su casa; y había mucha compañía de publicanos y de otros, los cuales estaban á la mesa con ellos. |
30Y los escribas y los Fariseos murmuraban contra sus discípulos, diciendo: ¿Por qué coméis y bebéis con los publicanos y pecadores? |
31Y respondiendo Jesús, les dijo: Los que están sanos no necesitan médico, sino los que están enfermos. |
32No he venido á llamar justos, sino pecadores á arrepentimiento. |
33Entonces ellos le dijeron: ¿Por qué los discípulos de Juan ayunan muchas veces y hacen oraciones, y asimismo los de los Fariseos, y tus discípulos comen y beben? |
34Y él les dijo: ¿Podéis hacer que los que están de bodas ayunen, entre tanto que el esposo está con ellos? |
35Empero vendrán días cuando el esposo les será quitado: entonces ayunarán en aquellos días. |
36Y les decía también una parábola: Nadie mete remiendo de paño nuevo en vestido viejo; de otra manera el nuevo rompe, y al viejo no conviene remiendo nuevo. |
37Y nadie echa vino nuevo en cueros viejos; de otra manera el vino nuevo romperá los cueros, y el vino se derramará, y los cueros se perderán. |
38Mas el vino nuevo en cueros nuevos se ha de echar; y lo uno y lo otro se conserva. |
39Y ninguno que bebiere del añejo, quiere luego el nuevo; porque dice: El añejo es mejor. |
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1Y ACONTECIO que pasando él por los sembrados en un sábado segundo del primero, sus discípulos arrancaban espigas, y comían, restregándolas con las manos. |
2Y algunos de los Fariseos les dijeron: ¿Por qué hacéis lo que no es lícito hacer en los sábados? |
3Y respondiendo Jesús les dijo: ¿Ni aun esto habéis leído, qué hizo David cuando tuvo hambre, él, y los que con él estaban; |
4Cómo entró en la casa de Dios, y tomó los panes de la proposición, y comió, y dió también á los que estaban con él, los cuales no era lícito comer, sino á solos los sacerdotes? |
5Y les decía. El Hijo del hombre es Señor aun del sábado. |
6Y aconteció también en otro sábado, que él entró en la sinagoga y enseñaba; y estaba allí un hombre que tenía la mano derecha seca. |
7Y le acechaban los escribas y los Fariseos, si sanaría en sábado, por hallar de qué le acusasen. |
8Mas él sabía los pensamientos de ellos; y dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate, y ponte en medio. Y él levantándose, se puso en pie. |
9Entonces Jesús les dice: Os preguntaré un cosa: ¿Es lícito en sábados hacer bien, ó hacer mal? ¿salvar la vida, ó quitarla? |
10Y mirándolos á todos alrededor, dice al hombre: Extiende tu mano. Y él lo hizo así, y su mano fué restaurada. |
11Y ellos se llenaron de rabia; y hablaban los unos á los otros qué harían á Jesús. |
12Y aconteció en aquellos días, que fué al monte á orar, y pasó la noche orando á Dios. |
13Y como fué de día, llamó á sus discípulos, y escogió doce de ellos, á los cuales también llamó apóstoles: |
14A Simón, al cual también llamó Pedro, y á Andrés su hermano, Jacobo y Juan, Felipe y Bartolomé, |
15Mateo y Tomás, Jacobo hijo de Alfeo, y Simón el que se llama Celador, |
16Judas hermano de Jacobo, y Judas Iscariote, que también fué el traidor. |
17Y descendió con ellos, y se paró en un lugar llano, y la compañía de sus discípulos, y una grande multitud de pueblo de toda Judea y de Jerusalem, y de la costa de Tiro y de Sidón, que habían venido á oirle, y para ser sanados de sus enfermedades; |
18Y los que habían sido atormentados de espíritus inmundos: y estaban curados. |
19Y toda la gente procuraba tocarle; porque salía de él virtud, y sanaba á todos. |
20Y alzando él los ojos á sus discípulos, decía: Bienaventurados vosotros los pobres; porque vuestro es el reino de Dios. |
21Bienaventurados los que ahora tenéis hambre; porque seréis saciados. Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis. |
22Bienaventurados seréis, cuando los hombres os aborrecieren, y cuando os apartaren de sí, y os denostaren, y desecharen vuestro nombre como malo, por el Hijo del hombre. |
23Gozaos en aquel día, y alegraos; porque he aquí vuestro galardón es grande en los cielos; porque así hacían sus padres á los profetas. |
24Mas ¡ay de vosotros, ricos! porque tenéis vuestro consuelo. |
25¡Ay de vosotros, los que estáis hartos! porque tendréis hambre. ¡Ay de vosotros, los que ahora reís! porque lamentaréis y lloraréis. |
26¡Ay de vosotros, cuando todos los hombres dijeren bien de vosotros! porque así hacían sus padres á los falsos profetas. |
27Mas á vosotros los que oís, digo: Amad á vuestros enemigos, haced bien á los que os aborrecen; |
28Bendecid á los que os maldicen, y orad por los que os calumnian. |
29Y al que te hiriere en la mejilla, dale también la otra; y al que te quitare la capa, ni aun el sayo le defiendas. |
30Y á cualquiera que te pidiere, da; y al que tomare lo que es tuyo, no vuelvas á pedir. |
31Y como queréis que os hagan los hombres, así hacedles también vosotros: |
32Porque si amáis á los que os aman, ¿qué gracias tendréis? porque también los pecadores aman á los que los aman. |
33Y si hiciereis bien á los que os hacen bien, ¿qué gracias tendréis? porque también los pecadores hacen lo mismo. |
34Y si prestareis á aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué gracias tendréis? porque también los pecadores prestan á los pecadores, para recibir otro tanto. |
35Amad, pués, á vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo: porque él es benigno para con los ingratos y malos. |
36Sed pues misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso. |
37No juzguéis, y no seréis juzgados: no condenéis, y no seréis condenados: perdonad, y seréis perdonados. |
38Dad, y se os dará; medida buena, apretada, remecida, y rebosando darán en vuestro seno: porque con la misma medida que midiereis, os será vuelto á medir. |
39Y les decía una parábola: ¿Puede el ciego guiar al ciego? ¿No caerán ambos en el hoyo? |
40El discípulo no es sobre su maestro; mas cualquiera que fuere como el maestro, será perfecto. |
41¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y la viga que está en tu propio ojo no consideras? |
42¿O cómo puedes decir á tu hermano: Hermano, deja, echaré fuera la paja que está en tu ojo, no mirando tú la viga, que está en tu ojo? Hipócrita, echa primero fuera de tu ojo la viga, y entonces verás bien para sacar la paja que está en el ojo de tu hermano. |
43Porque no es buen árbol el que da malos frutos; ni árbol malo el que da buen fruto. |
44Porque cada árbol por su fruto es conocido: que no cogen higos de los espinos, ni vendimian uvas de las zarzas. |
45El buen hombre del buen tesoro de su corazón saca bien; y el mal hombre del mal tesoro de su corazón saca mal; porque de la abundancia del corazón habla su boca. |
46¿Por qué me llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que digo? |
47Todo aquel que viene á mí, y oye mis palabras, y las hace, os enseñaré á quién es semejante: |
48Semejante es al hombre que edifica una casa, el cual cavó y ahondó, y puso el fundamento sobre la peña; y cuando vino una avenida, el río dió con ímpetu en aquella casa, mas no la pudo menear: porque estaba fundada sobre la peña. |
49Mas el que oyó y no hizo, semejante es al hombre que edificó su casa sobre tierra, sin fundamento; en la cual el río dió con ímpetu, y luego cayó; y fué grande la ruina de aquella casa. |
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1Y COMO acabó todas sus palabras oyéndole el pueblo, entró en Capernaum. |
2Y el siervo de un centurión, al cual tenía él en estima, estaba enfermo y á punto de morir. |
3Y como oyó hablar de Jesús, envió á él los ancianos de los Judíos, rogándole que viniese y librase á su siervo. |
4Y viniendo ellos á Jesús, rogáronle con diligencia, diciéndole: Porque es digno de concederle esto; |
5Que ama nuestra nación, y él nos edificó una sinagoga. |
6Y Jesús fué con ellos. Mas como ya no estuviesen lejos de su casa, envió el centurión amigos á él, diciéndole: Señor, no te incomodes, que no soy digno que entres debajo de mi tejado; |
7Por lo cual ni aun me tuve por digno de venir á ti; mas di la palabra, y mi siervo será sano. |
8Porque también yo soy hombre puesto en potestad, que tengo debajo de mí soldados; y digo á éste: Ve, y va; y al otro: Ven, y viene; y á mi siervo: Haz esto, y lo hace. |
9Lo cual oyendo Jesús, se maravilló de él, y vuelto, dijo á las gentes que le seguían: Os digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe. |
10Y vueltos á casa los que habían sido enviados, hallaron sano al siervo que había estado enfermo. |
11Y aconteció después, que él iba á la ciudad que se llama Naín, é iban con él muchos de sus discípulos, y gran compañía. |
12Y como llegó cerca de la puerta de la ciudad, he aquí que sacaban fuera á un difunto, unigénito de su madre, la cual también era viuda: y había con ella grande compañía de la ciudad. |
13Y como el Señor la vió, compadecióse de ella, y le dice: No llores. |
14Y acercándose, tocó el féretro: y los que lo llevaban, pararon. Y dice: Mancebo, á ti digo, levántate. |
15Entonces se incorporó el que había muerto, y comenzó á hablar. Y dióle á su madre. |
16Y todos tuvieron miedo, y glorificaban á Dios, diciendo: Que un gran profeta se ha levantado entre nosotros; y que Dios ha visitado á su pueblo. |
17Y salió esta fama de él por toda Judea, y por toda la tierra de alrededor. |
18Y sus discípulos dieron á Juan las nuevas de todas estas cosas: y llamó Juan á dos de sus discípulos, |
19Y envió á Jesús, diciendo: ¿Eres tú aquél que había de venir, ó esperaremos á otro? |
20Y como los hombres vinieron á él, dijeron: Juan el Bautista nos ha enviado á ti, diciendo: ¿Eres tú aquél que había de venir, ó esperaremos á otro? |
21Y en la misma hora sanó á muchos de enfermedades y plagas, y de espíritus malos; y á muchos ciegos dió la vista. |
22Y respondiendo Jesús, les dijo: Id, dad las nuevas á Juan de lo que habéis visto y oído: que los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos resucitan, á los pobres es anunciado el evangelio: |
23Y bienaventurado es el que no fuere escandalizado en mí. |
24Y como se fueron los mensajeros de Juan, comenzó á hablar de Juan á las gentes: ¿Qué salisteis á ver al desierto? ¿una caña que es agitada por el viento? |
25Mas ¿qué salisteis á ver? ¿un hombre cubierto de vestidos delicados? He aquí, los que están en vestido precioso, y viven en delicias, en los palacios de los reyes están. |
26Mas ¿qué salisteis á ver? ¿un profeta? También os digo, y aun más que profeta. |
27Este es de quien está escrito: He aquí, envío mi mensajero delante de tu faz, El cual aparejará tu camino delante de ti. |
28Porque os digo que entre los nacidos de mujeres, no hay mayor profeta que Juan el Bautista: mas el más pequeño en el reino de los cielos es mayor que él. |
29Y todo el pueblo oyéndole, y los publicanos, justificaron á Dios, bautizándose con el bautismo de Juan. |
30Mas los Fariseos y los sabios de la ley, desecharon el consejo de Dios contra sí mismos, no siendo bautizados de él. |
31Y dice el Señor: ¿A quién, pues, compararé los hombres de esta generación, y á qué son semejantes? |
32Semejantes son á los muchachos sentados en la plaza, y que dan voces los unos á los otros, y dicen: Os tañimos con flautas, y no bailasteis: os endechamos, y no llorasteis. |
33Porque vino Juan el Bautista, que ni comía pan, ni bebía vino, y decís: Demonio tiene. |
34Vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y decís: He aquí un hombre comilón, y bebedor de vino, amigo de publicanos y de pecadores. |
35Mas la sabiduría es justificada de todos sus hijos. |
36Y le rogó uno de los Fariseos, que comiese con él. Y entrado en casa del Fariseo, sentóse á la mesa. |
37Y he aquí una mujer que había sido pecadora en la ciudad, como entendió que estaba á la mesa en casa de aquel Fariseo, trajo un alabastro de ungüento, |
38Y estando detrás á sus pies, comenzó llorando á regar con lágrimas sus pies, y los limpiaba con los cabellos de su cabeza; y besaba sus pies, y los ungía con el ungüento. |
39Y como vió esto el Fariseo que le había convidado, habló entre sí, diciendo: Este, si fuera profeta, conocería quién y cuál es la mujer que le toca, que es pecadora. |
40Entonces respondiendo Jesús, le dijo: Simón, una cosa tengo que decirte. Y él dice: Di, Maestro. |
41Un acredor tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta; |
42Y no teniendo ellos de qué pagar, perdonó á ambos. Di, pues, ¿cuál de éstos le amará más? |
43Y respondiendo Simón, dijo: Pienso que aquél al cual perdonó más. Y él le dijo: Rectamente has juzgado. |
44Y vuelto á la mujer, dijo á Simón: ¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, no diste agua para mis pies; mas ésta ha regado mis pies con lágrimas, y los ha limpiado con los cabellos. |
45No me diste beso, mas ésta, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies. |
46No ungiste mi cabeza con óleo; mas ésta ha ungido con ungüento mis pies. |
