La Biblia - Nuevo Testamento
 
41 Marcos
La Biblia
Nuevo Testamento
 
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Marcos, Capítulo 1

1PRINCIPIO del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.

2Como está escrito en Isaías el profeta: He aquí yo envío á mi mensajero delante de tu faz, Que apareje tu camino delante de ti.

3Voz del que clama en el desierto: Aparejad el camino del Señor; Enderezad sus veredas.

4Bautizaba Juan en el desierto, y predicaba el bautismo del arrepentimiento para remisión de pecados.

5Y salía á él toda la provincia de Judea, y los de Jerusalem; y eran todos, bautizados por él en el río de Jordán, confesando sus pecados.

6Y Juan andaba vestido de pelos de camello, y con un cinto de cuero alrededor de sus lomos; y comía langostas y miel silvestre.

7Y predicaba, diciendo: Viene tras mí el que es más poderoso que yo, al cual no soy digno de desatar encorvado la correa de sus zapatos.

8Yo á la verdad os he bautizado con agua; mas él os bautizará con Espíritu Santo.

9Y aconteció en aquellos días, que Jesús vino de Nazaret de Galilea, y fué bautizado por Juan en el Jordán.

10Y luego, subiendo del agua, vió abrirse los cielos, y al Espíritu como paloma, que descendía sobre él.

11Y hubo una voz de los cielos que decía: Tú eres mi Hijo amado; en ti tomo contentamiento.

12Y luego el Espíritu le impele al desierto.

13Y estuvo allí en el desierto cuarenta días, y era tentado de Satanás; y estaba con las fieras; y los ángeles le servían.

14Mas después que Juan fué encarcelado, Jesús vino á Galilea predicando el evangelio del reino de Dios,

15Y diciendo: El tiempo es cumplido, y el reino de Dios está cerca: arrepentíos, y creed al evangelio.

16Y pasando junto á la mar de Galilea, vió á Simón, y á Andrés su hermano, que echaban la red en la mar; porque eran pescadores.

17Y les dijo Jesús: Venid en pos de mí, y haré que seáis pescadores de hombres.

17Y luego, dejadas sus redes, le siguieron.

19Y pasando de allí un poco más adelante, vió á Jacobo, hijo de Zebedeo, y á Juan su hermano, también ellos en el navío, que aderezaban las redes.

20Y luego los llamó: y dejando á su padre Zebedeo en el barco con los jornaleros, fueron en pos de él.

21Y entraron en Capernaum; y luego los sábados, entrando en la sinagoga, enseñaba.

22Y se admiraban de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene potestad, y no como los escribas.

23Y había en la sinagoga de ellos un hombre con espíritu inmundo, el cual dió voces,

24Diciendo: ¡Ah! ¿qué tienes con nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido á destruirnos? Sé quién eres, el Santo de Dios.

25Y Jesús le riñó, diciendo: Enmudece, y sal de él.

26Y el espíritu inmundo, haciéndole pedazos, y clamando á gran voz, salió de él.

27Y todos se maravillaron, de tal manera que inquirían entre sí, diciendo: ¿Qué es esto? ¿Qué nueva doctrina es ésta, que con potestad aun á los espíritus inmundos manda, y le obedecen?

28Y vino luego su fama por toda la provincia alrededor de Galilea.

29Y luego saliendo de la sinagoga, vinieron á casa de Simón y de Andrés, con Jacobo y Juan.

30Y la suegra de Simón estaba acostada con calentura; y le hablaron luego de ella.

31Entonces llegando él, la tomó de su mano y la levantó; y luego la dejó la calentura, y les servía.

32Y cuando fué la tarde, luego que el sol se puso, traían á él todos los que tenían mal, y endemoniados;

33Y toda la ciudad se juntó á la puerta.

34Y sanó á muchos que estaban enfermos de diversas enfermedades, y echó fuera muchos demonios; y no dejaba decir á los demonios que le conocían.

35Y levantándose muy de mañana, aun muy de noche, salió y se fué á un lugar desierto, y allí oraba.

36Y le siguió Simón, y los que estaban con él;

37Y hallándole, le dicen: Todos te buscan.

38Y les dice: Vamos á los lugares vecinos, para que predique también allí; porque para esto he venido.

39Y predicaba en las sinagogas de ellos en toda Galilea, y echaba fuera los demonios.

40Y un leproso vino á él, rogándole; é hincada la rodilla, le dice: Si quieres, puedes limpiarme.

41Y Jesús, teniendo misericordia de él, extendió su mano, y le tocó, y le dice: Quiero, sé limpio.

42Y así que hubo él hablado, la lepra se fué luego de aquél, y fué limpio.

43Entonces le apercibió, y despidióle luego,

44Y le dice: Mira, no digas á nadie nada; sino ve, muéstrate al sacerdote, y ofrece por tu limpieza lo que Moisés mandó, para testimonio á ellos.

45Mas él salido, comenzó á publicarlo mucho, y á divulgar el hecho, de manera que ya Jesús no podía entrar manifiestamente en la ciudad, sino que estaba fuera en los lugares desiertos; y venían á él de todas partes.

 

Marcos, Capítulo 2

1Y ENTRO otra vez en Capernaum después de algunos días, y se oyó que estaba en casa.

2Y luego se juntaron á él muchos, que ya no cabían ni aun á la puerta; y les predicaba la palabra.

3Entonces vinieron á él unos trayendo un paralítico, que era traído por cuatro.

4Y como no podían llegar á él á causa del gentío, descubrieron el techo de donde estaba, y haciendo abertura, bajaron el lecho en que yacía el paralítico.

5Y viendo Jesús la fe de ellos, dice al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados.

6Y estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales pensando en sus corazones,

7Decían: ¿Por qué habla éste así? Blasfemias dice. ¿Quién puede perdonar pecados, sino solo Dios?

8Y conociendo luego Jesús en su espíritu que pensaban así dentro de sí mismos, les dijo: ¿Por qué pensáis estas cosas en vuestros corazones?

9¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, ó decirle: Levántate, y toma tu lecho y anda?

10Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra de perdonar los pecados, (dice al paralítico):

11A ti te digo: Levántate, y toma tu lecho, y vete á tu casa.

12Entonces él se levantó luego, y tomando su lecho, se salió delante de todos, de manera que todos se asombraron, y glorificaron á Dios, diciendo: Nunca tal hemos visto.

13Y volvió á salir á la mar, y toda la gente venía á él, y los enseñaba.

14Y pasando, vió á Leví, hijo de Alfeo, sentado al banco de los públicos tributos, y le dice: Sígueme. Y levantándose le siguió.

15Y aconteció que estando Jesús á la mesa en casa de él, muchos publicanos y pecadores estaban también á la mesa juntamente con Jesús y con sus discípulos: porque había muchos, y le habían seguido.

16Y los escribas y los Fariseos, viéndole comer con los publicanos y con los pecadores, dijeron á sus discípulos: ¿Qué es esto, que él come y bebe con los publicanos y con los pecadores?

17Y oyéndolo Jesús, les dice: Los sanos no tienen necesidad de médico, mas los que tienen mal. No he venido á llamar á los justos, sino á los pecadores.

18Y los discípulos de Juan, y de los Fariseos ayunaban; y vienen, y le dicen: ¿Por qué los discípulos de Juan y los de los Fariseos ayunan, y tus discípulos no ayunan?

19Y Jesús les dice: ¿Pueden ayunar los que están de bodas, cuando el esposo está con ellos? Entre tanto que tienen consigo al esposo no pueden ayunar.

20Mas vendrán días, cuando el esposo les será quitado, y entonces en aquellos días ayunarán.

21Nadie echa remiendo de paño recio en vestido viejo; de otra manera el mismo remiendo nuevo tira del viejo, y la rotura se hace peor.

22Ni nadie echa vino nuevo en odres viejos; de otra manera, el vino nuevo rompe los odres, y se derrama el vino, y los odres se pierden; mas el vino nuevo en odres nuevos se ha de echar.

23Y aconteció que pasando él por los sembrados en sábado, sus discípulos andando comenzaron á arrancar espigas.

24Entonces los Fariseos le dijeron: He aquí, ¿por qué hacen en sábado lo que no es lícito?

25Y él les dijo: ¿Nunca leísteis qué hizo David cuando tuvo necesidad, y tuvo hambre, él y los que con él estaban:

26Cómo entró en la casa de Dios, siendo Abiathar sumo pontífice, y comió los panes de la proposición, de los cuales no es lícito comer sino á los sacerdotes, y aun dió á los que con él estaban?

27También les dijo: El sábado por causa del hombre es hecho; no el hombre por causa del sábado.

28Así que el Hijo del hombre es Señor aun del sábado.

 

Marcos, Capítulo 3

1Y OTRA vez entró en la sinagoga; y había allí un hombre que tenía una mano seca.

2Y le acechaban si en sábado le sanaría, para acusarle.

3Entonces dijo al hombre que tenía la mano seca: Levántate en medio.

4Y les dice: ¿Es lícito hacer bien en sábado, ó hacer mal? ¿salvar la vida, ó quitarla? Mas ellos callaban.

5Y mirándolos alrededor con enojo, condoleciéndose de la ceguedad de su corazón, dice al hombre: Extiende tu mano. Y la extendió, y su mano fué restituída sana.

6Entonces saliendo los Fariseos, tomaron consejo con los Herodianos contra él, para matarle.

7Mas Jesús se apartó á la mar con sus discípulos: y le siguió gran multitud de Galilea, y de Judea.

8Y de Jerusalem, y de Idumea, y de la otra parte del Jordán. Y los de alrededor de Tiro y de Sidón, grande multitud, oyendo cuán grandes cosas hacía, vinieron á él.

9Y dijo á sus discípulos que le estuviese siempre apercibida la barquilla, por causa del gentío, para que no le oprimiesen.

