Chárbel, loco de Dios
Chárbel, loco de Dios, es el título del primer libro escrito sobre el Santo
del Líbano, Chárbel Majluf, y que habla de su relación con Dios y sus hermanos,
los monjes, de su vida ascética y de las mortificaciones que ha vivido.
Chárbel, loco de Dios, es el título
que se podría poner al libro del “Padre Hanna Skandar”, intitulado “San Chárbel,
según los testimonios de sus contemporáneos”. Es que la vida que ha llevado
nuestro gran Santo no es normal, en el sentido propio de la palabra, porque su
conducta, lo que hizo, y toda su vida fueron contradictorios con la lógica de
los hombres. Las contradicciones radicales que rigieron su vida, suscitan en
nosotros el asombro, el interrogante y la perplejidad. ¿Es que es normal que un
hombre se despoje, a ese punto, de su humanidad y de sus emociones para vivir
como si estuvieran en otro mundo? ¿Es que es normal que renuncie tanto a su
afectividad, hasta el punto de rehusar el encuentro con su madre y sus hermanos,
cuando vienen a verle, y enviarlos sin recibirlos? ¿Es que, por el voto de
obediencia, que consiste en despojarse de su propia voluntad para obedecer a sus
superiores, que representan a Dios, le obligue, también, a someterse a los
monjes más jóvenes, todavía en período de formación, y aún a los mismos
empleados, a los sirvientes y a los obreros que trabajan con él en el campo? En
fin, ¿Es que es normal que él se abstenga de comer, cuando tiene hambre,
aguardando la orden formal de hacerlo, sabiendo que las horas de comida en los
conventos y eremitorios son fijas, y que la obediencia a la campana que llama a
los monjes, ya a la oración, ya al trabajo, o ya sea a comer, es lo mismo que
las órdenes dadas por los superiores?
En efecto, si tratamos de comprender y de interpretar la conducta de San
Chárbel, según nuestra lógica humana, seremos incapaces de obtenerlo. Así que
toda interpretación y explicación, humanamente hablando, nos serían imposibles,
cuando se trata de poner en la mente de los que nos preguntan, la razón de la
esperanza y de la fe que hay en nosotros (I P. 3,15).
La vida de Chárbel en su eremitorio de San Pedro y San Pablo, en Annaya,
es única, por cualquier lado que se le mire. Fue un hombre que abandonó el mundo
para vivir con Dios, a tal punto que se volvió loco de Dios. Muy a menudo, la
locura se caracteriza por una atracción total hacia el otro, o ante un
pensamiento, o de una opinión, hasta el punto de convertirse en una obsesión del
hombre que se sale de lo real.
Ése era el estado de Chárbel, para quien Dios significaba todo y, más
tarde, era para él una necesidad devolverle ese todo, dado que Dios representaba
su único ideal al cual tender, después de haber confiado su suerte a Dios que
vino a ser su único objetivo. Chárbel, en adelante, podía hacer milagros en
nombre de Dios. Los obraba como intermediario y su intercesión. Por la oración
alejaba las langostas de los campos del convento, curaba las enfermedades que
los superiores encomendaban a sus oraciones, y alumbraba la lámpara llena de
agua y no de aceite.
Frecuentemente escuchamos muchas de esas cosas tiqueteadas ”verdades a medias”, donde se critica la vida de los monjes, de los
ermitaños y anacoretas, preguntándose cuál es su utilidad en la sociedad donde
viven, en particular en la que nosotros vivimos, sociedad materialista y
consumidora, donde el valor del hombre se mide por la producción de su trabajo,
por lo que el hombre queda reducido a un simple producto, exactamente como una
máquina que se tira a un lado, una vez usada durante el tiempo para la que fue
ideada, para reemplazarla por otra. ¡Lástima! Eso es, exactamente, lo que llega
a ser, muy frecuentemente, el hombre, cuyo valor está ligado a su capacidad
productiva, y que se desprecia cuando ya se ha vuelto incapaz de producir en
esta sociedad materialista.
Ésa es la clasificación de la gente en la sociedad, entre productores y no
productores, de que hacen parte los ermitaños y anacoretas que, después de
haber abandonado el mundo, no ofrecen nada, y nada producen a la sociedad.
Puede ser que así sea, si se mira la vida actual que llevan esas gentes;
pero cuando se restablece el curso del tiempo, se descubre que su manera de ver
las cosas no es nada correcta.
Esas personas que uno mira, a menudo con desconfianza y ligereza, son las
que, a la larga, sirven a la sociedad; son las que se eternizan en la historia y
de las que la gente se recuerda con admiración. Mientras que los poderosos del
mundo, contemporáneos suyos, son objeto de críticas mordaces, e incluso de
maldición, por las desgracias y calamidades que perpetraron.
