A: Descripción del padre Chárbel
I
Introducción
“Era puro de corazón, de conversación agradable y abierta, claridad al hablar,
sin trabas y sinceramente”304. “Era admirable por su mansedumbre, más
que la de un cordero, y más delgado que un alma que fluye por el cuerpo. Yo lo
traté y conversé con él. Me pareció un abismo de virtudes, una mina de
cualidades”305.
“Era esbelto, erecto, dedos largos”306 “y delgados”307,
“cuello y boca proporcionados”308, “nariz larga y delgada, cabellos
largos, a la usanza de los ermitaños”309, “débil y flaco de cuerpo”310,
“antebrazos flacos”311, “cara fina”312 “y delgada”313
“pero desenvuelta”314 “e iluminada, marcada por una majestad divina.
Atraía hacia sí todos los corazones”315. “Su frente arrugada hablaba
de su alegría, mansedumbre y serenidad de corazón”317. “Su rostro
reflejaban la piedad y el amor de Dios, al mismo tiempo, sobre todo, mientras
oraba. Una luz celestial iluminaba su rostro, pues del Señor le venía su fuerza,
su riqueza y su gozo permanentes”318. “Rostro muy pálido”319,
“moreno claro”320 o “trigueño”321, “tostado por el sol”322.
“A fuerza de mortificaciones y vigilias, se volvió esquelético, casi sólo piel
sobre los huesos”323, pero “caminaba como las perdices”324,
“aun durante las vigilias. Era apasionado en todo lo que hacía”325.
“De barba corta y rala”326, más bien “mediana”327, “de un
color natural rubio, surcado de canas en el centro y en las sienes”328,
“no muy cuidada y le colgaba como trenzada”329.
“Cuando apenas nos conocimos, él tendría unos treinta años330.
Todavía no había encanecido. Su cabello se conservó más o menos negro hasta su
muerte”331. “Siempre se sintió joven. En su rostro332 no
aparecía ningún cabello blanco”333. Su talla, de hombros a pies, era
de 149 cms.”334, “y de 160 centímetros, de pies a cabeza”335.
II
Relatos y acontecimientos
1-
Muy pálido
“En
mi primera visita al eremitorio, llamé a los ermitaños. El padre Chárbel entró y
se sentó frente a mí, sus ojos bajos y las manos cruzadas sobre sus rodillas. No
levantaba los ojos para mirarnos, a mí y al hermano que me acompañaba. No
hablaba, no hacía ninguna pregunta. A nosotros nos respondía breve y dulcemente.
Seis años después, volví, por segunda vez. Estuvo igual en su comportamiento, en
su actitud, en la manera de sentarse y de hablar. No observé ningún cambio; sólo
una palidez de cara aterradora. Si uno, al hablarle, no se diera cuenta de que
movía los párpados, creería que estaba muerto”336. “De tal manera su
cuerpo se derretía, como una vela, en el amor de Dios, hasta volverse delgado y
pálido. Su tez, a fuerza de trabajar bajo un sol ardiente, estaba bronceada”337.
2-Su
jornada
“Cuando, muy temprano, en la mañana, sonaba la campana para levantarse, yo venía
a la iglesia para asistir a la misa con los monjes. Veía al padre Chárbel
arrodillado, erguido, junto a la puerta, detrás de todos. Así, en esta actitud,
permanecía, con su libro en la mano, la otra sobre el pecho y su mirada clavada
hacia el suelo. Después se tiraba al campo, armado de una cuerda y de un pico,
hasta la puesta del sol. Caminaba hacia su trabajo, rosario en mano, desgranando
avemarías, sin mirar a derecha o a izquierda y sin hablar con nadie. A veces, yo
salía al campo para darme un paseo, respirar un poco de aire y desaburrirme del
trabajo de la zapatería. Encontraba al padre Chárbel trabajando en el campo,
usando, a veces, su pico, sin levantar la cabeza, golpeando la tierra, con todas
sus fuerzas, a tal punto que el sudor le chorreaba de su frente, empapando su
sotana. Otras veces, construía muros para encerrar los campos. Portaba las
piedras, arrancaba la maleza y preparaba la tierra para la siembra. Al medio
día, al sonar la campana para la oración, se retiraba a uno lugar escondido, se
arrodillaba sobre el cascajo y extendía las manos para orar. Después de una
pausa, volvía a su trabajo, siempre en silencio perfecto. A su alrededor no se
escuchaba sino el golpe de la pica chocando contra las piedras, o el eco de las
piedras que levantaba del suelo para la construcción de los muros, y que él
mismo amontonaba en la cantera. El silencio era su amigo íntimo y su compañía. A
la tarde juntaba la maleza, hacía una gran carga con la leña que llevaba a la
espalda, y regresaba, curvado bajo el peso, al convento, siempre rezando,
rosario en mano. Durante todo el tiempo que viví en el convento, nunca lo vi en
el comedor, pues yo me ausentaba los domingos. Y durante la semana, yo no
entraba al comedor de los monjes. Cuando nevaba o llovía, lo mismo que los
domingos o días festivos, en verano, él no salía de la iglesia sino para la
celda”338.
3-Lo
que yo vi con mis propios ojos
“Él comía una sola vez al día, según la Regla de los ermitaños. En la tarde, a
la hora de comer, lo llamaba su compañero. Entonces, él venía, cruzados los
brazos, la cabeza baja, mirando hacia a el suelo, encalada la capucha hasta los
ojos. Se quedaba de pie, hasta que su compañero lo mandara sentarse. Y él se
sentaba, después de orar. Se sentaba en el suelo, un pie cruzado sobre el otro.
Recogía el borde de su sotana debajo de los pies para esconderlos. Siempre de
brazos cruzados, inclinada la cabeza y la mirada, aguardando que el compañero de
dijera:”come”. Entonces ponía su plato de barro ante sí, hacía la señal de la
cruz con mucha unción y recogimiento, como si estuviera en la iglesia, y
comenzaba a comer, en silencio, tranquilo y decentemente. Nunca pedía más, ni se
quejaba de que estuviera demasiado salada, simple o sin gusto. Vivía el
Evangelio:”comed lo que os pongan”. No miraba a su alrededor ni lo que su
compañero comía. Su comida eran legumbres y cereales, cocinados con aceite y,
alguna vez, con mantequilla. Después de comer, uno de sus compañeros lo mandaba
a lavar los platos. Entonces él se levantaba, de inmediato, de un solo golpe,
rezaba e iba a cumplir la orden. Y, según oí decir, se tomaba el agua de fregar
los platos339, cosa que yo no vi, pues él no se mortificaba para que
lo vieran, sino que se esforzaba, más bien, de que fuera en secreto. Era por eso
por lo que nosotros, astutamente, acechábamos su vida y sus milagros. Y si algo
caía al suelo del plato de uno de sus compañeros, o migajas de pan, las recogía,
sin que se dieran cuenta, y se los comía, aunque estuvieran untados de tierra.
Si su compañero se olvidaba llamarlo a comer, no pedía ni reclamaba su comida,
igual que la olla que no reclama que la llenen de los ingredientes, si han
olvidado meterlos. Así era el padre Chárbel. Nunca lo oí, ni oír decir de él,
que prefiriera tal o cual comida, o que le diera asco algún alimento, o hablar
algo de comer”340.
4-El
recibimiento de visitas
“Conocí al padre Chárbel el año de 1897, cuando yo tenía 24 años. En aquella
época, uno iba, cada verano, a visitar amigos y lugares en altas montañas, por
entonces carentes de grandes hoteles, de automóviles y de carreteras asfaltadas.
Para ir allí, uno se servía de caballos o de mulas. Aquel año, mi amigo Chikri
Beik Arqach, regresó de París, después de graduarse en Derecho. Con él, decidí
hacer una excursión a Mayruba, donde el dignatario Asunción Al Jasen. Nos
fuimos por Al Aakura y Al Laqluq, atravesando la montaña. Estando ya cerca del
eremitorio, nos llegamos hasta allí para ver al ermitaño, que ya era célebre por
su virtud y su santidad, en toda la región. Descendimos a Uwaini, y de allí nos
dirigimos al eremitorio de San Pedro y San Pablo. Paramos para descansar debajo
de un roble, lleno de gente, desde hacía algunos días, aprovechando su sombra,
para obtener la bendición del anacoreta. Mientras nuestro guía nos preparaba la
comida, venía del campo un monje alto y flaco, portando una hoz y una carga de
hierba en las manos. Nos saludó sin levantar la cabeza. Le pedimos permiso para
descansar y comer. Nos lo permitió, de buena gana y contento. Después, se puso a
servirnos, a ofrecernos agua y uvas, pero sin acompañarnos. Lo invitamos a
comer, pero se excusó con delicadeza y decencia, diciendo: “gracias, yo ya comí
en el convento”. De su conversación con Chikri Beik, me acuerdo lo siguiente:
“Es Dios quien nos ha creado. Es Él quien cuida de nosotros. Dios es el
todopoderoso. Nosotros no tenemos ningún mérito. Que Dios te acompañe”. Y,
cuando le describimos, prolijamente, la belleza de los paisajes que se extendían
ante nuestra vista, de la montaña al mar, el ermitaño nos respondió: “Es un
regalo de Dios al Líbano. Es un regalo del cielo para glorificar aquí su santo
nombre. Todo lo que poseemos, a Él le pertenece”. No nos aceptó regalos o
presentes. El ermitaño escuchó lo que decía el licenciado Arqach sobre la labor
de los ermitaños y la gente piadosa de Francia, y respondió: “Francia es la hija
mayor de la Iglesia”, En ese momento sonó la campana del convento de San Marón,
anunciando el Ángelus. Le pedí que lo rezara, como él lo acostumbraba, seguido
de las letanías de la Virgen y el culto de veneración a María. Muy recogidos, y
de rodillas, repetimos, tras él, la oración. Él cantó en voz baja, cubierta la
cabeza con su capucha, mirando hacia el suelo, los ojos cerrados, como si fuera
un ángel transportado por el Espíritu al cielo. Al momento de marcharnos, el
ermitaño se puso de pie, con modestia y delicadeza sin par, irradiando una
mirada más allá del espacio, las manos cruzadas sobre el pecho, y pronunciando
las palabras “que Dios os acompañe”. Me acuerdo que Chikri no paraba de hablar
del ermitaño, diciendo:”Estos piadosos ermitaños, en las cimas de las montañas,
construyen el secreto de la existencia del Líbano con su pureza y bondad”341.
5-Chárbel
actuó con sencillez
“Un día, yo lo acompañé cuando él llevaba sobre sus espaldas arbustos espinosos
para cercar el viñedo. Vio en el suelo un pequeño sobre que contenía papel de
cigarrillos, que llevaba la imagen de un jinete. Unos pasos después, se devolvió
para recogerlo. Cuando llegó al eremitorio, puso el sobre al lado de otras
imágenes, y se arrodilló para orar. Le dije: “¿Qué es lo que hace usted?” . Me
respondió: “Es San Jorge, y oro ante su imagen”. Yo le contesté,
riéndome: “¡Pero si es un sobre con papeles para cigarrillos!”. Y me lo devolvió
para que lo botara”342
B: Chárbel, el apóstol (Mc 4,18; Mt 10)
I
Introducción
1-Los
funerales
“Cuando se dirigían a él para participar en los funerales de los pueblos”343
vecinos, él participaba en ellos, ya por buena voluntad, ya bajo orden de
ebediencia”344. “Llegado al lugar, se dirigía directamente a la
iglesia, mientras el superior, acompañado de los monjes, pasaba primero por la
casa de los parientes del fallecido, para acompañar el féretro a la iglesia”345.
“Una vez terminado el funeral, él retornaba rápido al eremitorio, sin comer. Y
si le ofrecían dinero, lo llevaba en su puño al superior, sin mirar cuánto era”346.
2-Las
misas
“Si
el superior le mandaba celebrar la misa a los arrendatarios asociados, los
domingos y días de fiesta, él obedecía, y regresaba al convento sin hablar con
nadie”347.
3-Ministerio (Ac.26, 17-18)
“El
padre Chárbel no era cura párroco ni misionero. Pero cada vez que se presentaba
la ocasión para el servicio de las almas, él respondía con gozo. Algunas veces
confesaba a los que se lo pedían, de entre los cohermanos, monjes, sacerdotes y
hombres, según me han contado algunos. Sus consejos eran estimados como útiles y
extraordinariamente santificadores. Cuando lo llamaban para visitar enfermos y
afligidos, se esforzaba, lo mejor posible, para consolar a los padres, y los
invitaba a abandonarse en las manos de Dios”348, “orando por ellos y
por los enfermos”349, “rogando, igualmente, por los bienhechores y
los pecadores, recordándolos a todos en sus misas. No predicaba, pero prodigaba
sus consejos y sus directrices a quienes se lo pedían”350.
II
Relatos y acontecimientos
1-Feliz y contenta
“Un
día, el otro ermitaño, el padre Macario, me llamó. Por aquel, entonces, yo era
todavía un simple laico que vivía en Al Uwaini, cerca del eremitorio. Cuando
llegué, vi un hombre de Bqaakafra, el hermano del padre Chárbel, acompañado de
su esposa, que habían venido para visitar la ermita y para bautizar su niño. El
padre Chárbel conversó solamente tres minutos con su hermano, rehusando, por
sistema, hablar con su cuñada. Pero ella estaba muy contenta, a pesar de que el
ermitaño no la recibiera. Era que toda la familia del padre Chárbel, igual que
toda la suya, era una familia santa y, a su ejemplo, buscaba la santidad. El
hijo, del que yo fui padrino, fue bautizado por el padre Macario, sin la
presencia del padre Chárbel. Después de largo tiempo, su cuñada volvió a visitar
el eremitorio. Al pasar por la ruta de Uwaini, me vio, cuando yo ya era
sacerdote, y me dijo: “Tu ahijado murió. Antes de morir me decía: “Llévame donde
mi tío, el padre Chárbel, para verlo”. Me entristecí, y lloré. Entonces, ella me
dijo:”feliz él que está en el cielo”. Lo dijo sin derramar una lágrima”351.
2-Rehusó bautizar
“Una
vez, mi madre llevó a mi hermano Pedro para que su tío, el ermitaño Chárbel, lo
bautizara. No quiso recibirla, dirigiéndole algunas palabras desde el otro
lado de la puerta, cerrada, sin que ella lo pudiera ver. No quiso, tampoco,
bautizar al niño. Fue el otro ermitaño quien lo hizo. Además, no permitió a mi
mamá y a su prima hermana entrar en la iglesia para participar en su misa, sino
que tuvieron que seguirla, desde fuera, por la pequeña mirilla, practicada en la
puerta de la iglesia”352.
3-Bautizadlos (Mt.28, 19)
Yo,
el suscrito, padre Chárbel de Bqaakafra, afirmo haber bautizado a Miguel,
hijo de Rafael Rizkalluh Chababi, el 8 de diciembre de 1873”352
“Pedro, hijo de Challita, recibió el santo bautismo de mis manos, el 7 de
septiembre de 1887. Efectuado por el padre Chárbel, el ermitaño”354.
4-Sanad los enfermos (Mt.10, 8)
“Una
vez, el patriarca Pablo Masaa dio una orden de enviar al padre Chárbel a Futuh
Kesserwan”355, “en Gadress”356, “para orar y bendecir los
hijos enfermos del dignatario, Salem Addahdad. Éste tenía cinco hijos, de los
cuales tres murieron de tuberculosis, y los dos sobrevivientes, aquejados del
mismo mal. Suplicó al superior que le enviara al padre Chárbel para pasar en su
casa cierto tiempo, a fin de orar por sus hijos y curarlos. Él fue, acompañado
del padre José Al Kfuri, el hermano Pedro de Mechmeche”357”y Abdallah
José Aun”358. Se quedaron cerca de un mes en la casa del susodicho
dirigente. Desde su llegada, el padre Chárbel pidió que sacaran las mujeres de
la casa, para ellos quedarse allí. No abandonó la vivienda del dignatario
mencionado sino después de la sanación de los dos enfemos”359.
“Después de su regreso al eremitorio, yo me presenté allí para preguntarle,
expresamente: ¿cómo está?, ¿qué vio por el camino?”. Y me respondió: “Fui de
aquí para allá, y regresé de allá hacia aquí”360.
5-Convertirse a Dios (Ac.20, 21)
“Un
año, con ocasión de la Semana Santa, el padre Elías de Mechmeche, superior del
convento de San Marón, en Annaya, envió al padre Chárbel a Mazraat Kfarbaal,
donde había arrendatarios-asociados del convento, para ayudarles a cumplir sus
deberes espirituales durante la Cuaresma, ya que su cura párroco no gozaba de
muchos conocimientos teológicos. Él aceptó, y de muy buen talante, pasando toda
una semana en servicio pastoral, por obediencia”361.
6-Cumplo el ministerio que recibí del Señor (Ac.20, 24)
“Yo
sé que él llevaba una vida angelical, cultivando sus deberes sacerdotales, a los
que se dedicaba con una extrema exactitud. No hablaba con ninguno de los monjes,
a menos que le dirigiera la palabra. Entonces, respondía. No recuerdo haberlo
visto abrir una conversación. Pasaba su tiempo entre la iglesia y el trabajo del
campo. En caso de que tuviera que ausentarse de éste, pedía el permiso, a no
importa cual hermano o trabajador. Nunca pedía salir del convento para algún
trabajo ministerial o para otra clase cualquiera de trabajo. Una vez, celebró
la misa en Kfar Baal. Alguien le dio dinero, que él dejó en su mano. Una vez en
el convento, se la dio al superior, diciéndole: “tenga este dinero que me han
dado”362.
7-Nos
pedía que le copiáramos libros
“El
padre Chárbel nos pedía, a mí y a mi hermano Miguel, más tarde monje, que
fuéramos los domingos para copiarle los libros de San Antonio y San Cipriano,
para regalarlos, a los que le pidieran, para ponerlos en sus casas, y como una
bendición para sus gusanos de seda. Yo tenía, en ése, entonces, como unos diez y
ocho años,y continué frecuentándolo durante cuatro años363.
8-Se
precipitaban sobre él (Mc.3, 9-10)
“Cuando llegaba a alguna aldea para participar en los funerales, él se iba
derecho a la iglesia, donde se quedaba hasta que todo el mundo hubiere salido.
Después, volvía enseguida al convento. ¿Habrá que hablar de la solicitud de las
gentes a su alrededor y su estima por él? Desde que lo sentía llegar, se
precipitaban sobre él para que les bendijera el agua”364.
9-Mi
alimento, vosotros lo desconocéis (Jn.4, 32)
“Una
vez, acompañó a los monjes para participar en unos funerales en la aldea de
Mechmeche. Después del entierro, los padres del difunto invitaron a los
sacerdotes a almorzar, menos al padre Chárbel porque ellos sabían cómo era de
reacio, y, más bien, él prefería dar la media vuelta hacia el convento”365.
10-Banquete del amor
“Una
vez, el padre Chárbel recibió orden del superior de ir a celebrar la misa a los
habitantes de Kfar-Baal. Mi abuelo le pidió que celebrara la misa por sus
difuntos. El padre Chárbel aceptó. Después de la misa, mi abuelo le dio cierta
cantidad de dinero, envuelto en un pañuelo. Cuando el padre Chárbel se dio
cuenta que contenía dinero, lo rechazó, y le dijo: “déselo usted,
personalmente, al superior”366.
11-Joven, levántate (Lc.7, 14)
“Mi
padre estaba aquejado de tifoidea, recibiendo tratamiento de personas peritas en
medicina. Se agravó, de tal manera, que perdieron toda esperanza de sanación, y
suspendieron el tratamiento”367. “Perdió el conocimiento, y entró en
agonía”368. “Sus hermanos y parientes recurrieron al superior del
convento”369, “el padre Elías de Mechmeche”370, “a fin de
que enviara al padre Chárbel para que orara por él. El superior satisfizo su
solicitud, y el padre Chárbel vino a nuestra casa”371, en la noche”372.
Hombres y mujeres llenaban la casa. Cuando las mujeres supieron de su llegada,
salieron de la casa, menos la mamá que se cubrió con una sábana. Apenas entró,
llamó tres veces a mi padre, por su nombre, diciendo: “Ricardo”. Mi padre
abrió los ojos. El padre Chárbel añadió:”No temas”. Él amaba a mi padre,
pues le ayudaba la misa, cuando había necesidad. Oró, bendijo el agua con que
asperjó a mi padre, y le dio de beber. Al salir, dijo: “No hay nada que
temer”. En efecto, mi padre recobró el conocimiento, comió y bebió. Poco
después, se recuperó del todo, y se levantó de la cama”373.
12-Dadle de comer (Mc.5, 43)
“Una
vez, mi tío, el médico Nayib Beik Al Juri, atacado de tifoidea, se moría. Mi
abuelo, que también era médico, creyó que la situación de mi tío era
desesperada e incurable. Mi abuelo, entonces, envió a alguien por el padre
Chárbel para rogarle que viniera a bendecirlo, con la esperanza de que sanara.
El padre Chárbel respondió al mensajero que iría por la noche. El mensajero le
explicó que el enfermo estaba en un punto tan grave, que no se podría tardar.
Respondió: “Vamos inmediatamente, pero no quiero que nadie me vea”374.
“El no quería llamar a atención de las gentes, por humildad”375.
“Cuando llegó, la fiebre estaba ya tan alta que había perdido el conocimiento.
Después de que el padre Chárbel oró, tomó un pañuelo, lo empapó de agua, y le
frotó la frente. Al momento, abrió los ojos”376, después de días de
haber perdido el conocimiento, y pronunció dos palabras: “padre Chárbel”377.
Su madre le dijo: “Bésale la mano”378. El padre Chárbel se dirigió a
todos los presentes, diciendo: “Dad gloria a Dios. El enfermo se ha curado”379.
“Dadle de comer”. Titubearon, puesto que el niño estaba atacado de
tifoidea, y las gentes creían que la comida podría causarle la muerte al
enfermo. Pero el padre Chárbel insistió para que le dieran de comer. Después se
regresó. Entonces le dieron el almuerzo. Comió, y se recuperó, poco después. Su
padre, que es mi abuelo, volvió a la casa, y le contaron lo que el Padre Chárbel
había hecho. Él respondió: “Ya no hay posibilidad. Si le dieron de comer, ya no
hay esperanzas”. Pero el niño se curó, creció, y se hizo médico. Vivió hasta los
85 años. Trató muchas veces al padre Chárbel en su vida”380.
13-Talita, levántate (Mc.5, 41)
“Otra
vez, el padre Chárbel fue llamado para bendecir a Jorge Gabriel, de mi aldea,
Ehmej, atacado de una grave enfermedad. Por orden del superior, pasó una noche
en su casa, en oración. Dios lo sanó, gracias a las oraciones del padre Chárbel”381.
14-Ruega por ellos (Mc.6, 5)
“Me
acuerdo que, una vez, las langostas invadieron la región. Entre otras, Ehmej.
Los cuidanderos del campo se amontonaron en el convento para pedirle al superior
que enviara al padre Chárbel para que rogara sobre las langostas a fin de
alejarlas. Él bendijo agua, asperjó las langostas, y se fueron. Al mismo tiempo,
había en el pueblo enfermos en una casa, atacados de fiebre tífica. Le pidieron
al padre Chárbel que viniera a bendecirlos. Respondió que no podía hacerlo sin
la autorización del cuidandero a quien el superior le había confiado. El
guardián respondió:”¿Cómo puedo yo ordenarle eso, puesto que usted es monje?”.
El padre Chárbel le dijo: “El superior me ha confiado a ti. Yo te obedezco.
Yo voy a donde tú me mandes”. Entonces el guardián le mandó ir con él para
orar por los enfermos”382.
15-Lázaro ha muerto (Jn.11, 14)
“Una
vez, mi abuelo paterno, Pedro Sebastián Al Juri, que hacía el oficio de médico,
según el tratamiento popular, sin autorización, fue llamado a Amchit para
reconocer a un enfermo, hijo único en la familia de una de las autoridades de
ese pueblo, de nombre Gabriel Salomón Abbas. Mi abuelo pasó allí, cuatro o
cinco días, esforzándose en sanar al enfermo, usando todos los medios. Cuando ya
no tenía esperanzas de curación, envió un mensajero a su hijo, que es mi padre,
para decirle: “ve al eremitorio de San Pedro y San Pablo, y pide al ermitaño, el
padre Chárbel, que te acompañe a Amchit para rezar por el enfermo”. Mi padre fue
inmediatamente, y llegó después del medio día. Le explicó al padre Chárbel la
misión que le habían encomendado. Al principio vaciló. Después aceptó, con la
condición de obtener el permiso del superior, el padre Elías de Mechmeche. Dada
la autorización, el padre Chárbel tomó su lámpara para iluminar el camino, pues
él no salía del eremitorio sino cuando caía la noche, para no ver ni ser visto
por nadie. Fue su costumbre durante toda la vida de ermitaño. Prefirió marchar a
pie, diciéndoles a su compañero, el padre Elías de Mahrrin, y al arriero:
“Tengo miedo de caer si monto a lomo de asno, pues no tengo práctica”.
Después de caminar largo trecho, dijo: “Cumplamos la orden de obediencia”.
Llegados a un lugar, situado encima de Mahrrin, el padre Chárbel se paró
estupefacto. Mi padre le preguntó: “¿Qué le pasa?. Démonos prisa”. Él respondió
a mi padre, que le llevaba no menos de 20 metros de distancia, montado a lomo de
caballo: “¡Escucha, escucha!. Dicen que murió”. Entonces mi padre paró
su caballo y le dijo: “¿Con quién está hablando, padre Chárbel?”. El padre
repitió: “Dicen que ha muerto”. Mi padre le replicó: “¿Por qué dice
eso?. ¿Con quién habla usted?”. En ese momento él se dirigió a mi padre,
diciéndole: “Reza el Ángelus. Oremos por el hombre, pues ya murió”.
Después se arrodilló y comenzó a orar. Entonces mi padre, conturbado, hizo la
señal de cruz, se apeó del caballo y se acercó al padre Chárbel, con gran
unción. Y, sacudido por una emoción sin par, le rogó, repetidamente, que
siguieran el camino, después de haberse fijado en la hora en que él le dijo las
anteriores palabras. El padre Marón le dijo al padre Chárbel: “Continuemos
nuestra marcha, por obediencia al superior”. Después de vacilar un poco, el
padre Chárbel aceptó, cuando mi padre le hizo comprender las dificultades que
podrían encontrar si se devolvieran, a hora tan tarde de la noche. Entonces
continuaron caminando, a pasos lentos e indecisos, como reza el proverbio
popular libanés: “Un paso adelante y otro atrás”. Pero él repetía: “Es inútil
ir allí. No hay necesidad de continuar el camino, pues la misión por la que el
superior nos dio la orden de llevar a cabo, ha terminado, ya que el enfermo ha
muerto”. Pero, en vista de que mi abuelo había pedido, insistentemente, la
presencia del padre Chárbel, por una parte, y, por la otra, la incredulidad de
mi padre concerniente al deceso del enfermo, insistió en que el ermitaño
continuara la marcha. Y, he aquí que, llegados a unos 500 metros de la casa del
enfermo, se escuchaban los gritos y los llantos. De verdad, el enfermo había
muerto. En ese momento, mi padre comenzó a preguntarle al padre Chárbel cómo
había sabido la muerte del enfermo, si ellos estaban a una hora y media de
distancia384 de Amchit, desde donde no se podía escuchar nada ni ver
el pueblo. Pero el padre Chárbel nada respondió. Seguía orando. Llegados a la
casa, mi padre se enteró que la hora del deceso coincidía con el momento en que
el padre Chárbel se paró en el camino y dijo: “Dicen que ya murió”.
Entonces mi padre les contó lo que había pasado por el camino. Se asombraron y
se lamentaron de no haber llamado más temprano al ermitaño. Esta noticia se
desparramó por todo Amchit y sus alrededores. Mi padre contó esta historia una
veintena de veces, delante de mí y delante de otros, entre los cuales había
sacerdotes y autoridades. A raíz de estos acontecimientos, los habitantes de
Huyula, de Bachtilda y de Almat, todos musulmanes chiítas, venían donde el padre
Chárbel para que los bendijera; y le traían sus enfermos, pidiendo para ellos la
salud. En cuanto al padre Chárbel, jamás oí decir de él, a nadie, que él hablara
de estos sucesos y de otros que se cumplieron por su intercesión. Eran cosas que
las gentes se transmitían”385.
16-Murió el enfermo
“José, hijo de Elías Antonio, de la aldea de Mechmeche, fue atacado de una grave
enfermedad. Los padres del enfermo pidieron al superior que les enviara al
padre Chárbel para orar por él. Fue, por obediencia. Habiendo llegado a la mitad
del camino, se paró, estupefacto y en silencio, como unos cinco minutos. Después
dijo al mensajero: “Me devuelvo al monasterio386.¿Para qué
ir a Mechmeche, si el enfermo acaba de dar el último suspiro?”387.
Pues, bien, el enfermo había fallecido a la misma hora en que el padre Chárbel
se regresó del camino”388.
17-Corrieron los chiítas (Jn.4, 39-42)
“Me
acuerdo que, una vez, las langostas invadieron las propiedades de la aldea de
Turzaya, repartida en dos barrios: en uno, vivían los cristianos y, en el otro,
los musulmanes chiítas. Los cristianos y los colonos-asociados del convento
vinieron donde el padre Chárbel, a decirle: “Le rogamos, nos ayude”. Él los
mandó donde el superior, quien dio la orden de acompañar a los habitantes.
Entonces bendijo el agua y la roció, ayudado de otro monje. Las langostas
huyeron, entonces, y se refugiaron en las propiedades de los musulmanes chiítas
que corrieron donde el padre Chárbel, rogándole alejara las langostas de sus
campos. Él continuó rociando sus propiedades con el agua bendita. Las langostas
abandonaron toda la zona que fue asperjada con el agua bendita”389.
18-No
hay más que el padre Chárbel, capaz de atajar esta calamidad
“Uno de mis parientes, en Ehmej, Sassine Al Juri, me contó que miríadas de
langostas invadieron la región, en el tiempo en que el padre Chárbel estaba en
el eremitorio, y devastaron, al mismo tiempo, árboles y sembrados de Almat,
aldea cercana a Ehmej. Todo el mundo repetía: “No hay más que el padre Chárbel,
capaz de atajar esta calamidad”. Gabriel Sassine se apresuró a ir donde él.
Bien, bendijo el agua, salió del eremitorio y roció agua en dirección de Ehmej.
Al regresar Gabriel a Ehmej, encontró que las langostas habían tomado otra
dirección. Sus plantaciones fueron asperjadas”390. Me acuerdo,
también que, una vez, las langostas invadieron la región, entre otros lugares,
Ehmej. Sus vigilantes pidieron al superior que autorizara al padre Chárbel para
que los acompañara, a fin de espantar las langostas. Bendijo el agua, asperjó
los lugares, y las langostas se alejaron de sus tierras”391
C: Trabajo y oración
I-Introducción
“El
novicio debe ser silencioso, calmado y dinámico en su trabajo. No se escoge el
trabajo fácil ni las cosas buenas, para dejar las malas a los demás. Debe
escoger para él lo peor, y dejar los buenos a los demás. Esto debe hacerse con
humildad, aceptando los ministerios y trabajos más bajos del convento, para
librarse de su amor propio, sin lo cual no hubiera existido el infierno”392.
Es por eso por lo que Chárbel no tenía otro ministerio en el convento, más
que la misa, la oración y el trabajo en el campo. Se dedicaba, en especial, a
amontonar las piedras para la construcción de muros de sostén en las parcelas
donde preparar los cultivos”393. Antes de entrar a su eremitorio,
ayudaba al pastor de cabras a cuidar el rebaño, llevar a pastar las cabras y a
ocuparse de ellas”394. No conocía la ociosidad. Andaba siempre activo
en sus oraciones y actos de piedad. Silencioso, no hablaba nada”395,
“detestaba el descanso, le huía al sueño, y su pasión era la mortificación y el
trabajo”396. Toda su vida monástica, unos 50 años, se resume en
oración, trabajo y silencio”397. Trabajaba con los hermanos y los
obreros en el campo y en los viñedos. Era virtuoso y respetuoso, asiduo en el
trabajo hasta que sonara la campana para la oración. Entonces pedía permiso al
hermano responsable del trabajo, o bien, a un simple trabajador, en ausencia del
hermano, esperando que le permitiera ir a la iglesia para el oficio divino”398.
“Se arrodillaba en el suelo durante el rezo de las oraciones”399.
“Trabajaba arduamente y con amor, sin reposo y sin mirar a su alrededor.
Perseveraba en su trabajo hasta que su compañero lo invitaba a parar. Sus manos
eran un solo callo, a fuerza de trabajo”400. Y cuando deseaba una
bocanada de aire, se iba a recoger el cascajo en el viñedo401.Yo no
le veía sino trabajando en el viñedo del eremitorio o en el campo”402,
“como si estuviera condenado a trabajos forzados”403, “como
una máquina que nunca para. En ello ponía toda el alma. Si paraba, era para
hacer la señal de la cruz, para volver, después, con renovadas fuerzas, rezando
sin interrupción, mientras trabajaba”404. “Cuando un obrero del
convento le pedía desplazar la máquina del arado a otra parte, inmediatamente él
la cargaba”405. “No se excusaba para ir al trabajo, así hiciera frío
o calor. Y cuando lo mandaban transportar una carga de arbustos espinosos u
otros objetos, se alzaba todo lo que podía, y aún más, sin decir que está pesado
o liviano”406.
II
Relatos y acontecimientos
1-¿Cómo pasaba el día?
“Celebraba su misa temprano, en la mañana, y se dirigía, sin tardar, al trabajo,
una vez recibida la orden del superior o del responsable del trabajo. Se iba a
un campo cercano o lejano o, bien, al viñedo, sin hablar con nadie en el camino,
y sin mirar para ningún lado. Si alguien lo saludaba, diciendo: “gloria a Dios”
(como era la costumbre), él respondía: “que Dios te bendiga”. Una vez
llegado al lugar del trabajo, cogía su pica y comenzaba la tarea con entusiasmo
y amor, como si fuera un trabajador bien pagado que buscaba aumentar su salario.
No importaba si el responsable del trabajo fuera sacerdote, hermano o
trabajador. Todos representaban para él la autoridad establecida por Dios. Si
los otros se sentaban para descansar, tomar agua fresca y distraerse cambiando
palabras, él se apartaba, sin hablar o beber, atento sólo a la reanudación de su
trabajo, con dedicación. Si no lo obligaban a descansar, no lo hacía. Los monjes
y los obreros lo veneraban, respetaban sus virtudes y evitaban palabras ociosas
delante de él. Si el responsable del trabajo se quedaba en el campo hasta más
tarde, el padre Chárbel seguía, a su lado, continuando su tarea con el mismo
entusiasmo del principio, y aún aumentaba su esfuerzo a lo largo del trabajo,
sin advertirle al responsable que ya era tarde. Como ya dije, nunca ponía
objeción a nada. Si el responsable tardaba en llamar al padre Chárbel y a los
otros monjes a comer, él no se preocupaba ni decía jamás que tenía hambre o que
estaba cansado. Esos términos no le pasaban por la cabeza. Si hacía calor
durante la siega, o frío en el invierno, jamás se quitaba la capucha. No le
interesaban las conversaciones profanas y las cosas a propósito de la
actualidad, ni se preocupaba por lo que sucediera en el país o en la Orden, ni
lo que se refiriera a la administración. Su sólo interés se concentraba en su
deber por cumplir la obediencia. Lo demás lo dejaba al cuidado de la Providencia
divina. Por eso digo que se diferenciaba de los otros monjes. Como él evitaba el
trato con mujeres y lo relacionado con el mundo, los demás, sabedores de su
temperamento, no lo abordaban, apartándose de él, por respeto a sus virtudes”407.
2-Corría a la iglesia para orar (Mt.14, 23)
“El
padre Elías de Mechmeche me llamó, de eso hace ya como 40 o 50 años408,
para que le construyera un horno para el convento de San Marón, en Annaya. Le
pedí obreros que me ayudaran en la construcción. Entre otros, estaba el padre
Chárbel. Trabajó conmigo seis días, durante los cuales fue un ejemplo de
perfección. Desde que comenzó el trabajo, me dijo: “¿Qué quiere usted,
maestro?”. Y yo le respondí: “Piedras y pedazos de ladrillos”. Me los traía
con entusiasmo y energía, levantando sobre su pecho las piedras pesadas para
ponerlas sobre el andamio. Y las pequeñas, afiladas, en brazadas sobre la mano,
de tal suerte que la sangre le corría debajo de las uñas. Yo le decía: “¡No, no,
maestro, tenga cuidado, no se fatigue de esa manera, vaya con calma!”. No
respondía y continuaba con su pesado trabajo. Así pasó conmigo una semana,
trabajando a ese ritmo, sin pronunciar una sola palabra y sin hacer ninguna
pregunta, sino: “¿Qué quiere usted?”. Me daba lástima de él. Entonces yo
hacía lo posible por aligerarle el trabajo. Y mientras nosotros descansábamos
para fumar un cigarrillo, él corría a la iglesia para orar”409.
3-Derecho a la iglesia
“Como
el pan se hacía en el convento, en la noche, por turno, el padre Chárbel,
también, como el resto de los hermanos, venía al convento, a la tarde, y se
dirigía, directamente, a la iglesia para permanecer allí hasta media noche,
esperando que la masa fermentara. Entonces lo llamaba el hermano despensero para
que ayudara a los demás cohermanos, hasta que hubieren terminado la elaboración
del pan. Entonces, él volvía al eremitorio para celebrar la misa”410.
4-No
perdía la menor oportunidad
“Antes de entrar en el eremitorio, él trabajaba con los monjes en el campo.
Cuando venía al convento para llevar el almuerzo a los trabajadores, dejaba los
recipientes en la cocina, y se iba a la iglesia para vacar allí, delante del
Santísimo Sacramento, aprovechando la menor ocasión, antes de ir al trabajo”411.