10Porque había sanado á muchos; de manera que caían sobre él cuantos tenían plagas, por tocarle.

11Y los espíritus inmundos, al verle, se postraban delante de él, y daban voces, diciendo: Tú eres el Hijo de Dios.

12Mas él les reñía mucho que no le manifestasen.

13Y subió al monte, y llamó á sí á los que él quiso; y vinieron á él.

14Y estableció doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos á predicar.

15Y que tuviesen potestad de sanar enfermedades, y de echar fuera demonios:

16A Simón, al cual puso por nombre Pedro;

17Y á Jacobo, hijo de Zebedeo, y á Juan hermano de Jacobo; y les apellidó Boanerges, que es, Hijos del trueno;

18Y á Andrés, y á Felipe, y á Bartolomé, y á Mateo, y á Tomas, y á Jacobo hijo de Alfeo, y á Tadeo, y á Simón el Cananita,

19Y á Judas Iscariote, el que le entregó. Y vinieron á casa.

20Y agolpóse de nuevo la gente, de modo que ellos ni aun podían comer pan.

21Y como lo oyeron los suyos, vinieron para prenderle: porque decían: Está fuera de sí.

22Y los escribas que habían venido de Jerusalem, decían que tenía á Beelzebub, y que por el príncipe de los demonios echaba fuera los demonios.

23Y habiéndolos llamado, les decía en parábolas: ¿Cómo puede Satanás echar fuera á Satanás?

24Y si algún reino contra sí mismo fuere dividido, no puede permanecer el tal reino.

25Y si alguna casa fuere dividida contra sí misma, no puede permanecer la tal casa.

26Y si Satanás se levantare contra sí mismo, y fuere dividido, no puede permanecer; antes tiene fin.

27Nadie puede saquear las alhajas del valiente entrando en su casa, si antes no atare al valiente y entonces saqueará su casa.

28De cierto os digo que todos los pecados serán perdonados á los hijos de los hombres, y las blasfemias cualesquiera con que blasfemaren;

29Mas cualquiera que blasfemare contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, mas está expuesto á eterno juicio.

30Porque decían: Tiene espíritu inmundo.

31Vienen después sus hermanos y su madre, y estando fuera, enviaron á él llamándole.

32Y la gente estaba sentada alrededor de él, y le dijeron: He aquí, tu madre y tus hermanos te buscan fuera.

33Y él les respondió, diciendo: ¿Quién es mi madre y mis hermanos?

34Y mirando á los que estaban sentados alrededor de él, dijo: He aquí mi madre y hermanos.

35Porque cualquiera que hiciere la voluntad de Dios, éste es mi hermano, y mi hermana, y mi madre.

 

Marcos, Capítulo 4

1Y OTRA vez comenzó á enseñar junto á la mar, y se juntó á él mucha gente; tanto, que entrándose él en un barco, se sentó en la mar: y toda la gente estaba en tierra junto á la mar.

2Y les enseñaba por parábolas muchas cosas, y les decía en su doctrina:

3Oid: He aquí, el sembrador salió á sembrar.

4Y aconteció sembrando, que una parte cayó junto al camino; y vinieron las aves del cielo, y la tragaron.

5Y otra parte cayó en pedregales, donde no tenía mucha tierra; y luego salió, porque no tenía la tierra profunda:

6Mas salido el sol, se quemó; y por cuanto no tenía raíz, se secó.

7Y otra parte cayó en espinas; y subieron las espinas, y la ahogaron, y no dió fruto.

8Y otra parte cayó en buena tierra, y dió fruto, que subió y creció: y llevó uno á treinta, y otro á sesenta, y otro á ciento.

9Entonces les dijo: El que tiene oídos para oir, oiga.

10Y cuando estuvo solo, le preguntaron los que estaban cerca de él con los doce, sobre la parábola.

11Y les dijo: A vosotros es dado saber el misterio del reino de Dios; mas á los que están fuera, por parábolas todas las cosas;

12Para que viendo, vean y no echen de ver; y oyendo, oigan y no entiendan: porque no se conviertan, y les sean perdonados los pecados.

13Y les dijo: ¿No sabéis esta parábola? ¿Cómo, pues, entenderéis todas las parábolas?

14El que siembra es el que siembra la palabra.

15Y éstos son los de junto al camino: en los que la palabra es sembrada: mas después que la oyeron, luego viene Satanás, y quita la palabra que fué sembrada en sus corazones.

16Y asimismo éstos son los que son sembrados en pedregales: los que cuando han oído la palabra, luego la toman con gozo;

17Mas no tienen raíz en sí, antes son temporales, que en levantándose la tribulación ó la persecución por causa de la palabra, luego se escandalizan.

18Y éstos son los que son sembrados entre espinas: los que oyen la palabra;

19Mas los cuidados de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias que hay en las otras cosas, entrando, ahogan la palabra, y se hace infructuosa.

20Y éstos son los que fueron sembrados en buena tierra: los que oyen la palabra, y la reciben, y hacen fruto, uno á treinta, otro á sesenta, y otro á ciento.

21También les dijo: ¿Tráese la antorcha para ser puesta debajo del almud, ó debajo de la cama? ¿No es para ser puesta en el candelero?

22Porque no hay nada oculto que no haya de ser manifestado, ni secreto que no haya de descubrirse.

23Si alguno tiene oídos para oir, oiga.

24Les dijo también: Mirad lo que oís: con la medida que medís, os medirán otros, y será añadido á vosotros los que oís.

25Porque al que tiene, le será dado; y al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado.

26Decía más: Así es el reino de Dios, como si un hombre echa simiente en la tierra;

27Y duerme, y se levanta de noche y de día, y la simiente brota y crece como él no sabe.

28Porque de suyo fructifica la tierra, primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga;

29Y cuando el fruto fuere producido, luego se mete la hoz, porque la siega es llegada.

30Y decía: ¿A qué haremos semejante el reino de Dios? ¿ó con qué parábola le compararemos?

31Es como el grano de mostaza, que, cuando se siembra en tierra, es la más pequeña de todas las simientes que hay en la tierra;

32Mas después de sembrado, sube, y se hace la mayor de todas las legumbres, y echa grandes ramas, de tal manera que las aves del cielo puedan morar bajo su sombra.

33Y con muchas tales parábolas les hablaba la palabra, conforme á lo que podían oir.

34Y sin parábola no les hablaba; mas á sus discípulos en particular declaraba todo.

35Y les dijo aquel día cuando fué tarde: Pasemos de la otra parte.

36Y despachando la multitud, le tomaron como estaba, en el barco; y había también con él otros barquitos.

37Y se levantó una grande tempestad de viento, y echaba las olas en el barco, de tal manera que ya se henchía.

38Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal, y le despertaron, y le dicen: ¿Maestro, no tienes cuidado que perecemos?

39Y levantándose, increpó al viento, y dijo á la mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y fué hecha grande bonanza.

40Y á ellos dijo: ¿Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?

41Y temieron con gran temor, y decían el uno al otro. ¿Quién es éste, que aun el viento y la mar le obedecen?

 

Marcos, Capítulo 5

1Y VINIERON de la otra parte de la mar á la provincia de los Gadarenos.

2Y salido él del barco, luego le salió al encuentro, de los sepulcros, un hombre con un espíritu inmundo,

3Que tenía domicilio en los sepulcros, y ni aun con cadenas le podía alguien atar;

4Porque muchas veces había sido atado con grillos y cadenas, mas las cadenas habían sido hechas pedazos por él, y los grillos desmenuzados; y nadie le podía domar.

5Y siempre, de día y de noche, andaba dando voces en los montes y en los sepulcros, é hiriéndose con las piedras.

6Y como vió á Jesús de lejos, corrió, y le adoró.

7Y clamando á gran voz, dijo: ¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes.

8Porque le decía: Sal de este hombre, espíritu inmundo.

9Y le preguntó: ¿Cómo te llamas? Y respondió diciendo: Legión me llamo; porque somos muchos.

10Y le rogaba mucho que no le enviase fuera de aquella provincia.

11Y estaba allí cerca del monte una grande manada de puercos paciendo.

12Y le rogaron todos los demonios, diciendo: Envíanos á los puercos para que entremos en ellos.

13Y luego Jesús se lo permitió. Y saliendo aquellos espíritus inmundos, entraron en los puercos, y la manada cayó por un despeñadero en la mar; los cuales eran como dos mil; y en la mar se ahogaron.

14Y los que apacentaban los puercos huyeron, y dieron aviso en la ciudad y en los campos. Y salieron para ver qué era aquello que había acontecido.

15Y vienen á Jesús, y ven al que había sido atormentado del demonio, y que había tenido la legión, sentado y vestido, y en su juicio cabal; y tuvieron miedo.

16Y les contaron los que lo habían visto, cómo había acontecido al que había tenido el demonio, y lo de los puercos.

17Y comenzaron á rogarle que se fuese de los términos de ellos.

18Y entrando él en el barco, le rogaba el que había sido fatigado del demonio, para estar con él.

19Mas Jesús no le permitió, sino le dijo: Vete á tu casa, á los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti.

20Y se fué, y comenzó á publicar en Decápolis cuan grandes cosas Jesús había hecho con él: y todos se maravillaban.

21Y pasando otra vez Jesús en un barco á la otra parte, se juntó á él gran compañía; y estaba junto á la mar.

22Y vino uno de los príncipes de la sinagoga, llamado Jairo; y luego que le vió, se postró á sus pies,

23Y le rogaba mucho, diciendo: Mi hija está á la muerte: ven y pondrás las manos sobre ella para que sea salva, y vivirá.

24Y fué con él, y le seguía gran compañía, y le apretaban.

25Y una mujer que estaba con flujo de sangre doce años hacía,

26Y había sufrido mucho de muchos médicos, y había gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor,

27Como oyó hablar de Jesús, llegó por detrás entre la compañía, y tocó su vestido.