47Por lo cual te digo que sus muchos pecados son perdonados, porque amó mucho; mas al que se perdona poco, poco ama. |
48Y á ella dijo: Los pecados te son perdonados. |
49Y los que estaban juntamente sentados á la mesa, comenzaron á decir entre sí: ¿Quién es éste, que también perdona pecados? |
50Y dijo á la mujer: Tu fe te ha salvado, ve en paz. |
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1Y ACONTECIO después, que él caminaba por todas las ciudades y aldeas, predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios, y los doce con él, |
2Y algunas mujeres que habían sido curadas de malos espíritus y de enfermedades: María, que se llamaba Magdalena, de la cual habían salido siete demonios, |
3Y Juana, mujer de Chuza, procurador de Herodes, y Susana, y otras muchas que le servían de sus haciendas. |
4Ycomo se juntó una grande compañía, y los que estaban en cada ciudad vinieron á él, dijo por una parábola: |
5Uno que sembraba, salió á sembrar su simiente; y sembrando, una parte cayó junto al camino, y fué hollada; y las aves del cielo la comieron. |
6Y otra parte cayó sobre la piedra; y nacida, se secó, porque no tenía humedad. |
7Y otra parte cayó entre las espinas; y naciendo las espinas juntamente, la ahogaron. |
8Y otra parte cayó en buena tierra, y cuando fué nacida, llevó fruto á ciento por uno. Diciendo estas cosas clamaba: El que tiene oídos para oir, oiga. |
9Y sus discípulos le preguntaron, diciendo, qué era está parábola. |
10Y él dijo: A vosotros es dado conocer los misterios del reino de Dios; mas á los otros por parábolas, para que viendo no vean, y oyendo no entiendan. |
11Es pues ésta la parábola: La simiente es la palabra de Dios. |
12Y los de junto al camino, éstos son los que oyen; y luego viene el diablo, y quita la palabra de su corazón, porque no crean y se salven. |
13Y los de sobre la piedra, son los que habiendo oído, reciben la palabra con gozo; mas éstos no tienen raíces; que á tiempo creen, y en el tiempo de la tentación se apartan. |
14Y la que cayó entre las espinas, éstos son los que oyeron; mas yéndose, son ahogados de los cuidados y de las riquezas y de los pasatiempos de la vida, y no llevan fruto. |
15Mas la que en buena tierra, éstos son los que con corazón bueno y recto retienen la palabra oída, y llevan fruto en paciencia. |
16Ninguno que enciende la antorcha la cubre con vasija, ó la pone debajo de la cama; mas la pone en un candelero, para que los que entran vean la luz. |
17Porque no hay cosa oculta, que no haya de ser manifestada; ni cosa escondida, que no haya de ser entendida, y de venir á luz. |
18Mirad pues cómo oís; porque á cualquiera que tuviere, le será dado; y á cualquiera que no tuviere, aun lo que parece tener le será quitado. |
19Y vinieron á él su madre y hermanos; y no podían llegar á el por causa de la multitud. |
20Y le fué dado aviso, diciendo: Tu madre y tus hermanos están fuera, que quieren verte. |
21El entonces respondiendo, les dijo: Mi madre y mis hermanos son los que oyen la palabra de Dios, y la ejecutan. |
22Y aconteció un día que él entró en un barco con sus discípulos, y les dijo: Pasemos á la otra parte del lago. Y partieron. |
23Pero mientras ellos navegaban, él se durmió. Y sobrevino una tempestad de viento en el lago; y henchían de agua, y peligraban. |
24Y llegándose á él, le despertaron, diciendo: ¡Maestro, Maestro, que perecemos! Y despertado él increpó al viento y á la tempestad del agua; y cesaron, y fué hecha bonanza. |
25Y les dijo: ¿Qué es de vuestra fe? Y atemorizados, se maravillaban, diciendo los unos á los otros: ¿Quién es éste, que aun á los vientos y al agua manda, y le obedecen? |
26Y navegaron á la tierra de los Gadarenos, que está delante de Galilea. |
27Y saliendo él á tierra, le vino al encuentro de la ciudad un hombre que tenía demonios ya de mucho tiempo; y no vestía vestido, ni estaba en casa, sino por los sepulcros. |
28El cual, como vió á Jesús, exclamó y se postró delante de él, y dijo á gran voz: ¿Qué tengo yo contigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Ruégote que no me atormentes. |
29(Porque mandaba al espíritu inmundo que saliese del hombre: porque ya de mucho tiempo le arrebataba; y le guardaban preso con cadenas y grillos; mas rompiendo las prisiones, era agitado del demonio por los desiertos.) |
30Y le preguntó Jesús, diciendo: ¿Qué nombre tienes? Y él dijo: Legión. Porque muchos demonios habían entrado en él. |
31Y le rogaban que no les mandase ir al abismo. |
32Y había allí un hato de muchos puercos que pacían en el monte; y le rogaron que los dejase entrar en ellos; y los dejó. |
33Y salidos los demonios del hombre, entraron en los puercos; y el hato se arrojó de un despeñadero en el lago, y ahogóse. |
34Y los pastores, como vieron lo que había acontecido, huyeron, y yendo dieron aviso en la ciudad y por las heredades. |
35Y salieron á ver lo que había acontecido; y vinieron á Jesús, y hallaron sentado al hombre de quien habían salido los demonios, vestido, y en su juicio, á los pies de Jesús; y tuvieron miedo. |
36Y les contaron los que lo habían visto, cómo había sido salvado aquel endemoniado. |
37Entonces toda la multitud de la tierra de los Gadarenos alrededor, le rogaron que se fuese de ellos; porque tenían gran temor. Y él, subiendo en el barco, volvióse. |
38Y aquel hombre, de quien habían salido los demonios, le rogó para estar con él; mas Jesús le despidió, diciendo: |
39Vuélvete á tu casa, y cuenta cuán grandes cosas ha hecho Dios contigo. Y él se fué, publicando por toda la ciudad cuán grandes cosas habiá hecho Jesús con él. |
40Y aconteció que volviendo Jesús, recibióle la gente; porque todos le esperaban. |
41Y he aquí un varón, llamado Jairo, y que era príncipe de la sinagoga, vino, y cayendo á los pies de Jesús, le rogaba que entrase en su casa; |
42Porque tenía una hija única, como de doce años, y ella se estaba muriendo. Y yendo, le apretaba la compañía. |
43Y una mujer, que tenía flujo de sangre hacía ya doce años, la cual había gastado en médicos toda su hacienda, y por ninguno había podido ser curada, |
44Llegándose por las espaldas, tocó el borde de su vestido; y luego se estancó el flujo de su sangre. |
45Entonces Jesús dijo: ¿Quién es el que me ha tocado? Y negando todos, dijo Pedro y los que estaban con él: Maestro, la compañía te aprieta y oprime, y dices: ¿Quién es el que me ha tocado? |
45Y Jesús dijo: Me ha tocado alguien; porque yo he conocido que ha salido virtud de mí. |
47Entonces, como la mujer vió que no se había ocultado, vino temblando, y postrándose delante de él declaróle delante de todo el pueblo la causa por qué le había tocado, y cómo luego había sido sana. |
48Y él dijo: Hija, tu fe te ha salvado: ve en paz. |
49Estando aún él hablando, vino uno del príncipe de la sinagoga á decirle: Tu hija es muerta, no des trabajo al Maestro. |
50Y oyéndolo Jesús, le respondió: No temas: cree solamente, y será salva. |
51Y entrado en casa, no dejó entrar á nadie consigo, sino á Pedro, y á Jacobo, y á Juan, y al padre y á la madre de la moza. |
52Y lloraban todos, y la plañían. Y él dijo: No lloréis; no es muerta, sino que duerme. |
53Y hacían burla de él, sabiendo que estaba muerta. |
54Mas él, tomándola de la mano, clamó, diciendo: Muchacha, levántate. |
55Entonces su espíritu volvió, y se levantó luego: y él mando que le diesen de comer. |
56Y sus padres estaban atónitos; á los cuales él mandó, que á nadie dijesen lo que había sido hecho. |
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1Y JUNTANDO á sus doce discípulos, les dió virtud y potestad sobre todos los demonios, y que sanasen enfermedades. |
2Y los envió á que predicasen el reino de Dios, y que sanasen á los enfermos. |
3Y les dice: No toméis nada para el camino, ni báculo, ni alforja, ni pan, ni dinero; ni tengáis dos vestidos cada uno. |
4Y en cualquiera casa en que entrareis, quedad allí, y de allí salid. |
5Y todos los que no os recibieren, saliéndoos de aquella ciudad, aun el polvo sacudid de vuestros pies en testimonio contra ellos. |
6Y saliendo, rodeaban por todas las aldeas, anunciando el evangelio, y sanando por todas partes. |
7Y oyó Herodes el tetrarca todas las cosas que hacía; y estaba en duda, porque decían algunos: Juan ha resucitado de los muertos; |
8Y otros: Elías ha aparecido; y otros: Algún profeta de los antiguos ha resucitado. |
9Y dijo Herodes: A Juan yo degollé: ¿quién pues será éste, de quien yo oigo tales cosas? Y procuraba verle. |
10Y vueltos los apóstoles, le contaron todas las cosas que habían hecho. Y tomándolos, se retiró aparte á un lugar desierto de la ciudad que se llama Bethsaida. |
11Y como lo entendieron las gentes, le siguieron; y él las recibió, y les hablaba del reino de Dios, y sanaba á los que tenían necesidad de cura. |
12Y el día había comenzado á declinar; y llegándose los doce, le dijeron: Despide á las gentes, para que yendo á las aldeas y heredades de alrededor, procedan á alojarse y hallen viandas; porque aquí estamos en lugar desierto. |
13Y les dice: Dadles vosotros de comer. Y dijeron ellos: No tenemos más que cinco panes y dos pescados, si no vamos nosotros á comprar viandas para toda esta compañía. |
14Y eran como cinco mil hombres. Entonces dijo á sus discípulos: Hacedlos sentar en ranchos, de cincuenta en cincuenta. |
15Y así lo hicieron, haciéndolos sentar á todos. |
16Y tomando los cinco panes y los dos pescados, mirando al cielo los bendijo, y partió, y dió á sus discípulos para que pusiesen delante de las gentes. |
17Y comieron todos, y se hartaron; y alzaron lo que les sobró, doce cestos de pedazos. |
18Y aconteció que estando él solo orando, estaban con él los discípulos; y les preguntó diciendo: ¿Quién dicen las gentes que soy? |
19Y ellos respondieron, y dijeron: Juan el Bautista; y otros, Elías; y otros, que algún profeta de los antiguos ha resucitado. |
20Y les dijo: ¿Y vosotros, quién decís que soy? Entonces respondiendo Simón Pedro, dijo: El Cristo de Dios. |
21Mas él, conminándolos, mandó que á nadie dijesen esto; |
22Diciendo: Es necesario que el Hijo del hombre padezca muchas cosas, y sea desechado de los ancianos, y de los príncipes de los sacerdotes, y de los escribas, y que sea muerto, y resucite al tercer día. |
23Y decía á todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese á sí mismo, y tome su cruz cada día, y sígame. |
24Porque cualquiera que quisiere salvar su vida, la perderá; y cualquiera que perdiere su vida por causa de mí, éste la salvará. |
25Porque ¿qué aprovecha al hombre, si granjeare todo el mundo, y sé pierda él á sí mismo, ó corra peligro de sí? |
26Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras, de este tal el Hijo del hombre se avergonzará cuando viniere en su gloria, y del Padre, y de los santos ángeles. |
27Y os digo en verdad, que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte, hasta que vean el reino de Dios. |
28Y aconteció como ocho días después de estas palabras, que tomó á Pedro y á Juan y á Jacobo, y subió al monte á orar. |
29Y entre tanto que oraba, la apariencia de su rostro se hizo otra, y su vestido blanco y resplandeciente. |
30Y he aquí dos varones que hablaban con él, los cuales eran Moisés y Elías; |
31Que aparecieron en majestad, y hablaban de su salida, la cual había de cumplir en Jerusalem. |
32Y Pedro y los que estaban con él, estaban cargados de sueño: y como despertaron, vieron su majestad, y á aquellos dos varones que estaban con él. |
33Y aconteció, que apartándose ellos de él, Pedro dice á Jesús: Maestro, bien es que nos quedemos aquí: y hagamos tres pabellones, uno para ti, y uno para Moisés, y uno para Elías; no sabiendo lo que se decía. |
34Y estando él hablando esto, vino una nube que los cubrió; y tuvieron temor entrando ellos en la nube. |
35Y vino una voz de la nube, que decía: Este es mi Hijo amado; á él oid. |
36Y pasada aquella voz, Jesús fué hallado solo: y ellos callaron; y por aquellos días no dijeron nada á nadie de lo que habían visto. |
37Y aconteció al día siguiente, que apartándose ellos del monte, gran compañía les salió al encuentro. |
38Y he aquí, un hombre de la compañía clamó, diciendo: Maestro, ruégote que veas á mi hijo; que es el único que tengo: |
39Y he aquí un espíritu le toma, y de repente da voces; y le despedaza y hace echar espuma, y apenas se aparta de él quebrantándole. |
40Y rogué á tus discípulos que le echasen fuera, y no pudieron. |
41Y respondiendo Jesús, dice: ¡Oh generación infiel y perversa! ¿hasta cuándo tengo de estar con vosotros, y os sufriré? Trae tu hijo acá. |
42Y como aun se acercaba, el demonio le derribó y despedazó: mas Jesús increpó al espíritu inmundo, y sanó al muchacho, y se lo volvió á su padre. |
43Y todos estaban atónitos de la grandeza de Dios. Y maravillándose todos de todas las cosas que hacía, dijo á sus discípulos: |