5-Callado, por más que lo hicieran trabajar (Mt.5, 11-12,41)
“La
mayoría de los monjes responsables del convento era de Mechmeche. Sólo el padre
Chárbel era de la región de Yebb (norte). Por más que le dieran trabajo,
permanecía en silencio, y a nadie decía “no”, ni se quejaba. Ninguno le tenía
lástima. El despensero412, el hermano Francisco, hermano del
superior, le hacía trabajar duramente, y siempre regañándolo. El padre Chárbel
le obedecía, igual que si fuese el superior, aunque sólo era un hermano lego, y
él (Chárbel) era sacerdote. Cuando volvía del campo, agotado, con una carga
pesada de leña, curvadas las espaldas, el hermano Francisco lo mandaba a traer
agua o hacer otro trabajo cualquiera. Una vez, le ordenó regar las plantas de
tabaco con un balde. De tal manera transportó baldados de agua, todo el día, que
se le pelaron las manos”413.
6-Las
piedras rozan su piel
“Un
día, en el campo, yo le cargaba piedras directamente sobre la espalda, sin que
él se protegiera con algún costal o un paño grueso. Continuó así hasta que se le
rompieron la sotana y la camiseta, y las piedras rozaban su piel. A mí me daba
lástima porque él era sacerdote. Se presentó ante el superior y le dijo con
humildad y en voz baja: “Mire, padre, mi sotana”. Y el superior mandó que
le dieran otra sotana”414.
7-Trabajaba con gozo y paciencia
“Yo
lo vi portar una carga de leña y piedras en un canasto sobre la espalda.
Trabajaba con la pica en el viñedo hasta la tarde, sin descansar ni abandonar el
trabajo, hasta que su compañero lo llamaba a comer o para hacer otro trabajo. Si
su ayudante le mandaba llevar una carga superior a sus fuerzas, él no
protestaba. Si le encargaban un duro trabajo, lo hacía con gozo y paciencia, sin
renegar y sin enojo. No lo eludía. Trabajaba escondida la cabeza en la capucha
que se calaba hasta los ojos. No se la quitaba ni siquiera para secarse el
sudor”415.
8-¿Qué desea usted que yo trabaje?
“Era
un monje de trabajo, de oración y silencio”416. Ninguno escuchaba su
voz. Nosotros, los colonos-asociados que trabajábamos con los monjes en el
campo, no recordamos haberle escuchado pronunciar una palabra, fuera de:
“¿qué desea usted que yo trabaje?”, cosa que decía al comienzo, de brazos
cruzados, delante del responsable del trabajo, la cabeza inclinada y los ojos
bajos”417. “Cuando era el momento de la oración, se arrodillaba en el
mismo lugar donde se encontraba. No cedió, en toda su vida, a la distracción y
al descanso!418.
9-Hace el signo de la cruz
“El don de sí consiste en hacer el signo de la cruz, cada vez que comiences un
trabajo. Luego, ofrece este trabajo a Dios, diciendo: “Señor mío y Dios mío, te
ofrezco mi corazón y mi alma, como también este trabajo. Dame, Dios mío, la
fuerza de llevarlo a cabo, según tu voluntad, y que sea una ofrenda para dar
gloria a tu divinidad”419. Por eso, cuando iba con nosotros, los
novicios, para trabajar en el campo, lo hacía como si fuera uno de nosotros,
haciendo, de cuando en cuando, el signo de la cruz, conservando, profundamente,
el silencio. No me hablaba ni una palabra, ni a mí ni a ninguno. Cuando uno le
preguntaba, a propósito de cualquier cosa, respondía, “sí o no”, o bien,
brevemente, como era su costumbre. Se cansaba mucho en el trabajo del campo, sin
importarle el descanso de su cuerpo”429
.
D: La pobreza de Chárbel
(Mc 10,21)
I.Introducción
1-Pobreza material
“¿Por
qué el hombre se afana tanto tras el oro? ¿Para valorarse? ¡Pero si el hombre es
mucho más valioso que el oro: es hijo de Dios y su valor reside dentro de sí
mismo!”421. Por eso él observaba escrupulosamente la virtud de la
pobreza”422. “El monje no debe poseer nada”423. “Su mano
jamás tomó, con agrado, una moneda, plata u oro. Utilizaba las cosas más
despreciables, no permitiendo que las desecharan o arrojaran, cualquier cosa que
fuera, para observar el voto de pobreza, en el comer”424, “en el
beber y en su vestido, gastado y viejo. Todo lo enviaba a los reponsables”425.
Cuidaba celosamente las pertenencias del convento”426, “sin botar
nada, por minúsculas que parecieran las cosas”427, “aunque fuera un
tallo de legumbre. Si veía una uva bajo la vid, o un pedazo de pan en el camino,
los recogía y los llevaba a la cocina. La Orden no hizo gasto alguno para
comprarle un hábito nuevo, porque él lo pidiera. Sus hábitos eran siempre
usados, no poniéndose más que lo que sus hermanos ya no utilizaran”428.
Era pobre como un mendigo. Y aún, un pobre no aceptaría su comida, su cama y sus
vestidos”429. Las riquezas del mundo las consideraba como polvo que
pisan las gentes”430.
2-Pobreza interior
“Vivía la pobreza externa”431, “superando en eso aún a las personas
más pobres. Efectivamente, su apariencia era de una pobreza sin igual. Pero su
verdadera pobreza residía en su apariencia de tonto perezoso, a pesar de su
riqueza en dones divinos y sus excelsas virtudes”432. Estaba
desapegado a su familia, a la que jamás hizo una visita, en toda su vida, ni
habló ni pidió noticias de ella. Cuando su hermano lo visitaba, una o dos veces
al año, lo recibía por poco rato, y eso, con el permiso de su compañero. Había
renunciado a su voluntad, no sólo en lo concerniente a lo que mandaba la Regla,
sino en todas las cosas. Así estaba él despojado de su propia voluntad. Aunque
gozaba de inteligencia, no mostraba su sabiduría, ni en palabras ni en escritos.
Nunca pronunció uno de esto términos: “Esto es mío, eso es nuestro o del
convento”. Yo comparo al padre Chárbel con un fantasma humano que lo empuja a la
iglesia, al trabajo, a comer o a cualquier otro quehacer del convento; fantasma
que no deja rastro alguno. Mientras trabajaba, con todas sus fuerzas, no
importaba qué clase de trabajo, o mientras oraba elevándose con fervoroso ardor,
en la iglesia, interrumpía todo eso cuando su compañero se lo pedía para cumplir
con el nuevo trabajo que le pidieran, como una sombra que camina al lado de su
dueño. Era ermitaño, pero su voluntad y su entendimiento estaban al arbitrio de
su compañero. Era la indigencia absoluta”433. “Su sola riqueza era el
amor a Dios”434. Fuera de esto, “no había huella alguna que
demostrara que vivía en este mundo”435.
3-La
observancia del tiempo
“No
se mantenía ocioso. Cada vez que podía, oraba por los necesitados y sus
difuntos. Evitaba el ocio para no caer en la trampa del demonio”436.
“De ahí, su atención al tiempo, sin perder ninguna ocasión, la más pequeña que
fuera, para hacer algún trabajo que beneficiara la Orden”437, y
obtener méritos para la vida eterna, teniendo, por cierto, que el trabajo se
nos ha dado para santificarnos”438. Cuando no tenía un trabajo que
cumplir, se entregaba a la oración y la meditación”439, libre el
corazón de toda atadura a las cosas del mundo”440.
II.
Relatos y acontecimientos
1-Tome eso
Cuando participaba en los funerales, y le daban dinero, se lo traía al superior,
a su regreso al convento, diciéndole, textualmente: “Tome eso”. Lo que
llevaba era, o bien, una libra otomana, o dos piastras otomanas. A los demás
sacerdotes solían darles tres piastras otomanas. En tanto que al padre Chárbel
le daban una libra. De todas formas, él no sabía distinguir las monedas. Si no
encontraba al superior en su cuarto, lo ponía en una canasta de mimbre que el
superior tenía debajo de la cama. Una vez, Gabriel Lahud, de Amchit, estaba en
el convento de Annaya. Encontró en el corredor al padre Chárbel, y le pidió que
celebrara una misa a su intención, y le dio una libra otomana. Él la tomó.
Esperó que el hombre se alejara del cuarto del superior. Entonces entró él y le
dijo que Gabriel le había pedido una misa. Y añadió: “Tome esto”. El
superior le replicó: “Celebre la misa y quédese con el dinero”. El padre Chárbel
le dijo: “En cuanto a la misa, ya está anotada en el cuaderno del convento;
pero esto yo no lo dejo conmigo. Tómelo”. Y el superior cogió la libra”441.
2-Quíteme ese diablo de encima
“El
padre Chárbel acompañó a los monjes del convento para corresponder a la
invitación a un funeral. Cada uno de ellos recibió tres piastras otomanas. De
regreso, el padre Chárbel quiso darle las piastras al superior. Éste le dijo:
“Guárdelas con usted. Puede ser que necesite comprar un pañuelo u otra cosa”.
Obedeció la orden del superior. Pero, por la noche, no sufriéndolas más
consigo, se las volvió a llevar, diciéndole: “Tómelas, que yo no quiero dejar
este demonio conmigo”442.
“Un hombre le pidió que le celebrara una misa, y le dio una piastra otomana.
Como de costumbre, se la llevó al padre superior, el padre Roque de Mechmeche443,
quien le dijo: “Tómela para usted”: Por obediencia, él la llevó al eremitorio,
poniéndola sobre una tabla, en su celda, y se olvidó de ella. Después de algún
tiempo, la vio, por azar. La devolvió al superior, diciéndole: “Padre, tome
este maldito demonio, lejos de mí”444.
3-Déselo al padre Macario
“Voy a contar un episodio que sucedió conmigo, en julio de 1898, cuando yo
estaba en el convento de San Antonio de Kozhaya, donde residía el padre Antonio
Alwan, que acababa de pronunciar sus votos”445. “Apenas salí del
convento, me acuerdo que hablé de las virtudes del padre Chárbel con un pariente
mío. Mi pariente quiso enviarle dinero para que celebrara una misa a intención
del hermano 446 Antonio Alwan. Me dio una libra otomana para que se
la mandara. Yo, a mi vez, confié ese recado al padre José Al Hasruni, rogándole
que le diera la libra, personalmente, al padre Chárbel, para una misa a
intención del hermano, arriba mencionado”447. El padre José Al
Hasruni contó que, cuando fue al eremitorio, encontró al padre Chárbel, y le
dijo: “Tenga la bondad de recibir este dinero para que celebre una misa por la
intención del hermano Antonio de Aito. Él me respondió: “Désela al padre
Macario”. Le repliqué: “El interesado me pidió que se la diera a usted, en
su propia mano”448, por lo que no se la puedo dar a otro”. Entonces
alargó la mano, cerrando los ojos, y mirando al suelo. Puse el dinero en la
palma de su mano. Hecho esto, se fue donde el padre Macario, lo llamó con una
voz como si estuviera en la iglesia, diciéndole: “¡Padre Macario, padre
Macario!, tenga este dinero”, tendiéndole la mano lejos de él, como si
llevara un escorpión, y se lo entregó, sin mirar y sin saber su cantidad”449.
“Si alguno de los visitantes deseaba darle dinero para el eremitorio, a fin de
pagar una promesa, tranquilamente respondía, sin mirar ni el dinero ni su
cantidad: “Vaya donde el padre Macario”450. “Y, he aquí un
ejemplo, entre muchos otros: “Un día, vino un visitante para darle cierto dinero
para una misa a su intención. Le dijo: “Rece por mí. Aquí tiene este dinero que
le doy, para usted, personalmente. No es para el eremitorio”. L respondió:
“Póngalo en el altar con su promesa, pues yo no tengo necesidad de él”. Como
el hombre insistía, después de mucha brega, él lo tomó en su mano, y la cerró.
Luego fue, directamente, a llevarle el dinero, sin mirarlo, a su compañero, el
padre Macario”451.
4-Al
amanecer
“Una
vez, vino hacia mí, al amanecer. Yo era, por entonces, el superior. Y me contó
que unos visitantes que habían pasado por el eremitorio, le había dado cuatro
piastras otomanas, diciéndole: “Cómprese con esto lo que necesite para usted,
personalmente”, y me contó cómo había pasado toda la noche, víctima de una
tentación por el enemigo del bien, para que guardara consigo el dinero. Pero
que, por la gracia de Dios, él había vencido. Yo le dije: “¿Necesita usted
algo?”. Me respondió: “Si gusta, facilíteme algunos pañuelos para enjugarme
el sudor, y que me sirvan como toallas”. Le di cuatro pañuelos negros”452.
5-No
quiero ver el dinero (Mc.10,23-25)
“Rosa
Juana Antonio Zaarur, la esposa de mi tío Challita, sobrina del padre Chárbel, y
tía de mi mamá, me contó que su mamá tenía un cubilete de plata, de ésos que las
mujeres se ponían en la cabeza, como adorno. Después de que murió su hija, Rosa,
lo vendió por 300 piastras, equivalentes a dos monedas otomanas de oro. Ella
llevó ese dinero a su tío, el padre Chárbel, pidiéndole, a cambio, que celebrara
misas por el descanso del alma de su madre, que era, al mismo tiempo, cuñada del
ermitaño. Él no quiso recibir el dinero, hablando a su sobrina desde el interior
de su celda y sin verle la cara, diciéndole: “Dele ese dinero al padre
Superior”. Ella le replicó: “Yo quisiera dárselo a usted, para que usted
mismo celebrara las misas”. Él contestó: “Las misas las anoto en mi cuaderno,
pero no cojo el dinero. Vaya, déselo al superior, sin que yo lo vea”. Ella
obedeció”453.
6-Voy
a celebrar las misas
“Mi
mamá fue al eremitorio, después de la muerte de su padre, Juan, hermano del
padre Chárbel. Le pidió que celebrara unas misas por el descanso del alma e su
padre. Él le respondió: “Las misas, yo las voy a celebrar; pero el dinero,
déselo al superior”. Ella hizo como él le había mandado”454.
7-Morí para el mundo, el día que me retiré de él (Mt.6, 24)
“Nuestra segunda visita fue a causa de la muerte de mi abuelo, Juan Antonio
Zaarur Majluf, hermano del ermitaño, el padre Chárbel. Su deceso ocurrió el 25
de enero de 1897455. El difunto no tuvo hijos varones. Así que su
hija no podía heredar sino la mitad de su padre. Entonces los familiares de su
padre intervinieron, pretendiendo que la otra mitad les tocaría a ellos, ya que
el hermano del difunto era monje y ermitaño, no teniendo derecho a herencia,
según la Regla de la Orden. Pero mi madre les respondió: “Mi tío, el padre
Chárbel, me legará”. Y se fue directo al eremitorio para ponerlo al tanto de la
muerte de su padre y pedirle que le escribiera un testamento, cediéndole,
voluntariamente, su parte de la herencia de su hermano. Yo la acompañé al
convento de San Marón, en Annaya, un día de primavera. Llegados al eremitorio,
no pudimos entrevistarnos con él, cara a cara, sino que nosotros nos quedamos,
de pie, al lado de la puerta de la iglesia, y él se quedó dentro. Le preguntó
qué quería de él. Ella le avisó la muerte de su hermano y le pidió un testamento
escrito de sucesión voluntaria, explicándole que los familiares de su padre
reclamaban la mitad de la herencia. Yo oí que le contestó: “Sobrina, mi
hermano murió hace apenas unos meses, mientras que yo morí para el mundo el día
que tomé el hábito y pronuncié mis votos solemnes, en el convento de San Marón,
en Annaya, hace 44 años. El que ha muerto, ni hereda ni puede legar. Por lo
tanto, tu solicitud no cae bajo mi competencia. Yo no puedo hacer cesión de algo
que no poseo”. Así que nos regresamos con las manos vacías”456.
“Estas expresiones llegaron a ser, más tarde, un lema que las gentes se
transmitían para indicar el despojo del padre Chárbel, su justicia y su
verdadero espíritu monástico”457. Su sobrina, queriendo poner fin a
la igualdad de derechos que pretendían sus familiares, y asegurarse para ella
toda la herencia, insistió en que él escribiera la cesión voluntaria a su favor.
El padre Chárbel tomó un pedacito de papel, sobre el que escribió algo, y se lo
entregó. Cuando llegó a Bqaakafra, abrió el papel, en el que leyó: “Yo no
heredo ni lego”458. Por lo que se refiere a sus familiares, no se
acercó, ni de cuerpo ni de corazón”459.
8-Depositen
la
ofrenda de la promesa sobre el estante
“Una
vez, sus dos hermanos lo visitaron y le propusieron que tomara algunas monedas
turcas, pero él las rechazó. Le insistieron que era dinero de promesa para el
eremitorio. Él las aceptó, diciéndoles: “Depositen la ofrenda de la promesa
sobre el estante”, sin mirar el dinero. Un día que vine a visitarlo en el
eremitorio, me dijo el padre Chárbel: “Mis dos hermanos vinieron a visitarme
y han dejado ese dinero para el eremitorio. Está sobre el estante. Cójalo”.
Yo lo cogí, y encontré que eran ocho piastras otomanas”460.
9-Dios proveerá (Mt.6, 25-34)
“No conocía, ni por asomo, el dinero. No distinguía entre una moneda y otra, ni
jamás la utilizó, en toda su vida, No le interesaba la abundancia o la escasez
del dinero de las promesas, ni tampoco las rentas del eremitorio. Oraba por la
abundancia de las cosechas, sin preocuparse por esterilidad o fecundidad,
diciendo: “Dios proveerá”. Practicaba la pobreza en todas las cosas: en
su celda, en su indumentaria, en su comida, su bebida, su cama y los utensilios
de trabajo”461
E: Indumentaria de Chárbel
I.Introducción
“La indumentaria, el colchón y las cobijas del monje, deben corresponder a la
pobreza”462. “A este respecto, él se vestía como el último de los
pobres”463 y de los novicios”464. “Nunca portó un hábito
nuevo”465, “prefiriendo, humildemnte”466, “usar los
hábitos abandonados de sus cohermanos”467, “uno de esos hábitos
remendados”468, “y desechados que dejan ver sus hilos”469,
hecho de lana libanesa, gruesa, desteñido”470, “rojizo”471,
pero “siempre limpio”472. “Él mismo lo lavaba”472 y “lo
remendaba, sin mucho cuidado”473, “como cosiendo costales474
con hilos de plantas”475, “haciendo puntadas de cinco centímetros”476.
“No tenía hábitos apropiados para verano o invierno, sino uno sólo de lana, y
una camisa tosca”477 “que utilizaba hasta que le dieran otra, ya
usada, de algún cohermano”478.
“Su cinturón, como el de los otros monjes, era de cuero”479, “todo
rayado por las piedras y arbustos que cargaba”480. “Portaba un
pantalón bombacho, negro”481, “una camisa burda”482,
“chaleco, cortado de una sotana vieja, y encima, el hábito monacal”483.
“A pesar del frío glacial, jamás usó medias”484. “Se ponía la capa
sólo en la iglesia y cuando salía del eremitorio; nunca para trabajar. La
capucha la llevaba siempre, en invierno y en verano, de día y de noche.
Únicamente se la quitaba en la misa, conforme mandaba la liturgia”485.
“La capucha le cubría la cabeza, los ojos, las orejas, parte de las mejillas y
el cuello”486. “No se recogía la sotana sobre el cinturón, para no
dejar ver los pantalones, como hacían los demás monjes en el trabajo”487.
“Sus gruesos zapatos eran usados y remendados”488, “terminados en una
lengüeta detrás, arriba”489. “Sus pequeñas toallas para las manos
eran de tela tosca490. Su indumentaria era pobre pero limpia, roída,
desde los gruesos zapatos hasta el solideo”491. “No pedía nada, ni
aun lo necesario. En caso muy apurado, lo pedía con toda sencillez, con humildad
y sumisión”492.
“Odiaba la suciedad493. Sin embargo, no lavaba los vestidos sino
cuando el superior se lo ordenaba, llevándolos puestos, incluso, todo un año”494.
“No se lavaba la cara”495 sino una vez por semana o, en ocasiones
excepcionales, y eso, pidiendo permiso al superior”496.
II
Relatos y acontecimientos
1-Sin
rayas rojas
“El
padre Chárbel le pidió al hermano zapatero, quien añadía rayas rojas a los
gruesos zapatos, según una costumbre monástica de su tiempo, que a él no se las
pusiera”497.
2-Para remendar
“Me
confiaron la ropería, por cierto tiempo, del convento de San Marón, durante el
tiempo del padre Ignacio de Mechmeche. Me mandó ir al eremitorio para revisar la
ropa de los ermitaños, y ver qué hacía falta. Entré en la celda del padre
Chárbel, y no encontré nada servible. Le mandé quitarse esos trapos. Él, viendo
que yo los iba a rasgar, me suplicó que se los dejara para remendarlos y
ponérselos, a fin de observar la pobreza. Después, el superior me mandó hacerle
dos hábitos nuevos. No los quiso recibir, excusándose de no poder llevar un
hábito nuevo, y pidiéndome que le expusiera al superior su deseo de que le
enviara un hábito usado, conveniente para su clase de trabajo, y sin que le
mandara las camisas, pues que él portaba el cilicio y, encima, una especie de
chaleco, cortado de un hábito raído, para ocultar el cilicio”498.
3-Lo
extiendo en el suelo, debajo de mi cama
“recién profeso, fui, un día, a visitarlo. Lo encontré lavando su ropa,
frotándola con los pies. Viendo el cilicio entre la ropa lavada, le pregunté:”
¿Qué es eso”. Me respondió: “Lo extiendo en el suelo, debajo de mi cama”,
bregando a ocultarme su virtud”499.
4-Vístame como yo vivo
“Una
vez que él estaba donde el padre Roque de Mechmeche, con un hábito muy raído, le
dijo: “Deje que yo viva como mi hábito, o vístame como yo vivo”. Pienso
que querría decir: “O bien, usted me envía al eremitorio que cuadra bien con
este hábito que llevo o, bien, tenga la bondad de darme un hábito mejor para
ponerme cuando yo esté con usted”. Esta interpretación fue sostenida por la
reacción del superior que entró, rápidamente, en su celda, se quitó su hábito, y
se lo dio, diciéndole: “Te lo puedes poner”500.
5-¿Por qué vive así, tan desaliñado?
“Una vez, habiéndolo visto ponerse unos zapatos rotos, le dije: “¿Por qué vive
así, tan desaliñado? Mande hacer unos zapatos gruesos, apropiados, pues sus pies
son como los del camello”. No respondió.501.
F: Su
colchón, su sueño y el nobiliario de su celda
I.Introducción
1-La
celda del padre Chárbel en el convento
“Estaba
situada en la parte occidental del convento. Su longitud, del corredor oriental
al muro occidental, era de tres metros con 25 centímetros. Su extensión, de
norte a sur, era de dos metros con 25 centímetros. Su altura, de tres metros. Su
techo estaba confeccionado con madera sencilla, ramas y barro. Una ventana,
practicada en el muro occidental, tenía una altura de 80 centímetros de alto por
40 de ancho. Su piso estaba recubierto con losas de piedra. Su puerta, al
oriente, tenía una altura de un metro con 75 centímetros, por 80 centímetros de
ancho. La puerta daba hacia la ventana y puerta de la iglesia, frente al altar
mayor”502.
2-Su
celda en el eremitorio
“Su
longitud, de oriente a occidente, es de tres metros. Su ancho, de norte a sur,
es de dos metros con 10 centímetros. Su altura es de dos metros con 40
centímetros. Una ventana, abierta en el muro sur, es de madera sencilla, formada
de dos postigos, con vidrio”503,”siempre cerrada, con una cortina
negra para que nadie pudiera ver del exterior”504, “y él no pudiera
ver sino la montaña de Ehmej y la cadena de montañas desiguales. En el muro
oriental hay una hornacina, a manera de armario”505, “y en la que él
ponía la lámpara de aceite”506. “El piso está embaldosado con piedra
de la montaña. Los muros de piedra, recubiertos en el interior con barro. La
puerta, de madera sencilla, es de 80 centímetros de ancho por un metro con 70 de
alto, provista de un picaporte de madera, por fuera, y de una manecilla, también
de madrea”507. “Su celda estaba vacía”508, “siempre
abierta”509, “tiznada por el humo”510. “La cama es de
madera. Debajo había colocado una canasta de mimbre donde ponía sus libros de
espiritualidad”511 “y de teología, y un botijo con agua para beber”512.
“No permitía que nadie entrara allí, como no fuera que alguien lo hiciera
clandestinamente”513.
3-Su
cama
“Su
jergón estaba relleno”514 “de hojas de arbustos de agalla y de roble
y de cortezas de árboles, que cubría con una especie de tapiz, una tela de
pelaje de cabra, y todo eso cubierto con una tela vieja de fieltro flexible. Un
tronco de madera, envuelto en un trapo negro, sacado de una sotana vieja, le
servía de almohada. Sobre este lecho áspero, sin colchón y sin cobijas, dormía,
lo mismo en verano que en invierno”515. “Gastado el jergón sobre el
que dormía”516, “se acostaba sobre una tela burda puesta sobre dos
tablas”517, elevadas dos cuartas del piso”518, “amarradas
con una tira, arrancada de una tela basta”519. “A menudo, dormía
sobre tierra”520.
4-Su
sueño
“No
se quedaba con los demás monjes hasta tarde, pues él vivía en el convento como
ermitaño. Odiaba el descanso; no le apetecía el sueño; era enemigo del ocio y
del reposo; le fascinaba la mortificación y el trabajo”521. Se iba a
dormir hacia las ocho y media, después de rezar las Completas y otras oraciones”522.
“Se levantaba a media noche, como mandaba la Regla de los ermitaños”523,
para rezar el oficio divino, costumbre que practicó toda su vida”524.
“Después, no volvía a dormir más”525, salvo algunas ocasiones para
descansar sólo una hora más, y volver a la meditación y a la oración. Sus noches
en vela no eran sino una oración a Dios y la práctica de sus deberes
espirituales”526, “en la iglesia”527.
“Se levantaba muy temprano”528, “antes del alba”529, para
ir a orar a la iglesia y celebrar la misa. Jamás se tardaba. Era el primero de
todos en llegar a la iglesia”530. “Durante el día, no conocía el
descanso”531, ocupándose siempre en el trabajo y la oración”532.
“La mayor parte del tiempo lo pasaba en la iglesia, delante del Santísimo
Sacramento”533. “Y durante la noche, en la lectura de libros de
teología, la meditación y sus oraciones vocales”534. “Nunca conoció
las diversiones”535. “Más bien prolongaba sus vigilias, vacando en la
oración”536.
II
Relatos y acontecimientos
1-Agotado de sueño (Mc.4, 38)
“Noté
que estaba agotado de sueño, a causa de sus prolongadas y continuas vigilias.
Mientras permanecía de rodillas, todo erguido, algunas veces lo dominaba el
sueño, inclinando la cabeza y doblando, poco a poco, su cuerpo, hasta casi tocar
el suelo. Cuando se daba cuenta, entonces se volvía a enderezar, venciendo su
debilidad física, elevando los ojos al cielo y suspirando desde lo más hondo de
su corazón. Nadie lo vio jamás descansar o cerrar los ojos a la sombra de
cualquier árbol”537.
2-La
almohada de lana (Mt.8, 28)
“Su celda no tenía ni cerradura ni llave. Eso lo sabían todos los monjes del
convento de Annaya que lo frecuentaban. Su cama era un viejo jergón
deshilachado; le servía de almohada un tronco de madrea, enrollado en un trapo,
cortado de un hábito raído; no tenía ni sábanas ni cobijas. Un día, mientras el
padre Chárbel trabajaba en el campo, el hermano Pedro Al Fradisi538
aprovechó, entró en su celda, cogió el leño, lo botó y lo reemplazó por una
almohada de lana. De regreso a su celda, se dio cuenta del cambio; se fue donde
el hermano, suplicándole que le devolviera el tronco de madera, y le insistió
hasta que su reclamo tuvo éxito”539
G: La comida de Chárbel
I.Introducción
1-En
el convento
“La
comida del monje debe ser sencilla en el uso de los ingredientes, y sólo dos
veces al día: el almuerzo y la cena”540. “En el convento, el padre
Chárbel comía las dos veces con sus cohermanos, en el comedor”541.
“Se contentaba con los pedazos de pan quemado o mal cocido. Cuando estaba en el
campo, se alimentaba de lo que dejaban sus cohermanos y los peones que
trabajaban con él”542. “Muchas veces llegaron a olvidarse de llamarlo
para almorzar. Entonces, él continuaba en el trabajo”543.
“
Durante el tiempo que permaneció en el convento, y se me ocurría ir a ayudarles
a los monjes en el campo, donde también trabajaba el padre Chárbel, me di cuenta
que él no comía hasta que se lo mandara el responsable. Aguardaba a que el
responsable le diera su porción. Entonces se retiraba a un rincón. No comía nada
fuera de las comidas”544, “siempre frugales”545. “Fuera de
esto, no se permitía comer ni manjares, ni bebidas ni frutas”546. “No
cogía sino las migajas de pan o el pegado de la olla”547.
“Cuando se tardaban en servir la comida, no se quejaba. No le repugnaba ninguna
comida, ni pedía cosas especiales al cocinero o al despensero. Al contrario,
pedía que a él le reservaran las sobras de la comida, para humillarse más. Se
limitaba a sólo lo necesario”548. “No se aficionaba ni al tabaco ni
al alcohol”549, “ni tampoco llevaba comida a la celda”550.
“Jamás dijo: “No como de eso porque me sienta mal”. Nunca habló de si la
comida tenía buen o mal sabor. No comía fuera del convento, a no ser que
estuviera en el campo trabajando. Cuando recogía uvas o higos, no probaba
ninguna fruta. Durante la comida, comía tranquilamente y con cuidado”551,
“como si estuviera en la iglesia”552. “No hablaba con nadie, baja la
mirada, como si estuviera meditando, sin decir: esto está salado, eso está
simple, aquello está quemado. No tomaba bebidas alcohólicas553 ni
café”554. En fin, no comía sino por necesidad; no por placer”555.
“A menudo, después de lavar los platos, se tomaba el agua de fregar. Lo hacía
con gozo”556. “Sus platos eran de barro y las cucharas, de palo”557
“Algunas veces estuvimos juntos en el trabajo, y él nos ayudaba. A pesar del
mucho calor, él no apagaba la sed; en tanto que nosotros bebíamos demasiado, por
la fatiga y el calor”558. “Él, habitualmente, no se preocupaba ni por
comer ni por beber. Estaba en este mundo como si no fuera de él, desapegado de
todo lo que existe. Todos sus anhelos, sus predilecciones y sus sentimientos
estaban dirigidos a Dios”559.
2-En
el eremitorio
“Allí no comía sino una sola vez al día, a las tres de la tarde, después del
oficio divino de esa hora. Era una comida frugal: ensalada, aceitunas y las
cáscaras de las papas que recogía en el convento. Las lavaba, las cocinaba y se
las comía. Así era su vida, marcada por el recogimiento y la piedad. Durante las
comidas no pedía nada hablando, sino que indicaba con la vista”560.
“Nunca, allí, comió carne. Sus platos eran siempre preparados con aceite, salvo
en las grandes solemnidades, como: Navidad, Pascua, San Antonio y San Pedro y
San Pablo, patronos del eremitorio, en que la cocción se preparaba con
mantequilla”561. “Por otra parte, no iba a comer si su compañero del
eremitorio no lo llamaba, así se quedara todo el día en ayunas”562.
“No se preocupaba por la comida, y ni sabía dónde la ponían”563.
“Comía modesta y austeramente, sin disfrutarla”564. “Si a su
compañero se le olvidaba llamarlo, era capaz de quedarse sin comer hasta el otro
día. Era célebre por este hecho”565. “Cuando iba al convento para
recoger las provisiones, comenzaba por escoger, para él, el pan mohoso”566
que se echaba a los perros”567, y los sobrados de las comidas
anteriores”568. “A su compañero le llevaba el buen pan y la buena
comida. Y cuando llenaba la jarra de agua para su compañero, lo hacía del
manantial de Annaya, a una media hora, a pie; mientras que él tomaba el agua del
pozo del eremitorio”569
“El eremitorio estaba rodeado de huertos, viñedos, higueras, perales…, que le
tomaban gran parte de su trabajo, del que recogía frutas que enviaba al
convento, y de las que él se privaba”570, no comiendo sino unas
pocas. En el almuerzo, sólo las comía si el padre Macario se las daba”571.
“No bebía agua sino durante la comida, y absteniéndose de bebidas refrescantes”572.
“Nosotros, los monjes, nos admirábamos de su tren de vida, llevado hasta el
ascetismo extremo”573. “Cuando oraba, trabajaba o comía, se sumía en
un éxtasis profundo, hasta que su compañero lo llamaba a la realidad”574.
II
Relatos y acontecimientos
1-El
pan está sobre la ventana (Jn.4, 31-34)
“Cuando regresábamos tarde del trabajo del campo, el hermano Francisco le daba
por comida, solamente, cuatro panes duros y pequeños. Los metía debajo del
brazo, entraba a la iglesia y los ponía sobre la ventana. Después se arrodillaba
para orar. Allí se quedaba largo rato, hasta una hora y media, y terminaba por
dormirse. Y cuando el hermano Francisco entraba a la iglesia para tocar la
campana que anunciaba el oficio de media noche, encontraba que los panes estaban
todavía sobre la ventana, y los llevaba a la despensa. Era que Chárbel olvidaba
el hambre cuando se ponía delante de Dios. No me atrevería a afirmar que dejaba
el pan, a propósito, o por olvido. A menudo, él había llegado a tomar una sola
comida al día, a pesar del trabajo extenuante. No lo dejaban ni un minuto sin
imponerle un trabajo. Lo sacaban de la iglesia, contrariamente a su deseo, donde
querría quedarse para orar, para confiarle otro servicio”575.
2-No
comía uvas
“En
el tiempo de nuestro noviciado, veníamos al convento para la vendimia.
Sedientos, nos íbamos a recoger uvas para apagar la sed, llamando, en vano, al
padre Chárbel, que trabajaba en el viñedo, para compartir las uvas con nosotros.
Daba la espalda”576 y “se abstenía de comer577.
3-El
agua de fregar
“Habiendo sido yo destinado a trabajar en la despensa, el superior me autorizó
comer con los monjes, a donde el padre Chárbel no acudía sino una sola vez al
día. Tomaba tres panes pequeños que desmenuzaba sobre la sopa578, y
comía, sirviéndose de la cuchara, con delicadeza y moderación, absteniéndose de
mirar a derecha o izquierda. Cuando su vecino terminaba de comer, él cogía su
plato para lavarlo. Vertía el agua de fregar en su propio plato y la tomaba por
mortificación y para vencer su amor propio. Mientras nosotros hacíamos la
siesta, después del almuerzo, el padre Chárbel se iba para la iglesia para
adorar el Santísimo Sacramento. Esto mismo hacía mientras tomábamos el desayuno,
pues él no comía más que una sola vez al día”579.
4-Trigo machacado, en mantequilla
“En
vano el padre superior invitaba al padre Chárbel a su misma mesa, cuando comía
en el comedor con los monjes, los días lluviosos. El padre Chárbel prefería
siempre el último puesto. Me pedía, también, el superior, que le llevara un
plato de trigo machacado, en mantequilla, preparado especialmente para él. Se lo
ofrecía al padre Chárbel, y ni lo tocaba”580.
5-Sin
aceite
“Una
vez, lo vi regresar al convento, después del trabajo, llevando conjuntamente
legumbres y yerbas para comer. Yo intervine, haciéndole saber: “Maestro, esas
hierbas no son comestibles”. Él me respondió: “No importa”. Después las
picó todas juntas, rociándoles un poco de sal. En ésas llegó el padre Macario y,
como de costumbre, empezó a preparar la comida. Viendo al padre Chárbel ocupado
en las legumbres, le dijo: “¿Les echó aceite? Él respondió: “No, eso no
importa; se pueden comer sin aceite”. Era en tiempo de Cuaresma. Así, él
comió de la hierba que come el ganado”581.
6-Dos
días sin comida (Lc.4, 46; Mc.8,2)
“No
iba a comer hasta que el responsable no lo autorizara. Así era siempre”582.
“Una vez, el padre Macario tuvo que ir al convento para cumplir un servicio que
le habían encomendado, por obediencia. Le insistimos que se quedara a dormir.
Pero él respondió: “Tengo que regresar al eremitorio para llamar al padre
Chárbel a comer”. Le respondí: “¿Y es que él no sabe comer solo, hasta tal punto
que usted tiene que llamarlo, cada vez, para ir a comer?” Me contestó: “No es
posible que él coma si yo mismo no lo llamo y le pongo la comida con mis propias
manos. Si uno lo deja dos días sin llamarlo a comer, no reclama ni se acerca
para comer por su propia iniciativa”583.
7-El
pan quemado
“El
padre Macario bajaba al convento para ayudar a hacer el pan, ocasión que
aprovechaba para recoger el pan quemado o mal cocido: “Esto es para mi maestro”,
refiriéndose al padre Chárbel, pues éste hacía lo mismo cada vez que venía al
convento para la cocción del pan. En su régimen alimenticio, buscaba la
mortificación”584. En su celda no conservaba nada de comer ni de
beber”585.
8-¿Cómo comía?
“Lo
vi cuatro o cinco veces, cuando llegaba, después de llamarlo su compañero, el
padre Macario, para su única comida en 24 horas. Nada que no sea por obediencia.
Él le obedecía como si fuera su superior. Lo vi llegar, a paso lento, por su
comida, los brazos cruzados, la mirada baja, con recogimiento, quedándose de
pie, a distancia, esperando que su compañero le ordenara sentarse. Después,
oraba y se sentaba en tierra, cruzando los pies y cubriéndolos con el hábito,
sin comer hasta que su compañero se lo ordenara. En su plato no vi sino tallos
marchitos de verdolaga, llenos de granos de semilla, y apenas unas cuantas
hojas. Y no comenzaba a comer otro pan, hasta que no recogiera de su plato todas
las migajas quemadas. Otra vez, lo vi comer solamente la ensalada. Una tercera
vez, el trigo machacado, cocinado con tomate. En verano, cuando terminaba su
comida, su compañero le mandaba comer uvas; entonces no se comía sino tres o
cuatro, nada más”586.