28Porque decía: Si tocare tan solamente su vestido, seré salva.

29Y luego la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote.

30Y luego Jesús, conociendo en sí mismo la virtud que había salido de él, volviéndose á la compañía, dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos?

31Y le dijeron sus discípulos: Ves que la multitud te aprieta, y dices: ¿Quién me ha tocado?

32Y él miraba alrededor para ver á la que había hecho esto.

33Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en sí había sido hecho, vino y se postró delante de él, y le dijo toda la verdad.

34Y él le dijo: Hija, tu fe te ha hecho salva: ve en paz, y queda sana de tu azote.

35Hablando aún él, vinieron de casa del príncipe de la sinagoga, diciendo: Tu hija es muerta; ¿para qué fatigas más al Maestro?

36Mas luego Jesús, oyendo esta razón que se decía, dijo al príncipe de la sinagoga: No temas, cree solamente.

37Y no permitió que alguno viniese tras él sino Pedro, y Jacobo, y Juan hermano de Jacobo.

38Y vino á casa del príncipe de la sinagoga, y vió el alboroto, los que lloraban y gemían mucho.

39Y entrando, les dice: ¿Por qué alborotáis y lloráis? La muchacha no es muerta, mas duerme.

40Y hacían burla de él: mas él, echados fuera todos, toma al padre y á la madre de la muchacha, y á los que estaban con él, y entra donde la muchacha estaba.

41Y tomando la mano de la muchacha, le dice: Talitha cumi; que es, si lo interpretares: Muchacha, á ti digo, levántate.

42Y luego la muchacha se levantó, y andaba; porque tenía doce años. Y se espantaron de grande espanto.

43Mas él les mandó mucho que nadie lo supiese, y dijo que le diesen de comer.

 

Marcos, Capítulo 6

1Y SALIO de allí, y vino á su tierra, y le siguieron sus discípulos.

2Y llegado el sábado, comenzó á enseñar en la sinagoga; y muchos oyéndole, estaban atónitos, diciendo: ¿De dónde tiene éste estas cosas? ¿Y qué sabiduría es ésta que le es dada, y tales maravillas que por sus manos son hechas?

3¿No es éste el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, y de José, y de Judas, y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros, sus hermanas? Y se escandalizaban en él.

4Mas Jesús les decía: No hay profeta deshonrado sino en su tierra, y entre sus parientes, y en su casa.

5Y no pudo hacer allí alguna maravilla; solamente sanó unos pocos enfermos, poniendo sobre ellos las manos.

6Y estaba maravillado de la incredulidad de ellos. Y rodeaba las aldeas de alrededor, enseñando.

7Y llamó á los doce, y comenzó á enviarlos de dos en dos: y les dió potestad sobre los espíritus inmundos.

8Y les mandó que no llevasen nada para el camino, sino solamente báculo; no alforja, ni pan, ni dinero en la bolsa;

9Mas que calzasen sandalias, y no vistiesen dos túnicas.

10Y les decía: Donde quiera que entréis en una casa, posad en ella hasta que salgáis de allí.

11Y todos aquellos que no os recibieren ni os oyeren, saliendo de allí, sacudid el polvo que está debajo de vuestros pies, en testimonio á ellos. De cierto os digo que más tolerable será el castigo de los de Sodoma y Gomorra el día del juicio, que el de aquella ciudad.

12Y saliendo, predicaban que los hombres se arrepintiesen.

13Y echaban fuera muchos demonios, y ungían con aceite á muchos enfermos, y sanaban.

14Y oyó el rey Herodes la fama de Jesús, porque su nombre se había hecho notorio; y dijo: Juan el que bautizaba, ha resucitado de los muertos, y por tanto, virtudes obran en él.

15Otros decían: Elías es. Y otros decían: Profeta es, ó alguno de los profetas.

17Y oyéndo lo Herodes, dijo: Este es Juan el que yo degollé: él ha resucitado de los muertos.

17Porque el mismo Herodes había enviado, y prendido á Juan, y le había aprisionado en la cárcel á causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano; pues la había tomado por mujer.

18Porque Juan decía á Herodes: No te es lícito tener la mujer de tu hermano.

19Mas Herodías le acechaba, y deseaba matarle, y no podía:

20Porque Herodes temía á Juan, sabiendo que era varón justo y santo, y le tenía respeto: y oyéndole, hacía muchas cosas; y le oía de buena gana.

21Y venido un día oportuno, en que Herodes, en la fiesta de su nacimiento, daba una cena á sus príncipes y tribunos, y á los principales de Galilea;

22Y entrando la hija de Herodías, y danzando, y agradando á Herodes y á los que estaban con él á la mesa, el rey dijo á la muchacha: Pídeme lo que quisieres, que yo te lo daré.

23Y le juró: Todo lo que me pidieres te daré, hasta la mitad de mi reino.

24Y saliendo ella, dijo á su madre: ¿Qué pediré? Y ella dijo: La cabeza de Juan Bautista.

25Entonces ella entró prestamente al rey, y pidió, diciendo: Quiero que ahora mismo me des en un plato la cabeza de Juan Bautista.

26Y el rey se entristeció mucho; mas á causa del juramento, y de los que estaban con él á la mesa, no quiso desecharla.

27Y luego el rey, enviando uno de la guardia, mandó que fuese traída su cabeza;

28El cual fué, y le degolló en la cárcel, y trajó su cabeza en un plato, y la dió á la muchacha, y la muchacha la dió á su madre.

29Y oyéndo lo sus discípulos, vinieron y tomaron su cuerpo, y le pusieron en un sepulcro.

30Y los apóstoles se juntaron con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho, y lo que habían enseñado.

31Y él les dijo: Venid vosotros aparte al lugar desierto, y reposad un poco. Porque eran muchos los que iban y venían, que ni aun tenían lugar de comer.

32Y se fueron en un barco al lugar desierto aparte.

33Y los vieron ir muchos, y le conocieron; y concurrieron allá muchos á pie de las ciudades, y llegaron antes que ellos, y se juntaron á él.

34Y saliendo Jesús vió grande multitud, y tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tenían pastor; y les comenzó á enseñar muchas cosas.

35Y como ya fuese el día muy entrado, sus discípulos llegaron á él, diciendo: El lugar es desierto, y el día ya muy entrado;

36Envíalos para que vayan á los cortijos y aldeas de alrededor, y compren para sí pan; porque no tienen qué comer.

37Y respondiendo él, les dijo: Dadles de comer vosotros. Y le dijeron: ¿Que vayamos y compremos pan por doscientos denarios, y les demos de comer?

38Y él les dice: ¿Cuántos panes tenéis? Id, y vedlo. Y sabiéndolo, dijeron: Cinco, y dos peces.

39Y les mandó que hiciesen recostar á todos por partidas sobre la hierba verde.

40Y se recostaron por partidas, de ciento en ciento, y de cincuenta en cincuenta.

41Y tomados los cinco panes y los dos peces, mirando al cielo, bendijo, y partió los panes, y dió á sus discípulos para que los pusiesen delante: y repartió á todos los dos peces.

42Y comieron todos, y se hartaron.

43Y alzaron de los pedazos doce cofines llenos, y de los peces.

44Y los que comieron eran cinco mil hombres.

45Y luego dió priesa á sus discípulos á subir en el barco, é ir delante de él á Bethsaida de la otra parte, entre tanto que él despedía la multitud.

46Y después que los hubo despedido, se fué al monte á orar.

47Y como fué la tarde, el barco estaba en medio de la mar, y él solo en tierra.

48Y los vió fatigados bogando, porque el viento les era contrario: y cerca de la cuarta vigilia de la noche, vino á ellos andando sobre la mar, y quería precederlos.

49Y viéndole ellos, que andaba sobre la mar, pensaron que era fantasma, y dieron voces;

50Porque todos le veían, y se turbaron. Mas luego habló con ellos, y les dijo: Alentaos; yo soy, no temáis.

51Y subió á ellos en el barco, y calmó el viento: y ellos en gran manera estaban fuera de sí, y se maravillaban:

52Porque aun no habían considerado lo de los panes, por cuanto estaban ofuscados sus corazones.

53Y cuando estuvieron de la otra parte, vinieron á tierra de Genezaret, y tomaron puerto.

54Y saliendo ellos del barco, luego le conocieron.

55Y recorriendo toda la tierra de alrededor, comenzaron á traer de todas partes enfermos en lechos, á donde oían que estaba.

56Y donde quiera que entraba, en aldeas, ó ciudades, ó heredades, ponían en las calles á los que estaban enfermos, y le rogaban que tocasen siquiera el borde de su vestido; y todos los que le tocaban quedaban sanos.

 

Marcos, Capítulo 7

1Y SE juntaron á él los Fariseos, y algunos de los escribas, que habían venido de Jerusalem;

2Los cuales, viendo á algunos de sus discípulos comer pan con manos comunes, es á saber, no lavadas, los condenaban.

3(Porque los Fariseos y todos los Judíos, teniendo la tradición de los ancianos, si muchas veces no se lavan las manos, no comen.

4Y volviendo de la plaza, si no se lavaren, no comen. Y otras muchas cosas hay, que tomaron para guardar, como las lavaduras de los vasos de beber, y de los jarros, y de los vasos de metal, y de los lechos.)

5Y le preguntaron los Fariseos y los escribas: ¿Por qué tus discípulos no andan conforme á la tradición de los ancianos, sino que comen pan con manos comunes?

6Y respondiendo él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, como está escrito: Este pueblo con los labios me honra, Mas su corazón lejos está de mí.

7Y en vano me honra, Enseñando como doctrinas mandamientos de hombres.

8Porque dejando el mandamiento de Dios, tenéis la tradición de los hombres; las lavaduras de los jarros y de los vasos de beber: y hacéis otras muchas cosas semejantes.