44Poned vosotros en vuestros oídos estas palabras; porque ha de acontecer que el Hijo del hombre será entregado en manos de hombres. |
45Mas ellos no entendían esta palabra, y les era encubierta para que no la entendiesen; y temían preguntarle de esta palabra. |
46Entonces entraron en disputa, cuál de ellos sería el mayor. |
47Mas Jesús, viendo los pensamientos del corazón de ellos, tomó un niño, y púsole junto á sí, |
48Y les dice: Cualquiera que recibiere este niño en mí nombre, á mí recibe; y cualquiera que me recibiere á mí, recibe al que me envió; porque el que fuere el menor entre todos vosotros, éste será el grande. |
49Entonces respondiendo Juan, dijo: Maestro, hemos visto á uno que echaba fuera demonios en tu nombre; y se lo prohibimos, porque no sigue con nosotros. |
50Jesús le dijo: No se lo prohibáis; porque el que no es contra nosotros, por nosotros es. |
51Y aconteció que, como se cumplió el tiempo en que había de ser recibido arriba, él afirmó su rostro para ir á Jerusalem. |
52Y envió mensajeros delante de sí, los cuales fueron y entraron en una ciudad de los Samaritanos, para prevenirle. |
53Mas no le recibieron, porque era su traza de ir á Jerusalem. |
54Y viendo esto sus discípulos Jacobo y Juan, dijeron: Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, y los consuma, como hizo Elías? |
55Entonces volviéndose él, los reprendió, diciendo: Vosotros no sabéis de qué espíritu sois; |
56Porque el Hijo del hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas. Y se fueron á otra aldea. |
57Y aconteció que yendo ellos, uno le dijo en el camino: Señor, te seguiré donde quiera que fueres. |
58Y le dijo Jesús: Las zorras tienen cuevas, y las aves de los cielos nidos; mas el Hijo del hombre no tiene donde recline la cabeza. |
59Y dijo á otro: Sígueme. Y él dijo: Señor, déjame que primero vaya y entierre á mi padre. |
50Y Jesús le dijo: Deja los muertos que entierren á sus muertos; y tú, ve, y anuncia el reino de Dios. |
51Entonces también dijo otro: Te seguiré, Señor; mas déjame que me despida primero de los que están en mi casa. |
62Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano al arado mira atrás, es apto para el reino de Dios. |
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1Y DESPUÉS de estas cosas, designó el Señor aun otros setenta, los cuales envió de dos en dos delante de sí, á toda ciudad y lugar á donde él había de venir. |
2Y les decía: La mies á la verdad es mucha, mas los obreros pocos; por tanto, rogad al Señor de la mies que envíe obreros á su mies. |
3Andad, he aquí yo os envío como corderos en medio de lobos. |
4No llevéis bolsa, ni alforja, ni calzado; y á nadie saludéis en el camino. |
5En cualquiera casa donde entrareis, primeramente decid: Paz sea á esta casa. |
6Y si hubiere allí algún hijo de paz, vuestra paz reposará sobre él; y si no, se volverá á vosotros. |
7Y posad en aquella misma casa, comiendo y bebiendo lo que os dieren; porque el obrero digno es de su salario. No os paséis de casa en casa. |
8Y en cualquiera ciudad donde entrareis, y os recibieren, comed lo que os pusieren delante; |
9Y sanad los enfermos que en ella hubiere, y decidles: Se ha llegado á vosotros el reino de Dios. |
10Mas en cualquier ciudad donde entrareis, y no os recibieren, saliendo por sus calles, decid: |
11Aun el polvo que se nos ha pegado de vuestra ciudad á nuestros pies, sacudimos en vosotros: esto empero sabed, que el reino de los cielos se ha llegado á vosotros. |
12Y os digo que los de Sodoma tendrán más remisión aquel día, que aquella ciudad. |
13¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Bethsaida! que si en Tiro y en Sidón hubieran sido hechas las maravillas que se han hecho en vosotras, ya días ha que, sentados en cilicio y ceniza, se habrían arrepentido. |
14Por tanto, Tiro y Sidón tendrán más remisión que vosotras en el juicio. |
15Y tú, Capernaum, que hasta los cielos estás levantada, hasta los infiernos serás abajada. |
16El que á vosotros oye, á mí oye; y el que á vosotros desecha, á mí desecha; y el que á mí desecha, desecha al que me envió. |
17Y volvieron los setenta con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios se nos sujetan en tu nombre. |
18Y les dijo: Yo veía á Satanás, como un rayo, que caía del cielo. |
19He aquí os doy potestad de hollar sobre las serpientes y sobre los escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará. |
20Mas no os gocéis de esto, que los espíritus se os sujetan; antes gozaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos. |
21En aquella misma hora Jesús se alegró en espíritu, y dijo: Yo te alabo, oh Padre, Señor del cielo y de la tierra, que escondiste estas cosas á los sabios y entendidos, y las has revelado á los pequeños: así, Padre, porque así te agradó. |
22Todas las cosas me son entregadas de mi Padre: y nadie sabe quién sea el Hijo sino el Padre; ni quién sea el Padre, sino el Hijo, y á quien el Hijo lo quisiere revelar. |
23Y vuelto particularmente á los discípulos, dijo: Bienaventurados los ojos que ven lo que vosotros veis: |
24Porque os digo que muchos profetas y reyes desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron; y oir lo que oís, y no lo oyeron. |
25Y he aquí, un doctor de la ley se levantó, tentándole y diciendo: Maestro, ¿haciendo qué cosa poseeré la vida eterna? |
26Y él dijo: ¿Qué está escrito de la ley? ¿cómo lees? |
27Y él respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de todas tus fuerzas, y de todo tu entendimiento; y á tu prójimo como á ti mismo. |
28Y díjole: Bien has respondido: haz esto, y vivirás. |
29Mas él, queriéndose justificar á sí mismo, dijo á Jesús: ¿Y quién es mi prójimo? |
30Y respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalem á Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales le despojaron; é hiriéndole, se fueron, dejándole medio muerto. |
31Y aconteció, que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndole, se pasó de un lado. |
32Y asimismo un Levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndole, se pasó de un lado. |
33Mas un Samaritano que transitaba, viniendo cerca de él, y viéndole, fué movido á misericordia; |
34Y llegándose, vendó sus heridas, echándo les aceite y vino; y poniéndole sobre su cabalgadura, llevóle al mesón, y cuidó de él. |
35Y otro día al partir, sacó dos denarios, y diólos al huésped, y le dijo: Cuídamele; y todo lo que de más gastares, yo cuando vuelva te lo pagaré. |
36¿Quién, pues, de estos tres te parece que fué el prójimo de aquél que cayó en manos de los ladrónes? |
37Y él dijo: El que usó con él de misericordia. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo. |
38Y aconteció que yendo, entró él en una aldea: y una mujer llamada Marta, le recibió en su casa. |
39Y ésta tenía una hermana que se llamaba María, la cual sentándose á los pies de Jesús, oía su palabra. |
40Empero Marta se distraía en muchos servicios; y sobreviniendo, dice: Señor, ¿no tienes cuidado que mi hermana me deja servir sola? Dile pues, que me ayude. |
41Pero respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, cuidadosa estás, y con las muchas cosas estás turbada: |
42Empero una cosa es necesaria; y María escogió la buena parte, la cual no le será quitada. |
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1Y ACONTECIO que estando él orando en un lugar, como acabó, uno de sus discípulos le dijo: Señor, enséñanos á orar, como también Juan enseñó á sus discípulos. |
2Y les dijo: Cuando orareis, decid: Padre nuestro que estás en los cielos; sea tu nombre santificado. Venga tu reino. Sea hecha tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. |
3El pan nuestro de cada día, dános lo hoy. |
4Y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos á todos los que nos deben. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del malo. |
5Díjoles también: ¿Quién de vosotros tendrá un amigo, é irá á él á media noche, y le dirá: Amigo, préstame tres panes, |
6Porque un amigo mío ha venido á mí de camino, y no tengo que ponerle delante; |
7Y el de dentro respondiendo, dijere: No me seas molesto; la puerta está ya cerrada, y mis niños están conmigo en cama; no puedo levantarme, y darte? |
8Os digo, que aunque no se levante á darle por ser su amigo, cierto por su importunidad se levantará, y le dará todo lo que habrá menester. |
9Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y os será abierto. |
10Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se abre. |
11¿Y cuál padre de vosotros, si su hijo le pidiere pan, le dará una piedra?, ó, si pescado, ¿en lugar de pescado, le dará una serpiente? |
12O, si le pidiere un huevo, ¿le dará un escorpión? |
13Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas á vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo á los que lo pidieren de él? |
14Y estaba él lanzando un demonio, el cual era mudo: y aconteció que salido fuera el demonio, el mudo habló y las gentes se maravillaron. |
15Mas algunos de ellos decían: En Beelzebub, príncipe de los demonios, echa fuera los demonios. |
16Y otros, tentando, pedían de él señal del cielo. |
17Mas él, conociendo los pensamientos de ellos, les dijo: Todo reino dividido contra sí mismo, es asolado; y una casa dividida contra sí misma, cae. |
18Y si también Satanás está dividido contra sí mismo, ¿cómo estará en pie su reino? porque decís que en Beelzebub echo yo fuera los demonios. |
19Pues si yo echo fuera los demonios en Beelzebub, ¿vuestros hijos en quién los echan fuera? Por tanto, ellos serán vuestros jueces. |
20Mas si por el dedo de Dios echo yo fuera los demonios, cierto el reino de Dios ha llegado á vosotros. |
21Cuando el fuerte armado guarda su atrio, en paz está lo que posee. |
22Mas si sobreviniendo otro más fuerte que él, le venciere, le toma todas sus armas en que confiaba, y reparte sus despojos. |
23El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama. |
24Cuando el espíritu inmundo saliere del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo; y no hallándolo, dice: Me volveré á mi casa de donde salí. |
25Y viniendo, la halla barrida y adornada. |
26Entonces va, y toma otros siete espíritus peores que él; y entrados, habitan allí: y lo postrero del tal hombre es peor que lo primero. |
27Y aconteció que diciendo estas cosas, una mujer de la compañía, levantando la voz, le dijo: Bienaventurado el vientre que te trajo, y los pechos que mamaste. |
28Y él dijo: Antes bienaventurados los que oyen la palabra de Dios, y la guardan. |
29Y juntándose las gentes á él, comenzó á decir: Esta generación mala es: señal busca, mas señal no le será dada, sino la señal de Jonás. |
30Porque como Jonás fué señal á los Ninivitas, así también será el Hijo del hombre á esta generación. |
31La reina del Austro se levantará en juicio con los hombres de esta generación, y los condenará; porque vino de los fines de la tierra á oir la sabiduría de Salomón; y he aquí más que Salomón en este lugar. |
32Los hombres de Nínive se levantarán en juicio con esta generación, y la condenarán; porque á la predicación de Jonás se arrepintieron; y he aquí más que Jonás en este lugar. |
33Nadie pone en oculto la antorcha encendida, ni debajo del almud, sino en el candelero, para que los que entran vean la luz. |
34La antorcha del cuerpo es el ojo: pues si tu ojo fuere simple, también todo tu cuerpo será resplandeciente; mas si fuere malo, también tu cuerpo será tenebroso. |
35Mira pues, si la lumbre que en ti hay, es tinieblas. |
36Así que, siendo todo tu cuerpo resplandeciente, no teniendo alguna parte de tinieblas, será todo luminoso, como cuando una antorcha de resplandor te alumbra. |
37Y luego que hubo hablado, rogóle un Fariseo que comiese con él: y entrado Jesús, se sentó á la mesa. |
38Y el Fariseo, como lo vió, maravillóse de que no se lavó antes de comer. |
39Y el Señor le dijo: Ahora vosotros los Fariseos lo de fuera del vaso y del plato limpiáis; mas lo interior de vosotros está lleno de rapiña y de maldad. |
40Necios, ¿el que hizo lo de fuera, no hizo también lo de dentro? |
41Empero de lo que os resta, dad limosna; y he aquí todo os será limpio. |
42Mas ¡ay de vosotros, Fariseos! que diezmáis la menta, y la ruda, y toda hortliza; mas el juicio y la caridad de Dios pasáis de largo. Pues estas cosas era necesario hacer, y no dejar las otras. |
43¡Ay de vosotros, Fariseos! que amáis las primeras sillas en las sinagogas, y las salutaciones en las plazas. |
44¡Ay de vosotros, escribas y Fariseos, hipócritas! que sois como sepulcros que no se ven, y los hombres que andan encima no lo saben. |
45Y respondiendo uno de los doctores de la ley, le dice: Maestro, cuando dices esto, también nos afrentas á nosotros. |
46Y él dijo: ¡Ay de vosotros también, doctores de la ley! que cargáis á los hombres con cargas que no pueden llevar; mas vosotros ni aun con un dedo tocáis las cargas. |