9-Los
tallos de verdolaga y perejil
“Me
acuerdo que una vez, yo estaba con mis compañeros, los novicios, en el trabajo,
cerca del eremitorio. Se nos ocurrió preparar “tabule” (ensalada típica
libanesa). Deshojamos el perejil y la verdolaga, y botamos los tallos. El padre
Chárbel se agachó para recogerlos, después los picó, los revolvió con aceite,
los salpicó con sal, y se puso a comerlos”587.
10-Con todo gusto
“Una
vez, el padre Macario le dijo: “Mire, el poco resto que quedó de comida se lo
dejé para la gata, en su plato, pues me olvidé de usted”. Él respondió:
“Padre, no hay ningún inconveniente. Me contentaría, y con todo gusto, comer lo
reservado al más pequeño de los animales”588.
11-Un
tarro oxidado
“Una vez, fui al eremitorio. Vi al padre Chárbel comiendo tranquilamente, con
cuidado y delicadeza, la mirada hacia el suelo, recogiendo las migajas y los
pedacitos de pan quemado para comerlos. Después de terminar de comer, se
levantó, cogió el plato de su compañero y el suyo propio, una escudilla de
madera, los lavó y echó el agua de fregar en un tarro oxidado, y lo llevó a su
celda. Le pregunté al padre Macario: “¿Qué es lo que hace el padre Chárbel con
el agua de fregar y llevarla consigo?” Me contestó: “Se la toma. Eso lo hace
todos los días”. Y me preguntaba: “¿Cómo podrá vivir con esa clase de comida con
que se alimenta?”589.
12-Conmovido hasta las lágrimas
“Por
la tarde, a la hora de comer el padre Chárbel y su compañero, el padre Macario,
me senté con ellos para verlos comer: un guiso de papas, quemado. Vi al padre
Chárbel escoger el pan quemado y las migajas, y meterlos cuidadosamente en su
escudilla. Me dio lástima de él, hasta el punto que las lágrimas corrían de mis
ojos. Entonces me dije: “Mientras este ermitaño hace todas esas penosas
mortificaciones, nosotros, los otros monjes, buscamos los manjares más
deliciosos y la cama más confortable”590.
13-Sin que se comiera una sola uva
“Cuando el superior del convento de San Marón, el padre Ignacio Attanury591,
me mandó coger las uvas del viñedo del eremitorio, allá, el padre Macario ordenó
al padre Chárbel que me ayudara, sin que él se comiera una sola uva. Cuando lo
encontré solo en el eremitorio, le pedí que me acompañara a coger uvas. No me
respondió. Esperaba la orden de su compañero”592.
14-Nadie me lo ordenó
“Reunidos todos para almorzar, en los viñedos, monjes y obreros, se olvidaron
llamar al padre Chárbel. Lo mismo pasó al día siguiente: él no comió. Habiéndose
dado cuenta el superior de semejante olvido, llamó al padre Chárbel, y le dijo:
“¿Ha comido hoy?” Respondió: “No” El superior continuó: “Y ayer, ¿comió
usted?” Contestó: “Tampoco” “¿Por qué?”, le preguntó el superior. Y él
respondió: “Nadie me lo ordenó”. Inmediatamente, el superior mandó que le
dieran de comer”593.
15-No
como por placer
“Les
aseguro que aun si se quedara dos días sin comer, no reclamaría su comida. Él no
iba a comer si su compañero no se lo mandaba. Yo mismo fui testigo, un día que
ya se había pasado la hora de comer. Lo invité, y me respondió: “Yo no como
por placer. Espero la orden de mi compañero”594.
16-Váyase a rezar
“Un
día que yo estaba presente, a la hora de comer, habiendo terminado, el padre
Chárbel se cruzó de brazos, se inclinó ante su compañero, y le preguntó: “¿Y
ahora qué quiere que yo haga, padre?” Y él le respondió: “Váyase a rezar”.
Así se comportaba en todo lo que hacía”595.
17-Abundan las provisiones (Mc.6, 30-44)
“Le
oí contar a mi abuelo que, un día, faltaron las provisiones en el convento. Uno
de los monjes puso al corriente al superior, de ese asunto. Entonces llamó al
padre Chárbel, le pidió que asperjara con agua bendita el granero, y que rezara.
Él obedeció y, he aquí, que el granero abundó de trigo”596.
“Entre otro de sus milagros, fue aquel en que vinieron a faltar las
provisiones del convento. El superior llamó al padre Chárbel, el ermitaño, que
oró y bendijo el granero, y las provisiones se multiplicaron. Este prodigio se
repitió varias veces, según el testimonio de muchas personas, entre las cuales
está el de algunas que todavía viven, como el padre Ignacio de Mechmeche, el
padre Nehemtallah de Mechmeche, el hermano Pablo Nassif de Maifuq y otros”597.
“También sucedió lo mismo cuando el superior supo que los tanques de aceite
estaban vacíos, y que se llenaron, gracias a las oraciones del Padre Chárbel”598
H: Sobriedad de Chárbel
I.Introducción
“Vivía con sobriedad en cualquier situación en que se encontrara, sin buscar
jamás cambiarla, deseando sólo la complacencia de Dios. Allí donde la obediencia
lo enviara, encontraba su descanso y su gozo, sea barriendo, cocinando o
cavando. Veía en todos los trabajos un signo de la voluntad de Dios”599.
“Su compañero velaba, solícitamente, por él, pidiéndole al superior todo lo que
él necesitaba”600. “Se privaba aun de las cosas ordinarias y
necesarias de la vida cuotidiana, y aceptaba las menos buenas y las más
difíciles”601. “Era calmado, dócil, de una amabilidad fascinante,
dominando sus tendencias y caprichos”602.
“Puro, como un niño, huía del esnobismo, del desprecio y la adulación. Con sus
cohermanos era indulgente, y severo consigo mismo”603. “La rectitud
era lo más importante de su conducta. Nunca era injusto cuando se trataba de los
demás; empero, consigo mismo, su ascetismo era cada vez mayor. Jamás hablaba de
sí mismo y nada hacía por su propia iniciativa: ni el trabajo, ni la oración
comunitaria, ni siquiera el oficio divino. Todo lo sometía a la obediencia. Una
vez que le ordenaran algo, lo cumplía con gozo”604. Su alegría era
permanente, y asiduas sus mortificaciones. Y así continuó hasta el último
suspiro. Durante toda su vida, nunca se quejó”605.”Llevó una
sencillez extrema en el comer, en el beber y en el vestir. No se juntaba con
nadie, pues nada entendía de la relación con los demás, sino sólo lo que la
obediencia le mandara hacer”606.
II.
Relatos y acontecimientos
1-¡Oh,
padre General!
“En
el tiempo de su superiorato, el padre general, Benigno Al Matni, hizo una
visita al convento, ocasión durante la cual quiso comer con los hermanos
estudiantes. El padre Chárbel, ermitaño, vino a saludarlo, y fue invitado por
él: “Padre Chárbel, le dijo del superior, usted estará hoy con nosotros para
comer. Vamos a darle una buena comida”. El padre Chárbel respondió: “Nosotros
hemos pronunciado el voto de obediencia aun para las cosas difíciles; pero lo
que usted me pide ¡cuán fácil es! En este aspecto la obediencia está muy bien”.
El padre general creyó que el padre Chárbel comería lo que pusieran en la mesa,
a fin de compartir con él. A la hora de comer, llamó al padre Chárbel. Se
presentó de brazos cruzados. “¿Quiere usted comer con nosotros? Prosiguió el
superior general. Perplejo, el ermitaño, se puso a frotarse las manos, y
respondió con voz baja y recogimiento: “¡Padre General, padre General!”.
Por una parte, no quería oponerse a la orden dada o, mejor, su deseo; y por la
otra, él no deseaba comer los manjares preparados para el superior general y sus
compañeros. Entendió el padre general, y lo dejó en libertad. Así, el ermitaño
regresó a su eremitorio”607.
2-¡Mire lo que me dio el hermano lego!
“Ahora me viene a la memoria que llevaban al eremitorio pañuelos, a manera de
exvotos”608. “Una vez, el padre Chárbel le llevó un montón al
superior, quien le dijo: “Déselos al hermano”. Se los entregó al hermano, pero
mirando al superior, le dijo: “Maestro ¿Tuviera la bondad de darme un
pañuelo para enjugarme las manos?” Él respondió: “Pero si los tenía todos
consigo, ¿por qué no se quedó con uno?” Y él le contestó: “Yo no cojo nada
sin su permiso”. Entonces el superior le ordenó al hermano: “Dele uno”. El
hermano escogió uno nuevo, rojo. Sonriendo dijo el padre Chárbel al superior:
“Mire, usted, lo que me dio el hermano”. El superior le dijo, entonces:
“Pues escoja el que quiera”609. Y escogió uno azul, el más feo de
todos”610.
I: La inteligencia de Chárbel
I.Introducción
“Aparentaba estupidez”611 “e ingenuidad. Pero, en realidad, era
perspicaz e inteligente. Cuando uno le preguntaba, él respondía con claridad y
precisión, aparentando poquedad e indolencia”612. Si él debía hablar,
no decía más que lo estrictamente necesario, que edificara al prójimo y lo
llevara a la salvación de su alma. Sus conversaciones giraban siempre sobre
temas religiosos, orientando todas sus obras a su salvación eterna y a la del
prójimo”613. “En sus respuestas teológicas, su punto de vista se
comprobaba auténtico, lo que testimoniaba la presencia de espíritu, a pesar de
su absoluto silencio”614. “En cuanto a su sagacidad, se demostraba en
sus trabajos, poniendo cada cosa en su lugar”615. “A pesar de la
superioridad de su juicio y la fuerza de su experiencia, se hacía esclavo de
todos. Alcanzó un grado, en su mortificación, del dominio de sus instintos, a un
punto donde ha confirmado lo que el profeta David dice en sus salmos: “Como un
animal ante ti, pero siempre estaré contigo”616. “Era sencillo de
corazón y de intención, no teniendo más que una meta: Dios. Sólo me falta añadir
una sola cosa: no crea que él fuera tonto y apático, sino que estaba dotado de
la ciencia de los santos: es por eso por lo que no cometió ninguna falta de la
que pudieran reprocharle los superiores o sus cohermanos”617. “Fue
que él no dio a los superiores y a los demás ninguna ocasión de encontrar la más
mínima laguna en su comportamiento. Nunca oí decir que el superior lo haya
reprendido, un día, por una falta, la más mínima que fuera. Su observancia al
reglamento era de una exactitud asombrosa, lo que demostraba que lo entendía
perfectamente”618. “Su palabra en el Espíritu se elevaba sublime,
porque él caminaba hacia la perfección, por el camino ideal, del que no se
alejaba un paso. En su tren de vida, él ponía cada cosa en su lugar, sin
proferir ninguna palabra inadecuada. Su prudencia lo protegió contra la
superstición y las exageraciones odiosas, incitando a su imitación a superiores
y monjes”619.
“No crean que por romper con la gente y con los asuntos del mundo, era por eso
indolente y apocado. Más bien, era un hombre inteligente y perspicaz. Su
simplicidad tenía raíces en su cristianismo, su piedad, alimentada en la
sabiduría; exento de escrúpulos y desórdenes; sin la menor anomalía en su
trabajo o en su comportamiento. Por otra parte, aquel que ha gozado de la plena
satisfacción de sus superiores, de sus compañeros, de los empleados, de los
vecinos y de los visitantes, sin que suscitara una queja hacia su persona, debió
haber tenido, sin duda alguna, una sabiduría extraordinaria. Más aún, yo
manifestaba, con mucha veneración, cierto temor hacia él, evitando la broma
excesiva”620. “Él se destacaba en su relación con Dios, hasta el
punto que, en la iglesia, no miraba ni a derecha ni a izquierda, así lo
amenazaran con cortarle la cabeza. En cuanto al acatamiento a la autoridad,
hacía de ello un objeto extremo. Era puntual cuando se trataba de la liturgia y
sus ritos santos. Celebraba, en el eremitorio, con su compañero, a tiempo,
diariamente, todas las ceremonias religiosas”621.”Bajo las falsas
apariencias de un hombre ingenuo, era inteligente cuando estudiaba en Kfifane”622.
“En cuanto a sus mortificaciones y el dominio de su cuerpo, eran rigurosos,
continuos y perpetuos. No le causaron enfermedad alguna, lo que demuestra que él
lo hacía en su momento oportuno”623. “Sin ser artificial en la
práctica de las virtudes, se entregaba a ellas con sencillez, sinceridad y
fidelidad”624.
“Era serio y discreto, de un comportamiento equilibrado, infundiendo su respeto
y su estima a todos los que lo conocían. Jamás fue piedra de escándalo para
nadie, ni fue persona que se burlara de los otros. Todo el mundo lo tenía por
santo, a quien le pedían su bendición”625. Era sabio, pero lejos de
la sabiduría del mundo, y sí, de una sabiduría sobrenatural”626.
II
Relatos y acontecimientos
1-Pidan y se les dará
“El
padre Chárbel tenía una voluntad de hierro muy elevada, que le permitía doblegar
sus inclinaciones y emociones. Él me decía: “Hermano, el mundo es una
trampa. Dios conoce todo nuestro interior. El que le pide esa gracia con
confianza, no quedará frustrado. Pida lo que usted necesite”.
“Durante todo el tiempo que yo pasé en el convento de San Marón, ni yo, ni los
superiores ni persona alguna, le conocimos algún fallo. Le gustaba que le
pidieran un servicio, y no solamente de parte de los superiores y de los
cohermanos, sino, también, de los trabajadores del convento. Un obrero le pidió
llevar, una vez, los utensilios de trabajo a otra parte. Y él los llevó al
campo. Yo mismo soy testigo de las muchas órdenes que le dieron. Nunca oí decir
que alguien se haya quejado de él o, bien, lo hubiera acusado ante el superior.
Tanto los superiores como los cohermanos lo respetaban y le pedían oraciones en
casos de enfermedad o angustia. Su piedad influenciaba mucho en todos”627.
2-Aquí no hay ladrones
“Una
vez, vino al convento un hombre, un día domingo, para participar en la misa de
los colonos-asociados que se reunían todos los domingos y días de fiesta. Dejó
su bastón junto a la puerta, y entró en la iglesia. En ese tiempo, el padre
Chárbel no estaba todavía en el eremitorio. Después de la misa, el hombre no
encontró su bastón. Comenzó a gritar y a levantar la voz, profiriendo injurias.
El padre Chárbel salió de la iglesia y le dijo, dulce y gentilmente:
“Hermano, nadie levanta la voz en el convento”. El hombre, en su exceso de
rabia, repitió: “Me han robado el bastón. ¿Es que hay ladrones en el convento?”
El padre Chárbel sonrió, y le respondió con serenidad: “No, hermano, aquí no
hay ladrones. Mire, allá, esa tina de piedra tallada, colocada desde la
construcción del convento; nadie se la ha robado”. El hombre se quedó todo
avergonzado. Todos los allí presentes soltaron la carcajada, pues la tina era
una piedra enorme que pesaba dos toneladas y media. Ni veinte hombres eran
capaces de moverla”628.
3-Un
maestro ingenioso
“Su inteligencia era notable en la precisión con que efectuaba sus
trabajos. No recuerdo que algún compañero u obrero que trabajara con él, en el
campo, se hubiera quejado de su incompetencia en el trabajo, o que se hubiere
dirigido a él, directamente o por tercera persona, para hacerle algún reproche.
Había la costumbre, entre los monjes y los obreros que, cuando un hermano era
torpe o inhábil, le ayudaran. Pero iban donde el superior a decirle: “Por favor,
padre superior, no nos mande a tal hermano, porque él es más lo que estorba que
lo que sirve”. Su prudencia se manifestaba, en su más grande esplendor, no dando
a los demás algún motivo de que le reprocharan el más pequeño escrúpulo o
alucinación; y por medio de la transparencia de su conciencia, que alcanzaba la
culminación de la sublimidad de sus virtudes, no dejaba ningún resquicio a los
demás de tacharlo de ideas fijas o la menor fobia. Todas las cosas emanaban de
él según las normas de la sabiduría. Pero ¡qué prudencia humana podría igualar
la del abandonar el mundo! Es verdad que él no hizo estudios especializados,
pero fue un maestro ingenioso en las cosas espirituales, más allá de monjes de
la orden, los más insignes por su ciencia y experiencia”629.
J: La biblioteca y la
cultura de Chárbel
I.Introducción
1-Sus
libros
“Hacía sus meditaciones en los siguientes libros: Reflexión; Preparación a la
muerte, de San Alfonso María de Ligorio; Confesiones, de San Agustín”630;
“La perfección cristiana”631; la Teología moral; Imitación de Cristo,
imprimida en letras siríacas, libro al que estaba apegado con pasión”63.
“Leía mucho los libros siguientes: libros de teología”633; “Jardín de
los monjes”634; “Biografía de San Antonio, el Grande”635;
“La lámpara monástica; las Santas Escrituras”636; “La escala de las
virtudes, de Juan Clímaco; Anacoretismo; San Basilio; San Efrén; Tratados de
San Isaac de Nínive; Desprecio de las vanidades del mundo, por el maestro
Didokos Stalde, de la orden de San Francisco; Las glorias de María, de San
Alfonso María de Ligorio; el Martirologio; las Reglas del novicio y Reglas y
Constituciones de 1732”.
2-Su
cultura
“El
padre Chárbel era un hombre de pura santidad, que uno tomaba por ingenuo, pero,
a nivel espiritual, era erudito”638. “Yo, personalmente, sabía que
era sagaz e inteligente”639, “versado en teología mística, en
siríaco, que él traducía al árabe, además de sus conocimientos del árabe. Sus
respuestas eran acertadas y convincentes”640, pues en la teología
moral y en la mística él era discípulo del famoso padre Al Kafri”641.
En sus diálogos teológicos con los padres, hablaba con agrado”642 de
cuestiones sobre teología ascética, tratando asuntos sobre las almas y el
misterio de la reconciliación”643, o hablaba de la abundancia de su
corazón, inflamado de cosas espirituales y divinas”644.
II:
Relatos y acontecimientos
1-Charlas espirituales
“Cuando yo trabajaba en el convento, frecuentaba el eremitorio para ayudarle al
padre Chárbel. Y cuando él venía al convento para la elaboración del pan, nos
hablaba de cosas espirituales, de las que sacábamos provecho. Él era más claro
que los otros en sus respuestas, y con más precisión de conocimientos. Hablaba
con dulzura de expresión, lleno de humildad. Y, sabio como era, no respondía
sino sólo a lo que le preguntábamos”645. “Conversaba con nosotros de
las cosas espirituales, demostrando la profundidad de su fe, y citando
versículos de las Santas Escrituras y de libros espirituales. Nos pedía que
mencionáramos otro versículo que comenzaba por la letra final de su cita.
Después, nos explicaba el sentido”646.
2-Lea
este capítulo
“Conocí, personalmente, al padre Chárbel, en septiembre de 1897, en el
eremitorio de San Pedro y San Pablo, con ocasión de una visita que hice al
convento de San Marón, en Annaya, algunos meses después de mis votos solemnes.
Me acompañaba el padre Abraham647 Al Halqani”648, “mi
compañero de escuela”649, fallecido más tarde, en olor de santidad. A
nuestra llegada”650, “al atardecer”651, “entramos en la
capilla del eremitorio donde el padre Chárbel estaba arrodillado, recogido, sin
moverse, inmóvil en su posición”652. “Visitamos el Santísimo
Sacramento”653, rezamos un momento, observamos al padre Chárbel que
persistía en la misma actitud”654. “Después salimos por un corredor
estrecho donde había instalada una estufa en piedra tosca, y vimos al otro
ermitaño, el padre Macario Sauma de Mechmeche, preparando la comida en una
marmita de barro cocido”655. “Los ermitaños no comen sino una sola
vez al día, hacia el atardecer. Su comida era un potaje de lentejas, garbanzos,
frisoles y trigo machacado, que se llama “majluta”, una especie de sopa”656.
“Nos recibió con una sonrisa radiante y pura en su rostro, que hablaba de su
corazón casto, semejante al corazón de un niño. Nos sentamos sobre dos piedras
labradas, bajo un arco de piedra”657. Una vez picada la cebolla,
llamó al padre Chárbel”658, y lo saludamos. Nos respondió en voz
baja, apenas perceptible, mirando hacia el piso, pronunciando una sola palabra:
“Paz”. Entonces el padre Macario le dio una sartén metálica en la que había
puesto un poco de aceite y la cebolla picada, diciéndole: “Tenga y fría esta
cebolla”659. “Él la tomó sin mirarnos. Volvió el padre Macario
trayendo una canasta”660 “de mimbre”661 “en la que había
puesto dos platos, un poco de pan y verdolaga”662, “perejil, unos
panecillos conocidos con el nombre de “hogaza de monjes”, algunos en pedazos,
otros quemados. Le dijo al padre Chárbel: “Deshoje esta verdolaga”. Tomó la
sartén con el frito, vació el contenido en la marmita de barro, después llenó
dos escudillas de barro mientras el padre Chárbel deshojaba la verdolaga,
poniendo en un plato los tallos, al lado de la canasta.
“El padre Macario nos invitó a comer. Le agradecimos, pero no compartimos con
ellos. Él se dirigió al padre Chárbel, diciéndole: “Coma”. Él oró y, después,
comenzó a comer con cuidado, sentado en el suelo, las piernas cruzadas,
silencioso y mirando en frente de sí. Se comió los tallos de verdolaga que el
otro no comía. No probó las hojas de verdolaga, sazonadas con sólo aceite. El
padre Macario salió al viñedo y nos trajo racimos de uva, de la mejor calidad.
Entre tanto, el padre Chárbel ya había acabado su comida. Se quedó en la misma
posición, los brazos cruzados, la cabeza inclinada, en silencio, esperando
alguna orden. Su compañero le dijo: “Vaya a visitar el Santísimo Sacramento, y
vuelva, después, a lavar los platos”. Al anochecer, nos dijimos adiós,
conmovidos y muy emocionados. Regresamos al convento, estupefactos por lo que
habíamos presenciado.
“En el verano de 1898, pasé mis vacaciones en el convento de Annaya, en compañía
de los hermanos escolásticos. Un día, hacia las seis de la tarde, nos fuimos a
visitar al ermitaño. Encontramos al padre Chárbel en la capilla, arrodilladlo,
completamente erguido, sobre una estera redonda de mimbre, en el mismo lugar
como lo había visto la primera vez, el año anterior, delante del Santísimo
Sacramento. Lo miraba, y lo veía inmóvil, como una estatua, su rosario en la
mano, mirando fijamente hacia el altar. Tuve la impresión de que estaba en
éxtasis663. Él no nos miró. Nosotros rezábamos, mirándolo,
esperando a que él nos viera. Pero no hizo el más mínimo movimiento para
voltearse y mirarnos”664. Entonces, salimos al patio, del lado
occidental, hablando y haciendo bulla. El padre Chárbel abrió la puerta, y se
paró, en silencio, mirándonos”665, con los brazos cruzados y una
resplandeciente sonrisa en la cara”666, como diciéndonos: “No hagan
bulla, pues me distraen en mi oración y en mi soledad”. Nosotros, llenos de
veneración”667, nos acercamos a él para pedirle la bendición y
besarle la mano”668. Cuando cada uno se iba acercando para saludarlo,
él doblaba la rodilla derecha, inclinaba ligeramente su cuerpo, tocando
rápidamente, con la punta de los dedos, a cada uno de nosotros, impidiéndonos
que le besáramos la mamo. Nos saludó sonriente, repitiendo una sola palabra, en
voz baja, como si balbuciera”669: “Paz”. “Recibidos un minuto
por él, lo vimos cerrar la puerta para volver a la oración, en tanto que
nosotros nos fuimos al bosque”670, al occidente, caminando sobre la
punta de los pies, intercambiando nuestras impresiones, en un cuchicheo, para no
estorbar su oración en su soledad. Nos sobrecogió el recogimiento y el gozo de
haberlo visto. Después, yo me separé de mis cohermanos y volví solo al
eremitorio, a la capilla”671, “con deseos de verlo y hablarle. Abrí
la puerta de la capilla, y ya no estaba; fui al corredor, y tampoco672;
le di la vuelta al eremitorio, y no lo encontré”673. Entonces me
monté a la terraza y, he aquí, que lo vi sentado sobre una piedra cilíndrica674,
cerca del muro de la iglesia, como si huyera de nosotros675. Tenía en
la mano la biografía de San Antonio, el Grande. Cuando me acerqué a él, me
alargó el libro, diciendo: “Lea este capítulo”. Yo lo leí676,
de pie, delante de él677, que escuchaba. Apenas terminé la lectura,
tomó el libro y se fue sin decir nada678, a la iglesia. Yo pensaba
que me había hecho hacer la lectura para comentarla679. Era la manera
de recibir a los monjes”680.
K: La confesión de Chárbel
I.Introducción
1-Revelación de los pensamientos
“Fuera de la confesión, el novicio debe revelar sus pensamientos al superior o
al maestro de novicios, cada noche, si es posible. Chárbel se arrodillaba
delante del director espiritual, humilde y devotamente, la cabeza descubierta,
besaba la tierra, y decía con todo respeto: “Padre, mi corazón está lejos de
Dios. Soy del todo imperfecto y lleno de faltas ante Dios”. Después
exteriorizaba sus pensamientos, los buenos y los malos, pidiendo a su director
espiritual los consejos pertinentes que él debía cumplir”681.
2-Confesión semanal
“Aborrecía el pecado y huía de las ocasiones que a ello lo llevaran”682.
“Aun le molestaba recordarlos. Todos los que lo conocieron dan testimonio de
que no cometió ningún pecado leve, voluntario.”683. “Lo que todo
mundo decía era que, durante su vida, jamás transgredió los diez mandamientos, y
los de la Iglesia. Más aún, sufría cuando alguien los cometía”684.
“Hacía, también, a diario, un examen de conciencia sobre todos los actos del
día, como lo hace el comerciante prudente para saber si ha ganado o perdido. En
el primer caso, daba gracias al Señor, pidiéndole más gracias, a fin de hacer
más esfuerzos en el trabajo para incrementar, así, su salario y su recompensa.
En el segundo caso, cualquier mínima falta le hacía tomar la resolución eficaz
para remediarla y repararla”685. “Sus confesiones eran frecuentes,
tanto cuando estaba en el mundo, como cuando se hizo monje y sacerdote”686.
“Se confesaba una vez por semana”687. “Él se confesaba semanalmente”688.
“Pero los monjes lo hacían los domingos y los días de fiesta”689.
“Era de sabiduría y prudencia, sin escrúpulos, dotado de la verdadera ciencia
llamada “discernimiento de espíritus” (que consiste en un conocimiento
sobrenatural de los secretos del corazón. Nota del traductor)”690.
“No rechazó ningún buen consejo en toda su vida”691.
“Durante su permanencia en el convento de Kfifane, tenía dos directores
espirituales: el padre Naamtallah Al Kafri, elegido, más tarde, superior
general, y a San Naamtallah Al Hardini”692. “Al principio de su vida
anacorética, el padre Eliseo fue su director espiritual. Muerto éste, lo fue el
padre Libaos Al Ramaty, trasladado, más tarde, al eremitorio del convento de
Qattara. Y, en fin, hasta su deceso, fue el padre Macario quien tomó el cargo
de su director espiritual”693.
3-Al
servicio de los fieles
“El 20 de febrero de 1863 obtuvo, del patriarca Pablo Masaad, la autorización
para oír confesiones”694. “Pero él no confesaba a los fieles sino
cuando se lo mandaba el superior”695, pues él no estaba designado
para tal servicio. Pero confesaba y daba directrices a aquellos que se lo
pedían. Éstos dan testimonio y elogian su celo por su bien y la influencia
eficaz para sus almas”696. “También todos ponderan el mérito de su
sabiduría en sus consejos acertados”697, “no buscando más que la
construcción de los demás y su progreso espiritual”698. “Y en casos
necesarios no era parco en los consejos que daba a los que lo frecuentaban”699.
“Yo mismo, personalmente, viví la experiencia de la fuerza de sus sabias
orientaciones, la primera vez que me confesé con él”700 “y muchas
otras veces”701.”También lo escogí como director espiritual”702.
“Él oraba por los pecadores. Les enseñaba directrices salvíficas cuando
escuchaba sus confesiones”703. “Los amonestaba enérgicamente por sus
pecados, infundiéndoles respeto, muy firmemente”704. Uno de sus
penitentes arrepentidos me contó que fue a confesarse con el padre Chárbel, y
que sus orientaciones le penetraron en el alma, más que de aquellos otros
confesores con quienes él se había confesado antes”705. “Era más
clarividente en el espíritu que los doctores”706.
“Evitaba confesar mujeres, por conservar la virtud de la castidad. Sin embargo,
lo hacía sin protestar a una orden del superior”707.
II:
Relatos y acontecimientos
1-Para derramar la esperanza en sus corazones
“Su
ejemplo ejercía una influencia grande en los demás”708, “monjes y
laicos”709. “Se esforzaba para sembrar la esperanza en los corazones”710.
“Si un monje enfermaba gravemente, pedía al superior que le enviara al padre
Chárbel para administrarle los últimos sacramentos”711, “confesión y
comunión”712, y para reconfortarlos y derramar en sus corazones la
esperanza, a fin de que pudieran admitir su partida de este mundo con la
esperanza de la resurrección”713. “Él se iba a pasar toda la noche a
la cabecera del enfermo, sentado en una silla, sin alejarse de él más para rezar
el oficio divino, en caso que lo permitiera la situación”714. “Cuando
el superior le confiaba misiones, él las cumplía con todo agrado”715.
2-Sólo un monje
“El
hermano Sergio de Ehmej falleció de muerte natural, habiendo recibido los
últimos sacramentos, en presencia del cura párroco, José Issa y el padre Chárbel
de Bqaakafra, el 14 de marzo de 1874”716.
3-Un
director prudente
“Él
fue, durante toda su vida, un ejemplo de sencillez, en palabras y obras. En sus
conversaciones espirituales, se distinguía por la sabiduría y prudente
dirección. Me acuerdo que, una vez, me dijo: “No pronuncie una palabra capaz
de causar un pecado. Si es para bien, dígala; si no, absténgase de decirla”717.
4-Mi
recogimiento después de sus consejos
“Cuando el padre Chárbel salía de la capilla para ir a su celda, yo lo alcancé
para pedirle que me confesara. Él regresó a la capilla, diciéndome: “Sígame”.
“Después de la confesión, me puse a mirar el interior de la capilla y vi fisuras
en el techo y los muros que podrían causar desagües. Entonces le dije: “Padre,
usted pasa toda la noche en esta capilla, y el eremitorio está expuesto a
tempestades. Basta un trueno para sacudirlo violentamente, y se derrumbará sobre
usted. ¿Por qué no lo restauran?” Él me contestó: “No nos preocupemos de eso”.
Le repliqué: “Le advertiré yo mismo al padre superior para que lo reparen”. Él
me respondió: “No le diga nada, hijo mío. ¿Dónde puedo yo encontrar un lugar
más santo que este altar para morir?”. Me afectó profundamente esta
respuesta, tanto como el sentimiento que me asaltó al escuchar sus consejos en
la confesión. Después, él se retiró a su celda, y nosotros también nos fuimos”718.
5-Reunía todas las cualidades de un confesor
“Fue
famoso por su santidad, en comparación con todos los demás. Era inteligente y
competente en sus consejos y sus orientaciones. Regocijaba los corazones de los
que se confesaban con él. Yo mismo fui muchas veces a su confesonario. Y ahora
deseo, con todo mi corazón, tener la suerte de encontrar un sacerdote como él
para confesarme todos los días, hasta el fin de mi vida. Porque el padre Chárbel
gozaba de una rara memoria, hasta el punto que el penitente tenía la impresión
de que conocía el mundo invisible, de tal suerte que se acordaba de casos de
penitentes, cualquiera hubiera sido el tiempo transcurrido sin retornar. Además
de su conocimiento y su precisión en la dirección de las almas, conocía,
perfectamente, el remedio. Tenía la gracia de atraer al penitente, no obstante
el rigor de su amonestación por el pecado cometido y la severa penitencia que le
imponía”719. “Reunía todas las cualidades de un confesor:
-
Muy atinado en sus consejos, sus preguntas y amonestaciones.
-
Un juez versado en teología ascética y mística.
-
Un excelente médico que aplica el tratamiento adecuado.
-
Un padre cariñoso que abre los brazos al pecador, convirtiéndolo en un
apasionado por la conversión y la confesión”720.
6-Muy conmovedoras
“Escuchaba las confesiones de los hombres, estrictamente de los que le pedían
que fuera con él. Ordinariamente los mandaba donde su compañero del eremitorio.
Sus orientaciones eran muy conmovedoras para aquellos que lo escuchaban en el
confesonario. Así me lo contó mi papá que se confesó con él unas siete veces.
Tenía, entonces, 25 años”721. “Comprobó que sus consejos eran muy
eficaces para la salvación de las almas”722.
L: Al servicio de todos
I.Introducción
“Que algunos detalles y obras de los monjes sean considerados bajos y
envilecedores por sus cohermanos, es por lo que algunos de ellos se burlaban de
su ingenuidad”724, “cuando él personificaba el ejemplo cristiano por
su humildad, esforzándose en ocultar su virtud y esconder sus buenas acciones.
Le disgustaba y temía los elogios que de él hacían los demás”725. “Él
representaba la modestia, alejándose de la gente y de sus cohermanos,
prefiriendo esconderse, aislarse en el silencio, humano en apariencia, pero, en
realidad, viviendo en el cielo. Cuando las gentes le pedían su intercesión, él
les decía, alejándose: “Confíen en Dios. Es Él el que dispone”726.
“Cuando se le hacía la advertencia de alguna cosa, aun si él no tuviera la
culpa, se arrodillaba con los brazos cruzados, pidiendo perdón, la cabeza
clavada hacia tierra, y no se levantaba hasta que no recibiera la orden de
pararse”727. “Cuando lo amonestaban, se arrodillaba, de inmediato, en
silencio, los brazos cruzados, sin pretender justificarse; y no se levantaba
hasta recibir la orden y la bendición del superior para ir al trabajo”728.
“Si alguno le decía: “Usted es santo”, él sonreía, movía la cabeza y fruncía el
ceño”729. “Se consideraba como el último de los hombres y el más
grande de los pecadores. Cuando uno le pedía sus oraciones, respondía” “Yo
soy un pecador”730.
“Él llegó a ser la “humildad personificada, cuidándose de hablar jamás de sí
mismo. Era, por tanto, como un muerto en el mundo”731. “Cuando
algunos de sus cohermanos se burlaban de él y del rigor de su ascetismo, entre
otros, el despensero que le echó agua a la lámpara en vez de aceite”732.
“Había gente que lo despreciaba por su vestimenta miserable”733. “Se
dejaba humillar hasta el anonadamiento, y hubiera deseado el aniquilamiento
total, mostrándose como sin voluntad, sin cerebro, tonto, despreciable por su
vestido, por su comer, por su sueño, por su modo de arrodillarse, por su cama,
por su celda y por su trabajo extenueante”735. “Se olvidaba de sí
mismo”73
“Aceptaba con agrado los desprecios de los demás y gozaba cuando lo insultaban”736.
“No hizo nada que atentara contra el pudor. No obstante ser sacerdote, conocedor
de la teología mística, viejo en la orden y modelo de virtudes, se dedicaba a
trabajos manuales duros y, sobre todo, a los más bajos. No reclamaba ni
funciones ni actividades misioneras que podrían convenir a su estado sacerdotal,
sino trabajos”737. “Ni tampoco pidió para sí puestos que lo
encumbraran honoríficamente ante los demás. Él escogía siempre la parte más
pequeña y el puesto más bajo. Se le oyó decir: “No merezco estar entre mis
cohermanos, ni obtener sus consideraciones, pues soy el último de todo el mundo”738.
“Se consideraba el más bajo de todos los monjes, en la esencia y en la forma,
atribuyéndose toda ruindad”739. “Cuando trabajábamos juntos en el
campo, se comportaba como si fuera el siervo de cada uno de nosotros”740,
escogiendo los servicios y trabajos más despreciables, como barrer, lavar los
platos, servicios que no solían mandarle a sacerdotes”741, y él los
hacía al instante y con gusto”742. “Cuando los monjes intentaban
besarle la mano y obtener su bendición, se esforzaba para no permitirlo”743.
II:
Relatos y acontecimientos
1-Extranjero
“El
padre Chárbel era un extraño en el convento. Originario del norte del Líbano, de
la región de Yebbe, y no de la región de Biblos, como era el caso de todos los
otros monjes. Sin embargo, él estaba sometido a una obediencia especial a la
de los que se encontraban con él en el convento. Monjes y laicos le daban
órdenes, sea para burlarse o a manera de diversión. Pero él nunca incumplía una
orden. Nadie lo defendía ni lo respetaba, fuera del superior que se enfurecía
contra los que lo hacían sufrir o se burlaban de él. Él no hacía sino dedicarse
al trabajo, a la oración y a la obediencia, sin indignarse contra los burleteros.
No hablaba sino raramente, y casi nada, y eso para responder a sus
interlocutores”744.
“Jordania, qué de desprecios aquí.
¿No
los has soportado por mí?
De la
fierra quisiera desaparecer
y
por ti, Jesús, la última de todos ser”.
(Poesía de Santa Teresita)
2-Que
Dios me dé la fuerza para obedecer745
“Cuando mi tío, Abdu El Ahad Al Hussaini, fue superior del convento de los
Santos Sergio y Baco, en Kartaba746, me consagré a su servicio. Un
día, fuimos al convento de San Marón, en Annaya, donde los monjes y los
empleados estaban dedicados a preparar un horno para hacer la cal. El padre
Chárbel se dedicaba a traer la leña. Fue, entonces, cuando al padre Roque Juan
de Mechmeche se le ocurrió bromear, delante de todos los presentes con el padre
Chárbel. Le dijo:”Todos los monjes, de común acuerdo747, hemos
decidido arrojarlo a la hoguera porque falta leña; y el cuerpo humano atiza
mejor la madera. El fuego y la carne alimentan bien el horno. Así, la piedra
caliza se cocerá más rápidamente”. Apenas oyó eso, el padre Chárbel se puso de
rodillas, diciendo: “Que Dios me dé la fuerza para obedecer”. Es como si
dijera: “Estoy dispuesto a sacrificar mi vida en aras de la obediencia”. Muy
afectado por eso, el padre Elías de Mechmeche, por entonces asistente general748,
reprendió al padre Roque, diciéndole: “¡Tenga vergüenza! ¿Por qué bromea de esa
manera con el padre Chárbel? ¿No sabe, acaso, que él lleva consigo el espíritu
de Dios? Dios nos bendice por su intercesión”. Entonces el padre Roque le pidió
perdón. El padre Chárbel respondió: “Que Dios perdone a todo mundo”749.