9Les decía también: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición.

10Porque Moisés dijo: Honra á tu padre y á tu madre, y: El que maldijera al padre ó á la madre, morirá de muerte.

11Y vosotros decís: Basta si dijere un hombre al padre ó á la madre: Es Corbán (quiere decir, don mío á Dios) todo aquello con que pudiera valerte;

12Y no le dejáis hacer más por su padre ó por su madre,

13Invalidando la palabra de Dios con vuestra tradición que disteis: y muchas cosas hacéis semejantes á éstas.

14Y llamando á toda la multitud, les dijo: Oidme todos, y entended:

15Nada hay fuera del hombre que entre en él, que le pueda contaminar: mas lo que sale de él, aquello es lo que contamina al hombre.

16Si alguno tiene oídos para oir, oiga.

17Y apartado de la multitud, habiendo entrado en casa, le preguntaron sus discípulos sobra la parábola.

18Y díjoles: ¿También vosotros estáis así sin entendimiento? ¿No entendéis que todo lo de fuera que entra en el hombre, no le puede contaminar;

19Porque no entra en su corazón, sino en el vientre, y sale á la secreta? Esto decía, haciendo limpias todas las viandas.

20Mas decía, que lo que del hombre sale, aquello contamina al hombre.

21Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios,

22Los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, las desvergüenzas, el ojo maligno, las injurias, la soberbia, la insensatez.

23Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre.

24Y levantándose de allí, se fué á los términos de Tiro y de Sidón; y entrando en casa, quiso que nadie lo supiese; mas no pudo esconderse.

25Porque una mujer, cuya hija tenía un espíritu inmundo, luego que oyó de él, vino y se echó á sus pies.

26Y la mujer era Griega, Sirofenisa de nación; y le rogaba que echase fuera de su hija al demonio.

27Más Jesús le dijo: Deja primero hartarse los hijos, porque no es bien tomar el pan de los hijos y echarlo á los perrillos.

28Y respondió ella, y le dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos debajo de la mesa, comen de las migajas de los hijos.

29Entonces le dice: Por esta palabra, ve; el demonio ha salido de tu hija.

30Y como fué á su casa, halló que el demonio había salido, y á la hija echada sobre la cama.

31Y volviendo á salir de los términos de Tiro, vino por Sidón á la mar de Galilea, por mitad de los términos de Decápolis.

32Y le traen un sordo y tartamudo, y le ruegan que le ponga la mano encima.

33Y tomándole aparte de la gente, metió sus dedos en las orejas de él, y escupiendo, tocó su lengua;

34Y mirando al cielo, gimió, y le dijo: Ephphatha: que es decir: Sé abierto.

35Y luego fueron abiertos sus oídos, y fué desatada la ligadura de su lengua, y hablaba bien.

36Y les mandó que no lo dijesen á nadie; pero cuanto más les mandaba, tanto más y más lo divulgaban.

37Y en gran manera se maravillaban, diciendo: Bien lo ha hecho todo: hace á los sordos oir, y á los mudos hablar.

 

Marcos, Capítulo 8

1EN aquellos días, como hubo gran gentío, y no tenían qué comer, Jesús llamó á sus discípulos, y les dijo:

2Tengo compasión de la multitud, porque ya hace tres días que están conmigo, y no tienen qué comer:

3Y si los enviare en ayunas á sus casas, desmayarán en el camino; porque algunos de ellos han venido de lejos.

4Y sus discípulos le respondieron: ¿De dónde podrá alguien hartar á estos de pan aquí en el desierto?

5Y les pregunto: ¿Cuántos panes tenéis? Y ellos dijeron: Siete.

6Entonces mandó á la multitud que se recostase en tierra; y tomando los siete panes, habiendo dado gracias, partió, y dió á sus discípulos que los pusiesen delante: y los pusieron delante á la multitud.

7Tenían también unos pocos pececillos: y los bendijo, y mandó que también los pusiesen delante.

8Y comieron, y se hartaron: y levantaron de los pedazos que habían sobrado, siete espuertas.

9Y eran los que comieron, como cuatro mil: y los despidió.

10Y luego entrando en el barco con sus discípulos, vino á las partes de Dalmanutha.

11Y vinieron los Fariseos, y comenzaron á altercar con él, pidiéndole señal del cielo, tentándole.

12Y gimiendo en su espíritu, dice: ¿Por qué pide señal esta generación? De cierto os digo que no se dará señal á esta generación.

13Y dejándolos, volvió á entrar en el barco, y se fué de la otra parte.

14Y se habían olvidado de tomar pan, y no tenían sino un pan consigo en el barco.

15Y les mandó, diciendo: Mirad, guardaos de la levadura de los Fariseos, y de la levadura de Herodes.

16Y altercaban los unos con los otros diciendo: Pan no tenemos.

17Y como Jesús lo entendió, les dice: ¿Qué altercáis, porque no tenéis pan? ¿no consideráis ni entendéis? ¿aun tenéis endurecido vuestro corazón?

18¿Teniendo ojos no veis, y teniendo oídos no oís? ¿y no os acordáis?

19Cuando partí los cinco panes entre cinco mil, ¿cuántas espuertas llenas de los pedazos alzasteis? Y ellos dijeron: Doce.

20Y cuando los siete panes entre cuatro mil, ¿cuántas espuertas llenas de los pedazos alzasteis? Y ellos dijeron: Siete.

21Y les dijo: ¿Cómo aún no entendéis?

22Y vino á Bethsaida; y le traen un ciego, y le ruegan que le tocase.

23Entonces, tomando la mano del ciego, le sacó fuera de la aldea; y escupiendo en sus ojos, y poniéndole las manos encima, le preguntó si veía algo.

24Y él mirando, dijo: Veo los hombres, pues veo que andan como árboles.

25Luego le puso otra vez las manos sobre sus ojos, y le hizo que mirase; y fué restablecido, y vió de lejos y claramente á todos.

26Y envióle á su casa, diciendo: No entres en la aldea, ni lo digas á nadie en la aldea.

27Y salió Jesús y sus discípulos por las aldeas de Cesarea de Filipo. Y en el camino preguntó á sus discípulos, diciéndoles: ¿Quién dicen los hombres que soy yo?

28Y ellos respondieron: Juan Bautista; y otros, Elías; y otros, Alguno de los profetas.

29Entonces él les dice: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Y respondiendo Pedro, le dice: Tú eres el Cristo.

30Y les apercibió que no hablasen de él á ninguno.

31Y comenzó á enseñarles, que convenía que el Hijo del hombre padeciese mucho, y ser reprobado de los ancianos, y de los príncipes de los sacerdotes, y de los escribas, y ser muerto, y resucitar después de tres días.

32Y claramente decía esta palabra. Entonces Pedro le tomó, y le comenzó á reprender.

33Y él, volviéndose y mirando á sus discípulos, riñó á Pedro, diciendo: Apártate de mí, Satanás; porque no sabes las cosas que son de Dios, sino las que son de los hombres.

34Y llamando á la gente con sus discípulos, les dijo: Cualquiera que quisiere venir en pos de mí, niéguese á sí mismo, y tome su cruz, y sígame.

35Porque el que quisiere salvar su vida, la perderá; y el que perdiere su vida por causa de mí y del evangelio, la salvará.

36Porque ¿qué aprovechará al hombre, si granjeare todo el mundo, y pierde su alma?

37¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?

38Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras en esta generación adulterina y pecadora, el Hijo del hombre se avergonzará también de él, cuando vendrá en la gloria de su Padre con los santos ángeles.

 

Marcos, Capítulo 9

1TAMBIÉN les dijo: De cierto os digo que hay algunos de los que están aquí, que no gustarán la muerte hasta que hayan visto el reino de Dios que viene con potencia.

2Y seis días después tomó Jesús á Pedro, y á Jacobo, y á Juan, y los sacó aparte solos á un monte alto; y fué transfigurado delante de ellos.

3Y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, como la nieve; tanto que ningún lavador en la tierra los puede hacer tan blancos.

4Y les apareció Elías con Moisés, que hablaban con Jesús.

5Entonces respondiendo Pedro, dice á Jesús: Maestro, bien será que nos quedemos aquí, y hagamos tres pabellones: para ti uno, y para Moisés otro, y para Elías otro;

6Porque no sabía lo que hablaba; que estaban espantados.

7Y vino una nube que les hizo sombra, y una voz de la nube, que decía: Este es mi Hijo amado: á él oíd.

8Y luego, como miraron, no vieron más á nadie consigo, sino á Jesús solo.

9Y descendiendo ellos del monte, les mandó que á nadie dijesen lo que habían visto, sino cuando el Hijo del hombre hubiese resucitado de los muertos.

10Y retuvieron la palabra en sí, altercando qué sería aquéllo: Resucitar de los muertos.

11Y le preguntaron, diciendo: ¿Qué es lo que los escribas dicen, que es necesario que Elías venga antes?

12Y respondiendo él, les dijo: Elías á la verdad, viniendo antes, restituirá todas las cosas: y como está escrito del Hijo del hombre, que padezca mucho y sea tenido en nada.

13Empero os digo que Elías ya vino, y le hicieron todo lo que quisieron, como está escrito de él.

14Y como vino á los discípulos, vió grande compañía alrededor de ellos, y escribas que disputaban con ellos.

15Y luego toda la gente, viéndole, se espantó, y corriendo á él, le saludaron.

16Y preguntóles: ¿Qué disputáis con ellos?

17Y respondiendo uno de la compañía, dijo: Maestro, traje á ti mi hijo, que tiene un espíritu mudo,

18El cual, donde quiera que le toma, le despedaza; y echa espumarajos, y cruje los dientes, y se va secando: y dije á tus discípulos que le echasen fuera, y no pudieron.