¿Quién puede, por ejemplo, acordarse de los nombres grandes, de los
poderosos, de los sabios e inteligentes que vivieron en la época de Chárbel
Majluf? Para hacerlo, hay que recurrir a los libros de historia, a los archivos
y manuscritos para saber que existieron y que hicieron obras laudables. Mientras
que la abrumadora mayoría de la humanidad conoce, hoy día, a Chárbel Majluf, los
milagros, los prodigios realizados por su mediación, y cuyos relatos han
desbordado la memoria de los tiempos y culturas, pues la Iglesia lo ha elevado
a los altares; y en diferentes países se construyen iglesias a su nombre.
¡Quién hubiera podido conocer una pequeña aldea llamada Annaya, sin San
Chárbel! Gracias a él ha venido a ser un lugar importante de peregrinación al
que fluyen turistas de todos los países, no sólo para orar, sino por los
restaurantes y hoteles que atraen su atención.
¡Chárbel, ebrio de Dios! Pues que él escuchó la palabra de Cristo y la
vivió a la letra. Cristo dijo:”el que ama a su padre, a su madre, a sus hermanos
y hermanas más que a mí, no puede ser mi discípulo”. Es por eso por lo que
Cristo fue para Chárbel todo su amor, que lo sedujo y del que vino a ser un
loco hasta el final.
Que tomemos la palabra de Cristo en serio, en nuestra vida, y que cambiemos
radicalmente nuestra vida por la mejor, y así contribuiremos a mejorar la vida
de nuestra sociedad para que sus hijos vivan los valores morales y el espíritu
del cristianismo, a la letra y con rectitud, adhiriéndose, así, a la
construcción de un mundo mejor, donde nuestra única meta sigue siendo Dios.
Líbano 5/ 1 / 2008
Monseñor Jorge Abu Yaude
Introducción
Este libro está sacado, principalmente, de seis libros precedentes1,
inéditos a causa de la repetición fastidiosa y el desorden de los
acontecimientos. Es por eso por lo que me he decididoo a poner en orden 53
testimonios que, aproximadamente, ocupan 600 páginas de formato A4,
transcribiéndolos todos con absoluta fidelidad, y reuniéndolos en una historia
común, según los testimonios repetitivos de los testigos, y apoyado en otras
fuentes y referencias2, para llenar el vacío y aclarar un punto
cualquiera. Prefiero contar los sucesos valiéndome de diversas fuentes, sin
criticarlos, ni analizarlos ni comentarlos, dejando, así, campo abierto a los
estudiosos para que lo hagan en el futuro.
Los testimonios están ordenados de la forma siguiente: El primer capítulo
relata un suceso cuasi-histórico de la infancia de Chárbel, y que aconteció
hasta su ingreso en la Orden: su ordenación sacerdotal, su estadía en el
convento de Santiago Al Hosen, luego sus traslado al convento de Annaya y su
aislamiento en el eremitorio.
El segundo capítulo comprende 26 temas sobre la vida del Santo que
contiene, cada uno, la definición del tema, según los testigos; y, luego, las
versiones y los acontecimientos que le conciernen.
El capítulo tercero relata la historia de su última misa, su agonía, su
entierro, la luz que salía de su tumba, la apertura de la misma, los análisis
efectuados de su cuerpo y los informes de los médicos.
Se menciona el nombre del testigo en la rúbrica, al final del testimonio.
Para cada punto he tenido siempre cuidado de señalar, someramente, las fuentes y
las referencias que he expuesto con detalle, al fin del libro.
Vista la semejanza entre la vida de Chárbel y la de Cristo, he confirmado,
a veces, un episodio de la vida del Santo con otro similar del Evangelio.
Algunas veces, un acontecimiento de la vida de nuestro Santo ha sido encabezado
con un título tomado el Evangelio.
Finalmente, he querido publicar, en un anexo, la correspondencia de San
Chárbel con el Señor Raimundo Nader, titulada “Palabras de San Chárbel”, hasta
donde se ajuste a sus ideas conocidas, en forma y fondo, al simbolismo. Además
ello va bien con su lectura espiritual y sus oraciones3 con las que
ha vivido en su medio, de una manera admirable. También, el lector encontrará un
gozo en leerlas, y hallará que se adaptan perfectamente con las enseñanzas de la
Iglesia, sin que tenga ninguna intención de adelantarme a su juicio.
Líbano, 21 de julio de 2008
Padre Hanna Skandar O.L.M.
Convento de Nuestra Señora de la Fortaleza,
Menjez-Aqqar- Líbano
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