3-Soy
el más grande de los pecadores
“Nadie se daba cuenta de su presencia, a causa de su gran amor a la vida
retirada. Cuando los visitantes venían a pedirle su bendición y sus oraciones,
él los recibía sin mirarlos, diciéndoles:”Pídanle al Señor que les dé según
su fe”. Si uno le decía: “Usted es santo”, se entristecía y contestaba:”Soy
el más grande de los pecadores”. En el eremitorio él se dedicaba a trabajos
despreciables y a hacer aquellas ocupaciones que lo envilecían. Siendo él el
superior del eremitorio, se sometía, no obstante, a su compañero, el padre
Macario, más joven que él. Era el padre Chárbel quien lavaba los platos y barría
el eremitorio. Si sucedía que el superior amonestaba a algún monje en su
presencia o, bien, le hacía una advertencia, aun no siendo él el culpable, se
arrodillaba, según la costumbre monacal, pedía perdón, como si tuviera la culpa,
y no se levantaba hasta recibir la orden del superior”750.
4-Los
sobrados del gato
“Quiero contarles un hecho que yo vi, con mis propios ojos, y del que quedé muy
conmovido. Fue una escena que recuerdo siempre con mucha emoción, respeto y
admiración. El padre Chárbel comía con su compañero, en mi presencia. Su plato
contenía trigo machacado, cocinado con hierbas del campo. Habiendo terminado el
padre Macario, limpió la sartén con un pedazo de pan que arrojó al gato. Éste,
no teniendo hambre, lamió el pan sin comerlo. El padre Chárbel, que estaba
lavando los platos, volvió para coger el pedazo de pan del pasadizo, donde lo
podrían pisar. Lo pasó por la cabeza para sacudirle el polvo, hizo la señal de
la cruz y se lo comió, sin notar mi presencia, porque él nunca levantaba la
mirada. En ese momento comprobé que él no miraba a nadie. Más aún, él me
preguntaba muy a menudo: “¿Quién es usted?” Yo le recordaba mi nombre, y
él volvía a preguntármelo otra vez, porque no levantaba la vista para mirarme”751.
5-¿Para qué esas cosas?
“Buscó ser despreciado de todos, durante toda su vida, fija la mirada en el
suelo. No miraba ni a sus cohermanos, ni los paisajes naturales. Un día que yo
estaba con el padre Nehemtallah de Mechmeche752, mirando a Beirut con
unos binóculos, pasó a nuestro lado, el padre Chárbel, armado de una cuerda para
amarrar un tercio de leña. Le dije: “Mire con estos binóculos que muestran a
Beirut muy cerca de usted”. Me respondió: “No, no; ¿Para qué esas cosas?”.
Y continuó hacia su trabajo”753.
6-No
lo molesten
“Le
oí al padre Elías de Mechmeche advertir a todos los empleados del convento que
no molestaran al padre Chárbel, ni de palabra ni de otro modo, diciéndoles: “Es
un hombre de Dios. Él tiene consigo el espíritu de Dios. Respétenlo”. El padre
Elías lo amaba y lo apreciaba mucho por sus extraordinarias virtudes. Una vez
dijo, estando yo presente: “He bregado mucho por evitarle el trabajo tan duro
que el padre Chárbel hace en el campo, y por darle una ocupación más suave en el
convento, para que descanse. Pero es que apenas acaba el trabajo del convento
que le doy, se va, inmediatamente, para el campo”754.
7-Insultos: “Dichosos serán ustedes cuando los insulten y los persigan” (Mt.5,
11)
“Una
vez estaba a punto de rezar el oficio divino, cuando el padre Ignacio de
Mechmeche lo llamó, y le dijo, muy severo: “deje de rezar y venga aquí”755.
“Él obedeció con toda piedad”756. Soportaba los insultos y las burlas
de los demás, con toda humildad, paciencia y alegría”757. “El que se
humilla será ensalzado y el humilde de corazón encontrará reposo a su alma. De
aquel que digan toda clase de males, será grande su recompensa en el cielo. Es
por eso por lo que yo me regocijo, y contento a mi Señor”758 (Santa
Teresita del Niño Jesús).
-Alégrense y regocíjense porque será grande su recompensa en los cielos (Mt.5,
12)
“Mientras nosotros recogíamos las uvas en el viñedo del eremitorio, el superior
me pidió que fuera a llenar la jarra al pozo del eremitorio. Apenas llegué,
amarré la cuerda al asa de la jarra. Con el afán, la tiré, descuidadamente, al
pozo, sin darme cuenta que el padre Chárbel estaba detrás de mí mirando, y me
dijo: “Hermano, San Antonio escogió el discernimiento. En tanto que usted
arriesga quebrar la jarra tirándola con fuerza al pozo. Y eso va contra la
pobreza”. Yo le contesté con dureza: “¡Váyase a su iglesia. Usted vive en el
eremitorio dándoselas de santo!”. Él me respondió, gentil y dulcemente, con la
cabeza baja: “Perdóneme, hermano, por el amor de Cristo”. Y cada uno nos
retiramos por nuestro lado; él, a la iglesia y yo, al viñedo”759.
“Cada vez que un incidente llevaba a protestas, era él quien se adelantaba al
hermano para decirle: “Perdóneme”760.
-Así
persiguieron a los profetas que vinieron antes que ustedes (Mt.5, 12)
“Un día, mientras yo trabajaba en la viña del eremitorio con algunos obreros
del convento, vi al padre Chárbel arrancando las cepas de la viña, del camino de
las vacas. En ésas, pasó una vaca y pisoteó una, y la quebró. Intervino el padre
Macario diciéndole: “He ahí una cepa quebrada a causa de su negligencia”761.”¿Qué
fue lo que hizo? ¿Por qué las dejó a los pies de las vacas?”762.
Inmediatamente se arrodilló, los brazos cruzados, diciendo”763:
“Perdóneme, por el amor de Cristo”764. Silencioso, rogaba y pedía
perdón por su mala acción”765.
“Me contó el padre Macario, también, que, un día, el padre Chárbel le
respondió: “¡Si yo soy un burro, padre. Téngame paciencia y sopórteme, por el
amor de Cristo!”766.
M: No se oirá en las plazas su voz
(Mt
12,19)
I.Introducción
“El monje debe guardar, con discernimiento, el silencio”767. Por eso
“él hablaba muy raramente. No dejaba escuchar su voz sino leyendo el Evangelio,
en las palabas de la consagración”768 y “en el coro”769.
“No se dirigía ni a hombres, ni a mujeres ni a monjes”770. “Vivía la
Regla. No se le veía sino en la capilla o en el trabajo, sin dejar escuchar una
palabra. No buscaba el entretenimiento con visitantes o arrieros. En el trabajo
no conversaba con nadie”771. “No se distraía, preocupado por las
noticias de la gente o de alguna persona en particular. Si alguien le preguntaba
algo, respondía amable, calmada y brevemente”772.
“Pasaba en silencio las reuniones de regocijo, por mortificación. Pero estaba
dispuesto a hablar cuando le preguntaban asuntos espirituales o teológicos.
Entonces sí, allí se explayaba con agrado en sus respuestas!773. “Si
no, su vida sería semejante a la de los enclaustrados que viven en silencio”774.
“Su lengua no estaba dedicada más que para vacar en la oración con Dios y
meditar en Él”775. “Era un monje contemplativo: sólo trabajo, oración
y silencio”776. “Sus palabras eran una lección de humildad profunda”777,
de tal suerte, que se tomaban como palabras venidas del cielo, como de un hombre
que vivía en otro mundo”778. “Fuera de sus conversaciones con los
superiores”779, “no se permitía hablar con los demás, sino de asuntos
espirituales”780.
“En la capilla, como en el eremitorio, se asemejaba a un ángel. No se sentía”781
“sino en la misa”782. “Silencioso en el trabajo”783, “de
un mutismo asombroso”784. “Yo me extrañaba cómo podría vivir así, en
el silencio, la austeridad, la oración y el trabajo. Yo no comprendía el
significado y los detalles de todo eso, como lo entiendo hoy. Terminé por
comprender que era santo. Es la palabra que repiten todos aquellos que lo
conocieron”785. “La renuncia a hablar era para nosotros un fenómeno
extraño. Y el padre Chárbel vivió así cincuenta años, entre el convento y el
eremitorio, en el silencio, en el trabajo y en la oración. Austero en el vestir
y en el comer, sin conocer el descanso y los gozos humanos”786.
II:
Relatos y acontecimientos
1-Cuando es necesario
“Nuestra Regla obliga guardar el silencio después del rezo del oficio de
Completas, en el comedor y en la capilla. Durante ese tiempo, él no respondía a
los monjes, sino cuando era necesario hacerlo. Los cohermanos lo imitaban y lo
presentaban como un modelo para los novicios, durante la vida y después de
muerto. De entre todos los monjes, ninguno lo igualó en la observancia de la
Regla”787.
2-Una
mecha que nunca se extingue (Mt. 12, 19)
“Si
alguno de los novicios infringía la Regla, él no lo acusaba ante el superior. Se
hacía el sordomudo, sin meterse en nada, ciñéndose, solamente, a las órdenes que
le daban”788.
3-Me
perdí del camino
“Un
día fue a Mechmeche para participar en un funeral, y no volvió hasta el
atardecer. Le pregunté por qué había tardado, y me respondió: “Me perdí del
camino. La neblina era muy densa y fui a dar a Huyula. Volví a tomar el camino,
orientándome, poco a poco, hasta llegar al convento”. Le repliqué: “¿Y fue
que no encontró a nadie por el camino?” Me respondió: “Sí, con muchos”.
Insistí: “¿Entonces, por qué no preguntó por dónde iba el camino al convento?”
Se quedó callado. En efecto, él no preguntaba ni se dirigía a nadie, así se
extraviara del camino. Era un caso particular. Ni místicos ni ermitaños han
vivido como él. Nunca he visto un caso parecido, ni antes ni después de él,
entre monjes, laicos, sacerdotes y obispos. ¡Dios resplandece entre sus santos!
El caso de este monje era extraordinariamente asombroso”789.
4-Muy, muy parco en palabras
“Lo conocí muy, muy parco en palabras. Una vez me preguntó: “¿De dónde viene
usted?” Y otra vez me preguntó: “¿Dónde estudia usted?” Respondí:
“En Kfifane”. Él continuó: “Dice el Evangelio: “Ustedes son, en verdad, mis
discípulos”. ¿Cuál es la función gramatical de “en verdad”? Le respondí,
según sabía. A mi vez, le hice una pregunta gramatical. Me respondió:
“Hermano, yo no sé”790.
5-No
pronunció ni una palabra
“Conocí, personalmente, al padre Chárbel, entre 1893 y 1895, pues yo hacía una
visita de inspección a los ermitaños de mi orden, en compañía de otros cuatro
monjes: el padre Abraham Harfuche, el padre José Guebale, y no recuerdo el
nombre de los otros dos. Nos recibió el padre Macario, a quien le pedimos que
llamara al padre Chárbel. Vino. Lo saludamos besándole la mano y le pedimos su
bendición. Él nos preguntó: “¿De dónde vienen, hermanos?” Le respondimos,
y cada uno se presentó diciendo su nombre, su convento y su pueblo natal. Él nos
preguntó: “¿Habrá fallecido alguno de nuestros cohermanos en los conventos
que ustedes han visitado, para celebrar una misa por el descanso de su alma?”
Le respondimos que no. Y él se retiró a su celda, dejándonos con su compañero,
quien nos dijo: “Permítanme preparar la comida. Es la hora de comer; y ustedes
comerán con nosotros”. Tomó una vasija de barro; metió allí pedazos de pan duro
con algunas legumbres y les echó un poco de vinagre, de cebolla y ajo. Después
llamó al padre Chárbel a comer, invitándonos a compartir con ellos. Le
agradecimos, pero no aceptamos. Mientras comían, el padre Chárbel no pronunció
ni una palabra”792. En tanto que el padre Macario continuó
conversando con nosotros”793
6-¿Practicas tus deberes religiosos?
“Una
vez vino su hermano de Bqaakafra para visitarlo. Tocó a la puerta. Fue el padre
Chárbel para ver quién tocaba, sin abrir la puerta. El visitante respondió: “Soy
el hermano del ermitaño Chárbel”. El ermitaño le contestó: “Espere un momento
para decirle a mi compañero a ver si él permite que le abra la puerta”. Fue
donde el padre Macario, y le dijo: “Mi hermano está en la puerta. ¿Me permite
que le abra?” “Claro que sí, le respondió. Recíbalo”. Durante su encuentro
con él no hacía sino repetir la misma cosa: “¿Cómo está usted? ¿Está usted
bien? ¿Practica usted los deberes religiosos, lo mismo que su familia?” Y
poco después lo despidió”794.
7-Como San Néstor
“Él
hacía como San Néstor que, en el momento de ingresar al convento, encontró un
burro en la puerta. Y se dijo: “Néstor, Néstor, tú y este burro sois iguales. Si
el burro pudiera hablar, tú también podrás hablar en el convento”.
“Después de mi experiencia personal con el padre Chárbel, me pareció
inteligente, conocedor de la teología mística y apasionado por el estudio. En
todo caso, se portó como Néstor: un burro en su silencio; un filósofo en su
oración y en su tren de vida; y un anacoreta en el convento. Nunca le oí decir:
“Estoy cansado; tengo hambre o tengo sed”795.
8-A
la escucha del amado (Lc. 10, 39)
“No
obstante que el padre Chárbel no era tonto ni malhumorado, y de temperamento
taciturno, punto débil de los que odian el trato con la gente, hay que decir que
él habría decidido que su lengua no hablara sino para alabar a Dios, contestar a
los superiores, por obediencia, y la disponibilidad para cumplir alguna misión
de caridad al prójimo, en asuntos espirituales. Es por eso por lo que hablaba
tan poco, no tomando la iniciativa en el hablar, sino raramente. Más que todo,
no lo hacía sino para responder a una pregunta. Así, que él se distinguía de
entre los ermitaños, no solamente por la observancia del reglamento del
eremitorio, sino también por su silencio perpetuo y su trabajo continuo. Su vida
era una cadena ininterrumpida que constaba de tres eslabones: la observancia a
la Regla, la oración y el trabajo, a lo que añadía el silencio. Se parecía a los
monjes contemplativos silenciosos, más que a un monje libanés. Todos los otros
ermitaños se asombraban de su perpetuo gran silencio”796.
9-No
me contestaba
“Cuando yo le ayudaba a arrancar los arbustos espinosos y los troncos de árbol,
no abría la boca ni me dirigía la palabra. Y cuando yo me aburría con tanto
silencio, le hablaba, pero él no me contestaba”797.
10-Nada lo distraía
“Frecuenté a los monjes y a los ermitaños, todos venerables, pero ninguno se
parecía al padre Chárbel. Los otros ermitaños, los que ya han fallecido,
hablaban con nosotros; y los que aún viven, tampoco dejan de dialogar con la
gente, cuando los visitan, gustando de tener noticias. En tanto que el padre
Chárbel no conversaba con nadie, ni se distraía con nada, ni le miraba la cara a
nadie”798.
11-La
gente lo creía mudo
“El
padre Chárbel era un ángel con cuerpo humano, un filósofo sin teorías, un ideal
de santidad y de perfección. Tenía lengua, pero la gente lo creía mudo”799,
como un niñito en brazos de su madre; con la sola diferencia de que no se le
escuchaba su voz”800.
12-Escasamente hablaba
“Durante el tiempo que pasé en el convento de San Marón, en vida del padre
Chárbel, no pude ver en él sino al hombre silencioso, aislado, no solamente de
la gente, sino también de los monjes. No se movía sino por orden de obediencia,
como si fuera un robot. No me hablaba, por lo que no les puedo contar anécdotas
de su vida. No se interesaba por nada, como para poder contarles su trato con la
gente”801. “Trabajaba cuatro o cinco horas con los novicios, que
charlaban a su alrededor, mientras él permanecía en silencio. No hablaba sino
raramente”802.
13-No
me conversaba
“Nunca conversó conmigo, a diferencia de los otros ermitaños que sí me hablaban.
Jamás lo vi mezclándose con los visitantes o con otros. Y cuando alguno le pedía
que lo bendijera, él lo hacía, asperjándolos primero”803
N: Voy completando lo que aún
falta al total de los sufrimientos de Cristo (Col 1,24)
I.Introducción
“El monje debe dar gracias a Dios, más por la enfermedad que por la buena salud,
confiando que es una prueba para su bien”804. “El padre Chárbel
adolecía de atroces dolores de estómago, pero no seguía ningún tratamiento, y ni
siquiera tomaba un calmante cuando el dolor se le hacía insoportable, repitiendo
siempre: “Que se haga la voluntad de Dios”805. “Soportó
cólicos crónicos que se le agravaban en la estación de las nieves, sin quejarse
ni hacerse ningún tratamiento. Nunca habló a nadie de su estado de salud, ni
pidió que lo visitara algún médico”806, “ni probaba gota de algún
refresco en el estío, ni algo caliente en el invierno, a pesar del frío cortante
del eremitorio”807. “Jamás dijo que estaba enfermo”808.
“Portaba el hábito en verano y en invierno, y no se calentaba al calor del
fuego, como lo hacían los otros ermitaños, pasando el tiempo orando en la
capilla, arrodillado y a menudo en pleno piso, sin alfombra”809.
“Permanentemente llevaba puesto el cilicio”810, “directamente sobre
la piel; no sobre la franela”811. “Yo me preguntaba cómo podía
soportar eso, sobre todo en verano”812. “Se ponía un cinturón con
púas, ceñido directamente a la carne”813. “Según testimonio de sus
compañeros, se azotaba”814. “No me entreguéis al mundo ni me
seduzcáis con las cosas materiales; dejad que pueda contemplar la luz pura;
entonces seré hombre en pleno sentido. Permitidme que imite la pasión de mi
Señor”815.
II:
Relatos y acontecimientos
1-Un
cese contra la pobreza sobre mi conciencia
“Cualquier cosa que viniera, sea de Dios o de los hombres, él lo aceptaba con
paciencia y serenidad, como el cólico816 crónico del que fue
aquejado. Nunca se hacía un tratamiento médico, soportando sus dolores con una
paciencia asombrosa, ocultando sus sufrimientos a los demás, con discreción”817.
“Pues, bien, una vez, mientras nosotros trabajábamos en el viñedo del
eremitorio, el hermano Elías Al Mahrini, responsable del campo, el obrero
Salomón Al Manzili y yo, y estando también el padre Chárbel y el padre Macario,
su compañero del eremitorio, resultó que el padre Chárbel comenzó a agarrarse, a
doblar la espalda, a apretar el hacha, dejando escapar un gemido a causa del
sufrimiento. Le pregunté al padre Macario: “¿Qué le pasa al ermitaño? ¡Lo veo
sufrir!” Me respondió: “Lo cogió una crisis de cólico renal”. Le repliqué: “Que
se vaya a reposar. Pediremos otro obrero que lo reemplace”. El padre Macario me
contestó: “Él quiere dominarse a sí mismo”. Mientras nosotros continuábamos el
trabajo y otro trabajador nos había dejado atrás en el surco, he aquí que el
padre Chárbel se dirigió hacia una cepa para desviarla del camino de los bueyes,
dando gemidos más agudos que antes, lo que quería decir que el mal se había
agravado. Le dije: “Vaya despacio, maestro, yo atajo los bueyes”. Y me
respondió con una voz entrecortada: “Maestro, eso sería un cese contra la
pobreza sobre mi conciencia”, siguiendo su trabajo todo el día, a pesar de
su dolor. Por la tarde nos fuimos a comer lentejas con ensalada de verdolaga. Yo
vi al padre Chárbel recogiendo los tallos de verdolaga, partirlos y comerlos”818.
“Al amanecer, noté que él se debatía a causa de un dolor insoportable. A mi
pregunta, el padre Macario me respondió: “Le vuelve el cólico”. Entonces tuve
compasión de él y le rogué que dejara el trabajo. Él no quiso dejarlo,
perseverando todo el día en la labor con aplicación constante, como si gozara de
buena salud”819.
2-Bañado en lágrimas
“Acerca de esto, ustedes pueden notar que toda su vida fue una continuación de
sufrimientos, hasta el punto que su cuerpo se adaptó a su alma y allí encontró
reposo, de tal suerte que sometió completamente sus sentidos al dominio de su
espíritu. La negación de sí mismo se volvió en él algo natural, como una
escapatoria donde él encontraba satisfacción, tras largos años de practicar la
mortificación. Yo me recuerdo que, en mayo de 1897, nosotros estábamos
trabajando en el viñedo del eremitorio. Llegó la hora del desayuno. Pero el
padre Chárbel continuó en la construcción de los muros que rodeaban el viñedo.
Le pedí a su compañero, el padre Macario, que lo llamara para desayunar. Me
respondió: “Él sólo come después de medio día”. A la hora del almuerzo,
continuaba su trabajo de los muros. Volví a pedirle al padre Macario que le
ordenara venir a comer con nosotros, por piedad a su fragilidad. Pero me
respondió, diciendo: “Él comerá después”. En la tarde llevamos los bueyes a
pastar al bosque. Un momento después volví al eremitorio para tomar agua.
Entonces vi al padre Chárbel comiéndose los tallos de verdolaga que había
recogido y picado. Ante esta escena, los ojos se me llenaron de lágrimas. Le
achaqué al padre Macario la responsabilidad sobre el padre Chárbel, diciéndole:
“Tenga compasión del ermitaño. Usted le deja comer los tallos de verdolaga
después de un trabajo extenuante, su enfermedad y sus dolores. Me respondió “Él
es feliz comiéndose eso; déjelo”. Después me dije a mí mismo: “¿A qué distancia
de su virtud estamos nosotros?” Verdaderamente él ha hecho suyas todas las
penitencias de los padres del desierto (del alto Egipto). Él superó, y con
mucho, todo aquello que leímos en el libro “Jardín de los monjes” y en el de “La
perfección cristiana”820.
3-Me
conmovió de pura piedad
“Lo
vi, una vez, cargar leña sobre sus espaldas, del fondo del bosque hasta el
viñedo. Y, además, lo hacía con bultos pesados que subía al eremitorio. Allí me
conmoví de pura piedad por ese anciano que ya pasaba los 65 años. Le eché la
culpa al padre Macario, su compañero, quien se disculpó, diciendo: “Así quiere
él vencerse a sí mismo”821.
4-Arroz y mantequilla en el eremitorio
“Una
vez, el padre Macario le dijo: “Usted sufre de los riñones. Déjeme prepararle
una sopa de arroz en mantequilla. Él respondió con una voz muy baja: “¿De
arroz en mantequilla en el eremitorio? No”822.
5-Dolor unido a la pasión de Cristo
“Cuando le preguntaban por qué se amarraba una rama de uva alrededor de su
cabeza y pelaje de cabra en su muñeca, algunas veces respondía: “Tengo dolor
de cabeza, unido a la pasión de Cristo”823.
6-Nadie se daba cuenta de sus padecimientos
“Oí
decir que los ermitaños habían cocinado hierbas silvestres, entre ellas, una muy
nociva. El padre Chárbel la comió, y se enfermó, sin quejarse. De todos modos,
se le notó su malestar. Era que nadie se enteraba de sus sufrimientos y
enfermedades”824.
7-Pisaba, descalzo, los arbustos espinosos
“Cuando él vivía en el eremitorio, lo vi con un hábito deshilachado llevando un
bulto de arbustos espinosos que él había amarrado con una cuerda, pisándolo,
descalzo, y sangrándole los pies”825.
8-Medias de lana
“Una
vez, el superior le mandó ponerse medias, hechas caseramente con hilos gruesos
de lana, para protegerse los pies de la humedad, pues él sufría de cólicos
estomacales. Las llevó una sola vez, por obediencia, y no volvió a ponérselas en
toda la vida”826.
9-Se
calentaba poco
“Cuando hacía mucho frio, en invierno, el padre Macario lo llamaba a la cocina
para que se calentara. Por obediencia, él lo hacía por breves momentos. Después,
se retiraba para irse a dormir a su celda, mientras su compañero dormía al lado
del fuego, dado el frío cortante que hacía en el interior del eremitorio”827.
10-Me
burlé de él
“Una
vez, cuando él arrancaba los arbustos espinosos del campo para plantar un seto
del viñedo, lo vi que se retiró a un lugar aislado, creyendo que nadie la veía.
Se quitó el hábito para sacarle las pulgas y los piojos. La curiosidad me llevó
a acercarme más para mirarlo sin hábito. Y vi que llevaba el cilicio debajo, sin
franela. Comencé a reírme de él, sin comprender el sentido de su austeridad,
hasta después de su muerte y las manifestaciones de sus milagros”828.
11-No
debo darme el lujo de complacerme con dulces
“Una
vez, el padre Macario le propuso hacerle una tisana con hierbas amargas, como un
calmante contra los dolores que lo aquejaban. Él aceptó, a condición de que no
pusiera azúcar. Su compañero le dijo: “¡Pero si las hierbas son muy amargas,
imposible beberlas sin azúcar!”. El padre Chárbel le replicó: “Yo no tengo el
derecho de complacerme con dulces! Mi Señor Jesús bebió hiel y vinagre en la
cruz, como calmante para su sed y sus dolores”829. “A través de
mis lágrimas me sonrío cuando contemplo tu pasión, oh Jesús”830.
12-La
hemiplejía
“Le oí contar a mi tía, Rosa, que, cuatro años antes de la muerte del padre
Chárbel, fue atacado de hemiplejía, de la que se curó”831
O: Eterna paz
I.Introducción
“Su fortaleza era excepcional, pues le venía del cielo y no de la tierra. Uno lo
veía siempre sonriente y amable como si todo caminara sobre rosas”832.
“Jamás oí decir que irrespetara a alguien, discutir o quejarse de algún trabajo,
en verano o en invierno”833. “Cuando los rayos se precipitaban sobre
el pararrayos del eremitorio, no se movía un ápice en la capilla, donde rezaba”834.
“Soportaba todas las dificultades, a pesar las tribulaciones que le causaban,
convirtiéndolas en dones sobrenaturales. Se sometía a mortificaciones que no
eran obligatorias, como: ayuno continuo, largas vigilias, vivir sin calefacción,
no obstante el frío glacial”835.”Soportaba los cólicos que, a veces,
lo atacaban durante las horas de trabajo. Su compañero, el padre Macario, le
decía: “Váyase a descansar y a orar delante del Santísimo Sacramente”. Él
obedecía. No se fastidiaba ni se quejaba de sus dolencias”836.
“Realizaba su trabajo bajo el efecto del dolor, en silencio”837, “sin
intentar atenuarlo”838, repitiendo: “¡Oh Jesús; oh María!”839.
2-Ante las provocaciones
“Cuando lo llamaban, él se presentaba y saludaba, según su costumbre, empleando
la expresión: “¡Gloria a Dios!”. Cruzaba los brazos, y no se sentaba
hasta que se lo ordenaran. Si no, se quedaba de pie. Si alguno lo saludaba,
diciendo: ¡Gloria a Dios!”840, él respondía: “Que Dios lo bendiga”841.
“Era sereno, serio, de carácter dulce, dócil como una paloma”842;
“más aún, era la docilidad, la gentileza y la amabilidad en persona. El que lo
veía, lo amaba espontáneamente”843. “Si alguien venía a molestarlo,
lo soportaba con magnanimidad y afabilidad, también”844. “Al verlo en
la oración, en su diálogo íntimo con la Omnipotencia divina, uno se quedaba
asombrado ante tal actitud recogida, edificante y ejemplar, que despedía su
devoción y su piedad, en todos sus rasgos, todo el tiempo. Cuando oraba, su
rostro resplandecía con una luz celestial”845. “En el eremitorio,
cuando él se encontraba con alguien por el largo y estrecho pasadizo, él se
pegaba contra la pared, no dejando que su hábito tocara al que pasaba”846.
3-En
todo
“Vivía en la presencia de Dios. Exterior e interiormente testimoniaba que él no
se preocupaba sino de Dios. En su oración, su misa y su trabajo, estaba con
Dios. Que lo alabaran o lo insultaran, que los monjes estuvieran contentos o no
con él, le importaba poco. Él permanecía imperturbable, absteniéndose ante las
seducciones del mundo y sus vanidades, atenido a su comprtamiento”847.
“Lo único que le interesaba era cumplir sus obligaciones, sin la menor intención
de granjearse la alabanza de los demás, y no permitiéndose halagar a nadie. Si
demostraba el interés por algún cohermano, lo hacía solamente en cumplimiento
del mandato de la caridad. Revelaba la simplicidad monástica en sus palabras,
sus trabajos y su vestido. No acusaba a ninguno de sus cohermanos o trabajadores
ante los superiores, ni se metía con nadie”848.
II:
Relatos y acontecimientos
1-Dios arregla las cosas
“No
se dejaba llevar de las emociones, como la tristeza, por ejemplo. Cualquier cosa
que ocurriera en el convento: tribulaciones de algún cohermano, o cosas
divertidas, él guardaba siempre el mismo talante ante todas las situaciones. .
Confiando en Dios, repetía esta expresión: “Dios arregla las cosas; es la
voluntad de Dios”849.
2-Peregrino hacia la eternidad
“Yo
sé que él tenía absoluta esperanza en Dios porque abandonó el mundo y se
consagró a su servicio. Toda su vida estuvo repleta de obras, ajenas de todo
artificio mundano y de toda vanidad, teniendo sólo por meta la eternidad. No se
permitió ninguna satisfacción de cosas mundanas ni se entristeció por cosas
terrenas, soliendo decir: “Que se haga la voluntad de Dios. ¿Qué tenemos en
este mundo? Aquí no somos más que peregrinos hacia la eternidad”850.
3-Corazón y mente en el cielo
“No
hablaba de las cosas de la tierra. Más bien le entretenían las conversaciones
sobre el cielo. Nada le atraía de la tierra, ni deseaba más riquezas para el
convento, como la posesión de tierras. No manifestaba gozo ante una abultada
colecta, o su buena salud o cualquier otro acontecimiento divertido. Su rostro
llevaba siempre el cariz del abandono a la voluntad divina. No hablaba ni de la
familia, ni de parientes, ni se atribuía algún trabajo digno de agradecimiento
ni de ninguno esperaba ayuda alguna. Nunca anduvo en búsqueda de la satisfacción
de un superior llevando a cabo un servicio que le hubiere pedido. En una
palabra, su corazón y su mente estaban orientados al cielo. Para él todo aquello
que dependiera de lo humano, lo consideraba como un desecho”851.
4-Recen por él
“Manifestaba una inmensa confianza en Dios. Es por eso por lo que, cuando los
padres de un enfermo venían a suplicarle, pidiéndole que rezara por la curación
de su enfermedad, él respondía, a veces: “Su hijo enfermo goza de salud.
Recen por él”, como si la voluntad de Dios le hubiera inspirado que les
comunicara eso. Otras veces les replicaba: “Imploren, recen por él”. Al
decir esto, él se unía a su oración y les recomendaba confiar en Dios. En otras
ocasiones, los consolaba con el consejo de armarse de paciencia y abandonarse en
las manos de Dios. Esto que acabo de relatar, lo dije para resaltar el
cumplimiento de sus obligaciones, de su observancia a la Regla y su
extraordinaria ascesis, para mostrarles la virtud de su esperanza en sus más
bellas manifestaciones. No se regocijaba si a alguno de los sacerdotes lo
ascendían, ni tampoco se entristecía por la muerte de algunos de sus cohermanos,
ni se preocupaba de la pobreza o la riqueza de sus familiares. En definitiva,
vivía la ecuanimidad interior, tanto en el gozo como en la tristeza y en la
tribulación como en el bienestar”852.
5-Que
se haga su voluntad
“No
se confiaba de nadie, sino de sólo Dios. Para él, la vida no valía nada. No se
apegaba ni al dinero, ni a las propiedades ni a la familia. Ante los desastres,
no se alarmaba, repitiendo su habitual expresión: “Que se haga su voluntad”.
Jamás se juntó con los demás. Su trato con los superiores era para lo
estrictamente necesario: se le ordenaba, y él obedecía sin vacilar. Supe que,
una vez, vinieron sus familiares para visitarlo, y él ni los miró”853.
6-El
reguero de las brasas
“Le
oí decir al padre Simeón de Ehmej, ermitaño, que vivió algún tiempo con el padre
Chárbel en el eremitorio del convento de San Marón, que el padre Chárbel era un
monje ejemplar en sus mortificaciones, en su oración, en su pobreza, en su
obediencia y en sus virtudes monásticas. Según el padre Simeón, los ermitaños
debían celebrar sus misas separadamente. El padre Chárbel ayudaba las misas de
sus compañeros. El padre Macario de Mechmeche y el antes mencionado, el padre
Simeón de Ehmej, a cambio, le ayudaban su misa, por turno. De esto los eximió a
los dos el frío del invierno. Un día, cuando hacía un frío glacial y se acumuló
una nieve muy compacta, el padre Chárbel les ayudó sus misas, los cuales, justo
acabada sus misas, se fueron a calentarse al fuego, mientras el padre Chárbel se
preparaba para celebrar la suya. Estos dos ermitaños, al calor del fuego, se
adormecieron. Cuando, de pronto, la estufa se chocó contra la pared. Brincaron
las brasas y la ceniza que se regaron sobre los durmientes. Se despertaron
aterrorizados, y salieron a toda carrera hacia la capilla, donde encontraron al
padre Chárbel revestido para la misa, de pie, delante del altar, esperando que
alguien viniera a ayudársela. A su llegada, no manifestó ninguna contradicción.
No pronunció ni una palabra de protesta. Ellos tomaron el incidente de las
brasas como una advertencia para que se despertaran, a fin de ayudarle la misa a
su compañero anacoreta”856.
7-Trabajaba para que los monjes descansaran
“No se preocupaba de complacer a los monjes y a los que lo conocían sólo por
granjearse elogios y en busca de alabanzas. En lo que hacía, no deseaba otra
cosa que el descanso de los monjes y el bien del convento, convencido que con
ello glorificaba a Dios y trabajaba por la salvación de su alma. Cuando un
cohermano le mandaba efectuar un trabajo, como la elaboración del pan, por
ejemplo, o bien, cualquier otro trabajo, pensaba que era porque se encontraba
fatigado y necesitaba descanso. Entonces, él pedía permiso a su compañero para
reemplazarlo y efectuar por él el trabajo, hasta media noche, si era el caso, no
permitiéndose abandonar a los otros trabajadores hasta cumplida enteramente la
misión confiada, y siendo que él estaba en ayuno”857. “A cualquiera
que le pedía un servicio, le respondía: “A sus órdenes, hermano”858.
P: Nadie les podrá arrebatar la
alegría (Jn 16,22)
I.Introducción
1-Alegre
“Era
siempre dócil y alegre”859, “feliz en Dios”860, “afable”861,
“contento de vivir así. No se aburría ni con el frío ni con el calor”862,
“no se quejaba de nada”863. “Era sobrio”864, “paciente,
alegre, exento de aburrimiento, de tristeza, de problemas y de aflicciones”865.
“Vivió en una ascesis espontánea, fácil y gozosa hasta el último día de su vida”866,
“con asiduidad y llena su alma de alegría”867; “alegría en todos los
trabajos que hacía”868, “sin interrupción, a tal ritmo que no muchos
podían seguirlo. Siempre feliz y risueño”869, “en progreso continuo,
rápido y fácil”870. “No vacilaba ni renegaba”871. “Llevaba
su tren de vida con equilibrio y gozo”872.
2-Servía con gozo
“Se
consideraba servidor de los demás, haciendo gozosamente no sólo lo que le
mandaban los superiores, sino también, lo que los otros le pedían, comprendidos
los novicios y los empleados. Se comportaba con ellos como el asno con su dueño”873.
“Obedecía con gozo y vivacidad a un empleado o sirviente del convento”874;
“amable y respetuoso con todo el mundo. Manifestaba satisfacción en todos los
servicios que le pedían, aun de los subalternos, como los empleados”875
“y los obreros que trabajaban en el convento o en el viñedo del eremitorio”876,
“servicios que él realizaba a la perfección, con facilidad y alegría”877,
“igual que todos los servicios y trabajos”878. “Encontraba
satisfacción cuando le mandaban hacer un trabajo difícil por otro cohermano. Lo
realizaba con afabilidad”879.
“Cuando el superior lo mandaba a visitar enfermos para orar por ellos y
bendecirlos, lo hacía con disponibilidad y gozo. Tenía gran celo por la
salvación de la gente, recibiendo gentilmente a los hombres que quisieran
confesarse con él, haciendo lo mejor posible por llevarlos a la conversión”880.
3-Los
gozos del alma
“Cuando uno le hablaba de un gran acontecimiento o de un hecho risible,
respondía brevemente con una sonrisa amable”881, “pues raramente uno
lo veía reír. Diferente era cuando se encontraba forzado, por obediencia, a
hacer alguna charla teológica. Tomaba una postura afable882,
dirigiéndose a cada persona con amabilidad”883. No paraba mientes en
el interés que uno le ponía, para que no fuera un obstáculo en su amor a Dios.
Gozosamente realizaba sus obligaciones”884. “Nunca se aburría con las
cosas espirituales; más aún, encontraba satisfacción en ellas”885.
“Ante el Santísimo Sacramento lanzaba profundos suspiros que expresaban su
intenso amor a Dios, oculto en el Sagario”886. “Cuando comía y bebía
el cuerpo y la sangre de Cristo, parecía que participara del banquete más
placentero del mundo, comiendo y bebiendo en una mesa celestial”887.
“No disfrutaba, ni descansaba ni gozaba sino en la capilla, delante del
Santísimo Sacramento”888, “en la misa y en la oración”889.