19Y respondiendo él, les dijo: ¡Oh generación infiel! ¿hasta cuándo estaré con vosotros? ¿hasta cuándo os tengo de sufrir? Traédmele.

20Y se le trajeron: y como le vió, luego el espíritu le desgarraba; y cayendo en tierra, se revolcaba, echando espumarajos.

21Y Jesús preguntó á su padre: ¿Cuánto tiempo há que le aconteció esto? Y él dijo: Desde niño:

22Y muchas veces le echa en el fuego y en aguas, para matarle; mas, si puedes algo, ayúdanos, teniendo misericordia de nosotros.

23Y Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo es posible.

24Y luego el padre del muchacho dijo clamando: Creo, ayuda mi incredulidad.

25Y como Jesús vió que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él.

26Entonces el espíritu clamando y desgarrándole mucho, salió; y él quedó como muerto, de modo que muchos decían: Está muerto.

27Mas Jesús tomándole de la mano, enderezóle; y se levantó.

28Y como él entró en casa, sus discípulos le preguntaron aparte: ¿Por qué nosotros no pudimos echarle fuera?

29Y les dijo: Este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno.

30Y habiendo salido de allí, caminaron por Galilea; y no quería que nadie lo supiese.

31Porque enseñaba á sus discípulos, y les decía: El Hijo del hombre será entregado en manos de hombres, y le matarán; mas muerto él, resucitará al tercer día.

32Pero ellos no entendían esta palabra, y tenían miedo de preguntarle.

33Y llegó á Capernaum; y así que estuvo en casa, les preguntó: ¿Qué disputabais entre vosotros en el camino?

34Mas ellos callaron; porque los unos con los otros habían disputado en el camino quién había de ser el mayor.

35Entonces sentándose, llamó á los doce, y les dice: Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos.

36Y tomando un niño, púsolo en medio de ellos; y tomándole en sus brazos, les dice:

37El que recibiere en mi nombre uno de los tales niños, á mí recibe; y el que á mí recibe, no recibe á mí, mas al que me envió.

38Y respondióle Juan, diciendo: Maestro, hemos visto á uno que en tu nombre echaba fuera los demonios, el cual no nos sigue; y se lo prohibimos, porque no nos sigue.

39Y Jesús dijo: No se lo prohibáis; porque ninguno hay que haga milagro en mi nombre que luego pueda decir mal de mí.

40Porque el que no es contra nosotros, por nosotros es.

41Y cualquiera que os diere un vaso de agua en mi nombre, porque sois de Cristo, de cierto os digo que no perderá su recompensa.

42Y cualquiera que escandalizare á uno de estos pequeñitos que creen en mí, mejor le fuera si se le atase una piedra de molino al cuello, y fuera echado en la mar.

43Y si tu mano te escandalizare, córtala: mejor te es entrar á la vida manco, que teniendo dos manos ir á la Gehenna, al fuego que no puede ser apagado;

44Donde su gusano no muere, y el fuego nunca se apaga.

45Y si tu pie te fuere ocasión de caer, córtalo: mejor te es entrar á la vida cojo, que teniendo dos pies ser echado en la Gehenna, al fuego que no puede ser apagado;

46Donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga.

47Y si tu ojo te fuere ocasión de caer, sácalo: mejor te es entrar al reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos ser echado á la Gehenna;

48Donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga.

49Porque todos serán salados con fuego, y todo sacrificio será salado con sal.

50Buena es la sal; mas si la sal fuere desabrida, ¿con qué la adobaréis? Tened en vosotros mismos sal; y tened paz los unos con los otros.

 

Marcos, Capítulo 10

1Y PARTIENDOSE de allí, vino á los términos de Judea y tras el Jordán: y volvió el pueblo á juntarse á él; y de nuevo les enseñaba como solía.

2Y llegándose los Fariseos, le preguntaron, para tentarle, si era lícito al marido repudiar á su mujer.

3Mas él respondiendo, les dijo: ¿Qué os mandó Moisés?

4Y ellos dijeron: Moisés permitió escribir carta de divorcio, y repudiar.

5Y respondiendo Jesús, les dijo: Por la dureza de vuestro corazón os escribió este mandamiento;

6Pero al principio de la creación, varón y hembra los hizo Dios.

7Por esto dejará el hombre á su padre y á su madre, y se juntará á su mujer.

8Y los que eran dos, serán hechos una carne: así que no son más dos, sino una carne.

9Pues lo que Dios juntó, no lo aparte el hombre.

10Y en casa volvieron los discípulos á preguntarle de lo mismo.

11Y les dice: Cualquiera que repudiare á su mujer, y se casare con otra, comete adulterio contra ella:

12Y si la mujer repudiare á su marido y se casare con otro, comete adulterio.

13Y le presentaban niños para que los tocase; y los discípulos reñían á los que los presentaban.

14Y viéndolo Jesús, se enojó, y les dijo: Dejad los niños venir, y no se lo estorbéis; porque de los tales es el reino de Dios.

15De cierto os digo, que el que no recibiere el reino de Dios como un niño, no entrará en él.

16Y tomándolos en los brazos, poniendo las manos sobre ellos, los bendecía.

17Y saliendo él para ir su camino, vino uno corriendo, é hincando la rodilla delante de él, le preguntó: Maestro bueno, ¿qué haré para poseer la vida eterna?

18Y Jesús le dijo: ¿Por qué me dices bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno, Dios.

19Los mandamientos sabes: No adulteres: No mates: No hurtes: No digas falso testimonio: No defraudes: Honra á tu padre y á tu madre.

20El entonces respondiendo, le dijo: Maestro, todo esto he guardado desde mi mocedad.

21Entonces Jesús mirándole, amóle, y díjole: Una cosa te falta: ve, vende todo lo que tienes, y da á los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, sígueme, tomando tu cruz.

22Mas él, entristecido por esta palabra, se fué triste, porque tenía muchas posesiones.

23Entonces Jesús, mirando alrededor, dice á sus discípulos: ¡Cuán dificilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!

24Y los discípulos se espantaron de sus palabras; mas Jesús respondiendo, les volvió á decir: ¡Hijos, cuán dificil es entrar en el reino de Dios, los que confían en las riquezas!

25Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que el rico entrar en el reino de Dios.

26Y ellos se espantaban más, diciendo dentro de sí: ¿Y quién podrá salvarse?

27Entonces Jesús mirándolos, dice: Para los hombres es imposible; mas para Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios.

28Entonces Pedro comenzó á decirle: He aquí, nosotros hemos dejado todas las cosas, y te hemos seguido.

29Y respondiendo Jesús, dijo: De cierto os digo, que no hay ninguno que haya dejado casa, ó hermanos, ó hermanas, ó padre, ó madre, ó mujer, ó hijos, ó heredades, por causa de mí y del evangelio,

30Que no reciba cien tantos ahora en este tiempo, casas, y hermanos, y hermanas, y madres, é hijos, y heredades, con persecuciones; y en el siglo venidero la vida eterna.

31Empero muchos primeros serán postreros, y postreros primeros.

32Y estaban en el camino subiendo á Jerusalem; y Jesús iba delante de ellos, y se espantaban, y le seguían con miedo: entonces volviendo á tomar á los doce aparte, les comenzó á decir las cosas que le habían de acontecer:

33He aquí subimos á Jerusalem, y el Hijo del hombre será entregado á los principes de los sacerdotes, y á los escribas, y le condenarán á muerte, y le entregarán á los Gentiles:

34Y le escarnecerán, y le azotarán, y escupirán en él, y le matarán; mas al tercer día resucitará.

35Entonces Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, se llegaron á él, diciendo: Maestro, querríamos que nos hagas lo que pidiéremos.

36Y él les dijo: ¿Qué queréis que os haga?

37Y ellos le dijeron: Danos que en tu gloria nos sentemos el uno á tu diestra, y el otro á tu siniestra.

38Entonces Jesús les dijo: No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo bebo, ó ser bautizados del bautismo de que yo soy bautizado?

39Y ellos dijeron: Podemos. Y Jesús les dijo: A la verdad, del vaso que yo bebo, beberéis; y del bautismo de que soy bautizado, seréis bautizados.

40Mas que os sentéis á mi diestra y á mi siniestra, no es mío darlo, sino á quienes está aparejado.

41Y como lo oyeron los diez, comenzaron á enojarse de Jacobo y de Juan.

42Mas Jesús, llamándolos, les dice: Sabéis que los que se ven ser príncipes entre las gentes, se enseñorean de ellas, y los que entre ellas son grandes, tienen sobre ellas potestad.

43Mas no será así entre vosotros: antes cualquiera que quisiere hacerse grande entre vosotros, será vuestro servidor;

44Y cualquiera de vosotros que quisiere hacerse el primero, será siervo de todos.

45Porque el Hijo del hombre tampoco vino para ser servido, mas para servir, y dar su vida en rescate por muchos.

46Entonces vienen á Jericó: y saliendo él de Jericó y sus discípulos y una gran compañía, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando.

47Y oyendo que era Jesús el Nazareno, comenzó á dar voces y decir: Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí.

48Y muchos le reñían, que callase: mas él daba mayores voces: Hijo de David, ten misericordia de mí.

49Entonces Jesús parándose, mandó llamarle: y llaman al ciego, diciéndole: Ten confianza: levántate, te llama.

50El entonces, echando su capa, se levantó, y vino á Jesús.

51Y respondiendo Jesús, le dice: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dice: Maestro, que cobre la vista.

52Y Jesús le dijo: Ve, tu fe te ha salvado. Y luego cobró la vista, y seguía á Jesús en el camino.

 

Marcos, Capítulo 11

1Y COMO fueron cerca de Jerusalem, de Bethphagé, y de Bethania, al monte de las Olivas, envía dos de sus discípulos,

2Y les dice: Id al lugar que está delante de vosotros, y luego entrados en él, hallaréis un pollino atado, sobre el cual ningún hombre ha subido; desatadlo y traedlo.