47¡Ay de vosotros! que edificáis los sepulcros de los profetas, y los mataron vuestros padres. |
48De cierto dais testimonio que consentís en los hechos de vuestros padres; porque á la verdad ellos los mataron, mas vosotros edificáis sus sepulcros. |
49Por tanto, la sabiduría de Dios también dijo: Enviaré á ellos profetas y apóstoles; y de ellos á unos matarán y á otros perseguirán; |
50Para que de esta generación sea demandada la sangre de todos los profetas, que ha sido derramada desde la fundación del mundo; |
51Desde la sangre de Abel, hasta la sangre de Zacarías, que murió entre el altar y el templo: así os digo, será demandada de esta generación. |
52¡Ay de vosotros, doctores de la ley! que habéis quitado la llave de la ciencia; vosotros mismos no entrasteis, y á los que entraban impedisteis. |
53Y diciéndoles estas cosas, los escribas y los Fariseos comenzaron á apretar le en gran manera, y á provocarle á que hablase de muchas cosas; |
54Acechándole, y procurando cazar algo de su boca para acusarle. |
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1EN esto, juntándose muchas gentes, tanto que unos á otros se hollaban, comenzó á decir á sus discípulos, primeramente: Guardaos de la levadura de los Fariseos, que es hipocresía. |
2Porque nada hay encubierto, que no haya de ser descubierto; ni oculto, que no haya de ser sabido. |
3Por tanto, las cosas que dijisteis en tinieblas, á la luz serán oídas; y lo que hablasteis al oído en las cámaras, será pregonado en los terrados. |
4Mas os digo, amigos míos: No temáis de los que matan el cuerpo, y después no tienen más que hacer. |
5Mas os enseñaré á quién temáis: temed á aquel que después de haber quitado la vida, tiene poder de echar en la Gehenna: así os digo: á éste temed. |
6¿No se venden cinco pajarillos por dos blancas? pues ni uno de ellos está olvidado delante de Dios. |
7Y aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados. No temáis pues: de más estima sois que muchos pajarillos. |
8Y os digo que todo aquel que me confesare delante de los hombres, también el Hijo del hombre le confesará delante de los ángeles de Dios; |
9Mas el que me negare delante de los hombres, será negado delante de los ángeles de Dios. |
10Y todo aquel que dice palabra contra el Hijo del hombre, le será perdonado; mas al que blasfemare contra el Espíritu Santo, no le será perdonado. |
11Y cuando os trajeren á las sinagogas, y á los magistrados y potestades, no estéis solícitos cómo ó qué hayáis de responder, ó qué hayáis de decir; |
12Porque el Espíritu Santo os enseñará en la misma hora lo que será necesario decir. |
13Y díjole uno de la compañía: Maestro, di á mi hermano que parta conmigo la herencia. |
14Mas él le dijo: Hombre, ¿quién me puso por juez ó partidor sobre vosotros? |
15Y díjoles: Mirad, y guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee. |
16Y refirióles una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había llevado mucho; |
17Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿qué haré, porque no tengo donde juntar mis frutos? |
18Y dijo: Esto haré: derribaré mis alfolíes, y los edificaré mayores, y allí juntaré todos mis frutos y mis bienes; |
19Y diré á mi alma: Alma, muchos bienes tienes almacenados para muchos años; repósate, come, bebe, huélgate. |
20Y díjole Dios: Necio, esta noche vuelven á pedir tu alma; y lo que has prevenido, ¿de quién será? |
21Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico en Dios. |
22Y dijo á sus discípulos: Por tanto os digo: No estéis afanosos de vuestra vida, qué comeréis; ni del cuerpo, qué vestiréis. |
23La vida más es que la comida, y el cuerpo que el vestido. |
24Considerad los cuervos, que ni siembran, ni siegan; que ni tienen cillero, ni alfolí; y Dios los alimenta. ¿Cuánto de más estima sois vosotros que las aves? |
25¿Y quién de vosotros podrá con afán añadir á su estatura un codo? |
26Pues si no podéis aun lo que es menos, ¿para qué estaréis afanosos de lo demás? |
27Considerad los lirios, cómo crecen: no labran, ni hilan; y os digo, que ni Salomón con toda su gloria se vistió como uno de ellos. |
28Y si así viste Dios á la hierba, que hoy está en el campo, y mañana es echada en el horno; ¿cuánto más á vosotros, hombres de poca fe? |
29Vosotros, pues, no procuréis qué hayáis de comer, ó qué hayáis de beber: ni estéis en ansiosa perplejidad. |
30Porque todas estas cosas buscan las gentes del mundo; que vuestro Padre sabe que necesitáis estas cosas. |
31Mas procurad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas. |
32No temáis, manada pequeña; porque al Padre ha placido daros el reino. |
33Vended lo que poseéis, y dad limosna; haceos bolsas que no se envejecen, tesoro en los cielos que nunca falta; donde ladrón no llega, ni polilla corrompe. |
34Porque donde está vuestro tesoro, allí también estará vuestro corazón. |
35Estén ceñidos vuestros lomos, y vuestras antorchas encendidas; |
36Y vosotros semejantes á hombres que esperan cuando su señor ha de volver de las bodas; para que cuando viniere, y llamare, luego le abran. |
37Bienaventurados aquellos siervos, á los cuales cuando el Señor viniere, hallare velando: de cierto os digo, que se ceñirá, y hará que se sienten á la mesa, y pasando les servirá. |
38Y aunque venga á la segunda vigilia, y aunque venga á la tercera vigilia, y los hallare así, bienaventurados son los tales siervos. |
39Esto empero sabed, que si supiese el padre de familia á qué hora había de venir el ladrón, velaría ciertamente, y no dejaría minar su casa. |
40Vosotros pues también, estad apercibidos; porque á la hora que no pensáis, el Hijo del hombre vendrá. |
41Entonces Pedro le dijo: Señor, ¿dices esta parábola á nosotros, ó también á todos? |
42Y dijo el Señor: ¿Quién es el mayordomo fiel y prudente, al cual el señor pondrá sobre su familia, para que á tiempo les dé su ración? |
43Bienaventurado aquel siervo, al cual, cuando el señor viniere, hallare haciendo así. |
44En verdad os digo, que él le pondrá sobre todos sus bienes. |
45Mas si el tal siervo dijere en su corazón: Mi señor tarda en venir: y comenzare á herir á los siervos y á las criadas, y á comer y á beber y á embriagarse; |
46Vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera, y á la hora que no sabe, y le apartará, y pondrá su parte con los infieles. |
47Porque el siervo que entendió la voluntad de su señor, y no se apercibió, ni hizo conforme á su voluntad, será azotado mucho. |
48Mas el que no entendió, é hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco: porque á cualquiera que fué dado mucho, mucho será vuelto á demandar de él; y al que encomendaron mucho, más le será pedido. |
49Fuego vine á meter en la tierra: ¿y qué quiero, si ya está encendido? |
50Empero de bautismo me es necesario ser bautizado: y ¡cómo me angustio hasta que sea cumplido! |
51¿Pensáis que he venido á la tierra á dar paz? No, os digo; mas disensión. |
52Porque estarán de aquí adelante cinco en una casa divididos; tres contra dos, y dos contra tres. |
53El padre estará dividido contra el hijo, y el hijo contra el padre; la madre contra la hija, y la hija contra la madre; la suegra contra su nuera, y la nuera contra su suegra. |
54Y decía también á las gentes: Cuando veis la nube que sale del poniente, luego decís: Agua viene; y es así. |
55Y cuando sopla el austro, decís: Habrá calor; y lo hay. |
56¡Hipócritas! Sabéis examinar la faz del cielo y de la tierra; ¿y cómo no reconocéis este tiempo? |
57¿Y por qué aun de vosotros mismos no juzgáis lo que es justo? |
58Pues cuando vas al magistrado con tu adversario, procura en el camino librarte de él; porque no te arrastre al juez, y el juez te entregue al alguacil, y el alguacil te meta en la cárcel. |
59Te digo que no saldrás de allá, hasta que hayas pagado hasta el último maravedí. |
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1Y EN este mismo tiempo estaban allí unos que le contaban acerca de los Galileos, cuya sangre Pilato había mezclado con sus sacrificios. |
2Y respondiendo Jesús, les dijo: ¿Pensáis que estos Galileos, porque han padecido tales cosas, hayan sido más pecadores que todos los Galileos? |
3No, os digo; antes si no os arrepintiereis, todos pereceréis igualmente. |
4O aquellos dieciocho, sobre los cuales cayó la torre en Siloé, y los mató, ¿pensáis que ellos fueron más deudores que todos los hombres que habitan en Jerusalem? |
5No, os digo; antes si no os arrepintiereis, todos pereceréis asimismo. |
6Y dijo esta parábola: Tenía uno una higuera plantada en su viña, y vino á buscar fruto en ella, y no lo halló. |
7Y dijo al viñero: He aquí tres años ha que vengo á buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo; córtala, ¿por qué ocupará aún la tierra? |
8El entonces respondiendo, le dijo: Señor, déjala aún este año, hasta que la excave, y estercole. |
9Y si hiciere fruto, bien; y si no, la cortarás después. |
10Y enseñaba en una sinagoga en sábado. |
11Y he aquí una mujer que tenía espíritu de enfermedad dieciocho años, y andaba agobiada, que en ninguna manera se podía enhestar. |
12Y como Jesús la vió, llamóla, y díjole: Mujer, libre eres de tu enfermedad. |
13Y puso las manos sobre ella; y luego se enderezó, y glorificaba á Dios. |
14Y respondiendo el príncipe de la sinagoga, enojado de que Jesús hubiese curado en sábado, dijo á la compañía: Seis días hay en que es necesario obrar: en estos, pues, venid y sed curados, y no en días de sábado. |
15Entonces el Señor le respondió, y dijo: Hipócrita, cada uno de vosotros ¿no desata en sábado su buey ó su asno del pesebre, y lo lleva á beber? |
16Y á esta hija de Abraham, que he aquí Satanás la había ligado dieciocho años, ¿no convino desatar la de esta ligadura en día de sábado? |
17Y diciendo estas cosas, se avergonzaban todos sus adversarios: mas todo el pueblo se gozaba de todas las cosas gloriosas que eran por él hechas. |
18Y dijo: ¿A qué es semejante el reino de Dios, y á qué le compararé? |
19Semejante es al grano de la mostaza, que tomándo lo un hombre lo metió en su huerto; y creció, y fué hecho árbol grande, y las aves del cielo hicieron nidos en sus ramas. |
20Y otra vez dijo: ¿A qué compararé el reino de Dios? |
21Semejante es á la levadura, que tomó una mujer, y la escondió en tres medidas de harina, hasta que todo hubo fermentado. |
22Y pasaba por todas las ciudades y aldeas, enseñando, y caminando á Jerusalem. |
23Y díjole uno: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo: |
24Porfiad á entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán. |
25Después que el padre de familia se levantare, y cerrare la puerta, y comenzareis á estar fuera, y llamar á la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos; y respondiendo os dirá: No os conozco de dónde seáis. |
26Entonces comenzaréis á decir: Delante de ti hemos comido y bebido, y en nuestras plazas enseñaste; |
27Y os dirá: Dígoos que no os conozco de dónde seáis; apartaos de mí todos los obreros de iniquidad. |
28Allí será el llanto y el crujir de dientes, cuando viereis á Abraham, y á Isaac, y á Jacob, y á todos los profetas en el reino de Dios, y vosotros excluídos. |
29Y vendrán del Oriente y del Occidente, del Norte y del Mediodía, y se sentarán á la mesa en el reino de Dios. |
30Y he aquí, son postreros los que eran los primeros; y son primeros los que eran los postreros |
31Aquel mismo día llegaron unos de los Fariseos, diciéndole: Sal, y vete de aquí, porque Herodes te quiere matar. |
32Y les dijo: Id, y decid á aquella zorra: He aquí, echo fuera demonios y acabo sanidades hoy y mañana, y al tercer día soy consumado. |
33Empero es menester que hoy, y mañana, y pasado mañana camine; porque no es posible que profeta muera fuera de Jerusalem. |
34¡Jerusalem, Jerusalem! que matas á los profetas, y apedreas á los que son enviados á ti: ¡cuántas veces quise juntar tus hijos, como la gallina sus pollos debajo de sus alas, y no quisiste! |
35He aquí, os es dejada vuestra casa desierta: y os digo que no me veréis hasta que venga tiempo cuando digáis: Bendito el que viene en nombre del Señor. |
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1Y ACONTECIO que entrando en casa de un príncipe de los Fariseos un sábado á comer pan, ellos le acechaban. |
2Y he aquí un hombre hidrópico estaba delante de él. |
3Y respondiendo Jesús, habló á los doctores de la ley y á los Fariseos, diciendo: ¿Es lícito sanar en sábado? |
4Y ellos callaron. Entonces él tomándole, le sanó, y despidióle. |
5Y respondiendo á ellos dijo: ¿El asno ó el buey de cuál de vosotros caerá en algún pozo, y no lo sacará luego en día de sábado? |
6Y no le podían replicar á estas cosas. |
7Y observando cómo escogían los primeros asientos á la mesa, propuso una parábola á los convidados, diciéndoles: |
8Cuando fueres convidado de alguno á bodas, no te sientes en el primer lugar, no sea que otro más honrado que tú esté por él convidado, |