4-Una
felicidad contagiosa
“Yo
sentía un gozo enorme cuando le ayudaba la misa, sin saber por qué. ¡Loado sea
Dios!”890. “Algunas veces, después de media noche, yo rezaba el
rosario con él, en la capilla. Lo rezaba de rodillas, con todo el gozo y el
ardor que lo inundaba, y a mí me penetraba. Yo anhelaba, con todas las veras de
mi alma, que me llamara para participar con él el rezo del rosario”891,
“pues junto con él, un ardor inusual invadía mi alma892. Silencioso
como era, comprometía a todo el mundo en el silencio, e imponía moderación en
las conversaciones. Todos eran felices trabajando con él”893.
II:
Relatos y acontecimientos
1-La
delicia misma
“Apenas llegué al eremitorio, le mostré al padre Chárbel la autorización del
superior general, dirigiéndose a él, para que me predicara unos retiros
espirituales antes de mi ordenación sacerdotal. El padre Chárbel me dijo:
“¿Eres maestro en Israel894 y necesitas de uno como el padre
Chárbel para predicarte unos retiros? En fin, estoy a su disposición en lo que
usted desea”. Hubiera querido que esos retiros hubieran durado más de una
semana. Al escuchar sus palabras, tenía la impresión de estar saboreando el maná895
con miel, porque sus palabras taladraban las rocas. Para su oyente, eran la
delicia misma. Por eso me prometí pasar todas mis vacaciones con él, en el
eremitorio, él tiempo que él viviera. Después de haber tomado esta resolución,
pasé con él mis vacaciones durante cuatro años seguidos. Cada vez él me recibía
con una amabilidad angélica”896.
2-Respondió sonriendo
“Muy
a menudo, nos acompañó para sembrar el trigo con nosotros, al pedírselo el
responsable del trabajo, y con el permiso del superior del convento. Un día,
todos, novicios y trabajadores, después de haber terminado la siembra de un
campo, más arriba de la fuente, pasamos a otro campo y transportamos
inmediatamente todas las herramientas y las cosas necesarias. Unos trabajadores
y yo nos encargamos de los bueyes y del arado, mientras que los otros, novicios,
el padre Chárbel y el resto de los trabajadores, debían transportar todo lo que
se necesitara”897. “Nosotros sabíamos hasta qué punto el padre
Chárbel profesaba la obediencia. Por curiosidad, quisimos ponerle a prueba esa
virtud”898. “En honor a la verdad, debo decir que el siguiente hecho
sucedió delante de mí”899. “Juntamos los picos, la jarra del agua, el
botijo, la canasta grande con las semillas y el cubo de la comida”900.
“A manera de diversión, le pedí que llevara todas esas cosas. Él respondió:
“A sus órdenes”901. “Comenzamos a cargarle todo eso, pieza por
pieza, cosa que él aceptó gustosamente. Se terció los picos al hombro, y sobre
el otro se puso la canasta; la jarra en una mano y el cubo por el brazo hacia el
codo”902. “Le dijimos: “lleve, también el botijo”. Nos respondió:
“¿Y cómo lo llevo?”. Le replicamos: “Tómelo con el dedo meñique”. Él
obedeció”903. “Quedaron por tierra algunas cosas que ya no podía
llevar. Y nos comenzamos a reír. Él nos miró y nos dijo, sonriendo: “¡Ay de
aquellos que cargan fardos pesados sobre los demás, y ellos mismos no están
dispuestos a moverlos con un dedo”, y partió satisfecho y contento con su
carga. Nosotros llevamos el resto”904.
3-Con
gozo y alegría
“el padre Chárbel no sólo renunció a los bienes y a los honores del mundo, sino
que también inmoló su voluntad, que es lo que más le cuesta al hombre. La
repudió con menosprecio, siguiendo el mandato e Cristo, que dijo: “El que no
renuncia a todas las cosas y aun a sí mismo, es decir, a su propia voluntad, no
puede ser mi discípulo”. De allí, su ciega sumisión al superior, como la de un
niñito a sus padres. Él se sometió a los cohermanos, aun al más joven de ellos,
y no solamente en lo que fuera agradable y útil, sino también, en aquello que
contradecía su opinión. Se prestaba a realizar las órdenes sin preguntar ni
rechazar. Más aún, con gozo y alegría. Todo el mundo sabía que cuando terminaba
el trabajo confiado por su compañero o por un trabajador del eremitorio, se
paraba, los brazos cruzados, y decía: “Padre, o hermano, ya terminé el
trabajo. ¿Qué quiere que haga, ahora?”905
Q: Un amor asombroso (Jn 1,13)
I.Introducción
1-Su
corazón en Dios
“En el juicio final, el pecador no se preocupará por la severidad del juicio
sino por la asombrosa admiración ante la grandeza del amor divino. Cualquiera
que comparezca vacío de amor ante el Señor, morirá de vergüenza”906.
Es que “él demostraba lo que sentía en su corazón. Decía: “Para ti es mi
corazón, Dios mío”. Él se lo ofreció enteramente, sin dejarse arrastrar ni
un día por el amor terreno”907. “Su alma se inflamaba del fuego del
amor de Dios. El tiempo que pasaba delante del Santísimo Sacramento le
enternecía demasiado su corazón. No es de extrañarse, pues el amante vive
fascinado de estar a la sombra del amado y gozar de su compañía. El corazón del
hombre está allí donde se encuentra su tesoro”908. Lo dice el libro
de los Proverbios. El padre Chárbel pasaba gran parte de su tiempo, sin
despreciar el más mínimo momento libre, delante del Santísimo Sacramento, de
rodillas y en éxtasis, sin inmutarse, como el día aquel en que un rayo cayó en
el eremitorio”909.
“Prefirió su amor a Dios al suyo propio, que entregó a Dios. A nada se apegó: ni
al vestido, ni a la comida, ni al descanso, sacrificándolo todo por amor al
Altísimo. Tal punto alcanzó su amor a Dios, que deseaba despreciarse y
considerarse una nada”910. “Durante toda su vida jamás se interesó
por ganar la admiración del superior o la amistad de algún cohermano”911,
“ni tener noticias de su familia, ni de los demás ni de los propios monjes”912.
“Nunca se dejó arrastrar por una conversación con los que lo rodeaban”913,
“ni tampoco se afanó en algún trabajo por complacer a alguien o complacerse a sí
mismo. Lo realizaba por obediencia”914. “No existía para sí mismo
sino, enteramente, para Dios”915. “En su amor a Dios alcanzó un grado
de sublimación tan elevado, que nos será muy difícil comprenderlo. No tenía
voluntad sino para vivir siempre en la presencia de Dios, en la capilla, todo el
tiempo que la autoridad le permitiera, para estar en meditación con Jesús, su
amado”916.
2-Un
corazón para todos
“Prestaba ayuda al prójimo con sus oraciones, sin pretender ganarse su alabanza”917.
“No tenía amistades particulares”918, “ni prefería a uno más que a
otro de los cohermanos, sino que a todos los consideraba hermanos suyos, en
Cristo”919, “bien que se inclinaba por los más virtuosos. No
experimentó un sentimiento puramente humano”920. “Reemplazaba a sus
cohermanos en los trabajos penosos, para procurarles descanso físico”921,
haciendo él los oficios más humildes”922. “Cargaba las cajas de uvas
sobre sus espaldas, lo mismo que la leña, sin que fuera mandado por el superior,
sólo llevado del amor hacia los demás”923, “porque él estaba allí
para amar a Dios y al prójimo, y no para odiarlos. Él vino para padecer y ser
despreciado, y no para ser alabado y descansar. Ha venido para servir y no para
ser servido”924.
“Oraba por la conversión de los pecadores y por el retorno a Dios de los
extraviados del camino. No tenía enemigos”925. A veces atrasaba su
misa para que los pastores de cabras, que venían de lejos, pudieran participar
de la Eucaristía, especialmente los domingos y los días de fiesta”926.
“Manifestaba cariño y piedad hacia los pobres y los enfermos. Les permitía, a
los hombres, entrar a calentarse y a secarse sus ropas empapadas por la lluvia.
Las mujeres no venían en los días fríos y lluviosos, pues sabían que el padre
Chárbel no las dejaría entrar al eremitorio”927. “Era caritativo con
todo el mundo, pobres y ricos”928, hablando con los visitantes de
cosas espirituales. A su compañero le dejaba la carga de la recepción de la
gente y la comida. Y cuando los visitantes venían al eremitorio en su ausencia”929,
“ofrecía”930 a un pobre o a algún hambriento”931 su propia
comida, bien frugal, y él se quedaba en ayunas”932. “De esto he sido
testigo muchas veces”933. “Lo hacía a ejemplo de Cristo, de quien se
dijo: “Oh carpintero libre, cuya abnegación fue tu tesoro; generoso, diste tu
pan a los menesterosos”934.
II.
Relatos y acontecimientos
1-La
familia de Chárbel (Mt. 12, 46-50)
“Una
vez, su hermano y su hermana vinieron a visitarlo al eremitorio. Su compañero,
el padre Macario, le avisó de su llegada. Él respondió: “Usted es mi hermano
y mi hermana. Ofrézcales de comer y de beber. Luego despáchelos para que
regresen al pueblo; y dígales que rezo por ellos para que se libren de las
trampas del mundo”. Y no los recibió. Es de saber que, desde su entrada al
convento hasta su muerte en el eremitorio, nunca volvió a la aldea donde su
familia”935.
2-¿Quiere almorzar?
“El
reverendo padre Benito Masaad, de Aachkut, me contó que, una vez, vino al
eremitorio a la hora del almuerzo de los ermitaños. Los dos le preguntaron si
quería almorzar. Él aceptó. Pero sólo había comida para dos personas.
Discretamente, el padre Chárbel se retiró, dejando su parte al visitante, y
contentándose, después, con el raspado de la olla. Los ermitaños sólo comen una
vez al día”936.
3-Esfuércense por conseguir el alimento que perdura (Jn. 6, 27)
El
padre Chárbel rezaba mucho por los enfermos y por la conversión de los
pecadores. Daba consejos encaminados a conseguir la salvación. Consejos
específicos para cada circunstancia particular. No dejo de recordar las palabras
que él me dijo una vez: “No se preocupe por nada de este mundo, sino por el
más allá y por el juicio, pues el que nos ha de juzgar conoce todo. No necesita
que nadie se lo diga”. Se apiadaba por las almas del purgatorio, en
particular, por aquellas que no tenían a nadie en la vida. Rezaba e invitaba a
los otros a orar por ellas”937.
4-Se
compadeció de ella
“Una
vez, cuando yo era un niño, acompañé a mi mamá, en noviembre, para participar en
su misa del eremitorio. Ya de camino, nos cogió un diluvio y nos empapamos todo.
Entré a la capilla y comencé a preparar las cosas para la misa del padre Chárbel.
Me vio todo empapado de agua, de pies a cabeza. Me mandó ir a la cocina para
secarme la ropa. Como yo no quise, él se compadeció de mí y me trajo un par de
zapatos que me quedaron muy grandes. Al comienzo de la misa él dio la vuelta
para incensar, y vio a mi mamá, de pie, al otro lado de la puerta, participando
en la misa, bañada en agua de la lluvia. Él se compadeció de ella y me mandó
que la hiciera entrar a la capilla para que siguiera la misa, desde el fondo.
Fue un caso raro, pues él no permitía que las mujeres entraran en la capilla. El
frío glacial y el viento impetuoso lo hicieron compadecerse, y la mandó entrar”938.
5-Caridad con sus cohermanos
“Una
de sus más esclarecidas virtudes fue la caridad con sus cohermanos. No acusaba a
nadie; era severo consigo mismo, pero clemente con los demás. Durante su largo
período de vida monástica, en el convento de San Marón, en Annaya, fue querido
por todo el mundo, extraños o no, viendo su imparcialidad y su discreción con
unos y otros. En el convento se entregaba a realizar toda clase de trabajos
inconclusos. Por aquella época, el superior, el padre Antonio de Mechmeche,
dijo: “Tengo en el convento dos monjes excelentes, no solamente los mejores de
nuestra Orden, sino, también, de entre todas las órdenes de la Iglesia. Son el
padre Chárbel y el hermano Elías Al Mahrini”939.
6-Su
caridad con el prójimo
“Su
caridad se manifestaba en los consejos que daba a los que se lo pedían y a los
que venían de lejos a confesarse. Consejos encaminados a su salvación. Era
cariñoso con los enfermos y con los que sufrían. Les bendecía el agua, toda la
que quisieran, para el alivio de sus males y para asperjar el campo. Cuando el
superior le confiaba misiones, él las cumplía aun fuera del convento o del
eremitorio. Algunas veces salía de noche para orar a la cabecera de los enfermos
y curarlos por su intercesión. Era amable con todo el mundo, cuando daba
consejos y directrices a sus cohermanos, sirvientes y colonos asociados. Les
ayudaba en sus trabajos”940.
7-Como la madre que mira por su bebé
“Antiguamente había la costumbre de que, cuando un monje envejecía o se
enfermaba, si había otro monje en el convento, pariente suyo o del mismo pueblo,
éste se encargaba de cuidarlo. El padre Chárbel se limitaba solamente a
visitarlo, como los otros monjes. En cambio, se le dedicaba, día y noche, a
atender a los enfermos viejos que no tenían cohermanos de la familia o del mismo
pueblo, como una mamá que cuida a su bebé. Me acuerdo que había en el convento
de San Marón un monje llamado Moisés de Ehmej941 que estaba enfermo y
era viejo y minusválido. Había un monje de su pueblo, el padre Eliseo942,
pero ya viejo y chocho. Entonces el padre Chárbel, que se encargó de cuidarlo,
no se separaba de él. Por la noche se acostaba a sus pies, en pura tierra. Un
día que salió de la celda de su enfermo para ir a la capilla a orar y a celebrar
la misa, noté que su sotana estaba llena de gargajos en la espalda. Le llamé la
atención, y le dije: “Es indigno celebrar la misa con el hábito sucio. Fue y se
lo cambió. Era que el enfermo escupía toda la noche, mientras el padre Chárbel
dormía, por tierra, cerca de él”943.
8-Chárbel
“el amante apasionado”
“Tu
amor es mi único sufrimiento, y cada vez que lo siento en mí, mi alma te desea
más ardientemente. Déjame morir, Jesús, por amor a ti”944. “El
corazón del padre Chárbel estaba enamorado de Jesús, y no concebía vivir sin él.
Por eso repetía siempre: “Dios es mi amor, y eso me basta”945.
“Todo lo que hacía lo realizaba por amor a Dios. El que ama, se entrega. De ahí,
el sacrificio de su cuerpo, su voluntad, su mente y sus sentimientos al amor
divino. Por Él, purificó su corazón del amor de su familia y de parientes;
abandonó las glorias del mundo; se privó de sus delicias; no se resentía, no
juzgaba, no descansaba y no se entregaba a otro gozo más que el de la capilla,
delante del Santísimo Sacramento. En los días que nevaba y hacía frío,
haciéndose imposible el trabajo exterior, y no habiendo nada que hacer adentro,
pasaba su tiempo con Dios en largas visitas al Santísimo Sacramento. El que ama,
piensa siempre en el amado y gasta las horas en su presencia. Toda la vida del
padre Chárbel estuvo llena de Dios. Cuando alguien le dirigía la palabra, era
como si lo despertara de un profundo sueño. Durante su trabajo, él estaba
siempre inmerso en meditación con Dios. Yo no pienso que se haya apegado a algo
de este mundo, o que hubiera dicho: “esto es mío, quiero aquello”. Su corazón
jamás se inclinó por alguien. Cuando el amor de Dios alcanza su máxima
intensidad, el cuerpo languidece y se derrite de pasión por el amado. Así, el
padre Chárbel se gastó hasta quedar en sólo huesos con piel”946.
9-Déjeme hacerlo por usted
“Su
amor por el prójimo no tenía nada de atracción humana. Cuando veía a un empleado
o a un cohermano efectuar un trabajo subyugante, él corría a decirle: “Déjeme
hacerlo por usted”. Y se afanaba por hacer el trabajo duro, así no estuviera
obligado a hacerlo, como la elaboración del pan y otros trabajos. Para ello
pedía permiso al superior, y venía a ayudarnos, sin tener preferencia por este o
aquel trabajo. A todo mundo le brindaba devoción, como si todos fueran su
superior. No se juntaba con los visitantes. Se contentaba con rezar por su
intención. Por orden del superior, iba a visitar los enfermos para orar por
ellos”947.
10-Por el amor de Dios
“Por
el amor de Dios, él se sacrificaba con alegría y gozo, y daba pruebas de este
amor fundamental cuando soportaba los trabajos extenuantes en lugar de sus
cohermanos y trabajadores, para aliviarles su fatiga. En compensación, lo hacía
por amor a Dios y al prójimo. Amaba a todos por igual, sin distinguir entre
superior, súbdito, sirviente o cohermano. Evitaba molestar a los otros. Más aún,
se empeñaba en reemplazar a los demás para aliviarlos de un trabajo penoso a fin
de que descansaran. Oraba, también, por ellos para obtener gracias del cielo y
la salvación de su alma. Nunca rechazaba a alguien que viniera a pedirle ayuda
espiritual”948.
11-Amor ilimitado
“A mí
y a los novicios que éramos de su mismo pueblo, no nos mostraba afecto especial.
Por el contrario, se abstenía de hablar con nosotros. Una vez, el superior del
convento, el padre Elías de Mechmeche, le dijo: “Padre Chárbel ¿es que usted no
se inclina, en especial, hacia los novicios que son de su mismo pueblo, más que
hacia los otros? Es una propensión natural del hombre”. Como de costumbre,
respondió: “No; ni interior ni exteriormente. Todos los cohermanos son
iguales para mí”949. “Sobre todo, se aplicaba a los trabajadores
del convento, a los que jamás les daba órdenes. Al contrario, les obedecía
cuando le mandaban hacer un trabajo”950.
12-No
nos miraba
“”El
padre Efrén y yo951, ambos de Bqaakafra, fuimos al convento de Annaya
para ingresar en la Orden, creyendo que allí seríamos felices y afortunados de
tener la presencia del padre Chárbel que nos cuidaría y protegería. Y, he aquí,
que fue todo lo contrario. Ni siquiera nos miraba ni conversaba con nosotros. No
tuvo el menor gesto de cariño hacia nosotros que éramos de su mismo pueblo”952.
13-Lloró por un chiíta (Lc. 19, 41)
“Al padre Chárbel le interesaban mucho las almas, y sufría a causa de su
extravío, lejos de Dios. He aquí que el padre José Beiruti, de la aldea de
Qartaba, actualmente cura de una parroquia en la localidad de Baalbek, me contó
que, una vez, entró al eremitorio y halló al padre Chárbel llorando amargamente,
golpeándose la cabeza con las manos y presa de un dolor infinito. Le preguntó el
motivo de su lamento, y no respondió. Le preguntó por segunda y por tercera vez.
Ante la insistencia, le contestó: “Lo que le voy a contar es confidencial. A
nadie se lo cuente hasta después de mi muerte. Hoy ha muerto un hombre de Ilmat
(chiíta). Se fue al infierno”953. Un momento después, se
escucharon tiros de fusil, venidos de Ilmat; y se regó la noticia de que un
hombre rico, venido de América, había muerto”954.
14-Aun los animales
Cogen las serpientes con las manos (Mc. 16, 18)
“Durante el tiempo de la poda de las vides, subí a la viña del eremitorio para
trabajar allí con todo el personal del convento, monjes y obreros. Vimos una
tremenda serpiente moteada. Todos nos precipitamos para matarla. No pudimos, a
pesar de nuestros esfuerzos, pues la víbora serpeaba por la parcela, dando unos
silbidos odiosos y asustadores. A veces levantaba la cabeza y otras, la cola.
Sin poder hacer nada, y muerto del miedo, grité: “¿Dónde está el padre Chárbel?
Llámenle. No lo veíamos porque él estaba trabajando en la ladera de otro campo.
Cuando oyó, vino y se plantó, justo delante de la serpiente. Nos dijo: “No se
acerquen a ella”, pues todos estábamos armados: uno, de una piedra; otro, de
un pico; un tercero, de una picana. Él se volvió hacia la serpiente, y le dijo,
tendiendo la mano: “Vete de aquí”. Ella se deslizó delante de él que
seguía haciéndole señas con la mano, hasta que desapareció. Después, él volvió a
su trabajo. Le dimos gracias a Dios de habernos librado de ese peligro. Según su
costumbre, el padre Chárbel no mataba ni animales, ni insectos venenosos, ni
hormigas ni escorpiones. Era muy sensible. Yo he leído biografías de santos que,
algunos de ellos, no mataban insectos o animales, convencidos de que si Dios los
había credo, los utilizaba por algo”955.
-El
niño juega con la víbora
“Una
vez estábamos trabajando en un viñedo cercano al eremitorio. A la hora de comer,
llamaron al padre Chárbel para que fuera a comer con los ermitaños. Una tremenda
víbora apareció y se metió por el muro. Nos lanzamos, listos a tumbar el muro
para matarla. El padre Chárbel no nos dejó, diciendo: “No permito que la
maten. Todas estas criaturas, venenosas o no, fueron creadas por Dios para un
fin útil; así que no hay por qué matarla”957. Luego le mandó,
diciendo: “Vete, oh bendita”. Y ella salió del muro, pasando por en medio
de nosotros, y salió por la puerta del viñedo. Éramos unos ocho obreros que
ayudábamos a los ermitaños en el trabajo de la viña”958.
-Habitará el lobo con el cordero (Is. 11,6)
“Cuando yo era estudiante, pasé, una vez, mis vacaciones en el convento de
Nuestra Señora de Maifuq. Yo compartía mi cuarto con el hermano Bartolomeo de
Áitu. Vi chinches sobre el colchón y la cama, delgados y flacos. Caminaban por
mi cara y mis manos, sin picarme. Admirado, pregunté a Bartolomeo sobre cosa tan
extraña. Me respondió: “¿No ves agua bendita en la botella, bendecida por el
padre Chárbel? Cuando asperjo mi cuarto con esta agua, los chinches enflaquecen
y se vuelven impotentes para picar”959.
-¡La
pobrecita!
“Había una colmena de abejas cerca del eremitorio. Tres abejas cayeron en el
cubo de agua para beber. El padre Chárbel comenzó a sacarlas del agua, una por
una, en la punta del dedo, poniéndolas al sol para que se secaran. Una de ellas
lo picó. Él se quitó el aguijón del dedo, y puso la abeja al sol para que secara
sus alas y pudiera volar. Le dije: “Maestro, la abeja morirá sin el aguijón”. Me
respondió: “Es verdad, ¡pobrecita!” Y entró a la capilla”960
R: Libertad y audacia de Chárbel
I.Introducción
“Si permanecen fieles a mi palabra, conocerán la verdad, y la verdad los hará
libres. Todo el que comete pecado, es esclavo del pecado (Jn. 8, 32-33). A
tenor de esta enseñanza, “nada le interesaba de este mundo”961, “ni
las intimidades con los demás. Él se dedicaba a cumplir sus obligaciones, no
buscando, jamás, la complacencia de nadie”962. “En especial, gozaba
de una audacia absoluta en su observancia a la verdad divina”963,
“sin quejas ni preferencias, de cara a los demás. No le daba ningún valor a la
dignidad. Se gozaba cuando lo insultaban, y permanecía indiferente ante
alabanzas y desprecios de la gente. Una frase suya llegó a hacerse célebre:
“El que recibe la recompensa no es aquel que se alaba o es alabado por la gente,
sino aquel a quien Dios alaba”964. “No se afanaba por recibir a
los obispos y a las dignidades cuando venían de visita. En resumen, vivía en la
tierra, pero su pensamiento y su corazón estaban en el cielo, despreocupado de
lo que pasaba a su alrededor, como si viviera solamente un exilio sobre la
tierra, seguro de que su patria era el cielo”965.
II:
Relatos y acontecimientos
1-No
se apegaba a nada
“Su
corazón no se apegaba a nada, aun a sus devociones personales u obligaciones
espirituales. A la orden de la obediencia, dejaba el oficio divino, o no importa
qué ejercicio espiritual estuviere haciendo. Y lo dejaba con gozo. Me recuerdo,
a título de ejemplo que, una noche, él rezaba con su compañero el oficio de
media noche, en la capilla, cuando un mensajero vino a decirle: “Lo llama el
superior”966. Sin dudarlo, suspendió el oficio de coro, y se fue por
el campo donde el superior que lo mandaba bendecir el agua y asperjar las
cabras, aquejadas de un ataque a la vesícula biliar”967. “Asperjado
el rebaño con el agua bendita, sanaron las cabras”968. “A pesar de la
insistencia del superior para que durmiera en el convento, él pidió permiso y
volvió al eremitorio”969.
2-¿Por dónde le puede penetrar el pecado en el alma?
“El padre Chárbel era un hombre que observaba bien la Regla. En la panadería, él
guardaba silencio, mientras los otros bromeaban. Algunas veces, a pesar de su
mutismo permanente, no perdía la oportunidad para dar alguna lección espiritual,
con un sello profundo de sabiduría para no herir al prójimo”970. “Sus
respuestas eran raras, pero perspicaces en el conocimiento de situaciones que
atañen a la Orden y fuera de ella. Los monjes contaron que, una vez, en
invierno, mientras él ayudaba en la panadería, vino el sacerdote Juan Chehade,
natural de la aldea de Mechmeche. Era el vicario patriarcal de la región de
Biblos, honrado en su posición, de una familia noble y rica, y reputado por sus
conexiones con las grandes personalidades del país. Era muy pagado de sí mismo,
corpulento, que llevaba una vida asaz incompatible con el estado sacerdotal, y
que tampoco iba con la pobreza de las gentes. Sobre su sotana llevaba una capa
de gruesa piel que solamente usaban los príncipes y los nobles. Entró en la
panadería para ver qué hacían allí. Después, conversando con los monjes, salió a
colación el tema sobre el pecado”971| “y sus causas. El sacerdote
felicitó a los monjes por estar lejos de esos problemas”972. “Entre
tanto, el padre Chárbel guardaba su silencio habitual, atento al diálogo. Sus
manos, ocupadas en el trabajo y en el silencio, daban consejos y predicaban más
elocuentemente. De repente, todo mundo se volvió hacia él, que tomó la palabra,
contrario a su costumbre. Lanzando furtivas miradas al sacerdote Juan, dijo con
una ligera sonrisa “Y a usted ¿por dónde le puede penetrar el pecado en el
alma?”974.”Con ese vestido de piel gruesa que usted lleva
puesto, no puede atravesarlo”. Todos rieron cambiando sus miradas y
recogiendo como filigrana la lección que daba el padre Chárbel a dicho
sacerdote. Por otra parte, este suceso fue una prueba de que el padre Chárbel,
en su aislamiento del mundo, en su silencio y su abstención de todo lo que
pasaba fuera de la Orden, comprendía, al vuelo, a partir de una palabra
escuchada, lo que pasaba entre sus contemporáneos y lo que hacían. Se colige su
desagrado por las comodidades del sacerdote”975.
3-Allá, donde es precepto, que se anuncie la fiesta
“Una
vez, el superior, Roque de Mechmeche, dijo al padre Chárbel, antes de la misa:
“Celebre la misa solemne, y anuncie que la fiesta de la Ascención, la semana
entrante, es un día de precepto”. Él obedeció inmediatamente. Pero, he aquí, que
terminó la misa sin anunciar el día de fiesta. El superior le dijo: “¡Usted no
anunció la fiesta de la Ascención para el jueves entrante! ¿No sabe, acaso, que
es un día de precepto? Hágalo mañana, si los colonos-asociados vienen a la
misa”. El padre Chárbel respondió, amable y humildemente: “Mi padre, es un
día de fiesta de precepto en otra parte. Pero para los que no tienen día de
precepto, ni los domingos ni los días solemnes, es inútil anunciárselo. Que se
anuncie allá donde el día sí es de precepto”. Al decir esto aludía a la
decisión del superior de hacer trabajar a los novicios los domingos y días de
fiesta para sufragar y remediar, con los múltiples trabajos, las necesidades del
convento, ante la carestía de la vida que reinaba ese año.
Desde luego, el padre Chárbel no se plegó a las medidas tomadas por el superior.
Y ninguno se atrevía a llamarlo a trabajar durante esos días santos, por respeto
a su virtud y su santidad. Lo que él dijo fue por defender el derecho y la ley
divina que es necesario conservar, sin tener miedo de nadie. Por su parte, el
superior captó perfectamente la intención del Padre Chárbel y se dio cuenta de
su error, señalado por el ermitaño de una manera suave y que él consideraba
como una insinuación profundamente justa. A raíz de eso, suspendió sus medidas
tomadas de hacer trabajar a los novicios y a los empleados los domingos y días
de fiesta. Todo el personal consideró ese aviso como portador de la voz de Dios,
y se alegró.”976.
4-Ciudadano del cielo (Filip. 3, 20)
“Profeso, hacía poco tiempo, le puse a prueba su virtud, diciéndole: “Sígame a
la terraza”. Él obedeció. Allí le di unos binóculos mandándole que mirara a
Beirut. Me respondió: “Mírelo usted solo”. Y se fue”977
S: Un adorador justo
I.Introducción
1-Vuelto hacia su Señor
“Estaba capacitado para practicar a la perfección los actos de adoración que la
creatura debe al Creador”978. “Estaba atado a sus leyes y
mandamientos”979 “con un corazón siempre elevado y las manos
extendidas hacia Él, dando testimonio de la veneración que le es debida”980,
“con perseverancia hasta la muerte”981.
2-Hacia el prójimo
“A
nadie ha perjudicado”982, “ni faltado a la justicia con nadie, ni a
nadie molestado. Más aún, se consideraba el servidor de todos y de su fiel
Señor”983. “Observaba minuciosamente sus votos, por lo que imponía un
respeto a todos los cohermanos, respeto que le manifestaban con devoción, cuando
venía al convento. Se reunían a su alrededor y le saludaban besándole la mano.
Por su parte”984, él los trataba de la mejor manera”985,
“prodigándoles una amabilidad extrema”986. “A nadie hacía mal, ni de
frente ni a sus espaldas, ni en sus bienes ni en su reputación”987.
II:
Relatos y acontecimientos
1-En
la capilla, hasta que todos salieran
Después del oficio divino de Completas, él se iba para su celda, y no sé si
dormía o pasaba el tiempo en oración. Al sonar la campana a media noche, se
apresuraba, antes que todos los demás monjes, para ir a la capilla”988.
“Después del oficio de media noche, los monjes se volvían acostar, hasta que
sonara la campana para el oficio divino de Laudes, mientras que él prolongaba
su vigilia, a la luz de la lámpara del Santísimo Sacramento, sumergido en la
meditación hasta el amanecer, en que volvían los monjes para el oficio de Laudes.
Y después, era el último en salir”989.
2-Vigilia de rodillas
“El
padre Chárbel aparentaba dormir, mientras los otros monjes lo hacían realmente.
Se levantaba a la misma hora de los demás. La verdad era que dormía muy poco,
pasando las noches en oración. Se los digo porque, a menudo, uno lo veía en la
capilla, mientras los otros monjes dormían. Casi todo el tiempo él era el
encargado de tocar la campana a media noche”990. “De hecho, él no
dormía en la noche. Cada vez que yo me despertaba, en la noche, veía su celda
iluminada, y él, sentado o arrodillado, rezando en sus libros”991.
“Nunca se acostaba después del oficio divino de la media noche. Se quedaba de
rodillas, sobre una estera de mimbre, para más mortificación, el resto de la
noche”992.
3-Oración por los novicios
“Me
acuerdo que, en 1888, el superior del convento del noviciado, en Naame, les hizo
una visita a los ermitaños, entre ellos al padre Chárbel, que estaba sentado con
sus compañero comiendo una ensalada de tallos de verdolaga. De regreso a Naame,
el superior nos dijo que había pedido a los ermitaños que rezaran por los
novicios. Lo prometieron”993.
4-“Rezaba, también, por las almas del purgatorio”994
“El
padre Chárbel se persignaba repetidamente. Le pregunté: “Padre Chárbel, ¿por qué
se persigna tantas veces, contrariamente a su costumbre? ¿Se saca gran provecho
de ello?” Y con una mirada de gozo, me respondió: “Hoy es el día de los
difuntos. El signo de la cruz, ese día, es un rico tesoro de indulgencias que,
al ganarlas, se pueden ofrecer como sufragios para aliviar a esas pobres almas
de quien nadie se acuerda. Cada vez que uno hace la señal de la cruz, con fe, y
estando en estado de gracia, se ganan 50 días de indulgencia. Si uno entra a la
capilla o sale de ella, tomando agua bendita y haciendo la señal de la cruz,
también en estado de gracia, se ganan 100 días de indulgencias. Cada vez que se
pronuncia el nombre de “María”, se ganan 25 días de indulgencias. Si, por
ejemplo, se hace el signo de la cruz 20 veces al día, se ganan mil días de
indulgencias que, ofreciéndolas por el descanso de una o varias almas que sufren
en el purgatorio, ¡cuánto se habrá aliviado su sufrimiento. Y cuánto uno habrá
ganado, en cambio, como compensación, por hacerlo muchas veces! ¿Es que eso le
fatiga? No.
El hombre que se fatiga en labrar su tierra, la riega con el sudor de su
frente y, después, espera un año, o casi, para sacar un poco de cosecha. Si la
recolección es abundante, se llenará de gozo. O, mejor, vuela a invocar a la
Virgen, llamándola por su nombre y diciéndole con devoción “María”, cien veces
por día. Y, he aquí, que se ganará 2.500 días de indulgencias, sin fatigarse,
sin molestarse. Y, después, puede continuar su trabajo normalmente, sin que nada
le interrumpa. Así mismo será el beneficio y se asegurará el descanso de las
almas del purgatorio y se acortará el tiempo de su sufrimiento. Y, además,
parapetado tras ese gran nombre, se fortificará contra toda tentación satánica.
Si el hombre se habituara al signo de la cruz y a la invocación de la Virgen,
disminuiría toda suerte de tentación. Es que el signo de la cruz es un medio
eficaz para rechazar los demonios. El nombre de la Virgen los vence y los lanza
al abismo de la muerte. Si usted quiere escucharme, practique siempre la
devoción de ayudar a las almas del purgatorio. Haciendo eso, es como prestarle a
Dios. Las santas Escrituras dicen: “El que da a un pobre, le presta a Dios”, que
no deja de dar la recompensa por un vaso de agua fresca, ofrecido en su nombre.
Cuánto más será la recompensa al bienhechor del alma más querida para él, que
sufre. Su salvación estará garantizada; y ella tiene necesidad de acortar el
tiempo de su purificación”995.
T: Por fidelidad al amado
I.Introducción
“Todo el que mira con malos deseos a una mujer, ya ha cometido adulterio con
ella en su corazón” (Mt. 5, 28). “La gente tiene la tendencia de buscar la
felicidad en el pecado (el adulterio). Pero el pecado no les da sino pesadumbre,
tristeza, miseria y vacío. Sólo Jesucristo puede darle la verdadera felicidad”996.
En eso “el padre Chárbel ha observado una castidad angélica que practicó en sus
mortificaciones, su desinterés con respecto a la comida, la bebida y el vestido.
Su hábito gastado era claro testimonio que hablaba de su castidad”997,
“de su desprecio por la vida confortable”998. “Que yo sepa, jamás se
lavó los pies999. Su capucha le cubría los ojos. Practicó de tal
manera la mortificación, que se convirtió en una sombra, débil y enclenque. Con
muchos otros podemos decir: “No era ya una figura humana, sino un ángel
terrestre: de tal manera mortificaba sus pasiones1000 humanas”1001.
“No miraba a nadie, quien quiera que él fuese”1002. “Su mirada era
siempre baja, hacia la tierra, evitando frecuentar la gente para consagrarse
enteramente al Creador”1003. “Si tenía que hablar con los hombres,
era por pocos minutos”1004, sin mirarlo. En la capilla bajaba los
ojos y se quedaba en una actitud meditabunda”1005. “A las mujeres no
las miraba en absoluto”1006. “El monje debe eliminar absolutamente
sus sentidos”1007.
“Uno nunca veía mujeres en el eremitorio y sus alrededores. Él las ahuyentaba
aunque vinieran decentemente y con la simplicidad de su vestido de la época y
del lugar”1008. “Muy a menudo, encontraba mujeres en la ruta
principal o en el camino que conduce al viñedo, o cuando iba por agua potable a
la fuente. Entonces, cambiaba inmediatamente de camino. Pero, para su bien, por
respeto a él, eran ellas las que se quitaban del camino cuando lo veían”1009.
“Todas sabíamos que allí se encontraba un ermitaño llamado padre Chárbel, que
eludía encontrarse con una mujer, quien quiera que fuera”1010. “Si me
acuerdo bien, nunca recibió a una mujer que visitara el eremitorio”1011,
“quitando, así, toda causa capaz de herir su pureza”1012.
II:
Relatos y acontecimientos
1-La
misa del domingo
“Nunca permitía entrar a las mujeres al eremitorio. Si no había más remedio,
cuando sabía que ellas no habían podido participar en la misa del domingo, en
ninguna parte, las dejaba entrar al corredor adyacente, al lado de la puerta de
la capilla. Y cuando los visitantes venían acompañados de sus mujeres, él se
retiraba a su celda, y no salía hasta que se hubieren ido”1013.
2-Empleo del género masculino
“Yo
sé que cuando las mujeres venían al eremitorio a pedir agua bendita, o cualquier
otro servicio, él les respondía desde la ventanilla de su celda, pero empleando
en género masculino: “¿Qué desea usted?”1014 (el árabe
distingue los dos géneros para “usted”). “Sabiendo el objeto de la visita, los
enviaba a su compañero”1015.
“Una vez que subí al eremitorio, vi allí a una mujer, de pie, fuera de la
clausura. Le pregunté quién era. Y me respondió que era la hermana del padre
Chárbel. “Dígale, me dijo, que venga a verme”. Entré y le avisé la visita de su
hermana. Él me respondió: “Dígale al padre Macario”. Éste le ordenó que
la recibiera. Entonces se puso detrás de la puerta cerrada, dándole la espalda,
y diciéndole: “¿Cómo está usted?”1016 (usando el género
masculino). “Y luego se retiró a la capilla. Lo que no entiendo es por qué usó
el término masculino”1017.