3Y si alguien os dijere: ¿Por qué hacéis eso? decid que el Señor lo ha menester: y luego lo enviará acá.

4Y fueron, y hallaron el pollino atado á la puerta fuera, entre dos caminos; y le desataron.

5Y unos de los que estaban allí, les dijeron: ¿Qué hacéis desatando el pollino?

6Ellos entonces les dijeron como Jesús había mandado: y los dejaron.

7Y trajeron el pollino á Jesús, y echaron sobre él sus vestidos, y se sentó sobre él.

8Y muchos tendían sus vestidos por el camino, y otros cortaban hojas de los árboles, y las tendían por el camino.

9Y los que iban delante, y los que iban detrás, daban voces diciendo: ¡Hosanna! Bendito el que viene en el nombre del Señor.

10Bendito el reino de nuestro padre David que viene: ¡Hosanna en las alturas!

11Y entró Jesús en Jerusalem, y en el templo: y habiendo mirado alrededor todas las cosas, y siendo ya tarde, salióse á Bethania con los doce.

12Y el día siguiente, como salieron de Bethania, tuvo hambre.

13Y viendo de lejos una higuera que tenía hojas, se acercó, si quizá hallaría en ella algo: y como vino á ella, nada halló sino hojas; porque no era tiempo de higos.

14Entonces Jesús respondiendo, dijo á la higuera: Nunca más coma nadie fruto de ti para siempre. Y lo oyeron sus discípulos.

15Vienen, pues, á Jerusalem; y entrando Jesús en el templo, comenzó á echar fuera á los que vendían y compraban en el templo; y trastornó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas;

16Y no consentía que alguien llevase vaso por el templo.

17Y les enseñaba diciendo: ¿No está escrito que mi casa, casa de oración será llamada por todas las gentes? Mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.

18Y lo oyeron los escribas y los príncipes de los sacerdotes, y procuraban cómo le matarían; porque le tenían miedo, por cuanto todo el pueblo estaba maravillado de su doctrina.

19Mas como fué tarde, Jesús salió de la ciudad.

20Y pasando por la mañana, vieron que la higuera se había secado desde las raíces.

21Entonces Pedro acordándose, le dice: Maestro, he aquí la higuera que maldijiste, se ha secado.

22Y respondiendo Jesús, les dice: Tened fe en Dios.

23Porque de cierto os digo que cualquiera que dijere á este monte: Quítate, y échate en la mar, y no dudare en su corazón, mas creyere que será hecho lo que dice, lo que dijere le será hecho.

24Por tanto, os digo que todo lo que orando pidiereis, creed que lo recibiréis, y os vendrá.

25Y cuando estuviereis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que vuestro Padre que está en los cielos os perdone también á vosotros vuestras ofensas.

26Porque si vosotros no perdonareis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas.

27Y volvieron á Jerusalem; y andando él por el templo, vienen á él los príncipes de los sacerdotes, y los escribas, y los ancianos;

28Y le dicen: ¿Con qué facultad haces estas cosas? ¿y quién te ha dado esta facultad para hacer estas cosas?

29Y Jesús respondiendo entonces, les dice: Os preguntaré también yo una palabra; y respondedme, y os diré con qué facultad hago estas cosas:

30El bautismo de Juan, ¿era del cielo, ó de los hombres? Respondedme.

31Entonces ellos pensaron dentro de sí, diciendo: Si dijéremos, del cielo, dirá: ¿Por qué, pues, no le creísteis?

32Y si dijéremos, de los hombres, tememos al pueblo: porque todos juzgaban de Juan, que verdaderamente era profeta.

33Y respondiendo, dicen á Jesús: No sabemos. Entonces respondiendo Jesús, les dice: Tampoco yo os diré con qué facultad hago estas cosas.

 

Marcos, Capítulo 12

1Y COMENZO á hablarles por parábolas: Plantó un hombre una viña, y la cercó con seto, y cavó un lagar, y edificó una torre, y la arrendó á labradores, y se partió lejos.

2Y envió un siervo á los labradores, al tiempo, para que tomase de los labradores del fruto de la viña.

3Mas ellos, tomándole, le hirieron, y le enviaron vacío.

4Y volvió á enviarles otro siervo; mas apedreándole, le hirieron en la cabeza, y volvieron á enviarle afrentado.

5Y volvió á enviar otro, y á aquél mataron; y á otros muchos, hiriendo á unos y matando á otros.

6Teniendo pues aún un hijo suyo amado, enviólo también á ellos el postrero, diciendo: Tendrán en reverencia á mi hijo.

7Mas aquellos labradores dijeron entre sí: Este es el heredero; venid, matémosle, y la heredad será nuestra.

8Y prendiéndole, le mataron, y echaron fuera de la viña.

9¿Qué, pues, hará el señor de la viña? Vendrá, y destruirá á estos labradores, y dará su viña á otros.

10¿Ni aun esta Escritura habéis leído: La piedra que desecharon los que edificaban, Esta es puesta por cabeza de esquina;

11Por el Señor es hecho esto, Y es cosa maravillosa en nuestros ojos?

12Y procuraban prenderle, porque entendían que decía á ellos aquella parábola; mas temían á la multitud; y dejándole, se fueron.

13Y envían á él algunos de los Fariseos y de los Herodianos, para que le sorprendiesen en alguna palabra.

14Y viniendo ellos, le dicen: Maestro, sabemos que eres hombre de verdad, y que no te cuidas de nadie; porque no miras á la apariencia de hombres, antes con verdad enseñas el camino de Dios: ¿Es lícito dar tributo á César, ó no? ¿Daremos, ó no daremos?

15Entonces él, como entendía la hipocresía de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis? Traedme la moneda para que la vea.

16Y ellos se la trajeron y les dice: ¿Cúya es esta imagen y esta inscripción? Y ellos le dijeron: De César.

17Y respondiendo Jesús, les dijo: Dad lo que es de César á César; y lo que es de Dios, á Dios. Y se maravillaron de ello.

18Entonces vienen á el los Saduceos, que dicen que no hay resurrección, y le preguntaron, diciendo:

19Maestro, Moisés nos escribió, que si el hermano de alguno muriese, y dejase mujer, y no dejase hijos, que su hermano tome su mujer, y levante linaje á su hermano.

20Fueron siete hermanos: y el primero tomó mujer, y muriendo, no dejó simiente;

21Y la tomó el segundo, y murió, y ni aquél tampoco dejó simiente; y el tercero, de la misma manera.

22Y la tomaron los siete, y tampoco dejaron simiente: á la postre murió también la mujer.

23En la resurrección, pues, cuando resucitaren, ¿de cuál de ellos será mujer? porque los siete la tuvieron por mujer.

24Entonces respondiendo Jesús, les dice: ¿No erráis por eso, porque no sabéis las Escrituras, ni la potencia de Dios?

25Porque cuando resucitarán de los muertos, ni se casarán, ni serán dados en casamiento, mas son como los ángeles que están en los cielos.

26Y de que los muertos hayan de resucitar, ¿no habéis leído en el libro de Moisés cómo le habló Dios en la zarza, diciendo: Yo soy el Dios de Abraham, y el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob?

27No es Dios de muertos, mas Dios de vivos; así que vosotros mucho erráis.

28Y llegándose uno de los escribas, que los había oído disputar, y sabía que les había respondido bien, le preguntó: ¿Cuál es el primer mandamiento de todos?

29Y Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel, el Señor nuestro Dios, el Señor uno es.

30Amarás pues al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de toda tu mente, y de todas tus fuerzas; este es el principal mandamiento.

31Y el segundo es semejante á él: Amarás á tu prójimo como á ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos.

32Entonces el escriba le dijo: Bien, Maestro, verdad has dicho, que uno es Dios, y no hay otro fuera de él;

33Y que amarle de todo corazón, y de todo entendimiento, y de toda el alma, y de todas las fuerzas, y amar al prójimo como á sí mismo, más es que todos los holocaustos y sacrificios.

34Jesús entonces, viendo que había respondido sabiamente, le dice: No estás lejos del reino de Dios. Y ya ninguno osaba preguntarle.

35Y respondiendo Jesús decía, enseñando en el templo: ¿Cómo dicen los escribas que el Cristo es hijo de David?

36Porque el mismo David dijo por el Espíritu Santo: Dijo el Señor á mi Señor: Siéntate á mi diestra, Hasta que ponga tus enemigos por estrado de tus pies.

37Luego llamándole el mismo David Señor, ¿de dónde, pues, es su hijo? Y los que eran del común del pueblo le oían debuena gana.

38Y les decía en su doctrina: Guardaos de los escribas, que quieren andar con ropas largas, y aman las salutaciones en las plazas,

39Y las primeras sillas en las sinagogas, y los primeros asientos en las cenas;

40Que devoran las casas de las viudas, y por pretexto hacen largas oraciones. Estos recibirán mayor juicio.

41Y estando sentado Jesús delante del arca de la ofrenda, miraba cómo el pueblo echaba dinero en el arca: y muchos ricos echaban mucho.

42Y como vino una viuda pobre, echó dos blancas, que son un maravedí.

43Entonces llamando á sus discípulos, les dice: De cierto os digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca:

44Porque todos han echado de lo que les sobra; mas ésta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su alimento.

 

Marcos, Capítulo 13

1Y SALIENDO del templo, le dice uno de sus discípulos: Maestro, mira qué piedras, y qué edificios.

2Y Jesús respondiendo, le dijo: ¿Ves estos grandes edificios? no quedará piedra sobre piedra que no sea derribada.

3Y sentándose en el monte de las Olivas delante del templo, le preguntaron aparte Pedro y Jacobo y Juan y Andrés:

4Dinos, ¿cuándo serán estas cosas? ¿y qué señal habrá cuando todas estas cosas han de cumplirse?