9Y viniendo el que te llamó á ti y á él, te diga: Da lugar á éste: y entonces comiences con vergüenza á tener el lugar último. |
10Mas cuando fueres convidado, ve, y siéntate en el postrer lugar; porque cuando viniere el que te llamó, te diga: Amigo, sube arriba: entonces tendrás gloria delante de los que juntamente se asientan á la mesa. |
11Porque cualquiera que se ensalza, será humillado; y el que se humilla, será ensalzado. |
12Y dijo también al que le había convidado: Cuando haces comida ó cena, no llames á tus amigos, ni á tus hermanos, ni á tus parientes, ni á vecinos ricos; porque también ellos no te vuelvan á convidar, y te sea hecha compensación. |
13Mas cuando haces banquete, llama á los pobres, los mancos, los cojos, los ciegos; |
14Y serás bienaventurado; porque no te pueden retribuir; mas te será recompensado en la resurrección de los justos. |
15Y oyendo esto uno de los que juntamente estaban sentados á la mesa, le dijo: Bienaventurado el que comerá pan en el reino de los cielos. |
16El entonces le dijo: Un hombre hizo una grande cena, y convido á muchos. |
17Y á la hora de la cena envió á su siervo á decir á los convidados: Venid, que ya está todo aparejado. |
18Y comenzaron todos á una á excusarse. El primero le dijo: He comprado una hacienda, y necesito salir y verla; te ruego que me des por excusado. |
19Y el otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy á probarlos; ruégote que me des por excusado. |
20Y el otro dijo: Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir. |
21Y vuelto el siervo, hizo saber estas cosas á su señor. Entonces enojado el padre de la familia, dijo á su siervo: Ve presto por las plazas y por las calles de la ciudad, y mete acá los pobres, los mancos, y cojos, y ciegos. |
22Y dijo el siervo: Señor, hecho es como mandaste, y aun hay lugar. |
23Y dijo el señor al siervo: Ve por los caminos y por los vallados, y fuérza los á entrar, para que se llene mi casa. |
24Porque os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron llamados, gustará mi cena. |
25Y muchas gentes iban con él; y volviéndose les dijo: |
26Si alguno viene á mí, y no aborrece á su padre, y madre, y mujer, é hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su vida, no puede ser mi discípulo. |
27Y cualquiera que no trae su cruz, y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo. |
28Porque ¿cuál de vosotros, queriendo edificar una torre, no cuenta primero sentado los gastos, si tiene lo que necesita para acabarla? |
29Porque después que haya puesto el fundamento, y no pueda acabarla, todos los que lo vieren, no comiencen á hacer burla de él, |
30Diciendo: Este hombre comenzó á edificar, y no pudo acabar. |
31¿O cuál rey, habiendo de ir á hacer guerra contra otro rey, sentándose primero no consulta si puede salir al encuentro con diez mil al que viene contra él con veinte mil? |
32De otra manera, cuando aun el otro está lejos, le ruega por la paz, enviándo le embajada. |
33Así pues, cualquiera de vosotros que no renuncia á todas las cosas que posee, no puede ser mi discípulo. |
34Buena es la sal; mas si aun la sal fuere desvanecida, ¿con qué se adobará? |
35Ni para la tierra, ni para el muladar es buena; fuera la arrojan. Quien tiene oídos para oir, oiga. |
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1Y SE llegaban á él todos los publicanos y pecadores á oirle. |
2Y murmuraban los Fariseos y los escribas, diciendo: Este á los pecadores recibe, y con ellos come. |
3Y él les propuso esta parábola, diciendo: |
4¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si perdiere una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va á la que se perdió, hasta que la halle? |
5Y hallada, la pone sobre sus hombros gozoso; |
6Y viniendo á casa, junta á los amigos y á los vecinos, diciéndoles: Dadme el parabién, porque he hallado mi oveja que se había perdido. |
7Os digo, que así habrá más gozo en el cielo de un pecador que se arrepiente, que de noventa y nueve justos, que no necesitan arrepentimiento. |
8¿O qué mujer que tiene diez dracmas, si perdiere una dracma, no enciende el candil, y barre la casa, y busca con diligencia hasta hallarla? |
9Y cuando la hubiere hallado, junta las amigas y las vecinas, diciendo: Dadme el parabién, porque he hallado la dracma que había perdido. |
10Así os digo que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente. |
11Y dijo: Un hombre tenía dos hijos; |
12Y el menor de ellos dijo á su padre: Padre, dame la parte de la hacienda que me pertenece: y les repartió la hacienda. |
13Y no muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, partió lejos á una provincia apartada; y allí desperdició su hacienda viviendo perdidamente. |
14Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una grande hambre en aquella provincia, y comenzóle á faltar. |
15Y fué y se llegó á uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió á su hacienda para que apacentase los puercos. |
16Y deseaba henchir su vientre de las algarrobas que comían los puercos; mas nadie se las daba. |
17Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre! |
18Me levantaré, é iré á mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; |
19Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como á uno de tus jornaleros. |
20Y levantándose, vino á su padre. Y como aun estuviese lejos, viólo su padre, y fué movido á misericordia, y corrió, y echóse sobre su cuello, y besóle. |
21Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo, y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. |
22Mas el padre dijo á sus siervos: Sacad el principal vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y zapatos en sus pies. |
23Y traed el becerro grueso, y matadlo, y comamos, y hagamos fiesta: |
24Porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; habíase perdido, y es hallado. Y comenzaron á regocijarse. |
25Y su hijo el mayor estaba en el campo; el cual como vino, y llegó cerca de casa, oyó la sinfonía y las danzas; |
26Y llamando á uno de los criados, preguntóle qué era aquello. |
27Y él le dijo: Tu hermano ha venido; y tu padre ha muerto el becerro grueso, por haberle recibido salvo. |
28Entonces se enojó, y no quería entrar. Salió por tanto su padre, y le rogaba que entrase. |
29Mas él respondiendo, dijo al padre: He aquí tantos años te sirvo, no habiendo traspasado jamás tu mandamiento, y nunca me has dado un cabrito para gozarme con mis amigos: |
30Mas cuando vino éste tu hijo, que ha consumido tu hacienda con rameras, has matado para él el becerro grueso. |
31El entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas. |
32Mas era menester hacer fiesta y holgar nos, porque este tu hermano muerto era, y ha revivido; habíase perdido, y es hallado. |
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1Y DIJO también á sus discípulos: Había un hombre rico, el cual tenía un mayordomo, y éste fué acusado delante de él como disipador de sus bienes. |
2Y le llamó, y le dijo: ¿Qué es esto que oigo de ti? Da cuenta de tu mayordomía, porque ya no podrás más ser mayordomo. |
3Entonces el mayordomo dijo dentro de sí: ¿Qué haré? que mi señor me quita la mayordomía. Cavar, no puedo; mendigar, tengo vergüenza. |
4Yo sé lo que haré para que cuando fuere quitado de la mayordomía, me reciban en sus casas. |
5Y llamando á cada uno de los deudores de su señor, dijo al primero: ¿Cuánto debes á mi señor? |
6Y él dijo: Cien barriles de aceite. Y le dijo: Toma tu obligación, y siéntate presto, y escribe cincuenta. |
7Después dijo á otro: ¿Y tú, cuánto debes? Y él dijo: Cien coros de trigo. Y él le dijo: Toma tu obligación, y escribe ochenta. |
8Y alabó el señor al mayordomo malo por haber hecho discretamente; porque los hijos de este siglo son en su generación más sagaces que los hijos de luz. |
9Y yo os digo: Haceos amigos de las riquezas de maldad, para que cuando faltareis, os reciban en las moradas eternas. |
10El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel: y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto. |
11Pues si en las malas riquezas no fuísteis fieles. ¿quién os confiará lo verdadero? |
12Y si en lo ajeno no fuisteis fieles, ¿quién os dará lo que es vuestro? |
13Ningún siervo puede servir á dos señores; porque ó aborrecerá al uno y amará al otro, ó se allegará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir á Dios y á las riquezas. |
14Y oían también todas estas cosas los Fariseos, los cuales eran avaros, y se burlaban de él. |
15Y díjoles: Vosotros sois los que os justificáis á vosotros mismos delante de los hombres; mas Dios conoce vuestros corazones; porque lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación. |
16La ley y los profetas hasta Juan: desde entonces el reino de Dios es anunciado, y quienquiera se esfuerza á entrar en él. |
17Empero más fácil cosa es pasar el cielo y la tierra, que frustrarse un tilde de la ley. |
18Cualquiera que repudia á su mujer, y se casa con otra, adultera: y el que se casa con la repudiada del marido, adultera. |
19Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez. |
20Había también un mendigo llamado Lázaro, el cual estaba echado á la puerta de él, lleno de llagas, |
21Y deseando hartarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas. |
22Y aconteció que murió el mendigo, y fué llevado por los ángeles al seno de Abraham: y murió también el rico, y fué sepultado. |
23Y en el infierno alzó sus ojos, estando en los tormentos, y vió á Abraham de lejos, y á Lázaro en su seno. |
24Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía á Lázaro que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque soy atormentado en esta llama. |
25Y díjole Abraham: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; mas ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado. |
26Y además de todo esto, una grande sima está constituída entre nosotros y vosotros, que los que quisieren pasar de aquí á vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá. |
27Y dijo: Ruégote pues, padre, que le envíes á la casa de mi padre; |
28Porque tengo cinco hermanos; para que les testifique, porque no vengan ellos también á este lugar de tormento. |
29Y Abraham le dice: A Moisés y á los profetas tienen: óiganlos. |
30El entonces dijo: No, padre Abraham: mas si alguno fuere á ellos de los muertos, se arrepentirán. |
31Mas Abraham le dijo: Si no oyen á Moisés y á los profetas, tampoco se persuadirán, si alguno se levantare de los muertos. |
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1Y A SUS discípulos dice: Imposible es que no vengan escándalos; mas ¡ay de aquél por quien vienen! |
2Mejor le fuera, si le pusiesen al cuello una piedra de molino, y le lanzasen en el mar, que escandalizar á uno de estos pequeñitos. |
3Mirad por vosotros: si pecare contra ti tu hermano, repréndele; y si se arrepintiere, perdónale. |
4Y si siete veces al día pecare contra ti, y siete veces al día se volviere á ti, diciendo, pésame, perdónale. |
5Y dijeron los apóstoles al Señor: Auméntanos la fe. |
6Entonces el Señor dijo: Si tuvieseis fe como un grano de mostaza, diréis á este sicómoro: Desarráigate, y plántate en el mar; y os obedecerá. |
7¿Y quién de vosotros tiene un siervo que ara ó apacienta, que vuelto del campo le diga luego: Pasa, siéntate á la mesa? |
8¿No le dice antes: Adereza qué cene, y arremángate, y sírveme hasta que haya comido y bebido; y después de esto, come tú y bebe? |
9¿Da gracias al siervo porque hizo lo que le había sido mandado? Pienso que no. |
10Así también vosotros, cuando hubiereis hecho todo lo que os es mandado, decid: Siervos inútiles somos, porque lo que debíamos hacer, hicimos. |
11Y aconteció que yendo él á Jerusalem, pasaba por medio de Samaria y de Galilea. |
12Y entrando en una aldea, viniéronle al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos, |
13Y alzaron la voz, diciendo: Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros. |
14Y como él los vió, les dijo: Id, mostraos á los sacerdotes. Y aconteció, que yendo ellos, fueron limpios. |
15Entonces uno de ellos, como se vió que estaba limpio, volvió, glorificando á Dios á gran voz; |
16Y derribóse sobre el rostro á sus pies, dándole gracias: y éste era Samaritano. |
17Y respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpios? ¿Y los nueve dónde están? |
18¿No hubo quien volviese y diese gloria á Dios sino este extranjero? |
19Y díjole: Levántate, vete; tu fe te ha salvado. |
20Y preguntado por los Fariseos, cuándo había de venir el reino de Dios, les respondió y dijo: El reino de Dios no vendrá con advertencia; |
21Ni dirán: Helo aquí, ó helo allí: porque he aquí el reino de Dios entre vosotros está. |
22Y dijo á sus discípulos: Tiempo vendrá, cuando desearéis ver uno de los días del Hijo del hombre, y no lo veréis. |
23Y os dirán: Helo aquí, ó helo allí. No vayáis, ni sigáis. |