3-Levánteme el canasto
“Una
vez, durante la vendimia, el padre Chárbel transportaba, a las espaldas, los
canastos llenos de uvas, desde el viñedo hasta el lagar, mientras hombres,
mujeres y niños cogían los racimos. Volvió el padre Chárbel por otro canasto
lleno, colocado lejos del muro. No habiendo hombres para ayudarle a cargarlo
sobre las espaldas, se quedó de pie, los ojos bajos, esperando la llegada de un
hombre para que le ayudara. Habiendo esperado buen rato, volvió la espalda,
cuerda en mano, y habló con una voz apenas oíble: “Levánteme1018
el canasto”. Una mujer se acercó y le ayudó. Mis compañeros y yo (éramos
todavía unos niños) nos extrañamos de que el padre Chárbel se dirigiera a las
mujeres usando el género masculino, como si fueran hombres”1019.
4-¿Dónde está la hija del Señor Beik?
“Mi
mamá, hija del Señor Rachid Beik Al Juri, prefecto de la región, me contó que,
una vez, fue con sus amigas, parientes nuestras, de visita al eremitorio.
Después de visitarlo, salimos al patio, frente a la ermita, para descansar y
almorzar. Poco después, escucharon que tocaban la puerta desde el interior, y
gritaban: “¿Dónde está la hija del Señor Beik?” “Soy yo, respondió mi
mamá, ¿qué desea?” Entonces se abrió la ventanilla practicada en medio de la
puerta, sacó la mano al exterior, sin mirar, y le dio un plato de miel. Para mi
mamá, fue la única vez que oyó la voz del padre Chárbel, a pesar de sus visitas
frecuentes al eremitorio”1020.
5-Las
bendijo
“Una vez que yo estaba en el eremitorio, había un grupo de hombres y mujeres en
la capilla. Vino el padre Macario a decirles a las mujeres que se salieran, pues
el padre Chárbel iba a celebrar la misa. Al salir, ellas pidieron la bendición
al padre Chárbel. Se colocaron debajo de la ventanilla, baja la cabeza y
cubiertas con mantillas. El ermitaño sacó la mano por la ventanilla y las
bendijo”1021.
6-El
cuerpo se parece a un burro
“Los
monjes le oyeron repetir siempre: “Este cuerpo se parece a un burro. Si uno
lo sacia de comida, se sacude; si lo hace aguantar hambre, se vuelve dócil”1022.
7-Pongan las botellas en el piso y retírense
“Cuando las mujeres venían para que le bendijera las botellas de agua, y él se
encontraba en el eremitorio, les respondía desde el interior: “Pongan las
botellas en el piso y retírense”. Después él llenaba las botellas con agua
bendita, las volvía a poner en su sitio y desaparecía. Cuando una mujer lo
encontraba por el camino, él se asustaba, cambiaba de camino y corría entre los
espinos, sin mirar a nadie”1023.
8-Quédese afuera
“Cuando las mujeres traían sus niños para que el padre Chárbel los bendijera, él
le pedía al otro ermitaño que lo acompañara, y les decía a las mujeres:
“Quédense afuera”. Después, él rezaba y bendecía a los pequeños. Cuando un
niñito no quería desprenderse de los brazos de su mamá, él enviaba a su
compañero, diciéndole a la mamá que se alejara”1024.
9-Hasta que él se hubiere ido
“Las
mujeres estimaban sobremanera al padre Chárbel, tanto que cuando sabían de
antemano que él iba a pasar por el sitio donde ellas estaban, desaparecían hasta
que él se hubiere ido”1025. “Yo vi la escena con mis propios ojos”1026.
“Me acuerdo que, una vez, estando yo en el campo con el responsable del trabajo,
el hermano Elías Al Mahrini y el trabajador Salomón Al Manzili, al suroeste del
convento, cuando vimos a las mujeres que salían del convento, después de la
misa, corriendo y escondiéndose detrás de los árboles y las rocas. Le pregunté
al hermano Elías por qué corrían, y me respondió: “Puede ser que el padre
Chárbel viene del eremitorio al convento”. Como ellas sabían que el ermitaño
evitaba ver las mujeres, ellas se escondían por respeto a él. Efectivamente, un
rato después, se acercaba el padre Chárbel al convento. Apenas desapareció,
ellas retomaron el camino hacia sus casas”1027.
10-Me
acosó una tentación
“El
padre Chárbel se encontraba, una vez, en una propiedad del convento, entre
Annaya y Laqluq, para celebrarle la misa al hermano Pablo de Mechmeche,
responsable de los trabajos del campo. Mientras el hermano trabajaba la tierra,
escuchó al padre Chárbel, que trabajaba un poco más lejos, gritar como un niño
pequeño, pidiendo socorro. El hermano dejó su trabajo y corrió para ver qué le
pasaba. Lo encontró sano y salvo. Le dijo: “¿Qué le pasa? Él respondió:
“Nada”. Después, apenas el hermano retornó a su trabajo, volvió a escuchar
los gritos. Se acercó a él y le dijo: “¿Usted está loco? ¿Por qué esos gritos?
Dígame1028,¿Qué le pasa?”1029 “Él respondió, calmadamente
y en voz baja: “Me acosó una tentación1030, perdóneme y
ruegue por mí”1031.
11-¿Por qué esta manía?
“Su
amor por Dios aniquiló cualquier otro amor terreno en su corazón, aun el amor a
su familia. Le pertenecía al Altísimo para ocuparse enteramente de su amor.
Purificó su corazón del amor a los suyos. Como yo pasaba el verano en el
convento de San Marón, en Annaya, me fui a hacerles una visita a los ermitaños.
Estando cerca del eremitorio, encontré cierto número de mujeres que esperaban.
Me saludaron y me dijeron: Estamos aquí desde hace mucho rato. Venimos de
Bqaakafra, a un día de marcha, para ver al padre Chárbel que no quiere
recibirnos”. Les pregunté: “¿Quiénes son ustedes”. Me dijeron: “Ésta es su
hermana, y nosotros la acompañamos. Le rogamos, padre, que lo convenza para que
sólo le permita a su hermana besarle la mano. Lo echa de menos, pues hace mucho
tiempo que no lo ve”. Me conmoví y me apresuré a ver al padre Chárbel que estaba
en la capilla. Le supliqué que atendiera a su pobre hermana, venida desde tan
lejos, para satisfacer su cariño, aunque sólo fuera un guiño. Me respondió:
“No salgo”. Después volví a pedirle: “Su hermana le suplica que saque la
mano por la ventanilla para besársela y se volverá a su casa. Me lo ha
prometido”. Me contestó: “No sacaré la mano por la ventanilla”. Por
tercera vez le supliqué, diciendo: “Su hermana le ruega, entonces, que coja su
pañuelo, toque con él las imágenes de San Pedro y San Pablo”. Me respondió:
“Hágalo usted mismo, y dele su pañuelo”. Yo proseguí: “¿Y por qué esta
manía?”. No me respondió. Entonces tomé mi pañuelo en la punta de un largo
bastón, lo pasé por las imágenes, colocadas muy alto, y se lo di a su hermana
que partió triste, con lágrimas en los ojos. Yo me quedé estupefacto de tal
comportamiento tan cruel, sin poderle encontrar sentido. Cuando el padre Chárbel
salió de la capilla, me puse a discutir con él. Le dije: “Usted no debió hacer
regresar a su pobre hermana toda desolada. ¿Dónde está el cariño por los suyos?
¿Dónde está su piedad?” No respondió nada. Es ahora cuando comprendo el por qué
de su silencio. Y es que en su corazón no había lugar para amores terrenos. En
el suyo sólo latía el amor a Dios”1032.
12-Con su sobrina, también
“Una
vez, cuando yo tenía diez años, y no obstante mi enfermedad, acompañé a mi mamá
para ir a visitar al eremitorio. El padre Chárbel me tomó de la mano y me entró.
A mi mamá y a una señora enferma que nos acompañaba para pedirle su sanación, no
las recibió. Sólo habló con ellas de detrás de la puerta”1033.
“Otra vez, mi mamá fue al eremitorio para visitar a su tío, el ermitaño.
Él le habló brevemente desde el interior, sin verla. Como mi mamá insistía en
asistir a su misa, él le permitió seguirla a través de la ventanilla de la
puerta de la capilla. Pero cuando tomó el cáliz para bendecir, levantó los ojos
por miedo de mirarla a ella”1034.
U:
Prisionero1035
de su amado
I.Introducción
“No hacía nada por su propia iniciativa, sino por obediencia a la autoridad, que
representaba a Dios, y por merecer el premio que se da al que obedece”1036.
“El monje debe ver a Cristo en su superior”1037. Por eso era
extrañamente asombrosa su obediencia, tomando por costumbre no comenzar un
trabajo sino después de haber recibido la orden de trabajar”1038.
“Era una obediencia ciega, proverbial. Cuando el superior lo llamaba para no
importa cuál oficio, abandonaba, al instante, lo que estuviere haciendo, para
obedecer”1039, sin tardar un segundo. No recuerdo jamás haber visto
al padre Chárbel enfadarse o entristecerse al recibir una orden, o que lo
contrariara. No. Era un instrumento mudo en las manos de sus superiores”1040.
“Cuando estaba en oración, se quedaba orando hasta que su compañero le ordenara
ir a trabajar. Y allí se quedaba hasta que venía a decirle: “Basta ya”. No
empezaba a comer hasta que no le dijeran: “Coma”1041. “Y le obedecía
al más joven y a un obrero”1042. “En resumen, toda su vida se puede
expresar en esta frase: “Se le mandaba, y él obedecía”1043. “En el
convento, se sometía al superior; en el campo, al capataz del trabajo,
cualquiera que fuese, así fuera un peón; en el eremitorio, a su compañero o a su
reemplazante. Si un obrero le decía “haz esto”, él lo hacía. Nadie sabía qué le
gustaba o qué le repugnaba. Cuando se le pedía abandonar la oración para
realizar una misión fuera del eremitorio, lo hacía de la misma manera que si le
mandaran ir a orar o efectuar una actividad espiritual en la que se gozaba.
Nunca hizo nada por propia iniciativa”1044.
“su sometimiento no era porque fuera tonto o por simple costumbre, sino por
devoción y virtud”1045, y hasta hubiera deseado someter a la
obediencia sus pulsaciones arteriales”1046.
II:
Relatos y acontecimientos
1-Está muy bien hecho
“Una
vez, puestos los ornamentos, comenzó la misa. Y como ya todos los monjes habían
celebrado la suya, vino el superior a atajarlo, diciéndole: “Espere, que hay
gente que va a venir a participar en la misa”. Él obedeció, de pie, junto al
altar, como una hora. Después me llamó para que le ayudara la misa, y a
preguntarme si la gente que debía venir a la misa ya había venido. Le respondí:
“Déjeme avisarle al superior y pedirle permiso. Me contestó: “Eso está muy
bien hecho”. Se quedó, así, esperando, hasta que vino el superior a decirle:
“Continúe la misa”. Y era que él nada hacía por su propio gusto, ni siquiera
comer. Esperaba la orden del otro ermitaño o, bien, del hermano encargado de los
asuntos del eremitorio”1047.
2-Dígale al padre Macario
“Cuando le pedíamos comida, él nos respondía:”Yo no sé; vayan a comer con el
padre Macario”. Si queríamos comer uvas, nos enviaba, también, donde su
compañero”1048. “Si un obrero le pedía un racimo de uvas, le
respondía: “Yo no sé; vaya a pedírselo al padre Macario”. No daba ni una
hoja de uva por su propio parecer, ni jamás pedía permiso al superior para dar
cualquier cosa a alguien”1049.
3-Con
la herramienta levantada
“Yo
hacía mis retiros espirituales para mi ordenación en el convento de San Marón,
en Annaya. Estando parado en el extremo del eremitorio, vi al padre Chárbel
trabajando en el viñedo. Me dio lástima de él y le pedí al padre Macario que lo
llamara a descansar y a comer. El padre Macario estaba preparando el almuerzo
junto a mí. Listo el almuerzo, su compañero lo llamó: “¡Padre Chárbel!”. No oyó.
Entonces lo llamó, otra vez, más fuerte. Apenas escuchó, se quedó con la
herramienta levantada para atender la orden. Cuando su compañero le dijo que
viniera a comer, de una, dejó la herramienta, y vino”1050.
4-Nadie me lo ha mandado
“Recuerdo haber escuchado a los que trabajaban con él que, una vez, los monjes y
los obreros suspendieron el trabajo para ir a almorzar, olvidándose de él. Él
continuó trabajando. Por azar, pasó por allí el superior del convento y le
preguntó si ya había comido. Los otros estaban cerca. Él respondió: “No,
todavía no he comido”. “¿Y por qué?, continuó el superior. “Porque nadie
me lo ha mandado”, respondió. Entonces el superior preguntó a sus
compañeros: “¿Por qué no lo han invitado a comer? “Se nos olvidó”, respondieron”1051.
5-Obedecía a los novicios
“Una
vez los novicios estaban trabajando, cuando sonó la campana para la oración.
Ellos suspendieron el trabajo y se pusieron a rezar, sin llamar al padre Chárbel
que siguió trabajando. Cuando le preguntaron que por qué no rezó con ellos,
contestó: “Ustedes no me lo mandaron”. Creyeron que se estaba burlando de
ellos, y se enfadaron. El segundo día tampoco lo llamaron a la oración, y él
continuó trabajando. Entonces comprendieron que él no hacía nada sin que se lo
ordenaran. En efecto, al tercer día, cuando lo llamaron a compartir con ellos la
oración, dejó todo y obedeció”1052.
6-Sólo por broma
“Un día le dijo el padre Chárbel a su compañero, el padre Macario: “En el
convento necesitan leña, y aquí no hay1053. ¿Dónde quiere que
la vaya a cortar? El padre Macario, con cierto arrebato1054, le
contestó, a título de broma: “Pues vaya al bosque de Al-Mahal”, a tres horas de
camino. Y el padre Chárbel fue a la montaña indicada, en donde cortó la leña y
la transportó al eremitorio, desde el medio día”1055 “hasta la noche”1056,
llegando “con un bulto1058, fatigado y empapado de sudor”1057.
“El padre Macario le preguntó: “¿A dónde fue a buscar leña? ¿Por qué ha tardado
tanto y viene todo cansado?” Él respondió: “De la montaña Al-Mahal, como
usted me lo mandó”. El padre Macario le dijo: “Pero por qué ha ido hasta
allá, teniéndola aquí, alrededor del eremitorio?” Y Contestó: “¿No me mandó
usted ir a Al-Mahal? Usted me lo ordenó, y yo obedecí”1059. “El
padre Macario se asombró de ese tormento que debió haber soportado”1060.
7-No dice “no”
“El
Señor Rachid Al-Juri, prefecto de la región, solicitó al superior que le enviara
al padre Chárbel para bendecir agua y asperjar los campos donde hacían estragos
las langostas. En efecto, el ermitaño gozaba de la reputación de rechazar las
langostas con sus oraciones. El superior, pues, le mandó que fuera. Él, sin
preguntar el motivo de la orden y sin objetar nada, se puso en marcha hacia
Ehmej. Ya en el lugar, y en presencia de todos los habitantes del pueblo,
bendijo el agua, y se regresó. En cuanto a nosotros, los monjes de la Orden, en
donde encontramos monjes venerables, conocidos por su devoción y observancia a
la Regla, protestamos, a veces, una orden del superior, ya sea por razón de
salud o por un motivo cualquiera. En tanto que el padre Chárbel nunca rehusaba
nada, bajo ningún pretexto, ni por salud ni por otra causa, aun cuando fuera
evidente para todo mundo que debiera excusarse”1061.
8-Pómgase
de acuerdo con el padre Macario
“Le pedí, una vez, que celebrara una misa a mi intención, y le ofrecí el
estipendio de la misa. No lo quiso recibir. Me mandó donde el padre Macario,
diciéndome: “Póngase de acuerdo con el padre Macario. Si él me lo ordena,
diré la misa a su intención”. Y así hice”1062.
V: Su esperanza, sedienta
del amado
I.Introducción
“Era firme su esperanza en Dios. Consideraba la vida, y todo lo que contenía,
como una basura, con tal de ganar a Cristo. Cuando había cambios en la Orden”1063,
no demostraba ni alegría ni tristeza. No se preocupaba por saber si los monjes
más cercanos a él ocupaban cargos importantes, para contar con ellos. No se
disgustaba tampoco por los cambios de categoría de los responsables y de los
empleados, o la destitución de aquellos por los cuales él tenía cierto interés”1064.
“Cualquiera que fuera el acontecimiento que sucediera en la Orden, no influía en
su vida espiritual o en su trabajo”1065. “No se interesaba por los
asuntos del convento, sino sólo lo que la obediencia le mandara hacer. Cuando
veía algún fallo en algo que la autoridad no le hubiere encargado, no intervenía
para nada. No manifestaba gozo por el progreso material del convento, ni tampoco
tristeza por pérdidas”1066. “No hablaba de compras de terrenos, ni de
asuntos políticos que interesaran a la Orden. En el eremitorio y en el convento
vivía como si no existiera”1067. Todos sus pensamientos estaban
dirigidos a Dios. Nadie le oyó hablar de asuntos de la vida, o de sus deseos, o
de algún cohermano, ni tampoco de sus parientes, ni de una alegría por algún
hecho ni de nada del mundo. No le paraba mientes a nada, pasara lo que pasara”1068.
“Toda su preocupación iba dirigida a la salvación de su alma y la de los demás.
Su única inquietud era complacer a Dios. Por este anhelo de la salvación de su
alma, soportó tribulaciones y dificultades y se impuso un rigor extremo”1069.
II:
Relatos y acontecimientos
1-Más capaces que yo
“Nunca
puso su confianza en lo humano. Me acuerdo que, una vez, le dije que el
consejero general1070 quería nombrarlo superior. Él, admirado,
respondió: “En la Orden hay muchos monjes más capaces y aptos que
yo. Ya es bastante generoso de parte de la Orden recibir a un holgazán como yo”1071.
2-Trabajen por la gloria de Dios
“Hacía
sus trabajos para glorificar a Dios y para obtener la felicidad eterna. Nos
repetía: “Trabajen por la gloria de Dios, y su recompensa será la felicidad
eterna”. Esa esperanza en él lo impulsaba a despreciar las cosas de esta
vida perecedera y a practicar las mortificaciones y la austeridad”1072.
“Me repetía siempre esta frase: “Esta vida es perecedera. Nada nos puede dar”1073.
3-Las luces del cielo son más bellas
“El
padre Chárbel poseía la virtud de la esperanza hasta la heroicidad, pues había
abandonado todo para encerrarse en el convento y, después, en el eremitorio,
donde llevó una vida rigurosa, llena de ascetismo, de vigilias, de
mortificaciones perpetuas, en un ambiente muy riguroso, sobre la cima de una
montaña, sin flaquear ni desperdiciar cosa alguna en el curso de los años. Y aún
iba siempre más lejos, hasta el punto de que nadie lo pudiera igualar, como no
fuera que gozara de una esperanza sin límite en Dios. Oí decir que un monje lo
llamó una noche y le dijo: “Mire cómo brillan las luces de Beirut”. Y sin
voltear a ver, respondió: “Las luces del cielo son mejores y más bellas”.
Y entró en su celda”1074.
4-Un asunto que yo no sé
“Se
desinteresaba del éxito obtenido por su familia y de las pérdidas que sufrieran.
Una vez, su compañero, el padre Macario, me contó que su hermano había venido
para visitarlo, y quiso ponerlo al corriente de la casa y de las cosechas. El
padre Chárbel le respondió: “Son asuntos que yo no sé y de los que no me
interesa hablar”. Y tomó el pico para irse al trabajo en el viñedo. Era un
hombre que existía sólo en cuerpo en esta vida, pero su corazón y su mente
vivían en el cielo. No lo afectaba ni el gozo ni la tristeza”1075.
5-Dios proveerá
“Siempre tenía los ojos cerrados, como si quisiera apartar su mirada, su mente y
su corazón de las cosas de la vida. Vivía en oración continua, en el cielo,
solamente. Cuando los rayos de una tempestad caían en el eremitorio, situado en
la cima de una montaña, o una desgracia ocurría en el convento, su reacción era
el abandono en las manos de Dios: “Dios lo permite; es su voluntad”1076.
“Siempre que uno le hablaba de un enfermo o de cualquier problema o necesidad,
él decía: “Dios proveerá. Confiemos en Él”1077. “Cuando
alguien le pedía alguna cosa, él lo convencía de que se refugiara en Dios y se
lo pidiera”1078.
W:
Refugio de fieles y pobres
I.Introducción
“Cuando yo lo conocí, él era ya ermitaño. Pero antes, había oído hablar de su
reputación, de boca de monjes y laicos y aún de chiítas”1079, que
afluían en número hacia él, llevando los niños para que rezara por ellos, y con
botellas de agua en la mano para que se las bendijera”1080. Las
llevaban a casa para sanar las enfermedades, alejar de ellos todos los
desastres, conservar sus animales y sus propiedades”1081 de
enfermedades y epidemias, para aumentar la fertilidad de sus cosechas”1082,
“y para asperjar sus casas”1083. “Nada hacía él sin ser mandado por
su compañero”1084. “Entonces, por obediencia, recibía a la gente con
cariño, amor y amigablemente, compadeciéndose por su situación y orando por
ellos”1085. “Les bendecía el agua”1086, “de donde salía
como una fuerza prodigiosa”1087. “Después, él volvía a lo suyo,
dejando los visitantes al cuidado de su compañero, quien repartía el agua
bendita”1088. “El padre Macario nos daba el agua bendecida por el
padre Chárbel”1089.
“Los enfermos, los lisiados, los afligidos, los desafortunados venían a él, en
gran número, de todas partes, para pedirle favores a Dios por su intercesión,
pues ellos creían en su santidad, y que Dios los auxiliaría por su oración”1090.
“No se juntaba con los visitantes, pero oraba por ellos”1091.
“Su devoción influía mucho en los laicos que lo requerían para que fuera a
visitar sus enfermos y orara por su salud”1092. “Cuando el superior
le ordenaba visitar un enfermo y orar por él”1093, obedecía, sin
esconderse detrás del pretexto de que era ermitaño, y cumplía la orden en
silencio”1094, como era su costumbre. Oraba por la salud de su cuerpo
y, en especial, le daba más importancia a su alma. En estos casos rechazaba
cualquier ofrenda monetaria o regalos. Estos servicios los prestaba por amor a
Dios”1095. “El mayor servicio que él prestaba al prójimo era su
oración perpetua, para obtener la gracia de la salvación de su alma. A nadie que
vino a él a pedirle auxilio espiritual, lo devolvió sin atenderlo. Todo
visitante que entraba en el eremitorio, salía de él dando testimonio de la
santidad del ermitaño, feliz de haberlo encontrado y fascinado de su visita”1097.
II:
Relatos y acontecimientos
1-En silencio
“Todos creemos que él es santo, en quien nos refugiamos en caso de enfermedad o
desgracia. Muchos llevan su nombre para obtener su bendición. Yo,
personalmente, creo que Chárbel es un gran santo en el cielo. Intercede por
nosotros en silencio, sin darnos cuenta del bien que nos hace, como lo hacía
cuando estaba en vida”1098.
2-Todos a la imagen de Cristo
“El
padre Chárbel no se juntaba con los demás. Pero era caritativo con todo el
mundo. Oraba por los enfermos, por los viajeros y por los necesitados. Se
compadecía e intercedía con fervor para que el Señor tuviera piedad de sus
siervos enfermos. En cuanto a su relación con sus cohermanos en el convento, en
el eremitorio y con todo aquel que se relacionara con él, ninguno de ellos
ignoraba que su corazón los abrazaba a todos por igual, sin distinción,
brindándoles su caridad. A todos consideraba como hermanos, a la imagen de
Cristo, venerando a unos y a otros”1099.
3-Regalaba su comida
“Se
compadecía de los pobres, en la medida de sus posibilidades. Cuando recibía a un
pobre en el eremitorio, le pedía a su compañero que le diera su comida. En
invierno, cuando hacía frío, entraba a los hombres al eremitorio para que se
calentaran al fuego”1100.
4-Soy un pecador
“A la
gente que pedía oraciones, les decía: “Yo soy un pecador. Que la oración de
los santos les alcancen lo que piden”1101. “Cuando alguien le
pedía que orara por él y le demandaba una gracia espiritual, respondía:”Yo
soy el más vil; un pecador”1102.
5-Tú puedes ser santo
“Cuando alguien le pedía que rezara por él, le respondía “Ore usted, también.
¿Qué diferencia hay entre usted y yo? Dios lo escucha a usted como me escucha a
mí”. Y al que le decía que él era santo, le contestaba: “Somos iguales.
¿Qué importa ser santo?”1103.
6-Confía en Dios
“Cuando le pedían una oración, decía tranquilamente: “Que la oración de los
santos lo acompañe”1104. “Refúgiese en Dios; Él proveerá de
sus cosas”. Y se alejaba de ellos”1105. “A los visitantes que le
pedían su bendición y su oración, él lo hacía sin mirarlos, diciendo:
“Pídanle al Señor que les dé lo que desean, según su fe”1106.
7-Su oración curaba a los enfermos
“Cada vez que el señor Rachid Al-Juri, prefecto de Ehmej, se enfermaba, mandaba
llamar al padre Chárbel para que rezara por su sanación, pues él creía en su
santidad. También lo hacían los habitantes de la localidad”1107 “que
pedían su oración en casos de enfermedad o adversidades. Mucho influía su
oración”1108 “sobre todo mundo, pues él curaba las enfermedades por
su devoción”1109. “Habitualmente, cuando alguien de Ehmej se
enfermaba, los habitantes mandaban a traer agua bendecida por el padre Chárbel”1110.
“Muchos de ellos le pedían sus oraciones, pues eran efectivas para sanar las
enfermedades y aliviar las desgracias. Los enfermos que no podían ir al
eremitorio, se proveían de agua bendecida por él, y se curaban”1111.
“Quien quiera se asperjaba o bebiera de esa agua, se curaba”1112.
X: Su pasión por la oración
I.Introducción
1-Confidencias con el amado
“Siempre se adelantaba a sus cohermanos al ir a la capilla, y era, después, el
último en salir”1113. “Cuando se levantaba, se dirigía inmediatamente
a la capilla, donde se quedaba hasta cinco horas”1114 “arrodillado,
hasta el punto que se le endurecían las rodillas”1115, “bien erguido,
infatigable, sin apoyarse en nada”1116, “sin mirar a derecha o a
izquierda”1117. “Nunca lo vi sentarse en la capilla”1118.
“Participaba en la oración, junto al atril, compartiendo todas las oraciones”1119
“y las inflexiones repetidas”1120. “No recuerdo que haya faltado
jamás a la oración comunitaria, salvo el caso en que la obediencia le hubiere
mandado hacer algún trabajo”1121. “Se entregaba a la oración mental,
además del oficio divino”1122, que lo rezaba a tiempo. Su
oración vocal, tres horas diariamente, la hacía, una parte, en el día; la otra,
en la noche”1123. “Su oficio divino lo recitaba palabra por palabra”1124.
“La oración en el coro, la hacía en el breviario extenso, según lo ordenara su
compañero, concienzudamente, como si estuviera en presencia de un rey”1125,
“y como en éxtasis”1126. “De día, jamás lo vi recitar el oficio
sentado, sino arrodillado”1127, “orando con mucha devoción”1128.
“Cuando trabajaba en el campo, oraba de rodillas”1129, apoyándose en
los talones, con el breviario delante, por tierra, y él, de brazos cruzados”1130.
“Jamás faltaba al oficio de la media noche, que lo hacía con su compañero.
Prolongaba sus vigilias en la oración”1131. “Cuando yo ayudaba las
misas y después fui monje, lo veía, muchas veces, de rodillas, todo erguido,
orando en la capilla”1132, “durante gran parte de la
noche”1133, “según el reglamento del eremitorio. Después se iba a
reposar, algunas veces, durante una hora, para volver a la meditación, la
oración y la lectura”1134. “Su estado llegó a ser tan sublime, que se
hizo íntimo de Dios y confidente de los ángeles, pasando la mayor parte de la
noche en oeración”1135. “Según la costumbre, los monjes se levantaban
a media noche para el oficio divino. Después, algunos volvían a dormir. En tanto
que otros, como el padre Naamtallah el Hardini y el padre Chárbel, no se
acostaban, ocupando su tiempo en la oración, hasta la hora de celebrar la misa.
Después, cada uno se iba a sus ocupaciones. En seguida, se iban al trabajo”1136.
“Él pasó su vida en la meditación, la oración y demás deberes religiosos”1137.
“Era cosa de todos los días, no de manera ocasional. Su
oración estaba cimentada sobre un intenso amor a Dios que le robaba el
pensamiento y el corazón, de tal manera que Dios vivía presente en su mente,
durante la oración, en el trabajo, a la hora de comer y durante el sueño. Para
resumir, él no vivía ya para sí mismo, sino para Dios”1138, “no
hablando de cosas de la tierra, no dejando entrar en su alma más que las cosas
espirituales”1139. Vivía en el convento como si estuviera en retiros
espirituales”1140. “Parecía un hombre, pero vivía en el cielo”1141.
2-Amaba tiernamente el misterio del amor
“El
que ama una cosa o a una persona, piensa en ella, habla a menudo de ella y de lo
que hace, la busca siempre para estar permanentemente con ella. Así era el padre
Chárbel. Siempre silencioso, con sus pensamientos puestos en Dios, su amado.
Raras fueron sus frases pronunciadas que no tuvieran el nombre de Dios.
Aprovechaba cualquier resquicio de tiempo para irse a la capilla, para estarse
en unión con el misterio de Dios. En su corazón no había sitio para algo que no
fuera Dios”1142, sobrepasando, con mucho, a los otros ermitaños, en
sus vigilias nocturnas, ante el Santísimo Sacramento. Muy a menudo yo lo veía,
humilde y recogido, delante del Santísimo Sacramento”1143,
“meditando”1144, “con la mirada fija en el tabernáculo, durante
horas, sin moverse, como una estatua”1145.
“La mayor parte de sus vigilias las pasaba en la capilla”1146,
“visitando al Santísimo”1147. “Siempre que se perdía, uno lo
encontraba en la capilla”148, “delante del Santísimo Sacramento, en
actitud extática”1149.
“Desde que sonaba la campana, a media noche, él se levantaba y precedía a todo
mundo en la capilla, y era el último en salir de ella”1150.
“Allí permanecía hasta la mañana, arrodillado ante el Santísimo Sacramento. Uno
lo escuchaba suspirar y gemir incesantemente”1151, y canturrear su
oración. Su rostro, con unos rasgos capaces de derretir las rocas, imprimían en
los que lo miraban, la piedad y el respeto”1152. “Verlo delante del
Santísimo Sacramento era reavivar el corazón en el amor divino, y arrepentirnos
plenamente de nuestras faltas… No tenemos otra voluntad sino la tuya, oh Jesús”1153.
“Mi cielo está escondido en una pequeña hostia donde Jesús, mi esposo, se oculta
por amor. En esta hoguera divina voy a sacar la vida, allí donde mi dulce
Salvador me escucha, noche y día”1154 (Sta. Teresita).
3-Amaba tiernamente el rosario
“Desde su infancia, José rezaba el rosario”1155. “Estando ya en la
Orden, en sus idas y venidas al trabajo del campo, él continuaba rezándolo”1156,
“con la mirada baja”1157. “Todo el mundo sabía que el padre Chárbel
no tenía otra pasión que por el oficio divino, su capilla”1158, y su
asiduidad en rezar el rosario, después de media noche”1159.
“Algunas veces, porque él me lo pedía, yo lo acompañaba en el rezo de su rosario
y en sus visitas al Santísimo Sacramento. Él se arrodillaba, todo erguido,
inmóvil, las manos cruzadas sobre el pecho, poniendo las rodillas sobre una
estera de mimbre que él mismo fabricaba. En esa misma postura se quedaba todo el
tiempo que durara el rosario, al que seguía, sin pausa, la visita al Santísimo
Sacramento. Era profundamente devoto del Santísimo Sacramento y de la Virgen
María”1160. “Yo lo acompañaba al rezo del rosario”1161.
II:
Relatos y acontecimientos
1-El escapulario de Nuestra Señora del Carmen
“El
padre Chárbel me manifestó, una vez, el deseo de que le enviara un escapulario
de tres piezas: el cordel, la imagen de la Inmaculada Concepción de Nuestra
Señora y la pasión de Cristo1162, para colgárselo a cuello. Lo hice,
y se lo envié con un hombre de Aarabat, Kozhaya, que tenía que ir al convento de
San Marón, en Annaya. Le recomendé que le pidiera al padre Chárbel que me
mandara un papel mencionando tres nombres de sus parientes de Bqaakafra, y me lo
trajera a su regreso para asegurarme de que el escapulario sí había llegado a su
destinatario. Le manifesté al mensajero, además, que me trajera del padre
Chárbel una bendición o un recuerdo. De regreso, el hombre me dio un pedacito de
papel, plegado a manera de sobre, y me dijo: “Fuera del papel, el ermitaño no
envió nada más”. Abrí el papel en el que vi algunas palabras escritas a mano:
“El padre Chárbel, ermitaño de San Marón, en Annaya, monje de Kozhaya1163,
al que le pide una bendición o un recuerdo. Que la bendición de San Pedro y Dan
Pablo descienda sobre usted”. Fue eso lo que me mandó. Me puse contentísima
con este papel que llevaba un escrito de la mano del ermitaño. Las palabras
estaban escritas en árabe, con mala caligrafía. Mi superiora, en aquel tiempo,
la Madre Sara de Ghosta, me aconsejó que lo guardara bien, pues “ese papel que
lleva la escritura del ermitaño, es una reliquia. Guárdala contigo”. “Yo envolví
el papel en una tela, la cosí y me la colgué al cuello. Más tarde, cuando mi
hermana viajó a América, se la ofrecí para que la preservara de los peligros del
mar.
“En otra ocasión, le envié al padre Chárbel, con un habitante de Aarabat que
debía ir al convento de Annaya, diez escapularios de Nuestra Señora y otros de
Kozhaya, para colgar al cuello. Esto lo hice de mi propia iniciativa. Le pedí al
hombre que me trajera una botella de agua bendecida por el ermitaño. De regreso,
el hombre me dijo: “Le entregué los escapularios, y aquí tiene el agua bendecida
por él. La cogí y me fui a mi cuarto, la destapé para asperjarme con ella, pues
yo sufría de reumatismo. Antes de asperjarme, una idea se me vino a la cabeza.
Me dije: “El mensajero no entregó los escapularios al ermitaño, ni esta botella
viene de él”, como si la duda fuera inspirada.
“Un día, la mamá del mensajero vino al convento de Al-Qarn, y le dije, con
astucia: “Su hijo no dio los escapularios al ermitaño. Se los guardó para él.
Después llenó la botella con agua de la fuente Al-Fuskain, en Al Aarabat”. Me
respondió que era verdad. Que él se los había llevado consigo para América, pero
que le enviaría el precio de ellos y el de la botella. Entonces me dije: “Fue el
padre Chárbel quien me inspiró lo que el hombre había hecho, pues nadie antes me
lo había contado”1164.
2-Soy yo (Mr. 6, 50)
“Antes de hacerme monje en este convento, ayudaba las misas y era el sacristán.
Entré a la capilla, una vez, hacia la media noche, para ver si la lámpara del
Santísimo seguía aún prendida. Me puse a buscarla a tientas. Comencé a tantear
en la oscuridad para volverla a encender, cuando me tropecé con alguien y me
entró miedo. Él me dijo: “No tema, soy yo”. Reconocí su voz. Era el padre
Chárbel que estaba arrodillado en la capilla, meditando, a media noche”1165.
3-¿Qué ocurre a su alrededor?
“Estaba siempre ocupado en su oración mental, pensativo, unido al cielo,
especialmente durante la celebración de la Eucaristía. Quien lo viera, se daría
cuenta de que todos sus sentimientos, todo su cuerpo y todas sus facultades
estaban en Dios, ignorando todo lo que fuera terreno. A fuerza de concentrar
todos sus pensamientos en Dios, se olvidaba de que aún existía en este mundo.
Estaba siempre en silencio y en sosiego, de tal manera que no sabía lo que
pasaba a su alrededor. La pregunta que me hizo, un día que trabajábamos en el
viñedo, da testimonio de ello. Me preguntó cuántas parejas de bueyes trabajaban
en el viñedo. Le respondí: “Tres. Usted trabaja con nosotros todo el día ¿y no
se ha dado cuenta del números de bueyes que trabajan?” Y guardó silencio1166.
4-Fusionado con los ángeles, se dirigía a Dios
“Durante la oración, lo veía como fuera de sus sentidos, extasiado en Dios,
insensible a todo lo que lo rodeaba: personas y cosas, de tal suerte que no se
daba cuenta que había alguien que lo acompañaba en su oración. Cuando a mí me
tocaba responder, y lo hacía en voz baja, seguía la oración él solo. Yo me lo
figuraba ya en el cielo, entretenido con Dios, frente a frente, todo oídos y de
corazón a corazón, como si su cuerpo no fuera ya de este mundo. Pero su alma, me
daba la impresión de que estaba fusionada con los ángeles, tributando con ellos
la gloria y la alabanza a Dios”1167.
5-Semana Santa
“Si
el superior o el cocinero la llamaban para ayudar en la elaboración del pan, se
daba prisa, en silencio, para hacer su trabajo. Lo mismo cuando se le mandaba
participar en el oficio divino, durante la Semana Santa, en el coro, pues tenía
buena dicción y leía con soltura”1168.
6-Entréguese a Dios
“Un
día, mi hijo, Jorge, estaba muy mal de salud. Fui al eremitorio y le pedí agua
bendita al padre Chárbel. Él me dijo: “Siéntese, un momento. Dios dispone las
cosas”. Como yo le insistiera en mi pedido, me contestó: “Cálmese.
Entréguese a Dios, y Él lo recompensará”; y no me dio el agua bendita. Me
regresé triste y extrañado de haberse negado a darme el agua bendita, contrario
a su costumbre. Cuando me acercaba al pueblo, oí los gritos y el llanto que
salían de mi casa. Fue, entonces, cuando comprendí que mi hijo había muerto. En
ese momento me recordé que el padre Chárbel me había dicho: “Siéntese, un
momento… Dios lo recompensará”, y por qué me había negado el agua bendita,
como si él hubiera sido inspirado por el Espíritu de la muerte de mi hijo, y no
me lo quiso decir”1169.