5Y Jesús respondiéndoles, comenzó á decir: Mirad, que nadie os engañe;

6Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y engañaran á muchos.

7Mas cuando oyereis de guerras y de rumores de guerras no os turbéis, porque conviene hacerse así; mas aun no será el fin.

8Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá terremotos en muchos lugares, y habrá hambres y alborotos; principios de dolores serán estos.

9Mas vosotros mirad por vosotros: porque os entregarán en los concilios, y en sinagogas seréis azotados: y delante de presidentes y de reyes seréis llamados por causa de mí, en testimonio á ellos.

10Y á todas las gentes conviene que el evangelio sea predicado antes.

11Y cuando os trajeren para entregaros, no premeditéis qué habéis de decir, ni lo penséis: mas lo que os fuere dado en aquella hora, eso hablad; porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo.

12Y entregará á la muerte el hermano al hermano, y el padre al hijo: y se levantarán los hijos contra los padres, y los matarán.

13Y seréis aborrecidos de todos por mi nombre: mas el que perseverare hasta el fin, éste será salvo.

14Empero cuando viereis la abominación de asolamiento, que fué dicha por el profeta Daniel, que estará donde no debe (el que lee, entienda), entonces los que estén en Judea huyan á los montes;

15Y el que esté sobre el terrado, no descienda á la casa, ni entre para tomar algo de su casa;

16Y el que estuviere en el campo, no vuelva atrás á tomar su capa.

17Mas ¡ay de las preñadas, y de las que criaren en aquellos días!

18Orad pues, que no acontezca vuestra huída en invierno.

19Porque aquellos días serán de aflicción, cual nunca fué desde el principio de la creación que crió Dios, hasta este tiempo, ni será.

20Y si el Señor no hubiese abreviado aquellos días, ninguna carne se salvaría; mas por causa de los escogidos que él escogió, abrevió aquellos días.

21Y entonces si alguno os dijere: He aquí, aquí está el Cristo; ó, He aquí, allí está, no le creáis.

22Porque se levantarán falsos Cristos y falsos profetas, y darán señales y prodigios, para engañar, si se pudiese hacer, aun á los escogidos.

23Mas vosotros mirad; os lo he dicho antes todo.

24Empero en aquellos días, después de aquella aflicción, el sol se obscurecerá, y la luna no dará su resplandor;

25Y las estrellas caerán del cielo, y las virtudes que están en los cielos serán conmovidas;

26Y entonces verán al Hijo del hombre, que vendrá en las nubes con mucha potestad y gloria.

27Y entonces enviará sus ángeles, y juntará sus escogidos de los cuatro vientos, desde el cabo de la tierra hasta el cabo del cielo.

28De la higuera aprended la semejanza: Cuando su rama ya se enternece, y brota hojas, conocéis que el verano está cerca:

29Así también vosotros, cuando viereis hacerse estas cosas, conoced que está cerca, á las puertas.

30De cierto os digo que no pasará esta generación, que todas estas cosas no sean hechas.

31El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán.

32Empero de aquel día y de la hora, nadie sabe; ni aun los ángeles que están en el cielo, ni el Hijo, sino el Padre.

33Mirad, velad y orad: porque no sabéis cuándo será el tiempo.

34Como el hombre que partiéndose lejos, dejó su casa, y dió facultad á sus siervos, y á cada uno su obra, y al portero mandó que velase:

35Velad pues, porque no sabéis cuándo el señor de la casa vendrá; si á la tarde, ó á la media noche, ó al canto del gallo, ó á la mañana;

36Porque cuando viniere de repente, no os halle durmiendo.

37Y las cosas que á vosotros digo, á todos las dijo: Velad.

 

Marcos, Capítulo 14

1Y DOS días después era la Pascua y los días de los panes sin levadura: y procuraban los príncipes de los sacerdotes y los escribas cómo le prenderían por engaño, y le matarían.

2Y decían: No en el día de la fiesta, porque no se haga alboroto del pueblo.

3Y estando él en Bethania en casa de Simón el leproso, y sentado á la mesa, vino una mujer teniendo un alabastro de ungüento de nardo espique de mucho precio; y quebrando el alabastro, derramóselo sobre su cabeza.

4Y hubo algunos que se enojaron dentro de sí, y dijeron: ¿Para qué se ha hecho este desperdicio de ungüento?

5Porque podía esto ser vendido por más de trescientos denarios, y darse á los pobres. Y murmuraban contra ella.

6Mas Jesús dijo: Dejadla; ¿por qué la fatigáis? Buena obra me ha hecho;

7Que siempre tendréis los pobres con vosotros, y cuando quisiereis les podréis hacer bien; mas á mí no siempre me tendréis.

8Esta ha hecho lo que podía; porque se ha anticipado á ungir mi cuerpo para la sepultura.

9De cierto os digo que donde quiera que fuere predicado este evangelio en todo el mundo, también esto que ha hecho ésta, será dicho para memoria de ella.

10Entonces Judas Iscariote, uno de los doce, vino á los príncipes de los sacerdotes, para entregársele.

11Y ellos oyéndolo se holgaron, y prometieron que le darían dineros. Y buscaba oportunidad cómo le entregaría.

12Y el primer día de los panes sin levadura, cuando sacrificaban la pascua, sus discípulos le dicen: ¿Dónde quieres que vayamos á disponer para que comas la pascua?

13Y envía dos de sus discípulos, y les dice: Id á la ciudad, y os encontrará un hombre que lleva un cántaro de agua; seguidle;

14Y donde entrare, decid al señor de la casa: El Maestro dice: ¿Dónde está el aposento donde he de comer la pascua con mis discípulos?

15Y él os mostrará un gran cenáculo ya preparado: aderezad para nosotros allí.

16Y fueron sus discípulos, y vinieron á la ciudad, y hallaron como les había dicho; y aderezaron la pascua.

17Y llegada la tarde, fué con los doce.

18Y como se sentaron á la mesa y comiesen, dice Jesús: De cierto os digo que uno de vosotros, que come conmigo, me ha de entregar.

19Entonces ellos comenzaron á entristecerse, y á decirle cada uno por sí: ¿Seré yo? Y el otro: ¿Seré yo?

20Y él respondiendo les dijo: Es uno de los doce que moja conmigo en el plato.

21A la verdad el Hijo del hombre va, como está de él escrito; mas ¡ay de aquel hombre por quien el Hijo del hombre es entregado! bueno le fuera á aquel hombre si nunca hubiera nacido.

22Y estando ellos comiendo, tomó Jesús pan, y bendiciendo, partió y les dió, y dijo: Tomad, esto es mi cuerpo.

23Y tomando el vaso, habiendo hecho gracias, les dió: y bebieron de él todos.

24Y les dice: Esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada.

25De cierto os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta aquel día cundo lo beberé nuevo en el reino de Dios.

26Y como hubieron cantado el himno, se salieron al monte de las Olivas.

27Jesús entonces les dice: Todos seréis escandalizados en mí esta noche; porque escrito está: Heriré al pastor, y serán derramadas las ovejas.

28Mas después que haya resucitado, iré delante de vosotros á Galilea.

29Entonces Pedro le dijo: Aunque todos sean escandalizados, mas no yo.

30Y le dice Jesús: De cierto te digo que tú, hoy, en esta noche, antes que el gallo haya cantado dos veces, me negarás tres veces.

31Mas él con mayor porfía decía: Si me fuere menester morir contigo, no te negaré. También todos decían lo mismo.

32Y vienen al lugar que se llama Gethsemaní, y dice á sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que yo oro.

33Y toma consigo á Pedro y á Jacobo y á Juan, y comenzó á atemorizarse, y á angustiarse.

34Y les dice: Está muy triste mi alma, hasta la muerte: esperad aquí y velad.

35Y yéndose un poco adelante, se postró en tierra, y oro que si fuese posible, pasase de él aquella hora,

36Y decía: Abba, Padre, todas las cosas son á ti posibles: traspasa de mí este vaso; empero no lo que yo quiero, sino lo que tú.

37Y vino y los halló durmiendo; y dice á Pedro: ¿Simón, duermes? ¿No has podido velar una hora?

38Velad y orad, para que no entréis en tentación: el espíritu á la verdad es presto, mas la carne enferma.

39Y volviéndose á ir, oró, y dijo las mismas palabras.

40Y vuelto, los halló otra vez durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados; y no sabían qué responderle.

41Y vino la tercera vez, y les dice: Dormid ya y descansad: basta, la hora es venida; he aquí, el Hijo del hombre es entregado en manos de los pecadores.

42Levantaos, vamos: he aquí, el que me entrega está cerca.

43Y luego, aun hablando él, vino Judas, que era uno de los doce, y con él una compañía con espadas y palos, de parte de los príncipes de los sacerdotes, y de los escribas y de los ancianos.

44Y el que le entregaba les había dado señal común, diciendo: Al que yo besare, aquél es: prendedle, y llevadle con seguridad.

45Y como vino, se acercó luego á él, y le dice: Maestro, Maestro. Y le besó.

46Entonces ellos echaron en él sus manos, y le prendieron.

47Y uno de los que estaban allí, sacando la espada, hirió al siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja.

48Y respondiendo Jesús, les dijo: ¿Como á ladrón habéis salido con espadas y con palos á tomarme?

49Cada día estaba con vosotros enseñando en el templo, y no me tomasteis; pero es así, para que se cumplan las Escrituras.

50Entonces dejándole todos sus discípulos, huyeron.

51Empero un mancebillo le seguía cubierto de una sábana sobre el cuerpo desnudo; y los mancebos le prendieron:

52Mas él, dejando la sábana, se huyó de ellos desnudo.

53Y trajeron á Jesús al sumo sacerdote; y se juntaron á él todos los príncipes de los sacerdotes y los ancianos y los escribas.