24Porque como el relámpago, relampagueando desde una parte de debajo del cielo, resplandece hasta la otra debajo del cielo, así también será el Hijo del hombre en su día. |
25Mas primero es necesario que padezca mucho, y sea reprobado de esta generación. |
26Y como fué en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del hombre. |
27Comían, bebían, los hombres tomaban mujeres, y las mujeres maridos, hasta el día que entró Noé en el arca; y vino el diluvio, y destruyó á todos. |
28Asimismo también como fué en los días de Lot; comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; |
29Mas el día que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y destruyó á todos: |
30Como esto será el día en que el Hijo del hombre se manifestará. |
31En aquel día, el que estuviere en el terrado, y sus alhajas en casa, no descienda á tomarlas: y el que en el campo, asimismo no vuelva atrás. |
32Acordaos de la mujer de Lot. |
33Cualquiera que procurare salvar su vida, la perderá; y cualquiera que la perdiere, la salvará. |
34Os digo que en aquella noche estarán dos en una cama; el uno será tomado, y el otro será dejado. |
35Dos mujeres estarán moliendo juntas: la una será tomada, y la otra dejada. |
36Dos estarán en el campo; el uno será tomado, y el otro dejado. |
37Y respondiendo, le dicen: ¿Dónde, Señor? Y él les dijo: Donde estuviere el cuerpo, allá se juntarán también las águilas. |
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1Y PROPUSOLES también una parábola sobre que es necesario orar siempre, y no desmayar, |
2Diciendo: Había un juez en una ciudad, el cual ni temía á Dios, ni respetaba á hombre. |
3Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía á él diciendo: Hazme justicia de mi adversario. |
4Pero él no quiso por algún tiempo; mas después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo á Dios, ni tengo respeto á hombre, |
5Todavía, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, porque al fin no venga y me muela. |
6Y dijo el Señor: Oid lo que dice el juez injusto. |
7¿Y Dios no hará justicia á sus escogidos, que claman á él día y noche, aunque sea longánime acerca de ellos? |
8Os digo que los defenderá presto. Empero cuando el Hijo del hombre viniere, ¿hallará fe en la tierra? |
9Y dijo también á unos que confiaban de sí como justos, y menospreciaban á los otros, esta parábola: |
10Dos hombres subieron al templo á orar: el uno Fariseo, el otro publicano. |
11El Fariseo, en pie, oraba consigo de esta manera: Dios, te doy gracias, que no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; |
12Ayuno dos veces á la semana, doy diezmos de todo lo que poseo. |
13Mas el publicano estando lejos no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que hería su pecho, diciendo: Dios, sé propició á mí pecador. |
14Os digo que éste descendió á su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se ensalza, será humillado; y el que se humilla, será ensalzado. |
15Y traían á él los niños para que los tocase; lo cual viendo los discípulos les reñían. |
16Mas Jesús llamándolos, dijo: Dejad los niños venir á mí, y no los impidáis; porque de tales es el reino de Dios. |
17De cierto os digo, que cualquiera que no recibiere el reino de Dios como un niño, no entrará en él. |
18Y preguntóle un príncipe, diciendo: Maestro bueno, ¿qué haré para poseer la vida eterna? |
19Y Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? ninguno hay bueno sino sólo Dios. |
20Los mandamientos sabes: No matarás: No adulterarás: No hurtarás: No dirás falso testimonio: Honra á tu padre y á tu madre. |
21Y él dijo: Todas estas cosas he guardado desde mi juventud. |
22Y Jesús, oído esto, le dijo: Aun te falta una cosa: vende todo lo que tienes, y da á los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme. |
23Entonces él, oídas estas cosas, se puso muy triste, porque era muy rico. |
24Y viendo Jesús que se había entristecido mucho, dijo: ¡Cuán dificultosamente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! |
25Porque más fácil cosa es entrar un camello por el ojo de una aguja, que un rico entrar en el reino de Dios. |
26Y los que lo oían, dijeron: ¿Y quién podrá ser salvo? |
27Y él les dijo: Lo que es imposible para con los hombres, posible es para Dios. |
28Entonces Pedro dijo: He aquí, nosotros hemos dejado las posesiones nuestras, y te hemos seguido. |
29Y él les dijo: De cierto os digo, que nadie hay que haya dejado casa, padres, ó hermanos, ó mujer, ó hijos, por el reino de Dios, |
30Que no haya de recibir mucho más en este tiempo, y en el siglo venidero la vida eterna. |
31Y Jesús, tomando á los doce, les dijo: He aquí subimos á Jerusalem, y serán cumplidas todas las cosas que fueron escritas por los profetas, del Hijo del hombre. |
32Porque será entregado á las gentes, y será escarnecido, é injuriado, y escupido. |
33Y después que le hubieren azotado, le matarán: mas al tercer día resucitará. |
34Pero ellos nada de estas cosas entendían, y esta palabra les era encubierta, y no entendían lo que se decía. |
35Y aconteció que acercándose él á Jericó, un ciego estaba sentado junto al camino mendigando; |
36El cual como oyó la gente que pasaba, preguntó qué era aquello. |
37Y dijéronle que pasaba Jesús Nazareno. |
38Entonces dió voces, diciendo: Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí. |
39Y los que iban delante, le reñían que callase; mas él clamaba mucho más: Hijo de David, ten misericordia de mí. |
40Jesús entonces parándose, mandó traerle á sí: y como él llegó, le preguntó, |
41Diciendo: ¿Qué quieres que te haga? Y él dijo: Señor, que vea. |
42Y Jesús le dijo: Ve, tu fe te ha hecho salvo. |
43Y luego vió, y le seguía, glorificando á Dios: y todo el pueblo como lo vió, dió á Dios alabanza. |
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1Y HABIENDO entrado Jesús, iba pasando por Jericó; |
2Y he aquí un varón llamado Zaqueo, el cual era el principal de los publicanos, y era rico; |
3Y procuraba ver á Jesús quién fuese; mas no podía á causa de la multitud, porque era pequeño de estatura. |
4Y corriendo delante, subióse á un árbol sicómoro para verle; porque había de pasar por allí. |
5Y como vino á aquel lugar Jesús, mirando, le vió, y díjole: Zaqueo, date priesa, desciende, porque hoy es necesario que pose en tu casa. |
6Entonces él descendió apriesa, y le recibió gozoso. |
7Y viendo esto, todos murmuraban, diciendo que había entrado á posar con un hombre pecador. |
8Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy á los pobres; y si en algo he defraudado á alguno, lo vuelvo con el cuatro tanto. |
9Y Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación á esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham. |
10Porque el Hijo del hombre vino á buscar y á salvar lo que se había perdido. |
11Y oyendo ellos estas cosas, prosiguió Jesús y dijo una parábola, por cuanto estaba cerca de Jerusalem, y porque pensaban que luego había de ser manifestado el reino de Dios. |
12Dijo pues: Un hombre noble partió á una provincia lejos, para tomar para sí un reino, y volver. |
13Mas llamados diez siervos suyos, les dió diez minas, y díjoles: Negociad entre tanto que vengo. |
14Empero sus ciudadanos le aborrecían, y enviaron tras de él una embajada, diciendo: No queremos que éste reine sobre nosotros. |
15Y aconteció, que vuelto él, habiendo tomado el reino, mandó llamar á sí á aquellos siervos á los cuales había dado el dinero, para saber lo que había negociado cada uno. |
16Y vino el primero, diciendo: Señor, tu mina ha ganado diez minas. |
17Y él le dice: Está bien, buen siervo; pues que en lo poco has sido fiel, tendrás potestad sobre diez ciudades. |
18Y vino otro, diciendo: Señor, tu mina ha hecho cinco minas. |
19Y también á éste dijo: Tú también sé sobre cinco ciudades. |
20Y vino otro, diciendo: Señor, he aquí tu mina, la cual he tenido guardada en un pañizuelo: |
21Porque tuve miedo de ti, que eres hombre recio; tomas lo que no pusiste, y siegas lo que no sembraste. |
22Entonces él le dijo: Mal siervo, de tu boca te juzgo. Sabías que yo era hombre recio, que tomo lo que no puse, y que siego lo que no sembré; |
23¿Por qué, no diste mi dinero al banco, y yo viniendo lo demandara con el logro? |
24Y dijo á los que estaban presentes: Quitadle la mina, y dadla al que tiene las diez minas. |
25Y ellos le dijeron: Señor, tiene diez minas. |
26Pues yo os digo que á cualquiera que tuviere, le será dado; mas al que no tuviere, aun lo que tiene le será quitado. |
27Y también á aquellos mis enemigos que no querían que yo reinase sobre ellos, traedlos acá, y degolladlos delante de mí. |
28Y dicho esto, iba delante subiendo á Jerusalem. |
29Y aconteció, que llegando cerca de Bethfagé, y de Bethania, al monte que se llama de las Olivas, envió dos de sus discípulos, |
30Diciendo: Id á la aldea de enfrente; en la cual como entrareis, hallaréis un pollino atado, en el que ningún hombre se ha sentado jamás; desatadlo, y traedlo. |
31Y si alguien os preguntare, ¿por qué lo desatáis? le responderéis así: Porque el Señor lo ha menester. |
32Y fueron los que habían sido enviados, y hallaron como les dijo. |
33Y desatando ellos el pollino, sus dueños les dijeron: ¿Por qué desatáis el pollino? |
34Y ellos dijeron: Porque el Señor lo ha menester. |
35Y trajéronlo á Jesús; y habiéndo echado sus vestidos sobre el pollino, pusieron á Jesús encima. |
36Y yendo él tendían sus capas por el camino. |
37Y como llegasen ya cerca de la bajada del monte de las Olivas, toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzaron á alabar á Dios á gran voz por todas las maravillas que habían visto, |
38Diciendo: ¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor: paz en el cielo, y gloria en lo altísimo! |
39Entonces algunos de los Fariseos de la compañía, le dijeron: Maestro, reprende á tus discípulos. |
40Y él respondiendo, les dijo: Os digo que si éstos callaren, las piedras clamarán. |
41Y como llegó cerca viendo la ciudad, lloró sobre ella, |
42Diciendo: ¡Oh si también tú conocieses, á lo menos en este tu día, lo que toca á tu paz! mas ahora está encubierto de tus ojos. |
43Porque vendrán días sobre ti, que tus enemigos te cercarán con baluarte, y te pondrán cerco, y de todas partes te pondrán en estrecho, |
44Y te derribarán á tierra, y á tus hijos dentro de ti; y no dejarán sobre ti piedra sobre piedra; por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación. |
45Y entrando en el templo, comenzó á echar fuera á todos los que vendían y compraban en él. |
46Diciéndoles: Escrito está: Mi casa, casa de oración es; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones. |
47Y enseñaba cada día en el templo; mas los príncipes de los sacerdotes, y los escribas, y los principales del pueblo procuraban matarle. |
48Y no hallaban qué hacerle, porque todo el pueblo estaba suspenso oyéndole. |
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1Y ACONTECIO un día, que enseñando él al pueblo en el templo, y anunciando el evangelio, llegáronse los príncipes de los sacerdotes y los escribas, con los ancianos; |
2Y le hablaron, diciendo: Dinos: ¿con qué potestad haces estas cosas? ¿ó quién es el que te ha dado esta potestad? |
3Respondiendo entonces Jesús, les dijo: Os preguntaré yo también una palabra; respondedme: |
4El bautismo de Juan, ¿era del cielo, ó de los hombres? |
5Mas ellos pensaban dentro de sí, diciendo: Si dijéremos, del cielo, dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis? |
6Y si dijéremos, de los hombres, todo el pueblo nos apedreará: porque están ciertos que Juan era profeta. |
7Y respondieron que no sabían de dónde. |
8Entonces Jesús les dijo: Ni yo os digo con qué potestad hago estas cosas. |
9Y comenzó á decir al pueblo esta parábola: Un hombre plantó una viña, y arrendóla á labradores, y se ausentó por mucho tiempo. |
10Y al tiempo, envió un siervo á los labradores, para que le diesen del fruto de la viña; mas los labradores le hirieron, y enviaron vacío. |
11Y volvió á enviar otro siervo; mas ellos á éste también, herido y afrentado, le enviaron vacío. |
12Y volvió á enviar al tercer siervo; mas ellos también á éste echaron herido. |
13Entonces el señor de la viña dijo: ¿Qué haré? Enviaré mi hijo amado: quizás cuando á éste vieren, tendrán respeto. |
14Mas los labradores, viéndole, pensaron entre sí, diciendo: Este es el heredero; venid, matémosle para que la heredad sea nuestra. |
15Y echáronle fuera de la viña, y le mataron. ¿Qué pues, les hará el señor de la viña? |
16Vendrá, y destruirá á estos labradores, y dará su viña á otros. Y como ellos lo oyeron, dijeron: ¡Dios nos libre! |
17Mas él mirándolos, dice: ¿Qué pues es lo que está escrito: La piedra que condenaron los edificadores, Esta fué por cabeza de esquina? |
18Cualquiera que cayere sobre aquella piedra, será quebrantado; mas sobre el que la piedra cayere, le desmenuzará. |