7-Ya no es necesario
“Mi
hermano, Jorge, estaba gravemente enfermo de tifoidea, y los médicos lo habían
desahuciado. Mi abuelo, Miguel Pedro Ramia, recurrió al ermitaño, pues creía en
la eficacia de su oración. Entonces me dio una piastra otomana que le enviaba al
ermitaño para que dijera una misa a la intención de mi hermano. Tomé el dinero y
me fui al eremitorio donde encontré al padre Chárbel arrodillado en la capilla,
orando, y le dije: “Mi abuelo me envía a darle a usted este dinero para una misa
por la sanación de mi hermano”, Él me respondió: “Ya no es necesario. Dele el
dinero a mi cohermano”. Lo dejé en el piso, delante de él, y me fui. Al
llegar al pueblo, escuché el llanto y las lamentaciones que salían de mi casa.
Había muerto mi hermano”1170.
8-Que Dios lo bendiga
“Mi
hijo mayor, Antonio1171, cayó repentinamente enfermo, cuando apenas
tenía mes y medio. Mi hermano, Pedro, fue donde el ermitaño a traer agua
bendita. Cuando se la pidió, él le dijo: “Que Dios lo bendiga”. Antes de
volver mi hermano a la casa, ya había muerto el niño”1172.
Y: La fe de Chárbel
I.Introducción
“La fe de Chárbel se reflejaba en su misa”1173, que celebraba como
si viera a Cristo detrás de las formas, hablándole de corazón a corazón”1174,
celebrándola con mesura, recogimiento y respeto extremos, como si Dios estuviera
delante de él”1175. “Derramaba abundantes lágrimas durante la misa”1176,
“para la que se preparaba largo rato con la meditación y la oración, arrodillado
y bien erguido, delante del Santísimo Sacramento”1177. “Cuan larga
era su preparación, así era su acción de gracias, después”1178.
“Cuando pronunciaba las palabras de la consagración y el “oh Padre de verdad”1179,
se llenaba de respeto profundo y reverencia extrema”1180. “Cuando
celebraba la misa, se presentaba con hábitos limpios, signo evidente de su
creencia en la Encarnación del Hijo de Dios y su presencia sobre el altar. No se
lavaba las manos sino sólo para celebrar su misa1181.
“Su fe se reflejaba en la manera como hacía sus oraciones, en el tiempo dedicado
a sus meditaciones, en su buena pronunciación en el oficio divino”1182,
que rezaba palabra por palabra, en voz baja y candorosa”1183.
“Dedicaba la mayor parte de su tiempo a la oración y la meditación. Siempre que
no tenía un trabajo manual, se iba para la capilla”1184 “para meditar
en Dios y sus perfecciones, de tal manera absorto, que le hacía falta algún
tiempo para que volviera a la realidad, al sentir que alguien le hablaba”1185.
“Yo me decía: “Es un ángel y no un hombre”1186 “Cuando se ponía a
hablar de cosas espirituales. Se inflamaba de celo. Hablaba de la abundancia de
su corazón y con el fervor de su fe. En toda su vida no se le vio un signo de
aburrimiento, de retroceso, de pereza ante las cosas espirituales, sino que se
entregaba a ellas con fervor, como si se gozara en las cosas que amaba su
corazón”1187.
“Su obediencia al superior o a su reemplazante, nos muestra una prueba evidente
que veía a Dios en la persona del superior y a través de su voz. En su voz oía
la voz divina”1188. “Tenía un respeto infinito por sus superiores”1189,
sin considerar si éste o aquél eran dignos o no”1190.
“En su trabajo, el espíritu de fe se mostraba en su mismo comportamiento, como
si estuviera celebrando la misa”1191. “Nada hacía por su propia
voluntad, pues su fe estaba cimentada en la autoridad, la única que hablaba por
Dios. Esta obediencia se basaba en una fe viva que se revelaba en todos sus
movimientos: en la misa, en la oración, en el comer, en el dormir”1192.
“Todos sus actos eran cincelados con cuidado y vivacidad, dando auténtico
testimonio de una ferviente fe”1193. “Todos los que lo conocían y lo
contemplaban celebrando su misa o recitando su oficio divino, salían emocionados
de su piadosa actitud, pues veían la calidad de la devoción y la piedad,
reflejados en su rostro radiante de una luz celestial. Era la más grande prueba
de su enorme fe en Dios”1194, “fe que resplandecía en sus trabajos,
que imponía respeto a su adoración a su Dios, delante del cual se arrodillaba
sobre una ruda estera de mimbre, por largas horas, en la capilla, bien erecto e
inmóvil como una piedra”1195.
“Dios lo premió con el don de discreción de espíritu ante su fe tan viva, como
lo atestiguan los acontecimientos. Era, por tanto, una hoguera ardiente de fe”1196.
“Todo aquel que frecuentó al padre Chárbel, entendió que él vivía más en la fe
que en su propio cuerpo. La vida no le interesaba más. Todo su ser, sus
pensamientos, sentimientos y latidos del corazón, todo eso estaba dirigido hacia
el cielo. Mortificó su cuerpo con la austeridad, privó su vista de todos los
encantos del mundo, todo en él desembocaba sobre la meditación. Al contemplarlo
durante la misa y sus oraciones, uno leía sobre su rostro lo que había de fe en
su corazón”1197.
II:
Relatos y acontecimientos
1-El rayo
“Un
día, el padre Chárbel estaba de rodillas, muy erguido, en la capilla, absorto en
su oración, delante del Santísimo Sacramento, cuando un violento rayo cayó en el
eremitorio, quemando una casulla nueva, tejida con hilos de plata, que estaba
puesta sobre el altar. El rayo atravesó por mitad de la capilla, pasó al lado de
él, quemándole el borde del hábito, sin hacerle daño. Los monjes del convento y
yo, corrimos al eremitorio para ver qué había pasado allí. Comprobamos que el
rayo había caído en el lado sur, derrumbando piedras de los muros de contención
de un trozo del viñedo. Después penetró en la capilla, quemando los manteles del
altar y las casullas que allí estaban, arrojando el cáliz a otro sitio, dañando
las imágenes, abriendo las puertas y derramando un olor que mareaba a los dos
compañeros del padre Chárbel, a los que encontramos en la cocina, casi
desmayados. Se estaban calentando al lado del fuego. Vueltos en sí, creyeron que
el padre Chárbel se encontraba muerto. Corrieron a la capilla, donde él rezaba,
como si nada hubiera pasado. Entonces el superior le dijo: “Al menos, padre
Chárbel, ¿no podía apagar el fuego sobre los manteles y las casullas?” Él
respondió:”Mi padre, ¿apagar qué? Tan pronto como comenzó, tan pronto acabó”.
Es decir, que todo se realizó por la velocidad del relámpago, no pudiendo hacer
nada. Y siguió su oración”1198.
2-Gusanos de seda, salvados de la muerte
“Cuando yo era el superior del convento de San Sergio, en Qartaba, la sequía,
ocho años seguidos, extinguía los gusanos de seda que, una vez llegados al
cuarto grado y nueve días, morían. Envié a uno de los monjes al ermitaño Chárbel,
del eremitorio de Annaya, para que trajera agua bendecida por él. Al llegar,
asperjamos los gusanos. Así se salvaron las cosechas durante mi trienio y los
años siguientes”1199.
3-Mi cosecha fue inmejorable aquel año
“Una
vez, la epidemia atacó los gusanos de seda en mi casa, a causa de la enfermedad
que les entró a las hojas de morera. Los gusanos se ponían amarillos, se ponían
sobre los bordes de las bateas y caían por tierra. Corrí al eremitorio, traje
agua bendecida por el padre Chárbel, y en cuanto asperjaba los gusanos de seda,
se restablecían inmediatamente, volviendo sobre las bateas y comiendo las hojas
de mora. Escuchaba el zumbido peculiar que hacen al comer. Ese año mi cosecha
fue inmejorable, gracias al padre Chárbel”1200.
4-No se lo diga a nadie (Mt. 1, 44)
“Sebastián Agustín Obeid, de Ehmej, me contó que, un año, los ratones se
multiplicaron tanto en la casa, que terminaron por atacar los gusanos de seda de
su casa, casi a punto de exterminarlos. Trajo agua bendecida por el padre
Chárbel y asperjó los gusanos. Al día siguiente vino a ver las bandejas, y
encontró los ratones muertos. Alguien fue y le contó al padre Chárbel lo
sucedido. Y él le respondió: “No se lo diga a nadie”1201.
5-Como si se dirigiera a un personaje importante
“Yo
lo veía arrodillado, rezando su oficio divino que él hacía, en el coro, muy a
menudo, con la comunidad, alrededor del atril. Cuando se encontraba solo en la
capilla, se ponía delante del atril y recitaba el oficio en voz alta,
pronunciando cuidadosa y claramente las palabras, como si se dirigiera a una
persona muy importante, visible a simple vista, yendo lentamente, sin mirar ni a
derecha ni a izquierda. Uno lo escuchaba canturrear con recogimiento y respeto
reverncial”1202, “y recitando su oficio divino en el breviario,
cuando su compañero le ordenaba hacerlo en el coro. Lo recitaba
concienzudamente, como en presencia de un rey de muchísima importancia. La fe,
el recogimiento y la piedad, parecían encarnarse en el acto que él realizaba”1203.
6-La mula del convento
“Una
vez, la mula del convento tuvo un cólico. Se tiró por tierra, los ojos
desorbitados, a punto de morir. Los monjes y el mulero ensayaron muchos remedios
para salvarla, pero en vano. Al fin, llamaron al padre Chárbel que se colocó al
lado de su cabeza y oró. Apenas terminó su oración, la mula, de un salto, se
puso de pie!1204.
7-Aleja las langostas
“Me
recuerdo bien que, a la edad de doce años1205, las langostas
invadieron el país; entre otras zonas, la población de Ehmej. El prefecto de la
región1206, en aquél, entonces, el señor Rachid Al-Juri, fue donde el
superior del convento de San Marón, en Annaya, para pedirle que les enviara al
padre Chárbel a Ehmej para alejar las langostas por medio de su bendición. El
ermitaño obedeció. Los habitantes habían ya llenado los jarros de agua. En mi
presencia, él bendijo el agua que los habitantes llevaron, y se pusieron a
asperjar sus viñedos y sus campos. Las langostas cesaron de dañar sus tierras.
Eso lo vi yo con mis propios ojos”1207.
8-¿Acaso soy un Dios para impedir la muerte?
“Un
hombre de mi familia, Chmuti, de Batrún, poseía un rebaño de ovejas que fue
atacado de una epidemia mortal: fiebre amarilla. A causa de ello perdió gran
cantidad. Habiendo oído hablar de la reputación del padre Chárbel, fue a
pedirle agua bendita, explicándole la enfermedad de sus ovejas. El ermitaño le
dijo: “¿Acaso soy un Dios para impedir la muerte?” El hombre volvió la
espalda para regresarse. Entonces, el padre le dijo: “¿Tienes un recipiente
para llenarlo de agua?” Después bendijo el agua con la que se asperjó el
rebaño, y se alivió. Más tarde, notó que los gusanos de seda disminuían mucho en
su casa. Volvió donde el padre Chárbel, trajo agua bendita y los asperjó.
Encontró, después, insectos, ratones, erizos y una gran serpiente muertos cerca
de los gusanos de seda”1208.
9-El arca de Noé (Jn. 17,15)
“Todos los habitantes de mi aldea, Ehmej, y los chiítas de Almat, nuestros
vecinos, cuentan que las langostas, un año, invadieron en gran número la región,
acabando con todo. El superior del convento, Elías de Mechmeche, ordenó al padre
Chárbel ir a asperjar los terrenos del convento para impedir que las langostas
entraran en ellos. Él obedeció. Sólo se le olvidó un terreno situado entre las
propiedades de los chiítas. Las langostas entraron en la región y devoraron todo
lo que había, verde y seco, menos las propiedades del convento que fueron
asperjadas, a excepción del terreno que fue olvidado. Éste quedó arrasado
totalmente”1209. “Todo el mundo, y también los chiítas, no se cansan
de repetir el extraño suceso, maravillados de ver todos los valles, montes y
colinas, despojados por completo, menos los terrenos del convento, que
permanecieron verdes, salvos del perjuicio, como el arca de Noé en medio de una
devastación todal”1210.
10-El viñedo pertenecía a la iglesia parroquial de Ehmej (Jn. 15, 15)
“Cuando las langostas invadieron el país, hace más de treinta años, mi papá
envió a mi hermano, Pedro, donde el padre Chárbel, rogándole que bendijera agua
para asperjar el viñedo de la iglesia, del que mi papá era encargado. No me
acuerdo bien de los detalles. Es mi hermano el que los conoce mejor que yo. Lo
que sí sé es que el viñedo y las sementeras asperjados se escaparon del
perjuicio de las langostas, que arrasaron con todo, aquel año. Los habitantes de
Ehmej venían a ver este viñedo, y también el padre Elías de Mechmeche, superior
del convento del que yo era trabajador”1211.
11-Las posibilidades de los santos
“En
mi tiempo de noviciado, cuando leía las biografías de los santos, en especial el
libro de la “Perfección cristiana”, del padre Rodrigo, jesuita, yo ponía en duda
algunos hechos y virtudes que les atribuían a ermitaños y a santos, creyendo que
en eso había mucha exageración. Eran cosas que superaban la capacidad humana.
Pero, a fuerza de frecuentar al padre Chárbel y de testimoniar sus virtudes,
ahora tengo la certeza de que la gracia divina hace prodigios en las almas, y
que lo que han dicho y escrito en las biografías de los santos es poco comparado
con lo que yo he visto, con mis propios ojos, en este gigante que es el padre
Chárbel. Gigante en la austeridad y la mortificación de sí mismo”1212.
Z: Su misa, el grado máximo
de su amor
I.Introducción
1-En el convento
“El
sacerdote, en la misa, es el vicario de Cristo. La ofrenda es verdaderamente el
cuerpo y la sangre de Cristo. Durante la misa hay tres adoraciones:
contemplación de la pasión de Cristo, la ofrenda a Dios Padre y la comunión. Y
para la comunión se requieren seis cosas: una confesión sincera, un acto de fe,
la esperanza de que todos los pecados del mundo se perdonen por una gota de su
sangre, un acto de amor, un acto de contrición por nuestra indignidad, y
agradecimiento después de la comunión”1213.
“Después de las misas de sus cohermanos sacerdotes, en las que él participaba,
celebraba la suya. Muchas veces yo le ayudé sus misas1214, tanto en
el altar de San Jorge, incrustado en el muro sur, como en el de Nuestra Señora,
recostado en el muro norte, y algunas veces en el altar mayor, cuando el
superior se lo mandaba. Celebraba su misa con esmero y recogimiento, armado de
tres pañuelos negros que colgaba de un candelero, a la derecha del altar. Con
uno se sonaba la nariz, sobre todo en invierno; después del evangelio, con el
segundo; y el tercero era para después de la consagración, si fuere necesario”1215.
“Su misa tardaba una hora, y a veces más, en una íntima confidencia con el
Todopoderoso divino. A pesar de la duración de su misa, nadie se aburría,
concienzudamente como celebraba. Uno comprendía palabra por palabra la lectura
del Evangelio, sin que levantara mucho la voz”1216. “Sin embargo,
algunos evitaban ayudarle la misa, pues la prolongaba por el cuidado que en ella
ponía”1217. Después de la misa volvía a su puesto, detrás de la
puerta, de rodillas, bien derecho, durante unas dos horas, sobre el piso, en
verano y en invierno. Después lavaba los pañuelos antes de ir a trabajar al
campo”1218.
2-En el eremitorio
“Yo
iba al eremitorio para participar de su misa y, algunas veces, se la ayudaba.
Tanto en el convento como en el eremitorio, su misa era la misma en todos sus
detalles, ya en los días de fiesta como en los días de trabajo”1219,
“celebrando con recogimiento extremo, en presencia de un gran número de fieles
que participaban para recibir su bendición”1220. “Yo lo veía, después
del oficio divino, arrodillado, erguido, junto a la puerta. En invierno se
arrodillaba sobre una estera de mimbre para protegerse de la humedad. Y en
verano, en la tierra escueta. Yo salía de la iglesia mientras él permanecía
arrodillado, erguido, absorto en la acción de gracias”1221. “Cuando
le ayudaba la misa, yo observaba su pulcritud en los gestos, su voz baja, el
cuidado y el aspecto reverencial. Los domingos y los días de fiesta decía la
misa a las diez. Los días de trabajo, en la mañana. Después de la misa yo me iba
a trabajar y él, después de la acción de gracias, se iba al viñedo. Así, nunca
podía saber cuánto tiempo prolongaba su acción de gracias, pero puedo asegurar
que toda su vida era una preparación a la misa y una acción de gracias”1222,
absorto en la meditación, como en éxtasis”1223.
3-Cara a cara
“Estaba siempre en éxtasis durante sus devociones religiosas, en particular,
cuando invocaba al Espíritu Santo, en la comunión y en la elevación de los
sacramentos, durante la misa. Allí se ensimismaba profundamente en meditación y
oración, dirigiéndose a la misericordia de Dios, insensible a todo movimiento o
ruido que se produjera junto a él”1224. “Después de las palabras de
la consagración, miraba al Santísimo Sacramento con una mirada intensa”1225,
“un aspecto reverencial, como si viera al Dios de la Gloria, cara a cara”1226
“y mirara, a simple vista, al Dios encarnado y oculto”1227,
“dirigiéndose a una persona sumamente poderosa, viéndola con sus propios
ojos”1228, “contemplando a Dios, arrebatado por el Espíritu”1229,
“como si él palpara con sus sentidos la vida del mismo Hijo de Dios”1230.
“Cuando elevaba el Santo Sacramento, recitando: “Padre de la verdad”, parecía
exaltado por el Espíritu como si mirara a Dios, cara a cara”1231.
4-Su pulcritud en la misa
“Se
preocupaba por la limpieza para celebrar la misa”1232. “Con este fin,
tenía un hábito y un par de zapatos convenientes que guardaba sólo para la
celebración eucarística, los que se quitaba inmediatamente después de la misa”1233.
“Lo mismo que la toalla y jabón, que no utilizaba en otras ocasiones, por
respeto a las celebraciones divinas”1234. “No se lavaba sino los
labios. Se lavaba las manos antes de la misa, de manera admirable”1235.
Fuera de eso, nunca metía las manos en el agua”1236. “Tenía un
cuidado, fuera de lo común, por los objetos de la iglesia”1237.
II:
Relatos y acontecimientos
1-Como un imán
“Cuando
yo era casi una niña, venía de Ehmej con mis padres al eremitorio para
participar en la misa de los domingos y días de fiesta. Muy a menudo
participábamos en la misa del padre Chárbel. Yo no lo veía sino en la misa.
Nuestra familia cuenta que los cimientos del eremitorio fueron puestos por un
miembro de nuestra familia, y por eso era por lo que nosotros le teníamos una
predilección especial. Más aún, una pasión, pues nos recordaba a nuestro tío.
Una razón más era que nosotros vivíamos en Uwaini, cerca al eremitorio, aldea
donde no había iglesia. Y, por otra parte, la santidad del padre Chárbel atraía
las almas como un imán. Era también frecuentado por numerosos visitantes, todos
los domingos y días festivos. Todos los que participaban en la misa del padre
Chárbel, salían emocionados, no queriendo salir de la iglesia. Sobre todo cuando
pronunciaba las palabras de la consagración, uno se sentía abrasado por su
recogimiento y su triste voz. El fervor, el cuidado y la manera reverencial, le
daban ritmo a todos sus movimientos. Después de la misa, él se arrodillaba sobre
el mero suelo, todo erguido y la cabeza baja, como una estatua. Cuando incensaba
la asamblea, no miraba a nadie”1238.
2-¿Toma usted sopa de cereales?
“El
padre Chárbel era un sacerdote respetuoso que impresionaba a las almas por su
aspecto venerable y su recogimiento, particularmente durante la misa. Su
compañero, el padre Macario, me contó que si un sacerdote venía al eremitorio
para celebrar la misa con rapidez, el padre Chárbel se le acercaba y le decía,
después de la liturgia: “¿Por qué se apresura tanto? ¿Toma usted sopara de
cereales?” Era un ángel en cuerpo humano. Nunca oí decir de su vida
religiosa en el convento, que fuera menos santo y menos virtuoso que en el
eremitorio”1239.
3-Comulgue
“La
primera vez que le hice una visita en el eremitorio, a la edad de quince años,
fue por acompañar a mi mamá, Rosa, que quería ver al padre Chárbel. No quiso
recibirla. Cuando ella le manifestó su deseo de besarle la mano, él le respondió
desde el interior de la capilla, con la puerta cerrada: “Comulgue en la misa,
y tendrá en la boca y en su corazón al mismo Hijo de Dios, y eso le bastará.
¿Para qué besar mi mano cuando el Hijo de Dios está en su corazón?” Al
ayudarle la misa, no me cansaba de mirar al ermitaño, de pie, en el altar,
durante una hora y media. Después nos regresamos, dejándolo a él en la capilla,
sin que mi mamá pudiera besarle la mano o verlo cara a cara”1240.
4-Le corrían las lágrimas
“Su
amor abrasaba de fuego ardiente. En el altar, su pecho parecía un horno
encendido. Sus ojos brillaban, las lágrimas corrían, enrojecían sus mejillas y
los suspiros se escapaban de su pecho como un vapor caliente”1241,
“como si viera a Cristo con sus ojos. De eso doy testimonio porque le ayudaba la
misa muchas veces”1242. “Cuando pronunciaba las palabras de la
consagración: “Esto es mi cuerpo; ésta es mi sangre”, vi que le salían lágrimas
de los ojos, en dos ocasiones. Una vez, una lágrima cayó sobre el corporal.
Después de consumir el cuerpo y la sangre y hacer las abluciones, vio la mancha
de su lágrima, y se conturbó creyendo que era una gota de sangre que había
caído. Yo le dije: “¿Qué le pasa? Es una lágrima caída de sus ojos, después de
las palabras de la consagración”. Pero él siguió perturbado y tomó el corporal
para mostrárselo al superior a fin de tranquilizar su conciencia”1243.
5-Cogía el cáliz con sus dientes
“Al final de su vida, mientras consumía la preciosa sangre, tomaba el cáliz
largo rato entre los dedos. Sus oraciones en la capilla dejaban ver a un hombre
enamorado con frenesí del amor divino. Ese amor se notaba en la misa, a través
de sus lágrimas, en especial cuando tomaba la preciosa sangre, asiendo tan
fuertemente el cáliz entre sus dientes, que dejaba en él impresas sus huellas”1244.
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304
Al-Tannuri,
p. 4.
305
Al-Tannuri,
p. 6.
306
Según los papeles que tomé del padre Pedro Abi Yunes, escritos a máquina,
p. 110, aparecidos en el periódico “-Taillar”, testimonio de Al-Hasruni.
307
Simón Gata, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 2.
308
Según los papeles que tomé de Pedro Abi Yunes, escritos a máquina, p. 110,
aparecidos en el periódico “Al- Taillar”, testimonio de Al-Hasruni.
309
Padre Juan Andari, testimonio el 18/6/1951, Convento de oro Kfifane,
Padre Pierre Saade, t. 2, 2001, p. 204.
310
Sebastián Al Uwaini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 4
311
Simón Gata, Positio de la santidad de Chárbel, p. 2.
312
Según los papeles que tomé de Pedro Abi Yunes, escritos a máquina,
aparecidos en el periódico “Al-Taillar”, testimonio de Al-Hasruni.
313
Simón Gata, Positio de la santidad de Chárbel, 1826, p. 2.
314
Padre Juan Andari, testimonio 18/6/1951, Convento de oro Kfifane,
Pierre Saade, t. 2, 2001, p. 204.
315
Simón Gata, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 2.
316
Padre Juan Andari, testimonio el 18/6/1951, Convento de oro Kfifane,
padre Pierre Saade, t. 2, 2001, p. 204.
317
Camino de la santidad,
año 1, p. 208.
318
Hermano Elías Mahrini, Ebrio de Dios, p. 148.
319
Padre Simón Ehmej, Ermitaño de Annaya, p. 34-35.
320
Padre Juan Andari, testimonio el 18/6/1951, Convento de oro Kfifane,
padre Pierre Saade, t. 2, 2001, p. 204.
321
David David, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 67.
322
Padre Juan Andari, testimonio el 18/6/1951, Convento de oro Kfifane,
padre Pierre Saade, t. 2, 2001, p. 204.
323
David David, Positio de la santidad de Chárbel,, 1826, p. 67.
324
Es decir, que camina rápido.
325
Hermano Pedro Jawad Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel,
p.35.
326
Sebastián Al-Uwaini, Positio de la santidad de Chárbel, p. 4.
327
David David, Positio de la santidad de Chárbel, p.67.
328
Padre Juan Andari, testimonio el 18/6/1951, Convento de oro Kfifane,
padre Pierre Saade, t. 2, 2001, p. 204.
329
Padre Efén Nakad, Positio de la santidad de Chárbel, 1826, p.124.
330
Antes de la muerte de su tío, el hermano Eqlimos de Ehmej, el 4/3/1869,
Monjes de nuestra aldea, p. 180-181.
331
Sebastián Al-Uwaini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 4.
332
Alrededor de 1880.
333
Simón Gata, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 2.
334
Positio de prohibición de veneración,
p. 18.
335
Comentario del doctor Geffray, profesor de la facultad de medicina de
Beirut.
336
Padre Luis Blaibel, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
139-140.
337
Padre José Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 50.
338
Pedro Moisés, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 84.
339
Tomaba el agua de enjuagar los platos por amor a Jesús. Es como la mamá
que se come los sobrados de su niño. Algo así como dos amantes, el uno de
la boca del otro. La época del padre Chárbel era un tiempo señalado de
pobreza y de ignorancia, comparado con nuestro tiempo. La casa era
construida de tierra, sin baños, ni conductos de agua, ni electricidad ni
cocina. Los utensilios de la cocina eran de barro; los platos, las ollas y
las cucharas eran de madera. No había detergentes para lavar. El agua y la
ceniza eran su jabón. Se enjuagaban los platos con agua pura, pues las
comidas solían ser de cereales cocinados con aceite de oliva. Se utilizaba
un caldero y todo se cocinaba con leña.
340
Padre Elías Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, p. 87-88.
341
Según los papeles de Pedro Abi Yunes, p. 103-105, aparecidos en el
periódico “Al-Bairaq”, 1950, como conocí al monje Chárbel, en su
eremitorio, memorias Najle Chaker Kanaan, hace 53 años.
342
Moisés Moisés, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 69.
343
Padre Roque Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
80.
344
Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
página 105.
345
Padre Antonio Chebli, Causa de la santidad de Chárbel, 1855, p.
228.
346
Padre Roque Mechmech, Positio de la saantidad de Chárbel, 1926, p.
105.
347
Padre Efén Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 55.
348
Padre Antonio Chebli, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p.
236.
349
El cura párroco Gabriel Gabriel, Causa de la santidad de Chárbel, 1955,
página 203.
350
José Jalife, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 280.
351
El cura párroco Miguel Ramia, Ermitaño de Annaya, p. 45.
352
Iid Nakad, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 117;
Ermitaño de Annaya, p. 68-69.
353
Registro No. 1 bautismos, Annaya,
1843-1904, p. 33.
354
Registro No. 2 bautismos, Annaya,
1871-1944, p. 2, No. 2.
355
Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 23.
356
Monje de la Orden Libanesa Maronita, Muerto vivo, Líbano 1987, p.
68 rúbrica.
357
Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 23. Esta visita se efectuó después de los votos del hermano Pedro Hawad
de Mechmech en el convento de Kozhaya, el 7/11/1896, Monjes de nuestra
aldea, p. 181.
358
Monje de la Orden Libanesa Maronita, Muerto vivo, Líbano, 1987, p.
68, rúbrica. El padre José Aún, hijo de Abdallah José Aún, nacido en 1927,
registro 18 Gadras, me contó: “Desde su tierna edad, mi padre era activo.
Esta cualidad permitieron al dirigente Paz Al-Dahdah y a su hermano, el
obispo Nehemtallah Al-Dahdah y al conde Rachid Al-Dahdah confiarle la
misión de ir a pedir al padre general la autorización para que el padre
Chárbel viviera un mes en el palacio del prefecto de la región de Kesruwan;
estadía que fue seguida de una segunda vez en otra ocasión. Mi padre lo
acompañaba día y noche. Él decía la misa en la capilla del palacio, como
era la costumbre los domingos y días de fiesta. Algunas veces, y con la
autorización de Monseñor Paz Al-Dahdah, el hermano del prefecto, celebraba
la misa en las casas”.
359
Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 23.
360
El cura párroco Miguel Ramia, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 71.
361
Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 23.
362
Padre Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
55.
363
Padre José Jalife, Positio de la santidad de Chárbel, p.276.
364
Padre Simón Ehmej, Ermitaño de Annaya, p. 29.
365
Hermano Elías Mahrini, Ermitaño de Annaya, p. 35-36.
366
José Abi Yunes, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 149.
367
Padre Elías Ehmej, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 168.
368
El cura párroco Miguel Ramia, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
página 71.
369
Padre Elías Ehmej, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 168.
370
El cura párroco Miguel Ramia, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 71.
371
Padre Elías Ehmej, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 168.
372
El cura párroco Miguel Ramia, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 71.
373
Padre Elías Ehmej, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 168.
374
Fuad Juri, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 264.
375
Padre Antonio Chebli. Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p.
245.
376
Fuad Juri, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 264.
377
Juan Jater, Ermitaño de Annaya, p. 108.
378
Fuad Juri, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 264.
379
Juan Jater, Ermitaño de Annaya, p. 108.
380
Fuad Juri, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 264.
381
Padre José Ehmej, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 68.
382
El cura párroco Gabriel Gabriel, Causa de la santidad de Chárbel, 1955,
p. 206.
383
El padre del sustituto de Aley.
384
El tiempo para recorrer la distancia a pie.
385
Fuad Juri, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 268-270. Padre
José Ehmej, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 68 y
Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.53. Padre Francisco Sibrini,
Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 22. Padre Juan Andari,
Causa de la santidad de Chárbel, 1855, p50-51. Padre Simón Ehmej,
Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 43. Padre Juan Jaji,
Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 45. Hermano Pedro Mechmech,
Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.39. El cura párroco
Gabriel Gabriel, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 205.
386
Al-Tannuri,
p. 10.
387
Hermano Pedro Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
39.
388
Al-Tannuri,
p. 10.
389
Chebli Chebli, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 196.
390
Fuad Juri, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 270.
391
El cura párroco Gabriel Gabriel, Causa de la santidad de Chárbel, 1955,
p. 205
392
Regla de los novicios,
p. 100, 102 y 103.
393
Sebastián Uwaini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 4.
394
El cura párroco Miguel Ramia, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 71.
395
Padre Juan Jaji, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 45.
396
Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de chparbel, 1926, p.
57.
397
Padre Ignacio Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
64.
398
Padre Ignacio Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
65.
399
José Salomón, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 100.
400
Padre Simón Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 42.
401
Padre Juan Jai, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 45
402
Padre Antonio Alwan, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
129.
403
Padre Bernardo Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
136.
404
Padre Efrén Nakad, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.126.
405
Padre José Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 68.
406
Padre José Salomón, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
100.
407
Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
56.
408
Hacia el año 1880,
409
Simón Gata, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.2.
410
Padre Nehemtallah Nehmeh, Ermitaño de Anaya, p.54.
411
Padre Juan Andari, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 37.
412
Pronunció sus votos en 1853 (Monjes de nuestra aldea, p. 180);
muerto el 13/3/1903 (Diario de Annaya. 56).
413
Padre Efrén Nakad, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 125.
414
Padre Efrén Nakad, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 125.
415
Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 75.
416
Marón Abbud, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 98.
417
José Salomón, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 100.
418
Marón Abbud, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 98.
419
Reglas de los novicios,
p.110.
420
Padre Efrén Nakad, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 123.
421
“Palabras de San Chárbel”
422
Padre Antonio Chebli, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p.
238.
423
Constituciones 1732,
la pobreza.
424
Padre Pablo Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
31.
425
Padre Simón Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 42.
426
Padre Juan Jaji, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 46.
427
Hermano Elías Mahrini, Positio de la Santidad de Chárbel, 1926, p.
60.
428
Padre Elías Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1026, p. 91.
429
Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p.78.
430
Padre Elías Mahrini, Ermitaño de Annaya, p. 36.
431
Padre Luis Blaibel, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p.140.
432
Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p.78.
433
Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926.
p. 77.
434
Hermano Pedro Hawad Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
página 37.
435
Padre José Ehmej, Positio de prohibición de veneración, p. 24.
436
Reglas de los novicios,
p. 105.
437
Al-Tannuri,
p. 5.
438
Lo oculto develado,
p. 132-133.
439
Padre Elás Ehmej, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 163.
440
Padre Roque Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
105.
441
Padre Efrén Nakad, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 123.
442
Padre Antonio Alwan, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 134.
443
Eso significa que Chárbel entró al eremitorio antes del trienio del padre
Roque de Mechmeche, 2n 1871.
444
Lo oculto develado,
p. 123.
445
Padre José Hasruni, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 113.
446
Todavía no se había ordenando sacerdote.
447
Padre Antonio Alwan, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 133.
448
Padre José Hasruni, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 113.
449
Padre José Hasruni, Causa de la santidad de Chárbel, 1955,
p. 109.
450
José Salomón, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 100.
451
Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 24.
452
Padre Ignacio Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
66.
453
Hawchab Nakad. Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 182.
454
Iid Nakad, Ermitaño de Annaya, p. 71.
455
Su muerte no se registra en los libros de Bqaakafra. Se señala otra fecha
del fallecimiento, el mismo día, pero en 1898, y no en 1897. Rosa Majluf,
Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 292.
456
Eliseo Nakad, Positio de la santidad de Chárbel, p. 3.
457
Fuad Juri, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, 262-263.
458
Iid Nakad, Ermitaño de Annaya, p. 71.
459
Constituciones 1732,
pobreza.
460
Padre Nehemtallah Nehme, Ermitaño de Annaya, p. 52.
461
Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 23-24.
462
Constituciones 1732,
el hábito de los monjes.
463
José Salomón, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 100.
464
Ermitaño de Annaya,
p. 30.
465
Sebastián Uwaini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 7.
466
Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,p.
18.
467
Padre Juan Jaji, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 44.
468
Padre Pedro Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
30.
469
Hermano Pedro Hawad Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1026,
página 35.
470
Hermano Francisco Qartaba, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 102.
471
Moisés Moisés. Positio de la santidad de Chárbel, 1026, p. 69.
472
Padre José Hasruni, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 112.
473
Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1026,
p. 18.
474
Sacos enormes; el más grande contenía 130 kilos de trigo.
475
Hermano Pedro Hawad Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
página 35.
476
Padre Juan Jaji, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.44.
477
Constituciones 1732,
hábito de los monjes.
478
Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 75.
479
David David, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 67.
480
Hermano Pedro Hawad Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
página 35.
481
Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 18.
482
Ermitaño de Annaya,
p. 36.
483
Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 18.
484
Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 19.
485
Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 18-19.
486
Padre Elías Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 88.
487
David David, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 67.
488
Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 19.
489
Padre Pablo Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 30
490
Padre Pablo Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
30.
491
Padre Roque Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
105.
492
Ermitaño de Annaya.
p. 30.
493
Ermitaño de Annaya,
p. 39.
494
Marón Abbud, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 98.
495
Negligencia y falta de cuidado de su cuerpo, ocupémonos del alma…es un
pensamiento monástico del tiempo de Chárbel.
496
Reglas de los novicios,
p. 104.
497
Pedro Moisés, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 85.
498
Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 18.
499
Padre Juan Jaji, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.44.
500
Padre Ignacio Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 64.
501
Moisés Moisés, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 70.
502
Positio de prohibición de veneración,
p. 36.
503
Positio de prohibición de veneración,
p. 36-37.
504
Padre Juan Jaji, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 44.
505
Positio de prohibición de veneración,
p. 37.
506
Padre Ignacio Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 63.
507
Positio de prohibición de veneración,
p. 37.
508
Padre Juan Jaji, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 44.
509
Padre Antonio Chebli, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p.
238.
510
Padre Benito Tabet, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 7.
511
Padre Ignacio Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
63.
512
Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
57.
513
Padre Juan Jaji, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 44.
514
Padre Roque Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, p.105.
515
Al-Tannuri.
p. 3.
516
Padre José Hasruni, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
109.
517
Padre Simón Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 42.
518
José Jalife, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 281.
519
Padre José Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1026, p. 50.
520
Al-Tannuri.
p. 5.
521
Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
57.
522
Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
57.
523
Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 74.
524
Padre Juan Jaji, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 44.
525
Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1826,
p. 18.
526
Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 74.
527
Padre Juan Jaji, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 44.
528
Padre José Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 50.
529
Hermano Pedro Hawad Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
página 34.
530
Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
57.
531
Hacer la siesta.
532
Padre José Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 49.
533
Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 18.
534
Padre José Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, 49-50.
535
Como los juegos de cartas.
536
Hermano Pedro Hawad Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel,
1926, página 34.
537
Padre Elías Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 88.
538
Pronunció sus votos en Maifuq en 1868, muerto en el convento de Bsurma en
1919; Monjes de nuestra aldea, p. 146.
539
Padre Efrén Nakad, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 123
y Ermitaño de Annaya, p. 80-81.
540
Constituciones 1732,
comedor.
541
Padre Antonio Chebli, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p.
232.
542
Camino de la santidad,
año 2, p. 466.
543
Padre José Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 49.
544
Marón Abbud, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 98.
545
José Salomón, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 100.
546
Padre Efrén Nakad, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 120.
547
Padre Efrén Nakad, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 123.
548
Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 17.
549
Chebli Chebli, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 192.
550
Padre Antonio Chebli, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p.
238.
551
Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
57.
552
Padre Ignacio Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
63.
553
Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
57.
554
Padre José Hasruni, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 112.
555
Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
57.
556
Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
60.
557
Padre Elías Ehmej, Causa de la santidad de Chárbel, 1855, p. 164.
558
Padre Juan Jaji, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 44.
559
Padre José Ehmej, Causa de la santidad de Chárbel, 1855, p. 74.
560
Hermano Pedro Hawad Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
página 34.
561
Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 17.
562
David David, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 67.
563
El cura párroco Miguel Ramia, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 71.
564
Marón Abbud, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 98.
565
Padre Ignacio Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
63.
566
Padre Simón Ehmej, Ermitaño de Annaya, p. 30.