54Empero Pedro le siguió de lejos hasta dentro del patio del sumo sacerdote; y estaba sentado con los servidores, y calentándose al fuego.

55Y los príncipes de los sacerdotes y todo el concilio buscaban testimonio contra Jesús, para entregarle á la muerte; mas no lo hallaban.

56Porque muchos decían falso testimonio contra él; mas sus testimonios no concertaban.

57Entonces levantandose unos, dieron falso testimonio contra él, diciendo:

58Nosotros le hemos oído decir: Yo derribaré este templo que es hecho de mano, y en tres días edificaré otro echo sin mano.

59Mas ni aun así se concertaba el testimonio de ellos.

60Entonces el sumo sacerdote, levantándose en medio, preguntó á Jesús, diciendo: ¿No respondes algo? ¿Qué atestiguan estos contra ti?

61Mas él callaba, y nada respondía. El sumo sacerdote le volvió á preguntar, y le dice: ¿Eres tú el Cristo, el Hijo del Bendito?

62Y Jesús le dijo: Yo soy; y veréis al Hijo del hombre sentado á la diestra de la potencia de Dios, y viniendo en las nubes del cielo.

63Entonces el sumo sacerdote, rasgando sus vestidos, dijo: ¿Qué más tenemos necesidad de testigos?

64Oído habéis la blasfemia: ¿qué os parece? Y ellos todos le condenaron ser culpado de muerte.

65Y algunos comenzaron á escupir en él, y cubrir su rostro, y á darle bofetadas, y decirle: Profetiza. Y los servidores le herían de bofetadas.

66Y estando Pedro abajo en el atrio, vino una de las criadas del sumo sacerdote;

67Y como vió á Pedro que se calentaba, mirándole, dice: Y tú con Jesús el Nazareno estabas.

68Mas él negó, diciendo: No conozco, ni sé lo que dices. Y se salió fuera á la entrada; y cantó el gallo.

69Y la criada viéndole otra vez, comenzó á decir á los que estaban allí: Este es de ellos.

70Mas él negó otra vez. Y poco después, los que estaban allí dijeron otra vez á Pedro: Verdaderamente tú eres de ellos; porque eres Galileo, y tu habla es semejante.

71Y él comenzó á maldecir y á jurar: No conozco á este hombre de quien habláis.

72Y el gallo cantó la segunda vez: y Pedro se acordó de las palabras que Jesús le había dicho: Antes que el gallo cante dos veces, me negarás tres veces. Y pensando en esto, lloraba.

 

Marcos, Capítulo 15

1Y LUEGO por la mañana, habiendo tenido consejo los príncipes de los sacerdotes con los ancianos, y con los escribas, y con todo el concilio, llevaron á Jesús atado, y le entregaron á Pilato.

2Y Pilato le preguntó: ¿Eres tú el Rey de los Judíos? Y respondiendo él, le dijo: Tú lo dices.

3Y los príncipes de los sacerdotes le acusaban mucho.

4Y le preguntó otra vez Pilato, diciendo: ¿No respondes algo? Mira de cuántas cosas te acusan.

5Mas Jesús ni aun con eso respondió; de modo que Pilato se maravillaba.

6Empero en el día de la fiesta les soltaba un preso, cualquiera que pidiesen.

7Y había uno, que se llamaba Barrabás, preso con sus compañeros de motín que habían hecho muerte en una revuelta.

8Y viniendo la multitud, comenzó á pedir hiciese como siempre les había hecho.

9Y Pilato les respondió, diciendo: ¿Queréis que os suelte al Rey de los Judíos?

10Porque conocía que por envidia le habían entregado los príncipes de los sacerdotes.

11Mas los príncipes de los sacerdotes incitaron á la multitud, que les soltase antes á Barrabás.

12Y respondiendo Pilato, les dice otra vez: ¿Qué pues queréis que haga del que llamáis Rey de los Judíos?

13Y ellos volvieron á dar voces: Crucifícale.

14Mas Pilato les decía: ¿Pues qué mal ha hecho? Y ellos daban más voces: Crucifícale.

15Y Pilato, queriendo satisfacer al pueblo, les soltó á Barrabás, y entregó á Jesús, después de azotarle, para que fuese crucificado.

16Entonces los soldados le llevaron dentro de la sala, es á saber al Pretorio; y convocan toda la cohorte.

17Y le visten de púrpura; y poniéndole una corona tejida de espinas,

18Comenzaron luego á saludarle: ¡Salve, Rey de los Judíos!

19Y le herían en la cabeza con una caña, y escupían en él, y le adoraban hincadas las rodillas.

20Y cuando le hubieron escarnecido, le desnudaron la púrpura, y le vistieron sus propios vestidos, y le sacaron para crucificarle.

21Y cargaron á uno que pasaba, Simón Cireneo, padre de Alejandro y de Rufo, que venía del campo, para que llevase su cruz.

22Y le llevan al lugar de Gólgotha, que declarado quiere decir: Lugar de la Calavera.

23Y le dieron á beber vino mezclado con mirra; mas él no lo tomó.

24Y cuando le hubieron crucificado, repartieron sus vestidos, echando suertes sobre ellos, qué llevaría cada uno.

25Y era la hora de las tres cuando le crucificaron.

26Y el título escrito de su causa era: EL REY DE LOS JUDIOS.

27Y crucificaron con él dos ladrones, uno á su derecha, y el otro á su izquierda.

28Y se cumplió la Escritura, que dice: Y con los inicuos fué contado.

29Y los que pasaban le denostaban, meneando sus cabezas, y diciendo: ¡Ah! tú que derribas el templo de Dios, y en tres días lo edificas,

30Sálvate á ti mismo, y desciende de la cruz.

31Y de esta manera también los príncipes de los sacerdotes escarneciendo, decían unos á otros, con los escribas: A otros salvó, á sí mismo no se puede salvar.

32El Cristo, Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, para que veamos y creamos. También los que estaban crucificados con él le denostaban.

33Y cuando vino la hora de sexta, fueron hechas tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora de nona.

34Y á la hora de nona, exclamó Jesús á gran voz, diciendo: Eloi, Eloi, ¿lama sabachthani? que declarado, quiere decir: Dios mío, Díos mío, ¿por qué me has desamparado?

35Y oyéndole unos de los que estaban allí, decían: He aquí, llama á Elías.

36Y corrió uno, y empapando una esponja en vinagre, y poniéndola en una caña, le dió á beber, diciendo: Dejad, veamos si vendrá Elías á quitarle.

37Mas Jesús, dando una grande voz, espiró.

38Entonces el velo del templo se rasgó en dos, de alto á bajo.

39Y el centurión que estaba delante de él, viendo que había espirado así clamando, dijo: Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios.

40Y también estaban algunas mujeres mirando de lejos; entre las cuales estaba María Magdalena, y María la madre de Jacobo el menor y de José, y Salomé;

41Las cuales, estando aún él en Galilea, le habían seguido, y le servían; y otras muchas que juntamente con él habían subido á Jerusalem.

42Y cuando fué la tarde, porque era la preparación, es decir, la víspera del sábado,

43José de Arimatea, senador noble, que también esperaba el reino de Dios, vino, y osadamente entró á Pilato, y pidió el cuerpo de Jesús.

44Y Pilato se maravilló que ya fuese muerto; y haciendo venir al centurión, preguntóle si era ya muerto.

45Y enterado del centurión, dió el cuerpo á José.

46El cual compró una sábana, y quitándole, le envolvió en la sábana, y le puso en un sepulcro que estaba cavado en una peña, y revolvió una piedra á la puerta del sepulcro.

47Y María Magdalena, y María madre de José, miraban donde era puesto.

 

Marcos, Capítulo 16

1Y COMO pasó el sábado, María Magdalena, y María madre de Jacobo, y Salomé, compraron drogas aromáticas, para venir á ungirle.

2Y muy de mañana, el primer día de la semana, vienen al sepulcro, ya salido el sol.

3Y decían entre sí: ¿Quién nos revolverá la piedra de la puerta del sepulcro?

4Y como miraron, ven la piedra revuelta; que era muy grande.

5Y entradas en el sepulcro, vieron un mancebo sentado al lado derecho, cubierto de una larga ropa blanca; y se espantaron.

6Más él les dice: No os asustéis: buscáis á Jesús Nazareno, el que fué crucificado; resucitado há, no está aquí; he aquí el lugar en donde le pusieron.

7Mas id, decid á sus discípulos y á Pedro, que él va antes que vosotros á Galilea: allí le veréis, como os dijo.

8Y ellas se fueron huyendo del sepulcro; porque las había tomado temblor y espanto; ni decían nada á nadie, porque tenían miedo.

9Mas como Jesús resucitó por la mañana, el primer día de la semana, apareció primeramente á María Magdalena, de la cual había echado siete demonios.

10Yendo ella, lo hizo saber á los que habían estado con él, que estaban tristes y llorando.

11Y ellos como oyeron que vivía, y que había sido visto de ella, no lo creyeron.

12Mas después apareció en otra forma á dos de ellos que iban caminando, yendo al campo.

13Y ellos fueron, y lo hicieron saber á los otros; y ni aun á éllos creyeron.

14Finalmente se apareció á los once mismos, estando sentados á la mesa, y censuróles su incredulidad y dureza de corazón, que no hubiesen creído á los que le habían visto resucitado.

15Y les dijo: Id por todo el mundo; predicad el evangelio á toda criatura.

16El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.

17Y estas señales seguirán á los que creyeren: En mi nombre echarán fuera demonios; hablaran nuevas lenguas;

18Quitarán serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les dañará; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán.

19Y el Señor, después que les habló, fué recibido arriba en el cielo, y sentóse á la diestra de Dios.

20Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, obrando con ellos el Señor, y confirmando la palabra con las señales que se seguían. Amen.