19Y procuraban los príncipes de los sacerdotes y los escribas echarle mano en aquella hora, porque entendieron que contra ellos había dicho esta parábola: mas temieron al pueblo. |
20Y acechándole enviaron espías que se simulasen justos, para sorprenderle en palabras, para que le entregasen al principado y á la potestad del presidente. |
21Los cuales le preguntaron, diciendo: Maestro, sabemos que dices y enseñas bien, y que no tienes respeto á persona; antes enseñas el camino de Dios con verdad. |
22¿Nos es lícito dar tributo á César, ó no? |
23Mas él, entendiendo la astucia de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis? |
24Mostradme la moneda. ¿De quién tiene la imagen y la inscripción? Y respondiendo dijeron: De César. |
25Entonces les dijo: Pues dad á César lo que es de César; y lo que es de Dios, á Dios. |
26Y no pudieron reprender sus palabras delante del pueblo: antes maravillados de su respuesta, callaron. |
27Y llegándose unos de los Saduceos, los cuales niegan haber resurrección, le preguntaron, |
28Diciendo: Maestro, Moisés nos escribió: Si el hermano de alguno muriere teniendo mujer, y muriere sin hijos, que su hermano tome la mujer, y levante simiente á su hermano. |
29Fueron, pues, siete hermanos: y el primero tomó mujer, y murió sin hijos. |
30Y la tomó el segundo, el cual también murió sin hijos. |
31Y la tomó el tercero: asimismo también todos siete: y muerieron sin dejar prole. |
32Y á la postre de todos murió también la mujer. |
33En la resurrección, pues, ¿mujer de cuál de ellos será? porque los siete la tuvieron por mujer. |
34Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Los hijos de este siglo se casan, y son dados en casamiento: |
35Mas los que fueren tenidos por dignos de aquel siglo y de la resurrección de los muertos, ni se casan, ni son dados en casamiento: |
36Porque no pueden ya más morir: porque son iguales á los ángeles, y son hijos de Dios, cuando son hijos de la resurrección. |
37Y que los muertos hayan de resucitar, aun Moisés lo enseñó en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor: Dios de Abraham, y Dios de Isaac, y Dios de Jacob. |
38Porque Dios no es Dios de muertos, mas de vivos: porque todos viven á él. |
39Y respondiéndole unos de los escribas, dijeron: Maestro, bien has dicho. |
40Y no osaron más preguntarle algo. |
41Y él les dijo: ¿Cómo dicen que el Cristo es hijo de David? |
42Y el mismo David dice en el libro de los Salmos: Dijo el Señor á mi Señor: Siéntate á mi diestra, |
43Entre tanto que pongo tus enemigos por estrado de tus pies. |
44Así que David le llama Señor: ¿cómo pues es su hijo? |
45Y oyéndole todo el pueblo, dijo á sus discípulos: |
46Guardaos de los escribas, que quieren andar con ropas largas, y aman las salutaciones en las plazas, y las primeras sillas en las sinagogas, y los primeros asientos en las cenas; |
47Que devoran las casas de las viudas, poniendo por pretexto la larga oración: éstos recibirán mayor condenación. |
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1Y MIRANDO, vió á los ricos que echaban sus ofrendas en el gazofilacio. |
2Y vió también una viuda pobrecilla, que echaba allí dos blancas. |
3Y dijo: De verdad os digo, que esta pobre viuda echó más que todos: |
4Porque todos estos, de lo que les sobra echaron para las ofrendas de Dios; mas ésta de su pobreza echó todo el sustento que tenía. |
5Y á unos que decían del templo, que estaba adornado de hermosas piedras y dones, dijo: |
6Estas cosas que veis, días vendrán que no quedará piedra sobre piedra que no sea destruída. |
7Y le preguntaron, diciendo: Maestro, ¿cuándo será esto? ¿y qué señal habrá cuando estas cosas hayan de comenzar á ser hechas? |
8El entonces dijo: Mirad, no seáis engañados; porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy; y, el tiempo está cerca: por tanto, no vayáis en pos de ellos. |
9Empero cuando oyereis guerras y sediciones, no os espantéis; porque es necesario que estas cosas acontezcan primero: mas no luego será el fin. |
10Entonces les dijo: Se levantará gente contra gente, y reino contra reino; |
11Y habrá grandes terremotos, y en varios lugares hambres y pestilencias: y habrá espantos y grandes señales del cielo. |
12Mas antes de todas estas cosas os echarán mano, y perseguirán, entregándoos á las sinagogas y á las cárceles, siendo llevados á los reyes y á los gobernadores por causa de mi nombre. |
13Y os será para testimonio. |
14Poned pues en vuestros corazones no pensar antes cómo habéis de responder: |
15Porque yo os daré boca y sabiduría, á la cual no podrán resistir ni contradecir todos los que se os opondrán. |
16Mas seréis entregados aun de vuestros padres, y hermanos, y parientes, y amigos; y matarán á algunos de vosotros. |
17Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre. |
18Mas un pelo de vuestra cabeza no perecerá. |
19En vuestra paciencia poseeréis vuestras almas. |
20Y cuando viereis á Jerusalem cercada de ejércitos, sabed entonces que su destrucción ha llegado. |
21Entonces los que estuvieren en Judea, huyan á los montes; y los que en medio de ella, váyanse; y los que estén en los campos, no entren en ella. |
22Porque estos son días de venganza: para que se cumplan todas las cosas que están escritas. |
23Mas ¡ay de las preñadas, y de las que crían en aquellos días! porque habrá apuro grande sobre la tierra é ira en este pueblo. |
24Y caerán á filo de espada, y serán llevados cautivos á todas las naciones: y Jerusalem será hollada de las gentes, hasta que los tiempos de las gentes sean cumplidos. |
25Entonces habrá señales en el sol, y en la luna, y en las estrellas; y en la tierra angustia de gentes por la confusión del sonido de la mar y de las ondas: |
26Secándose los hombres á causa del temor y expectación de las cosas que sobrevendrán á la redondez de la tierra: porque las virtudes de los cielos serán conmovidas. |
27Y entonces verán al Hijo del hombre, que vendrá en una nube con potestad y majestad grande. |
28Y cuando estas cosas comenzaren á hacerse, mirad, y levantad vuestras cabezas, porque vuestra redención está cerca. |
29Y díjoles una parábola: Mirad la higuera y todos los árboles: |
30Cuando ya brotan, viéndolo, de vosotros mismos entendéis que el verano está ya cerca. |
31Así también vosotros, cuando viereis hacerse estas cosas, entended que está cerca el reino de Dios. |
32De cierto os digo, que no pasará esta generación hasta que todo sea hecho. |
33El cielo y la tierra pasarán; mas mis palabras no pasarán. |
34Y mirad por vosotros, que vuestros corazones no sean cargados de glotonería y embriaguez, y de los cuidados de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día. |
35Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra. |
36Velad pues, orando en todo tiempo, que seáis tenidos por dignos de evitar todas estas cosas que han de venir, y de estar en pie delante del Hijo del hombre. |
37Y enseñaba de día en el templo; y de noche saliendo, estábase en el monte que se llama de las Olivas. |
38Y todo el pueblo venía á él por la mañana, para oirle en el templo. |
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1Y ESTABA cerca el día de la fiesta de los ázimos, que se llama la Pascua. |
2Y los príncipes de los sacerdotes y los escribas buscaban cómo le matarían; mas tenían miedo del pueblo. |
3Y entró Satanás en Judas, por sobrenombre Iscariote, el cual era uno del número de los doce; |
4Y fué, y habló con los príncipes de los sacerdotes, y con los magistrados, de cómo se lo entregaría. |
5Los cuales se holgaron, y concertaron de darle dinero. |
6Y prometió, y buscaba oportunidad para entregarle á ellos sin bulla. |
7Y vino el día de los ázimos, en el cual era necesario matar la pascua. |
8Y envió á Pedro y á Juan, diciendo: Id, aparejadnos la pascua para que comamos. |
9Y ellos le dijeron: ¿Dónde quieres que aparejemos? |
10Y él les dijo: He aquí cuando entrareis en la ciudad, os encontrará un hombre que lleva un cántaro de agua: seguidle hasta la casa donde entrare, |
11Y decid al padre de la familia de la casa: El Maestro te dice: ¿Dónde está el aposento donde tengo de comer la pascua con mis discípulos? |
12Entonces él os mostrará un gran cenáculo aderezado; aparejad allí. |
13Fueron pues, y hallaron como les había dicho; y aparejaron la pascua. |
14Y como fué hora, sentóse á la mesa, y con él los apóstoles. |
15Y les dijo: En gran manera he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca; |
16Porque os digo que no comeré más de ella, hasta que se cumpla en el reino de Dios. |
17Y tomando el vaso, habiendo dado gracias, dijo: Tomad esto, y partidlo entre vosotros; |
18Porque os digo, que no beberé más del fruto de la vid, hasta que el reino de Dios venga. |
19Y tomando el pan, habiendo dado gracias, partió, y les dió, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado: haced esto en memoria de mí. |
20Asimismo también el vaso, después que hubo cenado, diciendo: Este vaso es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama. |
21Con todo eso, he aquí la mano del que me entrega, conmigo en la mesa. |
22Y á la verdad el Hijo del hombre va, según lo que está determinado; empero ¡ay de aquél hombre por el cual es entregado! |
23Ellos entonces comenzaron á preguntar entre sí, cuál de ellos sería el que había de hacer esto. |
24Y hubo entre ellos una contienda, quién de ellos parecía ser el mayor. |
25Entonces él les dijo: Los reyes de las gentes se enseñorean de ellas; y los que sobre ellas tienen potestad, son llamados bienhechores: |
26Mas vosotros, no así: antes el que es mayor entre vosotros, sea como el más mozo; y el que es príncipe, como el que sirve. |
27Porque, ¿cuál es mayor, el que se sienta á la mesa, ó el que sirve? ¿No es el que se sienta á la mesa? Y yo soy entre vosotros como el que sirve. |
28Empero vosotros sois los que habéis permanecido conmigo en mis tentaciones: |
29Yo pues os ordeno un reino, como mi Padre me lo ordenó á mí, |
30Para que comáis y bebáis en mi mesa en mi reino, y os sentéis sobre tronos juzgando á las doce tribus de Israel. |
31Dijo también el Señor: Simón, Simón, he aquí Satanás os ha pedido para zarandaros como á trigo; |
32Mas yo he rogado por ti que tu fe no falte: y tú, una vez vuelto, confirma á tus hermanos. |
33Y él le dijo: Señor, pronto estoy á ir contigo aun á cárcel y á muerte. |
34Y él dijo: Pedro, te digo que el gallo no cantará hoy antes que tú niegues tres veces que me conoces. |
35Y á ellos dijo: Cuando os envié sin bolsa, y sin alforja, y sin zapatos, ¿os faltó algo? Y ellos dijeron: Nada. |
36Y les dijo: Pues ahora, el que tiene bolsa, tómela, y también la alforja, y el que no tiene, venda su capa y compre espada. |
37Porque os digo, que es necesario que se cumpla todavía en mí aquello que está escrito: Y con los malos fué contado: porque lo que está escrito de mí, cumplimiento tiene. |
38Entonces ellos dijeron: Señor, he aquí dos espadas. Y él les dijo: Basta. |
39Y saliendo, se fué, como solía, al monte de las Olivas; y sus discípulos también le siguieron. |
40Y como llegó á aquel lugar, les dijo: Orad que no entréis en tentación. |
41Y él se apartó de ellos como un tiro de piedra; y puesto de rodillas oró, |
42Diciendo: Padre, si quieres, pasa este vaso de mí; empero no se haga mi voluntad, sino la tuya. |
43Y le apareció un ángel del cielo confortándole. |
44Y estando en agonía, oraba más intensamente: y fué su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra. |
45Y como se levantó de la oración, y vino á sus discípulos, hallólos durmiendo de tristeza; |
46Y les dijo: ¿Por qué dormís? Levantaos, y orad que no entréis en tentación. |
47Estando él aún hablando, he aquí una turba; y el que se llamaba Judas, uno de los doce, iba delante de ellos; y llegóse á Jesús para besarlo. |
48Entonces Jesús le dijo: Judas, ¿con beso entregas al Hijo del hombre? |
49Y viendo los que estaban con él lo que había de ser, le dijeron: Señor, ¿heriremos á cuchillo? |
50Y uno de ellos hirió á un siervo del príncipe de los sacerdotes, y le quitó la oreja derecha. |
51Entonces respondiendo Jesús, dijo: Dejad hasta aquí. Y tocando su oreja, le sanó. |
52Y Jesús dijo á los que habían venido á él, los príncipes de los sacerdotes, y los magistrados del templo, y los ancianos: ¿Como á ladrón habéis salido con espadas y con palos? |
53Habiendo estado con vosotros cada día en el templo, no extendisteis las manos contra mí; mas ésta es vuestra hora, y la potestad de las tinieblas. |
54Y prendiéndole trajéronle, y metiéronle en casa del príncipe de los sacerdotes. Y Pedro le seguía de lejos. |
55Y habiendo encendido fuego en medio de la sala, y sentándose todos alrededor, se sentó también Pedro entre ellos. |
56Y como una criada le vió que estaba sentado al fuego, fijóse en él, y dijo: Y éste con él estaba. |
57Entonces él lo negó, diciendo: Mujer, no le conozco. |