567
Padre Antonio Chebli, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p.
242.
568
Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 23.
569
Ermitaño de Annaya,
p. 30.
570
Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 18.
571
Padre Simón Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 41.
572
Padre Simón Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 41.
573
Padre Juan Jaji, Positio de la santidad de Chárbel, 1826, p. 44.
574
Padre Simón Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 41.
575
Padre Efrén Nakad, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 126.
576
Padre Efrén Nakad, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 126.
577
Chebli Chebli, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 191-192.
578
Una mezcla de garbanzos, lentejas y trigo machacado.
579
Simón Gata, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 2.
580
Chebli Chebli, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 193.
581
Jorge Sassine, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 96.
582
Regla de las novicios,
p. 96.
583
Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 29. Y hermano Francisco Qartaba, Positio de la santidad de Chárbel,
1926, p. 102.
584
Padre Antoni Alwan, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 128.
585
Chebli Chebli, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 191.
586
Hermano Francisco Qartaba, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 102.
587
Padre Antonio Alwan, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 127.
Y Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 129.
588
Padre José Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 49.
589
Padre Pedro Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
29-30-
590
Padre Simón Anunciación, Ermitaño de Annaya, p. 86.
591
Fue designado superior del convento entre 1891-1893, Monjes de nuestra
aldea, p. 251; fallecido en el convento de Hub en 1899, Monjes de
nuestra aldea, p. 73.
592
Padre Pablo Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
30.
593
Padre Antonio Chebli, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p.
243.
594
Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 75.
595
Padre Pablo Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
30.
596
José Jalife, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 283.
597
Padre José Hasruni, Camino de la santidad, año 2, p. 11.
598
Testimonio de Sofía, la nuera del padre Ramia.
599
Padre Pablo Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
75.
600
Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 77.
601
Al-Tannuri,
p. 75.
602
Padre Antonio Alwan, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 132.
603
Padre José Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 50.
604
Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, p.
76.
605
Padre José Ehmej, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 283.
606
Padre Pablo Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
30.
607
Padre Juan Andari, Causa de la santidad de Chárbel, 1955; y padre
Antonio Chebli, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 232.
608
Chebli Chebli, Causa de la santidad de Chárbel, 1855, p. 193.
609
Padre Antonio Chebli, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p.
193.
610
Chebli Chebli, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 193.
611
Padre Pablo Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
30.
612
Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 22.
613
El cura párroco Gabriel Gabriel, Causa de la santidad de Chárbel, 1955,
p. 204.
614
Padre Juan Jaji, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 45.
615
Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
59.
616
Padre José Hasruni, Historia de los conventos de la región de Jebbeh,
notas, página 417.
617
Padre Simón Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1826, p. 42.
618
Padre José Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 51.
619
Padre Ignacio Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 65.
620
Padre Roque Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
105.
621
Al-Tannuri,
p. 5
622
Ermitaño de Annaya,
p. 64.
623
Padre Juan Andari, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 44.
624
Padre José Ehmej, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 74.
625
Padre Antonio Alwan, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 130.
626
Padre Elías Ehmej, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 162.
627
Padre José Ehmej, Causa de la santidad de Chárbel, 1955. p. 68.
628
Padre Pablo Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
30-31.
629
Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 77.
630
Padre Antonio Nehme, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p.
214-215.
631
Padre Antonio Chebli, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p.
231.
632
Ermitaño de Annaya, p. 33.
633
Al-Tannuri,
p. 3.
634
Padre José Hasruni, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
110.
635
Padre Juan Al-Andari, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 35.
636
Padre Juan Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
44.
637
Para todos los detalles sobre esta biblioteca, ver el artículo del
superior general Elías Jalife, “Fuentes de la espiritualidad en la Orden
Libanesa Maronita en Hojas monásticas, año 26, número 77, 2004, p.
5-12.
638
El cura párroco Miguel Ramia, Ermitaño de Annaya, p. 44.
639
Padre José Hasruni, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 105.
640
Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 22.
641
Padre Roque Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
105.
642
Padre Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
57.
643
Padre Antonio Alwan, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 145.
644
Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 76.
645
Padre Antonio Alwan, Positio de la santidad de Chárbel, 1026, p.
129.
646
Padre Antonio Alwan, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 129.
647
Visitó los enfermos de viruela, muy extendida, para consolarlos y
administrarles los sacramentos; Los monjes en el Líbano, p. 78.
648
Padre Juan Andari, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 33.
649
Padre Juan Andari, testimonio el 18/6/1951, Convento de ordo Kfifane,
Padre Pierre Saade, t. 2, 2001, p. 204.
650
Padre Juan Andari, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 34.
651
Padre Juan Andari, testimonio el 18/6/1951, Convento de oro Kfifane,
Padre Pierre Saade, t, 2, 2001, p. 204.
652
Padre Juan Andari, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 34.
653
Padre Juan Andari, testimonio el 18/6/1951, Convento de oro Kfifane,
Padre Pierre Saade, t, 2, 2001, p. 204.
654
Padre Juan Andari, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 34.
655
Padre Juan Andari, testimonio el 18/6/1951, Convento de oro Kfifane
Padre Pierre Saade, t. 2, 2001, p. 204.
656
Padre Juan Andari, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 34.
657
Paddre Juan Andari, testimonio el 18/6/1951, Convento de oro Kfifane,
Padre Pierre Saade, t. 2, 2001, p. 204.
658
Padrw Juan Andari, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 34.
659
Padre Juan Andari, testimonio eo 18/6/1951, Convento de oro Kfifane,
Padre Pierre Saade, t. 2, 2001, p. 204.
660
Padre Juan Andari, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 34.
661
Padre Juan Andari, testimonio el 18/6/1951, Convento de oro Kfifane,
Padre Pierre Saade, t. 2, 2001, p. 204.
662
Padre Juan Andari, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 34.
663
Padre Juan Andari, testimonio el 18/6/1951, Convento de orp Kfifane,
Padre Pierre Saade, t. 2, 2001, p. 204.
664
Padre Juan Andari, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 34.
665
Padre Juan Andari, testimonio el 18/6/1951, Convento de oro Kfifane,
Padre Pierre Saade, t. 2, 2001, p. 204.
666
Padre Juan Andari, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 34.
667
Padre Juan Andari, testimonio el 18/6/1951, Convento de oro Kfifane,
padre Pierre Saade, t. 2, 2001, p. 204.
668
Padre Juan Andari, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 34.
669
Padre Juan Andari, testimonio el 18/6/1951, Convento de oro Kfifane,
Padre Pierre Saade, t. 2, 2001, p. 204.
670
Padre Juan Andari, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 34.
671
Padre Juan Andari, testimonio el 18/6/1951, Convento de oro Kfifane,
Padre Pierre Saade, t. 2, 2001, p. 204.
672
Padre Juan Andari, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p 34.
673
Padre Juan Andari, testimonio el 18/6/1951, Convento de oro Kfifane,
Padre Pierre Saade, t. 2, 2001, p. 204.
674
Padre Juan Andari, Causa de la santidad de Chárbel, 1055, p. 34..
675
Padre Juan Andari, testimonio el 18/6/1951, Convento de oro Kfifane,
Padre Pierre Saade, t. 2, 2001, p. 204.
676
Padre Juan Andari, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 34.
677
Padre Juan Andari, testimonio el 18/6/1951, Convento de oro Kfifane,
Padre Pierre Saade, t. 2, 2001, p. 204.
678
Padre Juan Andari, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 34.
679
Padre Juan Andari, testimonio el 18/6/1951, Convento de oro Kfifane,
Padre Pierre Saade, t. 2, p. 204.
680
Ebrio de Dios,
p. 137.
681
Reglas de los novicios,
p. 137.
682
Padre Antonio Alwan, Causa de la santidad de Chárbel, p. 105.
683
Padre Juan Andari, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 42.
684
Al-Tannuri.
p. 4.
685
Lo oculto develado,
p. 133
686
Al-Tannuri,
p. 3.
687
Padre Efrén Nakad, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 127.
688
Constituciones 1732,
confesión.
689
Archivo Bkerke, Patriarca Juan Hage, fol. 17, No. 5227, p. 24.
690
Padre Efrén Nakad, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 127.
691
Al-Tannuri,
p. 4-5-
692
Padre José Hasruni, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 105.
693
Padre Elías Ehmej, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 158.
694
Lo oculto desvelado,
p. 120.
695
Padre Antonio Chebli, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p.
228.
696
Padre Juan Andari, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 43.
697
Padre Juan Andari, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 44.
698
Padre Antonio Nehme, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 217.
699
Al-Tannuri,
p 5.
700
Padre Benito Tabet, Causa de la santidad de Chárbel, 1955. p. 12.
701
Padre Elías Ehmej, Causa de santidad de Chárbel, 1955, p. 159.
702
Padre Ignacio Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
62.
703
El cura párroco Gabriel Gabriel, Causa de la santidad de Chárbel, 1955,
p. 203.
704
Padre Antonio Chebli, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p.
234.
705
Padre José Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
73-74.
706
Padre Simón Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 105.
707
Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel,. 1926,
p. 105.
708
Padre Antonio Chebli, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p.
231.
709
Padre Simón Ehmej, Camino de la santidad, año 2, p. 467.
710
Padre Antonio Chebli, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p.
235.
711
Ermitaño de Annaya,
p. 31.
712
Padre Simón Ehmej, en Camino de la santidad, año 2, p. 467.
713
Padre Antonio Chebli, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p.
235.
714
Ermitaño de Annaya,
p. 31.
715
Padre José Hasruni, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 111.
716
Diario de Annaya,
p. 50.
717
Hermano Pedro Jawad Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
página 36.
718
Padre Benito Tabet, Causa de la santidad de Chárbel, 1955, p. 105.
719
Ermitaño de Annaya, p. 43.
720
El cura párroco Miguel Ramia, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 72.
721
Fuad Juri, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 262.
722
Padre Elías Ehmej, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
161.
723
Constituciones 1732,
Humildad.
724
Padre Benito Tabet, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
17.
725
Sebastián Uwaini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 7.
726
Padre Pablo Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
31.
727
Hermano Pedro Jawad Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
página 37.
728
Reglas de los novicios,
p. 99.
729
Hermano Pedro Jawad Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
página 37.
730
Padre Simón Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 43.
731
Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
60.
732
El cura párroco Miguel Ramia, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 72.
733
Lo oculto develado,
p. 131.
734
Padre Elías Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1026, p. 91.
735
Padre Simón Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 42.
736
Lo oculto develado,
p. 131.
737
Padre Nehemtallah Mechmech, Causa de la canonización de Chárbel, 1955,
página 161.
738
Padre Benito Tabet, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
20-21.
739
Padre Juan Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 46.
740
Padre Antonio Alwan, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
135.
741
Padre Antonio Chebli, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
243.
742
Padre Elías Ehmej, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
167.
743
Chebli Chebli, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 193.
744
Juan Hussaini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 137.
745
Obras completas, Teresa de Lisieux, cerf y ddb, 1992, p. 713.
746
Según el parecer del ermitaño, el Padre Juan Jawand: “la expresión
significa que eso es imposible. Los monjes la utilizan cuando se les pide
una cosa imposible”.
747
Entre 1871-1875, Monjes de nuestra Aldea, p. 250.
748
Es decir, los monjes y los obreros trabajaban en el horno.
749
Designado consejero general los dos años 1876 y 1878, Monjes de nuestra
aldea, p. 209.
750
Juan Hussaini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 137; y
padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p 78.
751
Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 24.
752
Padre Bernardo Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
131.
753
Ordenado sacerdote en 1891, muerto En Nuestra Señora del Socorro en 1944,
Monjes de nuestra aldea, p. 181.
754
Padre José Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 49.
755
Juan Hussaini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p 137 y
padre Bernardo Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
136.
756
Sebastián Uwaini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 6.
757
Padre Juan Andari, Causa de la canonización de Chárbel, 1955. 48.
758
Lo oculto develado,
p. 130.
759
Hermano Francisco Qartaba, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 103.
760
Constituciones 1736,
Humildad.
761
Hermano Pedro Jawad Mechmech, Ermitaño de Annaya, p. 39
762
Ebrio de Dios,
p. 138.
763
Hermano Pedro Jawad Mechmech, Ermitaño de Annaya, p. 39.
764
Ebrio de Dios,
p. 138.
765
Hermano Pedro Jawad Mechmech, Ermitaño de Annaya, p. 39.
766
Hermano Pedro Jawad Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
página 37.
767
Constituciones 1732,
Silencio.
768
Pedro Moisés, Ermitaño de Annaya, p. 56.
769
Padre Elías Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 88.
770
Moisés Moisés, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 69.
771
Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
55.
772
Hermano Pedro Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
30.
773
Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, p.
74.
774
Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
57.
775
Padre José Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 50.
776
Marón Abbud, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 98.
777
Padre Antonio Alwan, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
128-129.
778
Hermano Elías Mahrini, Ermitaño de Annaya, p. 57.
779
Pedro Moisés, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 85.
780
Padre Antonio Chebli, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
235.
781
José Salomón, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 100.
782
María Chamún, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 95.
783
Padre Roque Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
105.
784
Padre Efrén Nakad, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 123.
785
Padre Bernardo Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
133.
786
José Salomón, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 100.
787
Padre Elías Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 90.
788
Padre Efrén Nakad, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 127.
789
Padre Efrén Nakad, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
126.
790
Padre Bernardo Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
131.
791
Padre Benito Tabet, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
6.
792
Constituciones 1732,
Silencio.
793
Padre Benito Tabet, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
6.
794
Padre Simón Ehmej, Ermitaño de Annaya, p. 31.
795
Padre Efrén Nakad, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 127.
796
Padre Ignacio Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
63
797
Moisés Moisés, Positio de la santidad de Chárbel, 1926p. 70.
798
Pedro Moisés, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 70.
799
Padre Elías Mahrini, en Camino de la santidad, año 2 p. 466.
800
Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
página 76.
801
Padre Antonio Alwan, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
129.
802
Padre Bernardo Ejmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
132.
803
David David, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 67.
804
Constituciones 1732,
Enfermos.
805
Padre Pablo Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1826, p.
30.
806
Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, p.
78.
807
Padre Elías Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
87-88.
808
Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
56.
809
Padre Antonio Chebli, Causa de la canonización de Chárbel, 1955,
p.231-232.
810
Padre Francisco Sabrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 18.
811
Padre Juan Jai, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 44.
812
Pedro Moisés, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 85.
813
Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 23.
814
Chebli Chebli, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 192.
815
San Ignacio de Antioquía, Carta a los romanos, 6-7.
816
Puede ser que fuera el cólico renal.
817
Padre José Hasruni, Positio de la santidad de Chárbe, 1826, p. 109.
818
Padre José Hasruni, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
106-107.
819
Padre José Hasruni, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
109.
820
Padre José Hasruni, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
109-110.
821
Padre José Hasruni, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
110.
822
Padre Bernardo Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
132.
823
David David, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 67.
824
Padre Elías Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 88.
825
Moisés Moisés, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 69.
826
Hermano Pedro Jawad Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
página 37.
827
Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 78.
828
Moisés Moisés, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 69.
829
Carta del padre José Abraham Al-Hasruni al periódico “Al-Tayyar”,
según los papeles que estaban en posesión del padre Pedro Abi Yunes,
p. 110.
830
Obras completas, Teresa de Lisieux, p. 684.
831
Rosa Majluf, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 290.
832
Padre José Ehmej, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 57.
833
Padre Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
56.
834
Hermano Pedro Jawad Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
página 36.
835
Padre Juan Andari, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
47.
836
Padre Antonio Alwan, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
133.
837
Padre Elías Ehmej, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
165.
838
Padre Antonio Chebli, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
238.
839
Hermano Pedro Jawad Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
página 36.
840
Padre Elías Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 91.
841
Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
57.
842
Ermitaño de Annaya,
p. 34.
843
Padre Salomón Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
42.
844
Padre Antonio Chebli, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
236.
845
Ermitaño de Annaya,
p. 35.
846
El cura párroco Miguel Ramia, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 71.
847
Marón Abbud, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 98-99.
848
Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
59.
849
Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 21.
850
Padre José Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 50.
851
Padre Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
58.
852
Padre Ignacio Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
64.
853
Padre Simón Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 42.
854
El padre Simón Ehmej cuenta una historia semejante que nos ha dejado antes
Chebli, publicada en su libro, Ermitaño de Annaya, p. 32-33.
855
Eso demuestra que el padre Simón de Ehmej fue ermitaño de Annaya, durante
un cierto tiempo, antes de ir a Maifuq.
856
Padre Juan Andari, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
35.
857
Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 22.
858
Padre José Ehmej, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 76.
859
Padre Antonio Chebli, Causa de la canonización de Chárbel, 1855, p.
243.
860
Ermitaño de Annaya,
p. 39.
861
Al-Tannuri,
p. 5; Padre Juan Andari, Causa de la canonización de Chárbel, 1955,
p. 46.
862
Hermano Pedro Hawad Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
página 36.
863
Ermitaño de Annaya,
p. 39.
864
Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
59.
865
Al-Tannuri,
p. 5.
866
Elías Ehmej, Causa de canonización de Chárbel, 1955, p. 165.
867
Padre José Ehmej, Causa de canonización de Chárbel, 1955, p. 75.
868
Padre José Ehmej, Causa de canonización de Chárbel, 1955, p. 77.
869
Chebli Chebli, Causa de canonización de Chárbel, 1955, p. 194.
870
Padre Antonio Nehme, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
219.
871
Padre Antonio Alwan, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
136.
872
Padre José Hasruni, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
117.
873
Padre José Hasruni, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
105-106.
874
Ermitaño de Annaya,
p. 30.
875
El cura párroco Gabriel Gabriel, Causa de la canonización de Chárbel,
1955, página 204.
876
Fuad Juri, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 268.
877
Padre Antonio Nehme, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
219.
878
Padre José Ehmej, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 68;
Padre Benito Tabet, Causa de la canonización de Chárbel, p. 20;
Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
60.
879
Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
página 75-76.
880
Padre Juan Andari, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
42-43.
881
Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 21.
882
Padre Elías Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 88.
883
Reglas de los novicios,
p. 102.
884
Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 21.
885
Padre Juan Jaji, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 45.
886
Padre José Hasruni, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
110.
887
Padre Simón Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 42.
888
Padre Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
58.
889
Padre Simón Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 42.
890
Hermano Pedro Jawad Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
página 34.
891
Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
57-58.
892
Padre José Hasruni, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
110.
893
Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 77.
894
Hace alusión a propósito de Jesús con Nicodemo, (Jn. 3,9).
895
Algunas cosas deliciosas.
896
Al-Tannuri, en Camino de la santidad, No. 10, 1957, p. 666-667.
897
Padre José Hasruni, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
114.
898
Padre Antonio Alwan, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
129.
899
Padre José Hasruni, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
114.
900
Padre Antonio Alwan, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
129.
901
Padre José Hasruni, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
114.
902
Padre Antonio Alwan, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
135.
903
Padre Pedro Juri Juan Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
página 112.
904
Padre Antonio Alwan, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
129.
905
Al-Tannuri,
p. 5.
906
“Palabras de San Chárbel”.
907
Padre Simón Ehmej,
Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 42.
908
Lo oculto develado,
p. 135.
909
Padre Juan Andari,
Causa de la canonización de Chárbel, 1955,
p. 42.
910
Padre José Ehmej,
Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 50.
911
Padre Nehemtallah Mechmech,
Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 76.
912
Hermano Pedro Jawad Mechmech,
Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
página 35.
913
Padre Nehemtallah Mechmech,
Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 76.
914
Hermano Pedro Jawad Mechmech,
Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
página p. 36.
915
Padre Antonio Chebli,
Causa de la canonización de Chárbel, 1955,
p. 235.
916
Padre Nehemtallah Mechmech,
Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 76.
917
Padre Pablo Sibrini,
Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 30.
918
Padre Nehemtallah Mechmech,
Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 76.
919
Padre Simón Ehmej,
Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 42.
920
Padre Francisco Sibrini,
Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 22.
921
Padre Elías Sibrini,
Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 88.
922
Padre Elías Ehmej,
Causa de la canonización de Chárbel, 1955,
p. 161.
923
Padre Juan Andari,
Causa de la canonización de Chárbel, 1955,
p. 43.
924
Reglas de los novicios,
p. 106-107.
925
Padre Elías Ehmej,
Causa de la canonización de Chárbel, 1955,
p. 161.
926
Padre Elías Ehmej,
Causa de la canonización de Chárbel, 1955,
p. 160-161.
927
Padre Antonio Nehme,
Causa de la canonización de Chárbel, 1955,
p. 216.
928
Padre Elías Ehmej,
Causa de canonización de Chárbel, 1955,
p. 160.
929
Lo oculto develado,
p. 138.
930
Fuad Juri,
Causa de la canonización de Chárbel, 1955,
p. 261.
931
Lo oculto develado,
p. 138.
932
Fuad Juri,
Causa de la canonización de Chárbel, 1955,
p. 261.
933
Lo oculto develado,
p. 138.
934
Oficio divino,
tiempo de Navidad, oración de la tarde (vísperas), de la mañana (laudes),
USEK, Líbano, 1977, p. 131.
935
Padre Francisco Sibrini,
Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 22.
936
Padre Antonio Chebli,
Causa de la canonización de Chárbel, 1955,
p. 236.
937
Padre José Ehmej,
Causa de la canonización de Chárbel, 1955,
p. 73.
938
Padre Elías Ehmej,
Causa de la canonización de Chárbel, 1955,
p. 161; y
Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 88.
939
Padre José Hasruni,
Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 110.
940
Padre Antonio Nehme,
Causa de la canonización de Chárbel, 1955,
p. 215.
941
Pronunció u votos en Hub en 1822, murió en 1881 en el convento de Annaya,
Monjes de nuestra aldea,
p. 38-39;
diario de Annaya,
p. 54.
942
Pronunció sus votos en Hub en 1819, a la edad de 21 años, muerto en 1877
en el convento de Annaya,
Monjes de nuestra aldea,
p. 38-39;
diario de Annaya,
p. 53.
943
Padre Efrén Nakad, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 125.
944
Obras completas, Teresa de Lisieux, p. 714.
945
Padre Juan Jaji, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 45.
946
Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
58-59.
947
Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
59.
948
Padre Ignacio Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
64-65.
949
Padre Efrén Nakad, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 123;
Ermitaño de Annaya, p. 80.
950
Padre Benito Tabet, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
12.
951
Es el padre Rafael Nakad el que cuenta.
952
Padre Antonio Nehme, Ermitaño de Annaya, p. 53.
953
Padre José Hasruni, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
111.
954
Padre Pedro Yunes
quien da testimonio delante de nosotros.
955
Ermitaño de Annaya,
p. 53-54.
956
Jorge Sassine, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 96.
957
Padre Roque Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
105.
958
Jorge Sassine, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 96.
959
Padre Simón Asunción, Ermitaño de Annaya, p. 85-86.
960
Jorge Sassine, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 96.
961
Padre Elías Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 88.
962
Padre José Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 50.
963
Camino de la santidad,
año 2, p. 467.
964
Al-Tannuri,
p. 6.
965
Hermano Pedro Jawad Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
página p. 35.
966
El padre Nehemtallah Nehme.
967
Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 21.
968
Padre Nehemtallah, Nehme, en Camino de la santidad, año, 1, p. p.
507-508.
969
Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 21.
970
Padre Pedro Juri Juan Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
página p. 112.
971
Padre Elías Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 90.
972
Padre Pedro Juri Juan Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
página p. 112.
973
Padre Elías Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 90.
974
Padre Pedro Juri Juan Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
página 112.
975
Padre Elías Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 90.
976
Padre Elías Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 90;
y padre Efrén Nakad, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
124-125; y padre Antonio Chebli, Causa de la canonización de Chárbel,
1955, p. 237.
977
Padre Roque Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
105.
978
Padre Antonio Alwan, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
131.
979
El cura párroco Gabriel Gabriel, Causa de la canonización de Chárbel,
1955, página 204.
980
Chebli Chebli, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 191.
981
Padre José Hasruni, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
112.
982
Padre Antonio Alwan, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
131.
983
Padre Elías Ehmej, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
164.
984
Chebli Chebli, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 191.
985
El cura párroco Gabriel Gabriel, Causa de la canonización de Chárbel,
1955, página p. 204.
986
Padre Antonio Nehme, Causa de canonización de Chárbel, 1955, p.
217.
987
Padre Juan Andari, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
45.
988
Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
57.
989
Hermano Elías Mahrini, Ermitaño de Annaya, p. 36.
990
Padre Ignacio Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
63.
991
Ermitaño de Annaya,
p. 36.
992
Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 74.
993
Padre Luis Blaibel, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
140.
994
Fuad Juri, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 261.
995
Hermano Elías Mahrini, en Positio de prohibición de veneración, año
2, página 466.
996
“Positio de prohibición de veneración”.
997
Sebastián Uwaini, Positio de prohibición de veneración, p. 7.
998
Padre José Ehmej, Positio de prohibición de veneración, p. 51-52.
999
La falta de aseo muestra la negligencia para con su cuerpo, a fin de
evitar tentaciones sexuales.
1000
La tendencia sexual.
1001
Padre Pablo Sibrini, Positio de prohibición de veneración, p. 31.
1002
El cura párroco Miguel Ramia, Positio de prohibición de veneración,
p. 71.
1003
Positio de prohibición de veneración,
p. 35.
1004
Padre Benito Tabet, Positio de prohibición de veneración, p. 20.
1005
Padre Antonio Alwan, Positio de prohibición de veneración, p. 129.
1006
El cura párroco Miguel Ramia, Positio de prohibición de veneración,
p. 71.
1007
Positio de prohibición de veneración,
Castidad.
1008
Padre Juan Jaji, Positio de prohibición de veneración, p. 46.
1009
Padre Ignacio Mechmech, Positio de prohibición de veneración, p.
65; y José Salomón, Positio de prohibición de veneración, p. 100.
1010
Natividad Chadi, Positio de prohibición de veneración, p. 23.
1011
María Chamún, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 95.
1012
Constituciones 1732,
Castidad.
1013
Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 23.
1014
El “tu”, en árabe, es diferente para el masculino y el femenino. Chárbel,
dirigiéndose a las mujeres, usaba el masculino.
1015
Marón Abbud, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 99.
1016
Emplea el género masculino.
1017
Jorge Sassine, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 96.
1018
Utiliza un imperativo masculino, en árabe.
1019
Jorge Sassine, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 96-97.
1020
Fuad Juri, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 264.
1021
El cura párroco Gabriel Gabriel, Causa de la canonización de Chárbel,
1955, página 205.
1022
Padre Antonio Chebli, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
242.
1023
Padre elías Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 91.
1024
Chebli Chebli, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 192.
1025
Padre José Hasruni, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
113.
1026
Padre Elías Ehmej, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
166.
1027
Padre José Hasruni, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
113-114.
1028
Padre Simón Ehmej, Ermitaño de Annaya, p. 32.
1029
Ebrio de Dios,
p. 96.
1030
Padre Simón Ehmej, Ermitaño de Annaya, p. 32.
1031
Ebrio de Dios,
p. 96.
1032
Padre Elías Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 88;
y Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 160.
1033
Iid Nakad, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 116.
1034
Iid Nakad, Ermitaño de Annaya, p. 71.
1035
El móvil primordial, en la vida de Chárbel, es el amor. Él obedece a su
amadísimo Jesús y a aquellos que lo representan. Él fue su prisionero.
Cerró los ojos para este mundo e hizo callar su lengua para escuchar al
Amado. Vivió castamente y se abstuvo de mujeres y de la belleza para serle
fiel a Él.
1036
Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
58.
1037
Constituciones 1732,
Obediencia.
1038
Ermitaño de Annaya,
p.54.
1039
Sebastián Uwaini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 6.
1040
Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
60.
1041
Padre Simón Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 42.
1042
Padre Juan Jaji, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 46.
1043
Padre José Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 51.
1044
Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 77.
1045
Padre Luis Blaibel, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
149.
1046
Al-Tannuri,
p. 6.
1047
Padre Ignacio Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 65.
1048
Moisés Moisés, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 78.
1049
Padre Antonio Chebli, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
242.
1050
Padre Antonio Nehme, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
219.
1051
Padre Elías Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 91;
Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 166; y cf. Lo
oculto develado, 124.
1052
Padre Antonio Chebli, Causa de canonización de Chárbel, 1955, p.
242.
1053
Padre José Hasruni, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
114.
1054
Padre Antonio Chebli, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
242.
1055
Padre José Hasruni, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
114.
1056
Padre Antonio Chebli, Causa de la canonización de Chárbel, 1955,
p. 242.
1057
Padre José Hasruni, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p
114.
1058
Padre Antonio Chebli, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
242.
1059
Padre José Hasruni, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
114.
1060
Padre Antonio Chebli, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
242.
1061
Padre José Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 51.
1062
Marón Abbud, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 99.
1063
Padre Francisco Sabrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 21.
1064
Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 75.
1065
Padre Francisco Sabrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 21.
1066
Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 75.
1067
Padre Juan Jaji, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 45.
1068
Padre Elías Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 88.
1069
Padre Elías Ehmej, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
159.
1070
El consejero de la región de Biblos.
1071
Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 21.
1072
Padre Antonio Alwan, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
129.
1073
José Jalife, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 276.
1074
Padre Juan Andari, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
42.
1075
Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 75.
1076
Padre Juan Jaji, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 45.
1077
El cura párroco Gabriel Gabriel, Causa de la canonización de Chárbel,
1955, página 203.
1078
Sebastián Uwaini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 6.
1079
Hermano Francisco Qartaba, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 102.
1080
Chebli Chebli , Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 190.
1081
El cura párroco Miguel Ramia, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 71.
1082
Padre Elías Ehmej, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
160.
1083
Padre Antonio Chebli, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
231.
1084
Hermano Pedro Jawad Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
página 37.
1085
Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 76.
1086
David David, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 67.
1087
Padre Simón Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 43.
1088
Hermano Pedro Jawad Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
página. 37.
1089
María Chamún, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 95.
1090
Padre Pablo Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
29.
1091
Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
59.
1092
Padre Antonio Chebli, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
231.
1093
Padre Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
59.
1094
Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 76.
1095
Padre Antonio Chebli, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
231.
1096
Padre Ignacio Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
65.
1097
Lo oculto develado,
138.
1098
José Salomón, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.101.
1099
Padre José Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 50.
1100
José Jalife, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 280.
1101
Padre Ignacio Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
65.
1102
Padre Juan Jaji, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 46; y
padre Simón Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 43.
1103
Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 78.
1104
Padre Elías Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 90.
1105
Padre Pablo Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
31.
1106
Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 24.
1107
Padre Efrén Nakad, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 124.
1108
Padre José Ehmej, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 68.
1109
Chebli Chebli, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 196.
1110
Ermitaño de Annaya,
p. 97.
1111
El cura párroco Miguel Ramia, Camino de la santidad, año 1, p.
462.
1112
Padre Nehemtallah Nehme, Ermitaño de Ennaya, p. 52.
1113
Reglas de los novicios,
p. 95.
1114
Ermitaño de Annaya,
p. 64.
1115
Padre Efrén Nakad, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 126.
1116
Padre Ignacio Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
62.
1117
Padre Elías Ehmej, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
159.
1118
Padre Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
58.
1119
Padre Ignacio Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
62.
1120
Padre José Hasruni, Historia de los conventos de la región de Biblos,
nota de la página467.
1121
Padre Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
58.
1122
Durante las 24 horas hay 7 tiempos para el oficio divino. El oficio de
media noche comprendía cuatro partes. Se rezaban en el breviario, el libro
de fiestas, el de cuaresma y el de la Semana Santa.
1123
Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 21.
1124
Padre Juan Jaji, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 45.
1125
Padre Pablo Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
30.
1126
Padre Juan Jaji, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 45.
1127
Padre Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
58.
1128
Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 75.
1129
Padre Roque Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
105.
1130
El cura párroco Gabriel Gabriel, Causa de la canonización de Chárbel,
1955, página 204.
1131
Hermano Pedro Jawad Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
página 34.
1132
Padre Ignacio Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
62.
1133
Padre Simón Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 41.
1134
Padre Juan Jaji, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 44.
1135
Padre José Hasruni, Positio de la santidad de Chárbel 1926, p. 110.
1136
Padre Juan Andari, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.46.
1137
Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 75.
1138
Lo oculto develado,
p. 133-134.
1139
Padre Juan Jaji, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 44; y
padre José Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 49.
1140
Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
58.
1141
Padre Pablo Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
31.
1142
Padre Ignacio Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
64.
1143
Padre José Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 49.
1144
Padre Antonio Alwan, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
129.
1145
Sebastián Uwaini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 4.
1146
Padre José Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 50.
1147
Hermano Pedro Jawad Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
página 35.
1148
Padre Ignacio Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
62.
1149
Sebastián Uwaini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 6.
1150
Sebastián Uwaini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 4.
1151
Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 76.
1152
Padre Roque Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
105.
1153
Reglas de los novicios,
p. 110-111.
1154
Obras completas,
p. 713.
1155
Juan Jaisi, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 118.
1156
Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
56.
1157
José Salomón, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 100.
1158
Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 76.
1159
Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 75.
1160
Padre José Hasruni, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
109.
1161
Padre Ignacio Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
62.
1162
Era una costumbre de las hermanas de nuestra Orden, la rama femenina, de
confeccionar estos escapularios para distribuirlos entre los fieles;
Ermitaño de Annaya, página 87, nota 1.
1163
Los monjes son apodados, los monjes de Kozhaya, por pertenecer a este
famoso convento. Es, en efecto, uno de nuestros más grandes conventos en
el Líbano; Ermitaño de Annaya, p. 87, nota 2.
1164
Hermana Muyahida Al Jayassi, Ermitaño de Annaya, p. 87-88;
pronunció su votos el 20 de octubre de 1889; Diario de Áitu, p. 14;
muerta el 2 de enero de 1945; Diario de Áitu, p. 166, No. 44.
1165
Padre Ignacio Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 62.
1166
Hermano Pedro Jawad Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
página 39-40.
1167
Al Tannuri, en Camino de la santidad, 1957, No. 10, p. 665-666.
1168
Padre José Hasruni, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
108.
1169
José Abbud, Ermitaño de Annaya, p. 37.
1170
José Jalife, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 277; y
Fuad Juri, Causa de la canonización de Chárbel 1955, p. 268-271.
1171
Antonio Moisés se casó el 24 de febrero de 1889, Registro de Ehmej,
p. 67, No. 98; tuvo una niña el 7 de diciembre de 1889, Registro de
Ehmej, p. 39, No. 144.
1172
Sebastián Uwaini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 14; Y
padre José Ehmej, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 78.
1173
Hermano Pedro Jawad Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
página 35.
1174
Padre Juan Jaji, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 45.
1175
Padre Antonio Alwan, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
129.
1176
El cura párroco Gabriel Gabriel, Causa de la canonización de Chárbel,
1955, página 202.
1177
Padre Antonio Chebli, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
234.
1178
Al-Tannuri,
p. 3.
1179
En el texto original figuran las palabras siríacas “Oh Padre de la
verdad”.
1180
Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
58.
1181
Padre Ignacio Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
64.
1182
Padre Ignacio Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
64.
1183
Al-Tannuri,
p. 3.
1184
Padre Elías Ehmej, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
159.
1185
Padre Antonio Chebli, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
234; y Fuad Juri, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
261.
1186
Padre Juan Jaji, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 45.
1187
Padre Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
58.
1188
Padre Ignacio Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
64.
1189
Padre Antonio Alwan, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
129.
1190
Padre Elías Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 89.
1191
Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
58.
1192
Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 75.
1193
Padre Ignacio Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
64.
1194
Al-Tannuri,
p. 4.
1195
Paddre José Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 50.
1196
Padre Antonio Alwan, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
129.
1197
Al-Tannuri,
p. 3.
1198
Padre Antonio Nehme, Causa de la canonización de Chárbel, 1955,
p.p. 215; y Chebli Chebli, Causa de la canonización de Chárbel, 1955,
p. 190; padre Juan Andari, p. 41; y padre Antonio Nehme, en Camino de
la santidad, año 1, p. 507-508.
1199
Padre Antonio Nehme, en Camino de la santidad, año 1, p. 507-508.
1200
José Abbud, Ermitaño de Annaya, p. 97.
1201
José Abbud, Ermitaño de Annaya, p. 97.
1202
Hermano Elías Mahrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
57.
1203
Padre Pablo Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
30.
1204
Padre Efrén Nakad, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 124.
1205
Según la edad del padre José, en los Monjes de nuestra aldea, p.
39, la desbandada de las langostas tendría lugar en 1886.
1206
Reparticiones administrativas en los distritos del tiempo del gobierno
otomano, en la época de Mutasarrifia.
1207
Padre José Ehmej, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 68.
1208
Padre Juan Andari, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p.
52.
1209
Padre José Ehmej, Causa de la canonización de Chárbel, 1955, p. 68;
y padre Bernardo Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
132.
1210
Hermano Pedro Jawad Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
página 39.
1211
Sebastián Uwaini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 14.
1212
Padre José Hasruni, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
108.
1213
Reglas de los novicios,
p. 111-117.
1214
Padre Simón Ehmej, Ermitaño de Annaya, p. 29.
1215
Pedro Moisés, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 84.
1216
Pedro Moisés, Ermitaño de Annaya, p. 56.
1217
Padre Juan Jaji, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 45.
1218
Pedro Moisés, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 84.
1219
Pedro Moisés, Positio de la santidad de Chárbel, 1026, p. 85.
1220
Moisés Moisés, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 69.
1221
Pedro Moisés, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 85.
1222
David David, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 67.
1223
Padre Bernardo Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
132-133.
1224
Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 21.
1225
Padre Elías Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 88.
1226
Sebastián Uwaini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 5.
1227
Padre Elías Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 88.
1228
Padre Antonio Alwan, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
129.
1229
Padre José Hasruni, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
110.
1230
Padre Pablo Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
30.
1231
Padre Juan Jaji, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 45.
1232
Padre Nehemtallah Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
página 75.
1233
Padre Ignacio Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
64; padre Elías Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p.
88; y padre José Salomón, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 100.
1234
Padre Francisco Sibrini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 21.
1235
Hermano Pedro Jawad Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
página 37.
1236
Padre Efrén Nakad, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 127.
1237
El cura párroco Miguel Ramia, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
p. 71.
1238
María Chamún, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 94.
1239
Hermano Pedro Jawad Mechmech, Positio de la santidad de Chárbel, 1926,
página, 34.
1240
Eliseo Nakad, Positio de la foto de Chárbel, p. 3.
1241
Al-Tannuri,
p. 4.
1242
Padre Simón Ehmej, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 42.
1243
Sebastián Uwaini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 4-5.
1244
Sebastián Uwaini, Positio de la santidad de Chárbel, 1926, p. 5.
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