58Y un poco después, viéndole otro, dijo: Y tú de ellos eras. Y Pedro dijo: Hombre, no soy. |
59Y como una hora pasada otro afirmaba, diciendo: Verdaderamente también éste estaba con él, porque es Galileo. |
60Y Pedro dijo: Hombre, no sé qué dices. Y luego, estando él aún hablando, el gallo cantó. |
61Entonces, vuelto el Señor, miró á Pedro: y Pedro se acordó de la palabra del Señor como le había dicho: Antes que el gallo cante, me negarás tres veces. |
62Y saliendo fuera Pedro, lloró amargamente. |
63Y los hombres que tenían á Jesús, se burlaban de él hiriéndole; |
64Y cubriéndole, herían su rostro, y preguntábanle, diciendo: Profetiza quién es el que te hirió. |
65Y decían otras muchas cosas injuriándole. |
66Y cuando fué de día, se juntaron los ancianos del pueblo, y los príncipes de los sacerdotes, y los escribas, y le trajeron á su concilio, |
67Diciendo: ¿Eres tú el Cristo? dínos lo. Y les dijo: Si os lo dijere, no creeréis; |
68Y también si os preguntare, no me responderéis, ni me soltaréis: |
69Mas después de ahora el Hijo del hombre se asentará á la diestra de la potencia de Dios. |
70Y dijeron todos: ¿Luego tú eres Hijo de Dios? Y él les dijo: Vosotros decís que yo soy. |
71Entonces ellos dijeron: ¿Qué más testimonio deseamos? porque nosotros lo hemos oído de su boca. |
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1LEVANTANDOSE entonces toda la multitud de ellos, lleváronle á Pilato. |
2Y comenzaron á acusarle, diciendo: A éste hemos hallado que pervierte la nación, y que veda dar tributo á César, diciendo que él es el Cristo, el rey. |
3Entonces Pilato le preguntó, diciendo: ¿Eres tú el Rey de los Judíos? Y respondiéndo él, dijo: Tú lo dices. |
4Y Pilato dijo á los príncipes de los sacerdotes, y á las gentes: Ninguna culpa hallo en este hombre. |
5Mas ellos porfiaban, diciendo: Alborota al pueblo, enseñando por toda Judea, comenzando desde Galilea hasta aquí. |
6Entonces Pilato, oyendo de Galilea, preguntó si el hombre era Galileo. |
7Y como entendió que era de la jurisdicción de Herodes, le remitió á Herodes, el cual también estaba en Jerusalem en aquellos días. |
8Y Herodes, viendo á Jesús, holgóse mucho, porque hacía mucho que deseaba verle; porque había oído de él muchas cosas, y tenía esperanza que le vería hacer alguna señal. |
9Y le preguntaba con muchas palabras; mas él nada le respondió: |
10Y estaban los príncipes de los sacerdotes y los escribas acusándole con gran porfía. |
11Mas Herodes con su corte le menospreció, y escarneció, vistiéndole de una ropa rica; y volvióle á enviar á Pilato. |
12Y fueron hechos amigos entre sí Pilato y Herodes en el mismo día; porque antes eran enemigos entre sí. |
13Entonces Pilato, convocando los príncipes de los sacerdotes, y los
magistrados, y el pueblo, |
14Les dijo: Me habéis presentado á éste por hombre que desvía al pueblo: y he aquí, preguntando yo delante de vosotros, no he hallado culpa alguna en este hombre de aquéllas de que le acusáis. |
15Y ni aun Herodes; porque os remití á él, y he aquí, ninguna cosa digna de muerte ha hecho. |
16Le soltaré, pues, castigado. |
17Y tenía necesidad de soltarles uno en cada fiesta. |
18Mas toda la multitud dió voces á una, diciendo: Quita á éste, y suéltanos á Barrabás: |
19(El cual había sido echado en la cárcel por una sedición hecha en la ciudad, y una muerte.) |
20Y hablóles otra vez Pilato, queriendo soltar á Jesús. |
21Pero ellos volvieron á dar voces, diciendo: Crucifícale, crucifícale. |
22Y él les dijo la tercera vez: ¿Pues qué mal ha hecho éste? Ninguna culpa de muerte he hallado en él: le castigaré, pues, y le soltaré. |
23Mas ellos instaban á grandes voces, pidiendo que fuese crucificado. Y las voces de ellos y de los príncipes de los sacerdotes crecían. |
24Entonces Pilato juzgó que se hiciese lo que ellos pedían; |
25Y les soltó á aquél que había sido echado en la cárcel por sedición y una muerte, al cual habían pedido; y entregó á Jesús á la voluntad de ellos. |
26Y llevándole, tomaron á un Simón Cireneo, que venía del campo, y le pusieron encima la cruz para que la llevase tras Jesús. |
27Y le seguía una grande multitud de pueblo, y de mujeres, las cuales le lloraban y lamentaban. |
28Mas Jesús, vuelto á ellas, les dice: Hijas de Jerusalem, no me lloréis á mí, mas llorad por vosotras mismas, y por vuestros hijos. |
29Porque he aquí vendrán días en que dirán: Bienaventuradas las estériles, y los vientres que no engendraron, y los pechos que no criaron. |
30Entonces comenzarán á decir á los montes: Caed sobre nosotros: y á los collados: Cubridnos. |
31Porque si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿en el seco, qué se hará? |
32Y llevaban también con él otros dos, malhechores, á ser muertos. |
33Y como vinieron al lugar que se llama de la Calavera, le crucificaron allí, y á los malhechores, uno á la derecha, y otro á la izquierda. |
34Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y partiendo sus vestidos, echaron suertes. |
35Y el pueblo estaba mirando; y se burlaban de él los príncipes con ellos, diciendo: A otros hizo salvos: sálvese á sí, si éste es el Mesías, el escogido de Dios. |
36Escarnecían de él también los soldados, llegándose y presentándole vinagre, |
37Y diciendo: Si tú eres el Rey de los Judíos, sálvate á ti mismo. |
38Y había también sobre él un título escrito con letras griegas, y latinas, y hebraicas: ESTE ES EL REY DE LOS JUDIOS. |
39Y uno de los malhechores que estaban colgados, le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate á ti mismo y á nosotros. |
40Y respondiendo el otro, reprendióle, diciendo: ¿Ni aun tú temes á Dios, estando en la misma condenación? |
41Y nosotros, á la verdad, justamente padecemos; porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos: mas éste ningún mal hizo. |
42Y dijo á Jesús: Acuérdate de mí cuando vinieres á tu reino. |
43Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo, que hoy estarás conmigo en el paraíso. |
44Y cuando era como la hora de sexta, fueron hechas tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora de nona. |
45Y el sol se obscureció: y el velo del templo se rompió por medio. |
46Entonces Jesús, clamando á gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, espiró. |
47Y como el centurión vió lo que había acontecido, dió gloria á Dios, diciendo: Verdaderamente este hombre era justo. |
48Y toda la multitud de los que estaban presentes á este espectáculo, viendo lo que había acontecido, se volvían hiriendo sus pechos. |
49Mas todos sus conocidos, y las mujeres que le habían seguido desde Galilea, estaban lejos mirando estas cosas. |
50Y he aquí un varón llamado José, el cual era senador, varón bueno y justo, |
51(El cual no había consentido en el consejo ni en los hechos de ellos), de Arimatea, ciudad de la Judea, el cual también esperaba el reino de Dios; |
52Este llegó á Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús. |
53Y quitado, lo envolvió en una sábana, y le puso en un sepulcro abierto en una peña, en el cual ninguno había aún sido puesto. |
54Y era día de la víspera de la Pascua; y estaba para rayar el sábado. |
55Y las mujeres que con él habían venido de Galilea, siguieron también y vieron el sepulcro, y cómo fué puesto su cuerpo. |
56Y vueltas, aparejaron drogas aromáticas y ungüentos; y reposaron el sábado, conforme al mandamiento. |
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1Y EL primer día de la semana, muy de mañana, vinieron al sepulcro, trayendo las drogas aromáticas que habían aparejado, y algunas otras mujeres con ellas. |
2Y hallaron la piedra revuelta del sepulcro. |
3Y entrando, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. |
4Y aconteció, que estando ellas espantadas de esto, he aquí se pararon junto á ellas dos varones con vestiduras resplandecientes; |
5Y como tuviesen ellas temor, y bajasen el rostro á tierra, les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? |
6No está aquí, mas ha resucitado: acordaos de lo que os habló, cuando aun estaba en Galilea, |
7Diciendo: Es menester que el Hijo del hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado, y resucite al tercer día. |
8Entonces ellas se acordaron de sus palabras, |
9Y volviendo del sepulcro, dieron nuevas de todas estas cosas á los once, y á todos los demás. |
10Y eran María Magdalena, y Juana, y María madre de Jacobo, y las demás con ellas, las que dijeron estas cosas á los apóstoles. |
11Mas á ellos les parecían como locura las palabras de ellas, y no las creyeron. |
12Pero levantándose Pedro, corrió al sepulcro: y como miró dentro, vió solos los lienzos echados; y se fué maravillándose de lo que había sucedido. |
13Y he aquí, dos de ellos iban el mismo día á una aldea que estaba de Jerusalem sesenta estadios, llamada Emmaús. |
14E iban hablando entre sí de todas aquellas cosas que habían acaecido. |
15Y aconteció que yendo hablando entre sí, y preguntándose el uno al otro, el mismo Jesús se llegó, é iba con ellos juntamente. |
16Mas los ojos de ellos estaban embargados, para que no le conociesen. |
17Y díjoles: ¿Qué pláticas son estas que tratáis entre vosotros andando, y estáis tristes? |
18Y respondiendo el uno, que se llamaba Cleofas, le dijo: ¿Tú sólo peregrino eres en Jerusalem, y no has sabido las cosas que en ella han acontecido estos días? |
19Entonces él les dijo: ¿Qué cosas? Y ellos le dijeron: De Jesús Nazareno, el cual fué varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo; |
20Y cómo le entregaron los príncipes de los sacerdotes y nuestros príncipes á condenación de muerte, y le crucificaron. |
21Mas nosotros esperábamos que él era el que había de redimir á Israel: y ahora sobre todo esto, hoy es el tercer día que esto ha acontecido. |
22Aunque también unas mujeres de los nuestros nos han espantado, las cuales antes del día fueron al sepulcro: |
23Y no hallando su cuerpo, vinieron diciendo que también habían visto visión de ángeles, los cuales dijeron que él vive. |
24Y fueron algunos de los nuestros al sepulcro, y hallaron así como las mujeres habían dicho; más á él no le vieron. |
25Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! |
26¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? |
27Y comenzando desde Moisés, y de todos los profetas, declarábales en todas las Escrituras lo que de él decían. |
28Y llegaron á la aldea á donde iban: y él hizo como que iba más lejos. |
29Mas ellos le detuvieron por fuerza, diciendo: Quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha declinado. Entró pues á estarse con ellos. |
30Y aconteció, que estando sentado con ellos á la mesa, tomando el pan, bendijo, y partió, y dióles. |
31Entonces fueron abiertos los ojos de ellos, y le conocieron; mas él se desapareció de los ojos de ellos. |
32Y decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras? |
33Y levantándose en la misma hora, tornáronse á Jerusalem, y hallaron á los once reunidos, y á los que estaban con ellos. |
34Que decían: Ha resucitado el Señor verdaderamente, y ha aparecido á Simón. |
35Entonces ellos contaban las cosas que les habían acontecido en el camino, y cómo había sido conocido de ellos al partir el pan. |
36Y entre tanto que ellos hablaban estas cosas, él se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz á vosotros. |
37Entonces ellos espantados y asombrados, pensaban que veían espíritu. |
38Mas él les dice: ¿Por qué estáis turbados, y suben pensamientos á vuestros corazones? |
39Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy: palpad, y ved; que el espíritu ni tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo. |
40Y en diciendo esto, les mostró las manos y los pies. |
41Y no creyéndolo aún ellos de gozo, y maravillados, díjoles: ¿Tenéis aquí algo de comer? |
42Entonces ellos le presentaron parte de un pez asado, y un panal de miel. |
43Y él tomó, y comió delante de ellos. |
44Y él les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliesen todas las cosas que están escritas de mí en la ley de Moisés, y en los profetas, y en los salmos. |
45Entonces les abrió el sentido, para que entendiesen las Escrituras; |
46Y díjoles: Así está escrito, y así fué necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; |
47Y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y la remisión de pecados en todas las naciones, comenzando de Jerusalem. |
48Y vosotros sois testigos de estas cosas. |
49Y he aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros: mas vosotros asentad en la ciudad de Jerusalem, hasta que seáis investidos de potencia de lo alto. |
50Y sacólos fuera hasta Bethania, y alzando sus manos, los bendijo. |
51Y aconteció que bendiciéndolos, se fué de ellos; y era llevado arriba al cielo. |
52Y ellos, después de haberle adorado, se volvieron á Jerusalem con gran gozo; |
53Y estaban siempre en el templo, alabando y bendiciendo á Dios. Amén. |
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